Mariana y sus gordos placeres 04

Mariana completará su iniciación sexual

Mariana y sus gordos placeres, parte 04

Resumen previo: Mi gordo y maduro director, moreno y feo con ganas, me desvirgó con una pasión animal en el sofá de su oficina, a la mañana siguiente me tenía en la cama de su casa gozando de un trío completado por su hermano.


Don Enrique trataba de despertarme con sus besos y mordiscos en mi oreja sin ningún éxito, hasta que dio unos leves pellizcos a mis pezones notó que reaccioné un poco y me dijo:

“Marianita, marianita… despierta, andale”..

“Hmmmm… hmmm ya voy mamá.. cinco minutitos más...”

“Jaja, no... ¡¿Que mamá ni que ocho cuartos?!, fijate bien donde estas”

Yo todavía perdida entre las nubes comencé a reconocer el terreno y a hacer memoria para poder regresar a la Tierra, al sentirme calientita y protegida entre las carnes de estos dos hermanos que me cogieron hasta el cansancio, instintivamente quería conservar la misma posición por el resto de mi vida, pero mi cerebro me hizo reaccionar.

Ya sabiendo exactamente dónde estaba me acurruque contra Pedro y acaricié el brazo que Don Enrique conservaba en mi vientre y les dije:

“Buenos días, mis gorilas”

“Buenas tardes dirás… ya van a ser las 2:00 y tenemos hambre”

Tenían razón, pude escuchar como gruñian sus tripas, y estando en medio pude sentir la el movimiento involuntario de sus estómagos en mi espalda y mi abdomen, les respondí

“¡Las 2:00... vaya, si me dejaron bien agotada, me parecieron 15 minutos de siesta!”

“Pero bien contenta... ¿apoco no?”.. Dijo Pedro

“Sí, muy contenta”

“Ve a la cocina a prepararnos de comer con lo que encuentres, demuéstranos qué tan hembra eres…. y traenos otro six pack mientras tanto”, me ordenó Don Enrique.

Así que sin mucho agrado de abandonar mi nidito de amor me paré y me iba a vestir cuando me ordenaron que todo lo hiciera desnuda, tomé la hielera y al comenzar a caminar me nalguearon y me chiflaron, lanzando piropos callejeros mientras alcanzaba la puerta de la habitación para desaparecer:

“Eso mamacita, si como lo mueves lo bates, que rico chocolate”

“¿A qué hora sales por el pan?”

“Con esas tetas me quiero acabar de criar”

“No seas mala y comparte con los pobres”

Sus palabras me ponían bien cachonda, ya me había entregado a ellos y me habían gozado a sus antojos, pero me seguían haciendo sentir deseada e inalcanzable. Fui a la cocina y vi que la tenían más llena de cervezas que de alimentos, “por eso están tan panzones” me quede pensando.

Regresé para darles sus bebidas y al entrar los vi sentados al borde de la cama hacia el mismo lado para esperarme, continuaron con sus guarradas, y escuché

“Ve lo que nos comimos carnal, como esta zorra no hay ninguna otra”

“Vas a repetir menu, ¿verdad? goloza...”

“Te quiero comer todita, mamacita”

“Tus papás si te hicieron con cariño”

Puse la hielera en la mesita de noche y Don Enrique me jaló hacia ellos, y estando aún de pie en medio de mis amantes los dos se me pegaron como becerros a mamar cada uno una de mis tetas por un rato, y a manosearme las nalgas y toquetear mi entrepierna, yo estaba más que confundida con la escena, se suponía que debería ponerme a cocinar pero estos locos se volvieron a prender, así que simplemente me dejé hacer y les acariciaba sus cabellos.

Así duraron un largo rato y mis pezones ya me estaban doliendo, afortunadamente sus estómagos los traicionaron y el hambre imperó nuevamente, así que me mandaron a cocinar y me tuve que aguantar mis deseos sexuales, ellos mandan y yo obedezco.

Se pusieron a tomar sus cervezas para esperarme y yo mientras tanto pude preparar unos huevos con jamón, freír unas salchichas y preparar un guacamole express, calculando lo suficiente como para que repitieran. No tenían pan ni tortillas, no había mucho que pudiera hacer, al terminar coloqué 3 platos bien servidos y fui a la habitación para llamarlos a comer.

Al darles la indicación de que ya podían acercarse a la mesa se pararon y desnudos me acompañaron, dándome nalgadas en el camino y masajeando mi figura. Sin muchas ganas de soltarme cuando llegamos al comedor nos sentamos a comer, tomando una lata de cerveza cada uno y nos dispusimos a reponer batería, yo apenas iba a medias cuando ellos se habían devorado el primer plato y se sirvieron el resto de la comida.

Cuando terminamos nos pusimos a platicar de la vida para esperar a la digestión. Don Enrique comenzó:

“Marianita, que mujerzota eres, que buena comida preparaste, y que cuerpazo te cargas, además eres bien fogosa, deberías pensar en venirte a vivir acá, no te faltaría nada”

“Jaja, gracias Don Enrique, pero por la diferencia de edad ustedes no me serían eternos, yo necesito mi educación para mantenerme”

“Si carnal, ella tiene razón, además se disfruta más cuando se extraña a la compañía'', agregó Pedro.

“Bueno, bueno.. tienen razón los dos. A todo esto Marianita… ¿Si te estás cuidando?”

“Pues son mis dias seguros”

“Pero Marianita, no seas tonta.. eso de los días seguros es puro cuento, cuando una hembra se pone bien cachonda puede ponerse fértil bien rápido, y más estando tan joven como tú”

“Eso no nos dijeron en la escuela en la clase de salud integral”

“Pues te lo decimos por experiencia, acá Pedro tiene 2 hijos con diferente mujer por andar ‘cuidándose’ así. Y a mi me andan queriendo cargar unos milagritos en el pueblo del que venimos, precisamente por pensar de esa forma, por eso me cambié de estado. Es más perame...Pedro, vete a la farmacia de la esquina por unas pastillas anticonceptivas de volada, no vaya a ser el diablo”

“Voy raudo, con esto no se juega chiquilla”

Pedro tomó una playera, un pants y unas sandalias, fue lo que encontró más rápido y salió de la casa. Me sentí regañada como si ellos fueran mis papás, pero tenían razón, ya me habían rellenado la matriz dos días seguidos y con dos diferentes semillas, ¿Cómo y con qué cara iba yo a reclamar si algo hubiera pasado?. A los 20 minutos regresó Pedro y nos dijo:

“Por suerte estaba Miguel en la farmacia y ya en confianza le explique rápido que teníamos dudas con una hembra y me dejó estas cosas a cuenta.

Nos mostró la bolsa con varios productos: una píldora de emergencia (la cual me hicieron tomar inmediatamente), una caja para cuidado diario (suficiente para un mes), y unas pruebas de embarazo. Tuve que complacerlos con la primera de las pruebas, afortunadamente salió negativa, las demás las tendría que ir usando en días posteriores para comprobar que todo siguiera bien. Cuando regresé del baño Pedro continuó diciendo:

“La de emergencia no es nada barata, pero ya sabremos como cobrarte, reinita”

“Si te gusta coger con nosotros hay que tener cuidado, somos sementales calados y comprobados”. Agregó Don Enrique.

Pedro se volvió a desnudar para acompañarnos en el comedor y continuando con la plática quise saber más de la vida de mis amantes, así que pregunté para ahondar en el comentario de sementales calados y comprobados:

“Oiga, Don Enrique… ¿A cuantas alumnas se ha cogido?”

“Vaya preguntas haces, pero pues te ganaste las respuestas.. Aquí en la ciudad solo a tí hasta el momento. En nuestro pueblo a lo largo de 30 años yo creo como diez, todas supieron entender el tipo de relación que llevábamos y se han casado con algún pretendiente”

“ ¿Y los milagritos que le quieren colgar? ”

“Ah, esas fueron con las mamás de otras alumnas, en el pueblo acostumbran los hombres a irse a trabajar a USA y dejarlas solas por varios meses o hasta años, así que hay muchas frustradas que ponen el cuerno, y ese es su problema, afortunadamente sus maridos se tragaron el cuento de que son de ellos, que las dejaron embarazadas antes de irse y los registraron en el civil cuando les dió la gana, en pueblos chicos aun se puede eso, pero de que hay unos que se parecen a mí no lo niego”

“¿Y nunca se casó?”

“Soy viudo, y tengo 2 hijos estudiando la universidad tambien por aca, salía más barata la UNAM que las del estado, ellos viven solos y yo los dejo disfrutar de sus novias a su gusto”

“¿Y tú Pedro?”

“Yo me vine a la capital a vivir hace ya 20 años, me dedico a tapizar muebles y me va bien. Yo nunca me casé pero por ser bien cogelón tengo mis hijos como te dijo Enrique, y los mantengo a cada uno, pero a sus mamás no las quiero por no cuidarse como debian. Y sabiendo el problema que tenía mi carnal le dije que buscara cambiarse para acá y aprovechar la casa”

Mientras procesaba toda esta información Don Enrique dijo:

“Bueno, bueno, ya mucha plática, después del susto que nos diste y ya sin problemas… ¿Repetimos?.. recuerda que ahí nos debes el tratamiento que consiguió Pedro en la farmacia”

“Vamos pues, ya traigo ganas también”

Y pedró secundó la idea:

“Esta si es una hembra, no como las que platicamos, y de qué nos vas a pagar, nos vas a pagar … con cuerpo”

Nos paramos para dirigimos a la habitación y reiniciar la faena, ellos comenzaron a caminar y yo me dirigí al refrigerador para cargar con más cervezas y hielo para mis gordos, me habían acabado de conquistar con sus acciones tan caballerosas al preocuparse por mi futuro. Además estaba en deuda moral con ellos.

Cuando vieron lo que llevaba sin que me lo hubieran pedido, Don Erique tomó los paquetes y Pedro me cargó en su hombro derecho con mis nalgas hacia el cielo y mi cabeza colgando en su espalda, como secuestrandome, y me iban nalgueando apasionadamente y felicitandome por pensar en sus necesidades antes que ellos mismos.

Esta escena me recordó a los cavernícolas de las películas, conquistando a las féminas, solo les faltaba cargar con un garrote de madera, ya que lo feo y peludos lo cumplían con creces.

Al llegar a la cama Pedro me arrojó sobre el colchón, quedando boca arriba y se me lanzó como animal enjaulado al ver una presa descuidada, se dedicó a devorarme a besos y a magrear mis carnes con sus manos y restregarme su pene en todo el abdomen, yo mientras me dejaba dominar, su peso sobre el mío no me daba otra opción. Don Enrique comentó

“Andale.. esas son ganas de cobrar”

Como no pudo ver oportunidad para acercarse a mi cuerpo ya que todo mi ser estaba siendo reclamado por su hermano se puso a preparar la hielera, llenándola nuevamente con cervezas y más hielo. La escena continuaba sin dar tregua, por lo que se sentó en la orilla de la cama y se dedicó a vitorear:

“Eso Pedro.. ese es un semental de a deveras, castigala… hazla sufrir ”

Me quedé pensando “como si Pedro necesitara que lo guiarán”, él estaba perdido en la lujuria del momento y tenía muy claro que debía poseerme ahora mismo y sólo para él. Su falo se puso durisimo en un instante y me penetró de un solo envión, sentí cómo llegó hasta mi matriz y la empujaba más adentro, me estaba reacomodando los órganos y comenzó un mete saca fenomenal, yo me sumí en el éxtasis de ser tomada tan brutalmente como lo había hecho el día de ayer Don Enrique en la oficina. En cuestión de minutos me tenía orgasmenado sin control, chorreando la cama con lo poco que su herramienta me dejaba derramar, ya que me tenía bien atorada ya que seguía estrecha, apretando su pene con las pulsaciones de mi vagina, tratando de ordeñarlo. Si bien ya me había cogido hace rato, fue después de que su hermano me hubiera preparado y no noté la diferencia en sus genitales, además con unas horas de descanso mi vagina ya se estaba cerrando nuevamente.

Pedro comenzó a bufar y a empujar con mayor fuerza, y después de un minuto de fuertes embestidas lanzó una última más profunda y fuerte, y gritó de placer, inundando mis entrañas con su semen, dando ahora empujones muy cortos, con cada latir de su pene pude notar el temblor de todas sus carnes sobre mi en cada descarga, y sentía como ese calorcito delicioso se iba esparciendo dentro de mi vientre. Que bueno que me hicieron entrar en régimen de cuidados, seguramente ya me hubiera preñado con este último depósito de semilla.

Pedro se quedó protegiendo la entrada de mi túnel con las dimensiones de su herramienta por unos minutos mientras me comía a besos, su lengua batallando con la mía, pero siempre ganando y haciéndome beber su saliva. Después de unos instantes más así, su pene se rindió ante la naturaleza y comenzó a desinflarse, se retiró de encima mío y se acostó a mi lado para seguirme besando.

Para mí, el disfrute que me propinó fue como si él me hubiera vuelto a desvirgar borrando las acciones del director de mi colegio que se encontraba a escasos centímetros de nosotros.

Al ver la plenitud de mi sonrisa y los cariños que Pedro y yo nos estábamos dando, Don Enrique no podría quedarse atrás, seguramente le estaban dando celos y comentó:

“¿Ah sí carnal?..Te luciste como con ninguna otra…. ¿así que vamos a competir a ver quien la hace gozar más?... Ya verás lo que te espera Marianita”

Pedro se levantó para tomarse una cerveza y Don Enrique se trepó sobre mí para comerme a besos, tratando de superar a su hermano, la verdad yo disfrutaba por igual los cariños de cualquiera de los dos y correspondía lo mejor que mi cuerpo permitía con escasas 24 horas de experiencia sexual.

Don Enrique fue descendiendo su chupetones por mi cuerpo para finalmente detenerse en mi pubis y hacerme sexo oral, mi vagina ya había tenido el placer de recibir su gorda y ancha lengua y el sabía como me ponía de loca con ello. No le importó comerse lo depositado por su hermano con tal de ganar la competencia de sementales.

Pedro trató de aprovechar que me tenían ocupada solo por abajo y se acercó a masajear mis pechos, en cuanto Don Enrique se dio cuenta lo regaño y le dijo que no se valía interferir, que aprendiera como el se esperó estoicamente a que termináramos nosotros, él le hizo caso a regañadientes y resignado se retiró por un momento para ir al baño.

Don Enrique me hizo correr nuevamente, y se bebió mis jugos, después me volteo y me puso de a perrito, en cuatro sobre el colchón, y continúo sus lametones en mi vagina, abrazándose a mis piernas para separarlas bien y mantener su equilibrio. Este nuevo ángulo era genial para que entrara más profundo. Mi cuerpo se estaba arqueando con cada movimiento que su boca hacía y otro orgasmo estaba a la puerta de ser extraído. En ese momento Pedro regresó para presenciar mi venida y mis gemidos de placer provocados por su rival.

No contento con lo que me había hecho, Don Enrique se incorporó y alineó sus piernas con las mías, descansando su estómago en mi espada y me taladró la vagina con su herramienta como en la mañana. Mis continuos orgasmos eran increíbles. Después de unos minutos notó que mis gemidos no eran tan fuertes como con Pedro, así que decidió jugarse su última carta, el as bajo la manga de este encuentro, sacó su pene y me lo empezó a restregar entre las nalgas, regresando de nuevo a mi vagina para cubrirse de mis jugos y sacándolo para volverlo a restregar entre mis nalgas. Estó me hizo darme cuenta de lo que planeaba y le dije

“¡Por el culo no!”

“¡Como de que no!, ya nadamas me falta robarte esta virginidad y mi hermano no la va a gozar antes que yo”

Y sin decir agua va comenzó a empujar su falo cárnico en mi ano, el cual se resistió lo más posible, pero ante tanta insistencia de su parte logró su cometido e introdujo la cabeza de su pene, yo me sentía morir del dolor más desgarrador que hubiera experimentado hasta ese momento. El se detuvo unos instantes para dejar que me acostumbrara y aprovecho para presumirle a su hermano:

“Ya ves Pedro… marcador 3 a 0… ya la estrené todo lo que se podía y con este último la voy a hacer gozar tanto que no va a poder caminar a su casa, lástima por ti que perdiste la oportunidad”

“Pues ya que.. acepto mi derrota, ahora que la tienes bien atoradota dejame usar su boca”

“Llegale”

Don Enrique me hizo incorporar un poco para permitir que Pedro se sentara frente a mí, como yo estaba viendo estrellitas no objeté a este nuevo trío, simplemente engullí su pene lo mas que pude y aprovechando que tenía mi boca tapada Don Enrique sumió el resto de su herramienta hasta los huevos, yo traté de gritar de dolor, pero no me era posible, tenía unas manos presionando mi nuca contra el pelvis.

“¡Así, Marianita!.. ya quedaste marcada de por vida por mí, pero relajate.. vas a gozar como nunca si te dejas querer”

“Aflojate, haz de cuenta que estas llendo al baño para que mi carnal no batalle en embestirte”

“Andale, ese es un buen consejo.. hazle caso”

Ellos se estaban coordinando para completar mi defloración anal, que dominio, que maestria demostraban, no me quedaba de otra que ponerme flojita y cooperar. Don Enrique sintió mi leve relajación de esfínter como una aceptación y comenzó un lento mete saca que me empujaba a comerme mas del pene en mi boca. Después de unos 5 minutos de este ritmo Pedro avisó que cambiaría de posición, se hincó frente a mi sin sacar su falo y dijo:

“De nuevo la tenemos de a pollito en rosticería”

“Pero esta vez por el culo.. jaja..”

Don Enrique entonces comenzó a bombear más rápidamente y ambos encontraron la velocidad perfecta para que los tres gozáramos al máximo, me sacaron otro orgasmo estando así toda empalada por ambos extremos y ellos todavía tenían fuerza para seguir. Don Enrique dijo:

“Vamos a darle el placer máximo, se lo ha ganado”

Pedro retiró su pene de mi boca y me recostaron de lado sin que Don Enrique se desenfundara, se recostó frente a mí y me penetró por la vagina. Ahora estaba en un sándwich sexual, sentía como sus miembros raspaban por dentro uno contra el otro en diferentes orificios, solo los separaban unas delgadas paredes de músculos que se amoldaban a sus atracos.

No podía ser, me sentía completamente rellena y quería más. Para calmar mi calentura me bombearon lo más fuerte que pudieron hasta que notaron que me estaba corriendo y dejaron de contenerse y ambos se vaciaron en mis entrañas, el calorcito de mis intestinos se sentía más rico que el de mi útero pero gocé ambos como nunca. Ellos se quedaron taponeándome para que mi cuerpo absorbiera lo más posible de los dos.

Nuevamente me quedé dormida, esta vez doblemente empalada, no supe cuando retiraron sus penes de mi cuerpo pero al volver a despertar mis agujeros habían dejado de derramar líquidos, mis dos amantes estaban roncando y me tenían apretujada entre sus carnes y abrazada de tal forma que no me podía incorporar. Pude notar que el cuarto estaba poniéndose oscuro, ya era tarde y no me importó dormir un poco más con estos gorilas.

Al pasar un rato más ya en completa oscuridad mi celular sonó y sonó, seguramente me estaban buscando en casa, yo no pude contestar, el peso de sus cuerpos me lo impedía….


¿Será este el final?… ¿o continuará?

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Gracias por su atención.