Mariana y Karina- parte 3
Karina debe tomar una decisión pero otra noticia la atraviesa
Mariana y yo no podíamos parar nuestros encuentros. Cada vez se hacían más cotidianos. Su marido, Ernesto se iba temprano a trabajar así que después del gimnasio me daba una vuelta por su casa. Nos duchábamos juntas, apasionadamente y luego me iba a trabajar.
Soy traductora de inglés lo que me da mucha flexibilidad en los horarios.
Male mi pareja que comprendía que las relaciones exclusivas no llegaban a buen puerto, había notado este ritmo frecuente que llevábamos con Mariana y si bien al principio no protestó luego le molestó al punto de hacerme decidir entre ella o mi libertad.
Debo decir que Mariana era muy interesante, su maravilloso cuerpo y su despertar al sexo con mujeres la hacía una nena juguetona y con ganas de experimentar todo . Sin dudas era muy alentador continuar con ella pero Malena y yo nos amábamos. Nuestra historia no se basaba en el sexo sino en la confianza y en el plan de vida que teníamos. Por supuesto que además el sexo que nos dábamos era explosivo. No tenía mucho que pensar ni decisiones para tomar. Así que inmediatamente que Male me planteo lo planteo le dije que estaba segura cuál era mi lugar y que era junto a ella.
Esa noche estuvimos hablando mucho. Nos amamos y llegamos a la conclusión de que tener una especie de despedida con Mariana.
Al otro día llegue a su casa por la mañana. Luego del gimnasio y sin Ernesto. Abrió la puerta y me olvidé de todo lo que había pasado la noche anterior con Male. Ya quería tirarme sobre ella. Llevaba puesto un conjunto de ropa interior negra de encaje y un kimono. Solamente pude besarla y besarla. No la dejaba hablar. Mis manos se metían por todos sus huecos, buscando esa textura fina del encaje. Me quite la ropa como pude y la lleve a su cuarto. Le dije lo mucho que me calentaba toda ella, sus curvas, su culo su concha, sus olores, como sabían sus fluidos. Nos besábamos, yo estaba montada sobre ella, tratando de jugar con ese encaje y sus tetas. Se las manosee. Le quite ese corpiño y se las llene de besos, besos que parecían que Iba a tragarme una. Ella buscaba mi concha para masturbarme. Cuando la encontró, estaba tan tan humeda que fue casi apoyar un dedo sobre el clitoris para que me viniera. La di vuelta y comencé a darle besos en sus nalgas. Se las pellizque un poquito y continué bajando con mi lengua. Le di unos besos en su culo mientras que le movía el clitoris. Le gusto mucho porque su respiración se agitaba más y más y me ofrecía su cola parándola más. Decidí ver que pasaba así que despacio le metí un dedo, recibí un gemido de placer y empecé a ver cómo se movía. Semejante acto me motivó a más y arremetí con otro. Le gustaba más. Me pidió que le pusiera mi otra mano en su concha y no parara. Esa mujer no dejaba de darme sorpresas. Continué hasta que sentí como se vino. Me levanto y comenzó a besarme y me dijo - Me preguntaba cuánto más te ibas a demorar en tomarme por allí.
Se fue al baño y volvió con un arnés puesto. Es que quede pasmada porque ella se había mostrado reticente a los juguetes. Me miro y me dijo recuéstate. Le obedecí y se trepó hacia mi metiéndomelo en la boca. Lo chupe con mucho empeño, me gustaba verla disfrutar. De vez en cuando me ayudaba con la mano y la estimulaba un poco. Estuvimos haciendo eso unos momentos luego ella se refregó en mí por todo el cuerpo. No me penetraba pero estaba a punto, yo hervía. Le pedí que me la metiera bien fuerte. No había terminado la frase y Mariana ya estaba dentro mío. Que bien que se sentía aquello y como se movía esa mujer. Me estaba penetrando, me gustaba mucho, no parábamos de gemir y arañarnos las tetas. Tuve un orgasmo que duro mucho. Ella se mantuvo dentro mío hasta que mis latidos cesaron. Luego me pidió que yo hubiera lo mismo. Así que le pedí que se sentara encima de su tocador. Llegábamos justas. Me puse el arnés y empecé a jugar con sus piernas. Se las besé. Y comencé a trabajar en su sexo. Le tocaba su concha y mi pene jugaba más arriba. Mis manos igual que las de ella se concentraban en las tetas o en besarlas. Finalmente la penetre, sentí su cuerpo que pedía más. Apure mi ritmo. La tome con una de mis manos para apoyar mi mano sobre su culo mientras le seguía dando. Ella me pedía más y más. Así que la pare, la si vuelta y la hice doblarse. Se la empecé a poner así . Se movía conmigo, como queriendo más fuerte. La veía como se tocaba las tetas para darse mayor placer. Toda esa situación me ponía y me ponía. Seguía metiéndosela cada vez más profundo y fuerte. La escuché como tenía el orgasmo. Había estado así cerca de 40 minutos. Me desprendí el arnés y caímos en la cama. Era mediodía ya. El sol se agolpaba en las ventanas. No sabía cómo abordar el tema después de ese encuentro .
Mariana me pidió darnos una ducha tibia y tranquila. Así que fui tras ella. Después de muchos besos, caricias y orgasmos de por medio nos vestimos y bajamos por un licuado.
Mientras lo tomábamos me contó lo bien que estaba conmigo. Que se sentía plena y que la había hecho recapacitar sobre su vida y su matrimonio. Realmente no tenía mucho por decir.
Me confesó que creía estar enamorada de mí que no quería separarse de mí pero comprendería si yo decidiera.
Pensé por un momento que había hablado con Male pero luego recordé que ya no se dirigían la palabra.
Fue en ese momento mientras mis pensamientos estaban por cualquier lado cuando me dijo que este no era el momento para una separación porque estaba embarazada, que el bebé era muy deseado pero que ella no quería dejar de verme… aunque comprendía si yo.
Quede helada. No me estaba esa noticia. Pensé que no tenía sexo con Ernesto. Me sentí celosa. La mire y le conté que Male ya no quería que estuviéramos juntas. Que no podía tampoco estar en el medio de una familia.
Mariana de hecho a llorar. Me dijo que me amaba como a nadie pero que la situación era inconveniente. Le dije que entendía y que no quería ser un estorbo.
Nos despedimos con un beso tímido.
Male y yo nos mudamos juntas. Aunque seguía con sus urgencias y guardias nuestra vida iba bien.
Unos meses después en casa recibo un mensaje de Mariana. Decía que no había pasado un día sin que se tocase pensando en mi. Que podíamos ser amantes secretas.
Le respondí que iba para su casa , cuando abrió llevaba cinco meses y medio de embarazo.