Maricarmen (3)

Continuamos cogiendo en todas las formas posibles con una pequeña ayuda...

MARI CARMEN III

La tercera vez que Maricarmen y yo nos fuimos a coger resultó increíble, se los platico para que se exciten igual que yo.

Un día nos fuimos a bailar a una disco y ella se vistió realmente provocativa, una pequeña minifalda de likra negra, zapatillas y medias haciendo juego con la falda, blusa roja, debajo de eso llevaba un sostén de media copa, lo cuál hacía resaltar sus pequeños pechos haciendo que se vieran erguidos, una pequeñísima tanga que se perdía entre sus ricas nalgas y apenas cubría su deliciosa concha y un maquillaje impecable, al verla no pude menos que decirle:

  • Luces realmente magnífica, en verdad te ves preciosa.

Ella solamente contestó:

  • Gracias – su voz era apenas audible.

Salimos dispuestos a divertirnos al máximo y prepararnos para la, que seguramente sería, tremenda sesión sexual, en el camino acaricié sus piernas llegando hasta su pequeña tanga, concentré mis mimos en su concha, aunque era sobre las medias, Mari cooperó abriendo las piernas para facilitarme la labor, unos leves gemidos escaparon de su boca indicándome que lo disfrutaba bastante, pasados unos minutos me dijo:

  • Espera, no quiero llegar con las piernas escurriendo por mi orgasmo, prefiero que guardes las energías para cuando regresemos – en su rostro de dibujó unas sonrisa pícara que indicaba que estaba deseosa de dar y recibir placer.

Sin estar muy convencido retiré mi mano de su sexo y apresuré la marcha para llegar al centro de diversión.

Al llegar, causó impacto entre varios de los asistentes, tanto hombres como mujeres, los ojos de los hombres la devoraban, además al bailar movía su cuerpo insinuantemente, con mucho sentido del ritmo y sonriendo siempre, la velada transcurrió con uno que otro incidente, varias veces le solicitaron que bailara con otros muchachos, a lo que, ella cortésmente se negó, me estaba dando el lugar de su única pareja, eso me llenó de gusto, y, por qué no decirlo, orgullo, cuando salimos ya entrada la madrugada me dijo:

  • Ahora sí prepárate, ando de lo más caliente y no quiero quedarme así – dijo mientras me acariciaba el arma por encima del pantalón.

  • Muñequita, ni siquiera pienses que te voy a dejar caliente, te voy a dar mi pistola por donde te quepa, y los juguetes van a entrar y salir de nuestros orificios para hacernos gozar, la forma en que varios te deseaban me calentó tanto que mi caramelo está ansioso de meterse dentro de ti.

  • Pues que esperas – dijo a modo de respuesta -, estamos perdiendo el tiempo

Pedí el auto al valet parking y salimos rápidamente hacia nuestro nido de amor y lujuria, en su asiento ella subió la minifalda hasta la cintura, se sacó las medias y la tanga rápidamente, abrió las piernas en forma insinuante:

  • Ahora sí, puedes tocarme como se te antoje – dijo ansiosa.

No perdí el tiempo en nada, coloqué mi mano sobre aquella mata de vello púbico e inicié mi jugueteo en su sexo, tratando de no distraerme de la conducción del auto, apartando sus labios vaginales, poco a poco deslicé mi dedo dentro de su húmeda concha, haciendo que su rostro adquiriera un tono rojizo.

Sin abrir sus ojos, tomó su bolso y sacó un pequeño vibrador que me entregó, al tiempo que decía:

  • Pónmelo en el clítoris y méteme el dedo en la concha, ponlo a funcionar a tope, quiero venirme así.

Respondiendo a su petición detuve el auto en una calle oscura, encendí el vibrador a la máxima potencia y lo puse en su botoncito sensible, clavé mi dedo en su rica panocha y logré en pocos instantes su explosión de placer, saqué el dedo y el vibrados de su interior y los puse cerca de su boca, ella los lamió totalmente, saboreando los jugos que quedaban en ellos, después continuamos nuestro camino hacia su casa.

Al entrar, me besó apasionadamente y se abrazó a mí como gata en celo, su cuerpo de pegó al mío como si deseara la penetración en cada uno se sus poros, luego bajó su cabeza lentamente hasta la altura de mi pene, me despojó de la ropa en un santiamén, me chupó la reata en forma violenta, rápida y ansiosa, su lengua se paseaba por todo mi tronco haciéndome gemir de placer, en cierto momento clavó mi virilidad profundamente en su garganta, abrió su boca lo más que pudo y sacó la lengua para lamerme las bolas al mismo tiempo que mamaba mi espada, eso me puso a mil, las sensaciones iban y venían por todo mi ser, jamás había recibido una caricia así, la tomé por los cabellos y le clavé todo el caramelo hasta el fondo, ella sintió un espasmo y retiró mi tronco de la boca para decirme:

  • Papacito, no me hagas eso que me ahogas, lo tienes bastante grande como para que me quepa todo, si quieres que te lo haga, déjame y lo hago sola, ¿de acuerdo?

  • Sí mi amor – repuse -, cómetelo sin mi ayuda y hazme gozar.

Después de aclararlo, retomó su accionar sobre mi garrote, lo metía y sacaba se su boca arrancándome gemidos y suspiros, mi cascada de pasión se acercaba, no deseaba vaciar mi pasión en su boca, así que la detuve para sugerirle que cambiáramos de pose:

  • Déjame hacerte gozar hasta que estemos igual de calientes, saca los juguetes para que disfrutes de esta noche de pasión.

  • Si mi amo – respondió mientras se dirigía hacia el cajón de las sorpresas.

Extrajo el lubricante y varios consoladores, entre ellos, el que compró especialmente para mi culo, los puso a mi alcance y dijo:

  • Ésta esclava exige placer, al amo corresponde complacerla con lo que sea de su agrado – comentó en tono solemne -, ¿con qué va a consentirla el amo?

Tomé los más grandes que encontré y respondí en el mimo tono enfático:

  • Si la esclava desea placer, así será, le voy a meter estos instrumentos por los hoyos que encuentre y la voy a dejar satisfecha de tanto coger.

  • Si al amo se le antoja, pude hacer suya mi vida –fue su respuesta.

Se levantó y se despojó de sus prendas, quedando de pié, desnuda, ante mí, la hice girar para apreciar su delicioso y ardiente cuerpo, toqué sus pequeños pero firmes pechos, comprobando su excitación en los erguidos pezones, su breve cintura enmarcaba un trasero paradito y rosado, sostenido todo por el par de torneadas piernas, el cuello, descubierto, estaba deseoso de recibir besos y mordidas leves que hicieran vibrar todo su ser, nuevamente frente a frente, hice que abriera las piernas, puse mi mano sobre el monte de Venus y clavé dos dedos en su interior, ella reaccionó arqueándose hacia delante para permitir que la penetración fuera más intensa y placentera, sus manos buscaron mi herramienta para masturbarme al tiempo que me decía:

  • No se le olvide al amo que tengo otros orificios que puede llenar con carne o artefactos sexuales.

  • Esclava mía, los voy a ir llenando conforme vaya avanzando tu estado de excitación, no se me olvida – respondí agitado.

Para complacerla, tomé un largo consolador que me pareció que sería agradable para clavárselo en el culo, en cuanto vio mi acción, se dispuso a ser penetrada por la puerta trasera, se puso de rodillas sobre la alfombra y levantó las redondas nalgas, dispuesta a recibir en su interior al invasor artificial, lubriqué abundantemente toda la zanja que dividía su rico trasero y puse sobre el oscuro anillo la punta del pene artificial, entró sin dificultad abriendo a su paso el esfínter que anteriormente yo había disfrutado, lo metí lentamente para que gozara plenamente de la culeada, su respuesta no se hizo esperar, gimió suavemente como queriendo aumentar las sensaciones que venían de su ano, se movió de adelante a atrás para sentir el pene artificial en toda su extensión, luego hizo girar su trasero para que alcanzara las paredes interiores de su recto, no se detuvo hasta que el orgasmo llenó su concha de viscosos jugos, sin tomar un segundo de respiro, se levantó para tomar el consolador que me había regalado la vez anterior y me dijo:

  • Ahora es turno del amo de sentir el placer de ser cogido por atrás – en su rostro se dibujó una sonrisa depravada.

  • Si mi esclava favorita piensa que me brindará el mayor placer de toda mi vida, entonces hazme lo que gustes – respondí gustoso de saber que me ensartaría.

Después de lubricar tanto el pene artificial como mi culo, me acostó boca abajo, abrió mis piernas hasta el punto en que mis nalgas quedaban a merced a sus antojos, me dio 2 ó 3 nalgadas y se dispuso a cogerme sin consideración alguna, me penetró en forma feroz, clavó el consolador de un solo golpe haciéndome gemir por el dolor inicial, pero en unos segundos se convirtió en goce, sin sacarlo me ordenó que me colocara de perrito, así lo hice y pude descubrir que ya se había colocado el arnés con los dos penes, uno dentro de ella y el otro se bamboleaba a la altura de mis ojos, abrí la boca para recibir el látex y lo mamé como un becerro hambriento, o mejor dicho, como una puta deseosa de ser cogida sin parar, creo que la plástica verga resbaló hasta mi cuello, ya que sentí una convulsión y, sin poder soportarlo, la saqué al tiempo que tosía, ella se alegró puesto que me comentó:

  • Eso es para que veas lo que se siente cuando la verga no te cabe en la boca - sonrió.

  • Vas a pagarlo caro, la venganza no es buena – dije -, en castigo te voy a hacer una doble penetración mientras el consolador se queda clavado en mi culo.

Hizo un gesto de fingido miedo y se acostó al lado diciendo:

  • Dispuesta estoy para que hagas de mí lo que gustes, puedes hacérmelo por cualquiera de mis agujeros, y que tu leche se derrame dentro de mí.

Dispuesto a cumplirle las amenazas, tomé dos consoladores para cogerme su culo y panocha, levanté sus piernas y le clavé uno por el ano, el otro se lo metí hasta dentro de su vagina haciéndola gritar de placer, me coloqué sobre ella para que me lo mamara mientras mi lengua se entretenía con su clítoris, mis manos metían y sacaban los juguetes de sus agujeros, ella se deleitaba chupando mi reata gozando al mismo tiempo de la doble penetración, su mano se entretenía cogiendo mi ano con la negra verga, dándome el placer que yo ansiaba, su cuerpo se estremeció al momento que fue invadido por la oleada de placer, se vino tan abundante que lamí los jugos que escurrían de su sexo, el salobre líquido llenó mi boca, en ese momento me suplicó:

  • Lléname la boca de leche, mételo hasta el fondo y déjame saborear tu venida.

No podía contenerme ni un instante más, accediendo a su petición, clavé profundamente mi ardiente verga en su boca de fuego, me succionaba en forma enloquecedora la estaca, su lengua se paseaba por todo el tronco arrancándome placenteros gemidos, sentí que una oleada de calor me inundaba, al sentir que me venía, se la clavé sutilmente hasta el fondo y descargué mi torrente de pasión en su interior, incapaz de beberse mi abundante chorro, dejó que algunas hilos de semen salieran por las comisura de sus labios, no detuvo su mamada hasta que mi pene comenzó a ponerse flácido, luego me hizo desmontarme y me besó apasionadamente para compartir conmigo el sabor de nuestros íntimos néctares, retiró los instrumentos plásticos de su culo y el mío, luego retiró al que estuvo clavado en su concha dejándolos a un lado, nos abrazamos y caímos en un reparador sueño, agotados por tanta actividad.

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

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