Mariana y sus gordos placeres 03

Mariana será sorprendida con nuevos placeres

Mariana y sus gordos placeres, parte 03

Resumen previo: Mi gordo y maduro director, moreno y feo con ganas, me desvirgó con una pasión animal en el sofá de su oficina, a la mañana siguiente me tenía entregada entre sus piernas haciendole sexo oral en la cama de su casa, en la cual nos quedamos dormidos para reponer fuerzas.


Estando plácidamente dormida sobre las carnes de mi gordo amante me desperté al escuchar los sonido de un celular, al principio creí que era el mío pero no, era el del profesor Enrique, el director de mi colegio, quien aún se encontraba dormitando con sonoros ronquidos, pensé en despertarlo pero como no habíamos quedado en cuánto tiempo sería su descanso y en cómo debía dirigirme a él ahora que ya compartimos cama, sería imprudente decirle “profesor.. le hablan por teléfono”. Pensé “si es algo importante le marcaran más tarde”, y me relajé de nuevo para esperar su despertar.

A los pocos minutos su celular volvió a sonar brevemente, pero ahora era tono de mensaje, continué con mi relajación. Transcurridos unos instantes mi gorila comenzó a moverse y a reconocer el escenario en donde estaba, después de darse cuenta de donde se encontraba y lo que tenía sobre él me sonrió y me dijo:

“Mamasota, que rico es despertarse así… ya te quisiera para siempre”

“Jaja que cosas dice… no voy a dejar de estudiar nomas por coger rico”

“Jaja, tienes razón, aparte primero me meten a la cárcel por violar a una menor, aunque aqui claramente fuiste tu quien me asaltó sexualmente hoy”

“Ya estamos a mano, lo que me hizo ayer no tiene perdón”

“Bueno bueno, ahorita le seguimos, deja voy a la cocina a curarme esta cruda que traigo por la borrachera de ayer. Y tu con tus cosas no me has dejado ni dormir bien ni reposar la resaca”

“¿pues quien me pidió el traje para regresarlo a la renta el día de hoy?”

“Sí, pero hay que pensar en los demás, los negocios los abren mediodía los sábados, y los viernes son de parranda para los hombres de a deveras… bueno, bueno, mucha plática, ya dejame ir a la cocina”

Mi director se paró y así desnudo se dirigía a la puerta de la habitación, por primera vez pude apreciar la cantidad de pelo que tenía en toda su espalda y la parte posterior de sus nalgas y sus muslos, definitivamente el que le diga que es un gorila le sienta bien. Antes de que saliera le dije:

“Oiga sonó su celular mientras dormía”

“Ah, gracias Marianita”

Regresó brevemente para tomarlo y salió de la habitación, mientras tanto revisé mi celular y me dí cuenta que apenas eran las 10:30 am, sí que aprovechamos bien la mañana. Después de unos 10 minutos, que aprovechó también para ir al baño pues pude escuchar cuando jalo la cadena, regresó cargando una hielera y me comentó que había puesto un six pack de cervezas para irse hidratando, y me ofreció una, nunca había tomado pero hoy tenía permiso de regresar tarde a casa y se la acepté para estar a tono con él.

Se sentó en la cama a mi lado y brindamos por lo que nos animamos a hacer, o por lo que me forzó a hacer ayer y hoy le complacía abiertamente, mientras nos terminamos la primer lata platicamos:

“Oiga.. ¿ y siempre le voy a seguir hablando de usted y le tendré que seguir diciendo profesor o director?”

“Pues, debes seguir dirigiéndote a mí en tono ‘de usted’, porque si me tuteas aquí algún día se te escapará en la escuela el hablar con familiaridad y no es apropiado, en cuanto a cómo decirme, dime ‘Don Enrique’, así si se te escapa en la escuela no sería una falta grave, solo un recordatorio del grado de profesor y ya”

“Ok, Don Enrique, salud.”

“Salud, Marianita… Ay que rica es una cerveza cuando estas crudo, ya me voy sintiendo mejor, pasame otra y tomate tu también otra”

Así lo hicimos, yo con dos cervezas y sin nada de práctica en mi vida con el alcohol se me estaba subiendo a la cabeza, no le dí importancia por estar en confianza y donde nadie nos puede ver.

”Ahora si mamacita, vamos a continuar donde lo dejamos pendiente”

Se aproximó a mi cuerpo y me dio unos besos muy apasionados mientras me apretaba los senos para ponerme cachonda nuevamente, yo le masajeaba su entrepierna para que se le volviera a parar, sin tardar mucho su pene se puso al 100 nuevamente, apuntando duramente al techo. Después de unos momentos de estarnos agasajando me detuvo en seco cuando sonó su celular con tono de mensaje y lo tomó para revisarlo, lo cual me sorprendió porque ya me moría por que me cogiera como ayer.

“Mamacita…. ricura…. te quiero sorprender con algo que te hará gozar mucho”

“Ya era hora, me tiene bien caliente desde que llegué y no me ha cumplido… ¿y qué propone?”

“¿Te gustaría hacer un trío?”

Su comentario me dejó perpleja, pero no se si sería por los efectos del alcohol que me desinhibieron más, o porque ya de plano estaba tan caliente que le aceptaría cualquier cosa, y le conteste:

“ ¿Y con quien sería, cuando, y donde?

“Aquí mismo, ahorita y con mi hermano… le gustaste muchisimo cuando te vio hace rato”

“Andele, y usted ofreciendome”

“No hizo falta, hace rato mientras estaba en el baño revisé mis mensajes y él me felicitó por el calibre de hembra que me conseguí, y me pidió que te consiguiera una cita con él, pues al parecer te gustan los hombres gordos, feos y peludos, y él es muy parecido a mí”

“Me gustan los hombres maduros con autoridad, lo de gordos y peludos es algo a lo que le empiezo a tomar gusto por culpa de usted, y lo de feo no me importa, mientras tenga una herramienta como la suya …. y que la sepa usar … lo demás se perdona”

“¿Pues todo eso lo tiene, entonces qué me dices?”

“Dígale que se venga ya”

No podía creerme a mí misma lo que le acababa de contestar, debo aceptar que sí me gustó su hermano, su vozarrón de enojado cuando salió del baño quejándose, que me hiciera ademanes de lujuria al pasar junto a él, y siendo familiar cercano de mi amante cumplia con los requisitos que mi calentura pedían, solo esperaba que en realidad pudiera coger tan bien como él.

Don Enrique raudo y veloz le mandó un mensaje a su hermano, el cual llegó casi corriendo a los 10 segundos a nuestra habitación, se escuchó como se azotaba la puerta de la calle tras de él.

“Marianita, te presento a Pedro… Pedro esta ricura es mi alumna Marianita”

Su hermano solo contestó:

“Mucho gusto, pero pues a lo que vine....”

Y se desnudó completamente frente a nosotros y se subió a la cama, quedando yo en medio de los dos. Me recostaron de ladito y me agasajaron cuatro manos y dos bocas a lo largo de mi cuello hasta mis nalgas, Don Enrique en a mi espalda y Pedro frente a mí, de esta forma pude admirar de cerca las facciones de mi nuevo pretendiente, confirmando que cumplia con el tamaño del pene presumido por su hermano, me estaban comiendo a besos, les estorbaba mi lenceria, por lo cual Don Enrique me desnudo con cuidado y se guardo mis prendas, diciendome al oido:

“Me gustó mucho como te ves con estos trapos, me los quedo de recuerdo antes de que te los rompa este animal”

Pedro seguía en su faena de apretar mis senos y besarme de a francés, Don Enrique retomó vuelo mordiendome el cuello y restregandome sus genitales en mi trasero, me dió miedo que me quisiera desvirgar analmente, pero solo se limitó a calentarme más y gozar de mi entrega hacia los dos. Mis manos recorrían por instantes a Pedro y en otros a Don Enrique, el cual le ordenó a su hermano que se detuviera y vociferó la siguiente indicación:

“Ahora sí Marianita, vas a ver lo que es bueno, te vamos a poner de a pollito en rosticería”

De esta forma ambos mastodontes se pararon a los costados opuestos de la cama, me ordenaron ponerme en cuatro sobre el colchón y me arrastraron a una esquina, donde se podían acercar lo suficiente para que poseerme al mismo tiempo, con Pedro hundiéndome su pene en mi garganta y Don Enrique taladrando mi vagina por atrás. Sus grandes estómagos estaban colocados uno sobre mi frente y mollera, mientras el otro lo dejaba descansar sobre mi baja espalda, yo me tuve que aferrar a los muslos de Pedro en una especie de abrazo para conservar el equilibrio.

Con esta posición este par de gorilas en lugar de bajarme la calentura le estaban echando más leña al fuego, y así duraron bombeandome por ambos extremos por varios minutos, nuestras carnes chocando y haciendo mucho ruido, ellos gimiendo constantemente a todo pulmón y yo quejandome de forma apagada por no poder hablar, me hicieron correr antes que ellos por la combinación de falta de oxígeno y el constante asalto a mi útero, aunado a que Don Enrique mantenía un rítmico frotamiento de mi clítoris con sus dedos.

Cuando Pedro estaba a punto de correrse le dijo a su hermano y los dos se salieron de mi cuerpo y me giraron, lo cual les sirvió para detener su orgasmo y alargar mi sufrimiento, de esta forma repitieron las acciones una y otra vez hasta que perdí la cuenta, girandome y turnándose mis agujeros, yo experimentando orgasmo tras orgasmo pues a mi no me estaban limitando, solo ellos se contenían.

Después decidieron que para aguantar aún más me iban a poner de a misionera y descansar mientras cada uno tomaba su turnos para asaltar mi vagina. Así que me cargaron hasta quedar los tres acostados sobre el colchón conmigo enmedio nuevamente, pero esta vez estaría yo boca arriba todo el tiempo recibiendo uno por mi vagina y al otro comiéndose mis pechos, acariciando mis orejas y robándome besitos para evitar perder la erección, lo cual comprobaba con mis continuos toqueteos a sus genitales cuando no me abrazaba al gordo en turno. Mis piernas rodeaban sus cinturas al recibirlos lo mejor posible, pues mis fuerzas flaqueaban cada vez más. Yo estaba tan extasiada y tan perdida en la lujuria que ya no sabía quién me estaba penetrando ni cuánto tiempo habían dedicado a penetrarme con singular maestría .

Finalmente Pedro fue el primero en correrse dentro de mí, su descarga fue larga y copiosa, me besó agradeciendo el rato de pasión, diciendo que ya hacía mucho no gozaba tanto. Sin perder el tiempo Don Enrique tomó un último turno y me rellenó nuevamente con su semen, sumándose al de su hermano, el cual fue de menor cantidad después de la mamada que le propiné hace rato

Cuando terminamos, nos recostamos los tres juntos en la cama, yo atrapada en un sandwich de hombres gordos y maduros. Don Enrique me tenía de a cucharita mientras yo reposaba mi cabeza entre los pechos de Pedro y me abrazaba a su panza. Las piernas de los tres entrelazadas.

Ellos tomaron las últimas 2 cervezas de la hielera y después de un breve brindis comenzaron a platicar de mi, mi director le estaba contando a Pedro la experiencia que vivimos en la escuela con lujo de detalle mientras bebían y me acariciaban, pero como yo estaba tan agotada porque ahora sí me habían hecho gozar hasta el rendimiento me quedé dormida calentita entre sus carnes y muy contenta, perdiendo la noción del tiempo y sin importarme donde estaba.


continuará?

si les gustó este relato, favor de enviarme sus comentarios y sugerencias a papabearshirokuma gmail.com

Gracias por su atención.