Marian: una zorra oculta

Por casualidad, y de la forma más insospechada, conozco a una mujer preciosa y acabo mometiéndola y rompiendole el culo.

Marian: una zorra oculta

Aquella parecía que iba a ser una noche de viernes igual a todas las que tenía desde hace mucho tiempo, normal y aburrida.

Mi nombre es Carlos y tengo 40 años. Por lo demás, soy un tío normal en todo, lo único que puedo decir es que no soy feo, pero nada más. Ni cachas, ni altísimo, ni voy bajando bragas a mi paso. He tenido muchas aventuras amorosas y creo que me he follado a bastantes tías en los tiempos en los que salía de caza, pero desde que me case, mis conquistas se redujeron drásticamente.

Sin embargo, esa noche de viernes, me sentía como un tigre enjaulado. Eran casi la una y cuarto de la madrugada y todos dormían, así que decidí ir al despacho y ver que se cocía por internet.

Nunca me he creído lo del cibersexo, ni que se pueda conocer a alguien a través de un chat, al menos para follar, pero esa noche estaba dispuesto a intentar lo que fuera. Metí las palabras clave en google y después de desestimar unas cuantas páginas que prometían el paraíso, me decidí por una que me pareció, digamos que…más seria.

Durante un buen rato me dediqué a abrir privados con las tías que se encontraban en la sala pero, como se podía prever, ninguna contestaba a la velocidad que mis ganas de follar requerían esa noche.

Estaba a punto de abandonar toda esperanza y salirme de la página cuando alguien contestó a uno de mis privados. El Nick era Marian. Simplemente Marian. Eso me gustó, por lo menos no era uno de esos nicks como perra_folladora o @rajacaliente, que, sencillamente, no me hubiera creído.

A mi pregunta cortés de

Carlos: Hola como estas?

Ella contestó con un seco:

Marian: Que andas buscando?

Me lo pensé varias veces antes de contestar, pero al final decidí ir directo al grano, no tenía ni tiempo ni ganas de andarme por las ramas, así que escribí:

Carlos: Rematar a alguna puta que se haya quedado con ganas esta noche

Y si no le gusta mi respuesta que se joda, pensé para mí, porque estaba seguro de que ahí acabaría toda conversación. Pero me volví a equivocar y contestó con otra pregunta:

Marian: De donde eres?

Carlos: De Madrid y tú?

Marian: También. Eres raro?

Otra vez me desconcertaba, pero decidí seguir con mi táctica directa:

Carlos: Soy menos raro que tú borde, por que no has dicho ni hola.

Tengo que confesar que en mi vida cotidiana, sería incapaz de hablarle a alguien así, y menos a una mujer, pero notaba que algo estaba cambiando, y no me sentía mal con el cambio. Era consciente que estaba jugando al límite, pero al contrarío de lo que esperaba, el ambiente se empezaba a relajar, porque me dijo:

Marian: Ja ja, vale, HOLA. Me refería a que por qué estás en casa

Parecerá una tontería, pero este pequeño triunfo me hizo sentirme como superman. Pero otro reto se me venía encima. ¿Decir la verdad o mentir? En otras circunstancias habría mentido como un bellaco, pero me sentía fuerte, así que la conversación siguió:

Carlos: Estoy en casa, no porque sea raro sino porque soy casado

Marian: Pues te noto muy lanzado

Carlos: No lo sabes tú bien, esta noche puedo hacer una locura

Marian: No será para tanto

Carlos: Ponme a prueba

Marian: Esta bien. Vamos a vernos esta noche

Eso era ir demasiado lejos. Mi mujer estaba durmiendo en la habitación de arriba, no sabía como era Marian, estaba caliente pero no iba a arriesgarme por un ogro de tía, incluso llegué a pensar que podía ser un atracador porque…estas cosas no pasan habitualmente, al menos a mi. Pero por otra parte, Marian había conseguido hacer volar mi imaginación sin hacer ninguna referencia al sexo, tenía algo especial, y yo no quería dejar pasar la oportunidad. Así que cuando me dijo:

Marian: Te has rajado, no?

Le contesté:

Carlos: Rajarme yo? Me estaba poniendo los zapatos. Vamos a ver lo valiente que eres. Y lo puta, porque no salgo para tomar café contigo. Si salgo es para hacer contigo todas las guarradas que se me ocurran, eso lo tienes claro, no?

Marian: No te preocupes, tú saca a la zorra que llevo dentro y me tendrás a tu disposición para lo que quieras hacerme. Además, para que te quedes tranquilo, te diré que estoy muy buena.

Esto último acabó por vencer todas mis resistencias, y quedamos media hora más tarde en una esquina de una de las vías principales de nuestra ciudad. Ella iría con una minifalda amarilla y una camisa negra. Yo solo le dije que iría en un coche grande y negro. Así podría salir corriendo si no lo veía claro.

Salí de mi casa sin hacer ruido y lleno de excitación. Pero a medida que pasaban los minutos conduciendo me iba convenciendo a mi mismo de que todo era demasiado bonito. Tenía que estar preparado para que toda la aventura acabara en nada.

A dos manzanas de donde habíamos quedado aminoré la marcha. Avancé despacio y comencé a distinguir una falda amarilla debajo de una farola. No me lo podía creer. Estaba allí. Solo con verla ya me estaba empalmando, porque Marian no estaba buena. Estaba escandalosamente buena.

Por su cara calculé que no tendría más de 28 años. La minifalda amarilla era más mini porque Marian gastaba unas piernas perfectas y largas que acababan en unos zapatos negros de tacón a mucha distancia de su culo, redondo y bien formado. La blusa negra brillante iba abierta hasta el punto en el que con cualquier movimiento se le veía el sujetador y un canalillo que decía que ahí abajo había un par de tetas de primera división. El pelo largo y negro, le caía por los hombros de una manera asombrosamente sexy, y para rematar la jugada tenía unos ojos pícaros y viciosos en los que uno perderse por varios años.

Rápidamente me di cuenta de que podía perfectamente llegar a perder el control si no me ponía duro, y así desencantar a Marian, a la que parecía que le había atraído mi rudeza en el chat. Esto es un regalo, me dije, así que no te comportes como lo has hecho siempre sino como de verdad te apetece, y que dure lo que dure.

Se acercó a la ventanilla del pasajero y la indiqué que diera la vuelta al coche, al tiempo que yo bajaba la ventanilla. Cuando llegó a mi altura se estiró muy coqueta y me dijo:

Te decepciona lo que ves?

No la contesté para no darle ventajas, aunque ya debía estar viendo que yo babeaba. En cambio le dije:

Date la vuelta

Se dio la vuelta despacio, dejando a la altura de mi ventanilla un culo perfecto. Metí la mano entre sus muslos y fui subiendo poco a poco hasta tocar su cocho por encima de sus bragas. Entonces saque la mano y le dije:

A mi coche no subes con bragas

Se dio la vuelta y se quedó mirándome un instante. Pude notar como se debatía entre seguir e irse mientras me miraba como retándome. Finalmente fue lentamente fue subiendo su falda hasta su cadera y comenzó a quitarse el tanga negro que llevaba. Aún sin bajarse la falda que permanecía enrollada en su cintura, me lo dio con un gesto de rabia y excitación y se quedo plantada mientras yo la observaba. Toda ella era perfecta y su coño no iba a ser una excepción. Lo llevaba rasurado a excepción de un triangulito en la parte de arriba y el estado de sus labios vaginales me decía que aquello le estaba gustando. Saqué la mano de nuevo y la puse sobre su coño. Ella abrió ligeramente sus piernas sin dejar de mirarme, yo pasé un dedo por su raja y finalmente se lo introduje sin muchos miramientos. Saqué mi dedo, lo miré, y le dije:

Ahora puedes subir, zorra

Mientras se bajaba la minifalda, un coche con tres tíos pasó por nuestro lado. Sus caras decían que no se podían creer que le habían visto el culo a una belleza como esa. Marian se dio cuenta y mientras le daba la vuelta al coche les lanzó un beso picarón que casi hizo que se estrellaran contra el coche que les precedía.

Cuando se sentó en el asiento del copiloto, antes de que dijera una sola palabra, la cogí por el pelo y le di un beso en los la boca, la tiempo que metía la mano en su sujetador para probar aquellas tetas tan suculentas. Tenía los pezones duros como una piedra y me entretuve en pellizcarlos hasta que hizo una mueca de dolor. Yo nunca había sido amo ni había reparado en el sado, pero estaba descubriendo algo nuevo y parecía que ella también.

Entonces le dije:

Marian, vamos a dejar las cosas claras. Esta noche vas a ser mi puta y harás lo que yo te diga sin rechistar. ¿Está claro?

Si Carlos, esta noche seré tu puta

Voy a usar tu cuerpo para darme placer y de paso dártelo a ti y para eso usaré todos tus agujeros como me plazca. ¿Estas de acuerdo?

Si, -dijo un poco insegura. Pero tenía que hacerle entrar en el juego

Quiero que me lo digas y que seas tu la que te ofrezcas

Levantó los ojos de sus rodillas y mirándome fijamente me dijo:

Carlos, te ofrezco mi boca, mi coño, mi culo y todo mi cuerpo para que lo disfrutes como más te plazca.

Así me gusta –le dije mientras metía mi mano en su coño- Ahora vamos a tomar algo.

Nos dirigimos en mi coche hacia un local donde sabía que nadie me reconocería. Al para en un semáforo vi que se acercaba por su ventanilla un vendedor de kleenex con un aspecto algo andrajoso y le dije a Marian que subiese su falda hasta que se le viese el coño. Ella me miró extrañada pero le devolví una mirada dura y se la subió sin rechistar.

Cuando se acercó aquel tío a la ventanilla se quedó pasmado viendo las piernas y el chocho de mi acompañante. Marian, por su parte no desvió la mirada del frente para no ver lo que pasaba. Bajé la ventanilla de Marian y el tío me dijo, sin quitar la vista de su coño:

Jefe, quiere unos kleenex

No, pero tranquilo que te daré algo. Cuanto hace que no veías una chica como esta?

Ufffff, jefe como esta no se si las he visto nunca

Te gustaría tocarla?

Marian me miró como si no creyera lo que estaba pasando, pero, no se porqué, intuía que no estaba disgustada

Ya lo creo

Pues te doy permiso

El tío metió la mano por la ventanilla lentamente hasta tocar el muslo de Marian, que pegó un respingo al sentir la mano áspera y fría de ese hombre, y fue subiendo hacia su coñito depilado. Marian abrió ligeramente las piernas y ladeó su cabeza para mirarme mientras aquel hombre le frotaba el coño sin miramientos. Transcurridos unos quince segundos le cogí la muñeca an vendedor de Kleenex separándola del chocho de Marian y le dije:

Ya está bien -y arranqué el coche-

Mientras seguíamos camino metí de nuevo la mano entre sus piernas y noté que su coño estaba bastante mojado.

Te ha gustado, verdad zorra?

Si Carlos, me ha gustado

Dime que has sentido

Es extraño –me dijo. He sentido asco y al mismo tiempo mucho placer por vencer el asco para que tú disfrutases y realizar tus deseos.

Claro, eso es porque eres una zorra a la que nunca han tratado como es debido. Pero eso lo vamos a remediar, verdad zorra?

Si Carlos, soy una zorra en tus manos, y puedes usarme como creas conveniente

Yo estaba alucinando. No tanto ya porque una mujer escultural me dijese que podía usarla, sino por el comportamiento que yo estaba desarrollando.

Llegamos al local al que me dirigía en una zona no muy transitada de la ciudad. Antes de bajar la besé en la boca metiendo mi lengua y jugando con la suya mientras le tocaba las tetas. Después me separé un poco y le acerqué el dedo corazón de la mano derecha a los labios.

Chúpalo bien –le ordené.

Ella comenzó a lamerlo y a chuparlo como si fuera un manjar. Lo saqué de su boca y le dije:

Levanta un poco el culo y métetelo

Sin soltar mi mano, Marian arqueó un poco la espalda para hacer hueco y metió mi mano por detrás de su culo. La punta de mi dedo rozó su ano y comenzó a entrar poco a poco mientras ella bajaba su cuerpo intentando que su ano se acostumbrara a mi dedo. Cuando finalmente estuvo completamente sentada sobre mi mano con todo mi dedo metido en el culo, le dije:

Ten han follado por el culo, guarra?

Solo un par de veces, y una ni tan siquiera fue a fondo

No te gustó?

La verdad es que me dolió bastante, Carlos

Pues me da igual, zorra. Quiero ese agujero, así que me lo reservo para mi –cada vez me gustaba más mi papel y lo disfrutaba a lo grande

Como tu quieras Carlos –respondió sumisa pero con una sonrisa pícara en los labios. Puedes follarme por el culo cuando tú lo desees. Es tuyo

Pues vamos a verlo. Sube a la parte de atrás.

Los dos salimos del coche y nos sentamos en la parte trasera, y enseguida le dije

Empieza a lamerme la polla, zorra

Ella me abrió los pantalones y sacó mi polla, que llevaba dura más de media hora. Con una mano me sobaba los huevos mientras que la otra rodeaba mi cipote e instantáneamente bajó su cabeza hasta que sus labios rozaron mi capullo. Notaba como sus preciosos labios se ajustaban al tamaño de mi tronco y su lengua jugaba con la punta de mi polla dentro de su boca. Entonces le sacudí un fuerte azote en el culo, que estaba a la vista de cualquiera que pasara, dado lo corto de su minifalda y que además estaba totalmente encorvada.

Marian me miró asustada por el cachete que acababa de recibir, cuando ella pensaba que me estaba haciendo la mejor mamada de la historia. Entonces la cogí por el pelo y le dije:

A ver puta, no sabes la diferencia entre lamer y chupar? Te he dicho que me lamas la polla, cuando quiera que te la metas en la boca te lo haré saber, está claro?

Me clavó los ojos intensamente y supe que habíamos dado un paso más. Cerró los ojos un instante y volvió a mirarme con sumisión, para decirme:

Perdóname Carlos. Te ruego que enseñes a tu perra a darte placer, haré lo que me pidas para complacerte, pero si lo crees conveniente puedes castigarme cuando no cumpla tus deseos a la perfección. Ordéname lo que quieras que haga.

Bien, veo que quieres aprender. Saca tu lengua de puta y deja mis huevos y mi polla bien húmedos.

Sacó la lengua sin dejar de mirarme a los ojos y fue bajando poco a poco hasta mi polla. Lamió cada resquicio de mis huevos hasta dejarlos empapados y luego subió por mi polla dejando su saliva en cada pliegue y en cada milímetro de carne. Cuando lo creí conveniente, cogí su pelo y empuje hacia abajo su cabeza haciendo que se tragara todo mi cipote. Le dio una pequeña arcada pero no intentó sacársela de la boca, al contrario, noté como hacía esfuerzos para ajustar su garganta al pedazo de carne que la inundaba. Mientras tanto yo pasaba mis dedos desde su culo a su coño le metía los dedos allí donde se me antojaba, dejando su ano y su chocho empapados en sus propios jugos.

Levanté su cabeza tirándola del pelo y la miré. Tenía los ojos humedecidos por el esfuerzo pero una leve sonrisa decía que estaba disfrutando como una perra. Me coloqué en el centro del asiento trasero he hice que ella se pusiera de espaldas a mi con sus piernas abiertas y el tronco recostado sobre el hueco que dejaban los asientos delanteros.

En esta posición tenia su culo a escasos centímetros de mi cara y a mi completa disposición. Abrí sus nalgas perfectas y puse mi lengua en su ano. Al principio hacía pequeños círculos con la punta de mi lengua alrededor de su ano para luego meterla tanto como podía en su culo. Ella lanzaba gemidos ahogados y empujaba su culo hacía atrás para que se la metiera más adentro. En ese momento noté que mientras que con una mano se sujetaba en el asiento de delante, con la otra intentaba tocarse el coño. En ese instante paré y le di un fuerte cachete en el culo.

Que coño haces? Te he dicho yo que te toques?

Lo siento Carlos, no podía más

Que no podías más? –zas, otro tortazo en el culo, al que ella respondió con otro gemido

Que se dice zorra?

Gracias Carlos por enseñarme

Por enseñar a quien? –le dije soltando otra vez la mano sobre su culo que empezaba a estar rojo

Por enseñar a tu perra, a tu puta Carlos

Bien, para evitar tentaciones abre tu culo para mi con tus manos

Como pudo pasó sus manos hacia atrás y tiró de sus nalgas hacia los lados dejando a escasos centímetros de mi cara su preciosa raja y su culo, y dejando su cuerpo apoyado sobre los respaldos de los asientos delanteros.

Metí tres dedos en su coño chorreante ya en ese momento y los empapé bien con sus líquidos. Saqué los dedos de su raja, los restregué contra su culo y empecé a meter un dedo en el agujero. Cuando ya entraba fácil comencé a meterlo y sacarlo cada vez con más fuerza.

Te gusta zorra?

Siiiii, me gusta todo lo que a ti te gusta

Quieres que te meta otro dedo?

Si por favor mete otro dedo en mi culo de puta

Metí el segundo dedo sin tanto cuidado mientras con la otra mano restregaba su raja y jugaba con su clítoris.

Marian alternaba los gemidos de placer con los de dolor pero seguía manteniendo el ritmo con sus caderas para que mis dedos entraran cada vez más dentro de su culo. Yo giraba mis dedos dentro de su ano para dilatar su agujero a la vez que le metía tres dedos en su coño.

Al cabo de diez minutos, saque mis dedos y le dije:

Espero que hayas aprovechado el tiempo, guarra. Ahora métete mi polla tu misma

Se incorporó como pudo y cogió mi polla entre sus piernas. Luego fue bajando hasta colocar la punta en el agujero de su culo y lentamente fue presionando hacia abajo a tiempo que hacia pequeños círculos con sus caderas.

Nunca habría imaginado que aquella noche podía llegar a tanto. Aquella mujer preciosa estaba haciendo esfuerzos por darme placer metiéndose mi polla en su culo, el mejor culo que yo había visto nunca, y aún podría hacerle todo lo que deseara y encima ella me daría las gracias.

Mientras pensaba en esto ella seguía enterrando mi polla centímetro a centímetro en su culo. Bajaba un poquito y esperaba a que su ano aceptara aquello que lo estaba taladrando, para después seguir bajando. Pasados unos minutos, le dije:

No voy a esperar toda la noche, guarra. O te la metes tú o te la meto yo.

Se giró un poco para mirarme, sin sacarse la polla del culo y me dijo:

Perdón Carlos, es que me duele un poco pero si tienes prisa me la acabaré de meter ahora mismo.

Entonces noté como cogía aire y empujó hacia abajo hasta que se metió mi polla hasta los huevos y pude notar el contacto de sus nalgas con mi vientre. Lanzó un grito de dolor y se quedó esperando que pasara, pero yo la cogí por las caderas y empecé a meterla y sacarla. Ella comprendió enseguida y comenzó a subir y bajar su culo.

Poco a poco sus gemidos de dolor fueron cambiando a placer hasta el punto que ella misma se lanzaba hacia abajo con fuerza para sentir mi polla taladrándola.

Fóllame el culo Carlos, fóllatelo más fuerte

Te gusta eh guarra?

Siii, soy tu zorra, rómpeme el culo Carlos

Te follaré cuando quiera y como quiera

Si Carlos, cuando quieras podrás usar a esta guarra

Yo estaba a punto de reventar de tanto placer y arqueé el cuerpo empujando hacia arriba viendo inevitable correrme dentro del culo de Marian. Entonces mi zorra me sorprendió preguntándome:

Donde quieres correrte Carlos?

En tu boca, quiero que te lo tragues

Rápidamente, saltó de encima de mí y se metió mi polla en la boca que empezaba a soltar chorros de semen, atrapándola entre sus labios, y comenzó a succionar para sacar hasta la última gota.

Cuando hube acabado le acaricié el pelo mientras ella seguía lamiendo mi pene.

Has sido una buena perra, Marian. Espero que sigas así

Gracias Carlos, dame un poco de tiempo y seré mejor puta para ti

Para mi y para quien yo quiera, no lo olvides –le dije en un tono autoritario

Tal y como me tienes, puedes pedirme lo que quieras, como si quieres que me coma todas las pollas del bar

Ja ja ja, -no pude contener una carcajada, y solo le dije- Tendremos tiempo para comprobarlo.

Nos arreglamos la ropa y salimos a la calle en dirección al bar elegido por mí. Tenía pensado continuar la noche con alguna sorpresa para Marian. ¿Hasta donde sería capaz de llegar ella? ¿Y yo?

Nota: Por supuesto, todos los comentarios serán bienvenidos.