Marian: una zorra oculta (3)

Katy seguía desnuda, con sus impresionantes tetas a la altura de los ojos del viejo, cogiéndolo por los hombros, de frente a nosotros.

Marian: una zorra oculta (III)

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Marian: una zorra oculta: http://www.todorelatos.com/relato/58583/

Marian: una zorra oculta (2): http://www.todorelatos.com/relato/59181/


Pido excusas a todos aquellos que esperaban este tercer capítulo de Marian. Lleva mucho tiempo escrito, pero ocurrió algo que me hizo pensar en la posibilidad de no enviarlo. Finalmente, aquí está.


Katy, Marian y yo, descansábamos tumbados en la cama balinesa del reservado de aquel antro cuando llamaron a la puerta.

Tanto Marian como Katy estaban desnudas, aunque ambas seguían con sus zapatos de tacón puestos, cosa que, he de confesar, me encanta, pues estiliza las piernas de las mujeres y las hace caminar como en un equilibrio que necesariamente las obliga a mantener su culo más alto y más dispuesto a todo.

Llamaron a la puerta y en seguida grité:

  • El champán! Justo a tiempo.

Fue Katy la que se levantó de un salto, muy risueña, a abrir la puerta. En ningún momento se le paso por la cabeza ponerse algo encima para abrir a quien fuera que trajera las bebidas, por lo que supuse que estaba esperando a su marido, Juan "el gordo" que, de alguna manera, ya sabíamos que vendría en algún momento.

Sin embargo, quien apareció con una bandeja en la que llevaba una botella de champán y cuatro copas, fue un viejecillo, que yo calculo que tendría entre 70 y 80 años, que apenas podía con el peso de la bandeja.

Katy le recibió desnuda con muchas muestras de cariño e inmediatamente le cogió la bandeja para que el viejo descansara. Katy dejó la bandeja en una mesita y cogiendo al viejo por los hombros se acerco a la cama donde nos encontrábamos Marian y yo, diciendo:

  • Quiero presentaros a Santiago. Es alguien muy querido para mí. Es como un padre. –en ese momento se le escapó una pequeña risita y prosiguió- Bueno más bien como un tío.

Yo no tenía mucho problema porque estaba vestido, así que me incorporé y saludé al anciano. Marian, sin embargo se encontraba algo descolocada, estaba desnuda, y la mujer que acababa de hacer que se corriese a base de comerle el culo, le estaba presentando a un octogenario como si se tratara de algo de lo más normal.

Miré a Marian haciéndola ver que debía ser cortes con el anciano, así que se tapó como pudo con un almohadón, y le extendió la mano a Santiago. Katy siguió contándonos:

  • Santiago era el conserje del edificio donde yo vivía de pequeña con mis padres. El es viudo desde hace mucho tiempo y cuando mis padres se separaron, yo empecé a pasar más tiempo con él y con sus dos hijos que en mi propia casa, que era un infierno.

Katy seguía desnuda, con sus impresionantes tetas a la altura de los ojos del viejo, cogiéndolo por los hombros, de frente a nosotros. El viejo nos miraba asintiendo a todo lo que Katy decía con una dulce sonrisa, con su chaleco de rayas blancas y negras, una camisa blanca debajo, unos pantalones negros y una pajarita mal hecha. Y Katy seguía contándonos la historia:

  • Pasó el tiempo y yo me casé con "el gordo", pero nunca perdí el contacto con Santiago. Después de casarnos, Juan y yo montamos este y otros garitos por Madrid, y cuando me enteré que Santiago tenía que dejar se trabajo de conserje debido a su edad, me lo traje aquí para que nos ayudara.

Mientras relataba la historia, Katy iba abrazando cada vez mas tiernamente a Santiago, de manera que este ya tenía su cabeza sobre las tetas desnudas de Katy y con un brazo rodeaba su cintura colocándole su mano en todo el culo. Y sin embargo, la escena parecía de lo más natural, a pesar de que allí estaba esa rubia escultural, de pie, desnuda y con el coño depilado y un viejecillo delgaducho y con cara de buena persona.

Y Katy siguió su charla:

  • Como ya os imaginareis, Santiago, que era viudo cuando yo ya era pequeña, me enseño casi todo lo que sé acerca del sexo. Y eso es algo por lo que yo siempre me sentiré en deuda con él, así que espero que no os importe que le invite a pasar un ratito en nuestra compañía.

Marian, que hasta ese momento había asistido callada a todo el relato de Katy, me cogió el brazo y me lo apretó viendo lo que se le venía encima. Yo me limité a sonreír, porque nunca hubiera podido imaginar una sucesión de acontecimientos como aquella, que estaba superando cualquier relato de ficción.

Comprendí entonces que Marian era en realidad, una niña con un cuerpazo de mujer a la que todas las experiencias se le estaban viniendo encima de golpe. La había recogido sin conocernos, la había sodomizado, la había expuesto y entregado a unos chavales sin dejarla correrse, después la había obligado a dejarse meter mano y enseñar su coño en un bar y la había tenido que dejarse comer el culo por otra mujer, mientras me chupaba la polla, hasta correrse, y ahora veía que tendría que follar con un viejo y posiblemente después con el tío más gordo que ella había visto en su vida, y seguro que todo iba a estar aderezado con una buena dosis de perversión.

Me paré un momento a pensar si acabar aquí la experiencia por hoy o seguir adelante. Quería cuidar de Marian, pero también la quería sometida a mí al máximo, y eso solo se demostraba si lograba que ella obtuviera placer de lo que un minuto antes le daba repugnancia. Solo porque era mi deseo. Ese sería su placer. Si conseguía eso en una sola noche, ya la tendría dispuesta siempre que quisiera para lo que quisiera.

Entre que la situación era terriblemente perversa, y que el cuerpo de Katy merecía quedarse más rato en el reservado, aunque fuera a costa de Marian, decidí seguir adelante, así que le dije:

  • Por mi parte no hay ningún problema y por parte de Marian tampoco –dije esto último mientras miraba a Marian a los ojos, que se limitó a bajar la mirada- Si eres amigo de Katy eres amigo nuestro y trataremos de que pases un buen rato.

Katy me guiñó un ojo a la vez que me sonreía, y volviéndose hacia Santiago, comenzó a desabotonarle el chaleco.

  • Venga ponte cómodo –le decía mientras le desnudaba- ¿Ves que majos son estos amigos, Santiago? Tu cuidaste de mi cuando era pequeña y ahora yo cuido de ti.
  • Gracias hija, -le dijo el viejo. Y luego se dirigió a nosotros- A mi siempre me han gustado mucho las mujeres, y de joven no se me daban mal, pero claro, la edad no perdona y salir de ligue ya no está a mi alcance
  • Tu por eso no te tienes que preocupar Santiago, mientras que yo esté aquí siempre tendremos un momento para que te relajes –le contestó Katy.

Katy ya le había quitado la camisa y dejó al descubierto un cuerpo flacucho al que le colgaba piel por todas partes. Se arrodilló para ayudarle a quitarse los zapatos, y se volvió hacia Marian para decirle:

  • ¿Marian, cariño, porque no vienes a ayudarme?

Marian me miró preguntándome que debía hacer, a lo que respondí:

  • Marian, creo que nuestro nuevo amigo necesita cariño y atenciones. Anda pórtate bien.

Marian me miró de nuevo entornando los ojos y vi como otra vez se producía el cambio en ella. En un instante, saco otra vez su sonrisa picara y me contestó

  • Claro Carlos, ya sabes que siempre estoy dispuesta a complacerte y además Santiago me cae muy bien.

Tiró el almohadón con el que intentaba taparse a un lado dejando al aire sus grandes tetas y la rayita de pelo sobre su pubis. Se levanto y caminó contoneándose hacia Santiago que la miraba embelesado. Marian le sacaba 5 o 6 centrimetros de altura al viejo y cuando llego a su altura se inclino un poco y cogiéndole por la barbilla le dio un beso en la boca.

Santiago no quitaba ojo de las tetas de Marian cuyos pezones se habían endurecido una vez que había asumido la situación.

  • Te gustan mis tetas, Santiago? –le dijo al viejo de una manera muy provocativa.
  • Me encantan mi niña, son preciosas, como el resto de tu cuerpo
  • Y te puedo pedir un favor?
  • Claro, lo que quieras
  • Te importaría chupármelas un poco, ellas también necesitan cariño

El viejo estaba empezando a babear, y Marian, sin dejar de mirarle, se cogió una teta con la mano y la llevó hasta los labios de Santiago que inmediatamente abrió la boca y empezó a succionar con fuerza. Se abrazó a ella y mientras le sobaba el culo, su boca pasaba de una teta a otra de Marian que le sujetaba la cabeza para aplastarlo contra ella. Mientras tanto, Katy le había quitado los zapatos y los pantalones y se había venido a la cama balinesa conmigo para observar la escena.

El viejo estaba con unos calzoncillos bóxer blancos que prácticamente le colgaban y unos calcetines negros dándose un atracón con las tetas de Marian. Katy por su parte había comenzado a desnudarme a mí, y sin dejar de mirar como disfrutaba Santiago de Marian, había comenzado a lamer suavemente la cabeza de mi polla.

Pasados unos minutos, Marian decidió devolverle el favor al viejo, así que le separó la cabeza suavemente, le dio un beso en los labios y le dijo:

  • Ahora me toca a mi, Don Santiago.

Se fue poniendo en cuclillas muy lentamente y muy pegadita al cuerpo del viejo, de manera que sus tetas estuvieran pegadas a él en todo momento, hasta que su cara estuvo a escasos centímetros de la polla de Santiago. Desde abajo le miraba a los ojos mientras le bajaba los calzoncillos y dejaba libre una polla aún fláccida de dimensiones normales.

Sin pensárselo dos veces, Marian se puso a la tarea de levantarle la moral al anciano, así que le cogió la polla con una mano, se la levantó, e inclinó la cabeza para comenzar chapándole los huevos. Sacó su lengua y lentamente fue lamiendo cada centímetro del escroto del anciano. Después fue subiendo hasta que llegó a la punta de su polla con la lengua y se la metió entera. Santiago fue cogiendo confianza y empujaba su pelvis contra la cara de Marian para que esta se metiera su polla hasta el fondo de la garganta.

Pasados unos minutos, Santiago le cogió la cabeza a Marian y apretó contra sí, hasta que la pobre Marian, tuvo su nariz pegada contra la barriga del viejo. Estuvo así un instante y la separó de golpe diciéndole:

  • Perdona mi niña, es que no he podido resistirme
  • No se preocupe Santiago, me ha gustado, aunque casi me ahoga –le contestó muy simpática Marian
  • Tengo un favor que pedirte – le dijo Santiago mientras Marina seguía a sus pies
  • Lo que usted quiera
  • Siempre me han gustado los culitos, y el tuyo es precioso, ¿me dejarías….?
  • Claro Don Santiago –le contestó Marian mientras se ponía de pie y le guiñaba un ojo pícaramente

Marian se subió a la cama balinesa a cuatro patas, moviendo sensualmente su culo y se puso su cabeza entre mis piernas, y mientras me miraba a los ojos sonriendo, me dijo en voz baja:

  • Lo vas a disfrutar ¿eh, cabrón?

No la contesté, cogí mi polla, que hasta hacía un segundo estaba chupando Katy, y se la acerqué a los labios.

Mientras, Katy se había incorporado y le decía al viejo:

  • Me parece Santiago que en esta batalla te voy a tener que ayudar
  • Pues no estaría mal hija –le dijo anciano en plan bonachón

Entonces Katy, abrió el culo de Marian, y comenzó a lamérselo dejando mucha saliva en su ano, mientras con la otra mano tenía cogida la polla del anciano y se la meneaba con cuidado. Cuando pensó que ya estaba bien lubricado, Katy metió dos dedos dentro del culo de Marian y comenzó a girarlos para lograr una mayor dilatación en ella. Estaba claro, que el viejo no iba a lograr tener su polla lo suficientemente dura como para meterla en un agujero medianamente apretado, así que Katy intentó ponérselo un poco más fácil. Acercó al viejo, que ya estaba subido en la cama, hacia Marian y sin sacar los dedos de su culo, se metió la polla de Santiago en la boca para intentar lograr la mayor dureza posible. Cuando creyó que lo había conseguido, ella misma guió la polla del viejo hacia el culo de Marian, diciéndole:

  • Vamos ahora Santiago, a ver si lo conseguimos

Marian me miraba sin sacarse mi polla de la boca y de vez en cuando se volvía para ver a Katy intentando meter la cabeza de la polla de aquel viejo en su culo.

Del primer intentó, Katy no consiguió que el viejo diera por el culo a Marian, así que volvió a lamerle el culo y acto seguido introdujo tres dedos en el ano de Marian.

Marian abrió los ojos, me miró e hizo una mueca de dolor. Noté como sus manos agarraban fuerte la colcha sobre la que nos encontrábamos mientras Katy la trabajaba el culo.

Un minuto después, Marian comenzó a relajarse y volvió a meterme mi polla en la boca, y entonces Katy lo volvió a intentar con la polla del viejo en la mano. Esta vez, Santiago consiguió encular a Marian, dio tres embestidas y se corrió dentro de su culo, ante lo cal Katy le recriminó:

  • Caramba Santiago, tanta preparación para esto!

Ninguno pudimos contener la risa ante la cara del anciano que se vistió lo más rápido posible y salió abochornado de la habitación.

Katy miró a los ojos de Marian y me dijo sin dejar de mirarla:

  • Carlos, ya que tienes el culo de esta putita preparado, creo que deberías aprovecharlo.
  • ¿Y si preparamos también el tuyo? –le contesté
  • ¿Quieres que enseñe a tu zorra a abrirme el culo, no?
  • Exactamente eso quiero.
  • ¿Y después nos romperás el culo a las dos?
  • Dalo por hecho.

Me incorporé para dejarle sitio a Katy, que se puso a cuatro patas delante de Marian, poniéndole el culo a dos centímetros de su cara y le dijo:

  • Empieza metiéndome la lengua en el culo. Yo te diré cuando parar.

Me desnudé y me puse entre las dos, dispuesto a disfrutar de aquel espectáculo. La zorra que había en Marian ya nunca más estaría oculta.