Marian Perkins y el nuevo Milenio. (1.)
Conoce las aventuras de esta exuberante institutriz en el seno de la familia Bankeston, promete un sinfín de equívocos y enredos.
El escueto anuncio parpadeo en la pagina web , la empresa de trabajo temporal conocía la agencia Mcfleen. De nuevo, la inquietud de su único fracaso, la paralizo un instante . ¿ En verdad , podría volver a hacerlo?
Quiso creerlo, lo necesitaba y con esa idea en mente apretó la tecla aceptando incluirse con el resto de candidatas.
La docencia personalizada de la agencia contaba con las mejores plazas de institutriz de toda Inglaterra.
Casi de inmediato se preparo para recibir el esperado pitido de confirmación.
Suponía una labor ardua tratándose de un periodo de prueba en pleno trimestre veraniego, los meses de Junio, Julio y Agosto debían disipar las dudas de sus empleadores, si se desempeñaba bien entonces, lo haría perfectamente el resto del tiempo que estuviera con ellos.
El lugar, Una pequeña villa isabelina enclavada en Surrey ,en plena campiña. El mismo lugar de antaño donde la flor y nata de la sociedad londinense seguía veraneando aun transcurridos casi doscientos años. Sus futuros patrones eran un afamado inversor financiero y su encantadora esposa, Lord George Winston Bankeston y lady Winnifred Elizabeth Bankeston.
El reto; Una incorregible muchachita con pésimos expedientes estudiantiles.
Podía considerarse un reto, uno de aquellos casos que podían catapultarla a la fama o enterrarla definitivamente en la nevera donde había permanecido 180 años . La tierra había girado demasiadas veces desde su retiro, olvidándose de ella y de su magia. Hasta que por un milagro inexplicable, un libro moderno la rescato del recuerdo.
Aun recordaba el temblor al sostener el cuento infantil , la emoción de encontrarse a una pizpireta institutriz llamada Poppins, a pesar de no tratarse de un claro reflejo de la realidad, la emocionó. La autora, distorsionaba algo la imagen real de recta institutriz , pero, ante un publico infantil que mejor forma de halagarla.
Y de nuevo, despertados los recuerdos de antaño , la magia volvió a brotar transformándola.
Su cabellera blanca como la nieve volvió a recuperar los tonos rojizos de siempre , las manchas de la vejez fueron desapareciendo , la decena de arrugas de su rostro se esfumaron como si nunca hubieran existido . Ahora, el reflejo de la joven junto a al espejo era el de la perspicaz institutriz que un día fue.
Su cobriza melena volvía a crepitar como una llama en mitad de la oscuridad. La magia volvía a ella, y al igual que el resto de su adormecidos instintos , fueron despertando del letargo de manera abrupta.
De la noche a la mañana su cuerpo recobro la elasticidad y movilidad de una mujer joven, como si de una cascara se tratase , la anciana Srta. Porterson se desprendió de ella . Desde entonces, la actividad incesante de ponerse al día regreso a la casita adosada , cada instante del día, en todo momento procuro entender ese nuevo milenio , prácticamente desconocía todo fuera del umbral de su hogar . Costumbres, tratamiento y cortesía. Todo aquello había quedado en el mundo victoriano que conociera. Al regresar su magia disponía de los medios para influenciar las mentes y las vidas de todos aquellos que le rodearan, y pensaba aprovecharlo.
Todo cuanto conoció había muerto en el olvido, como si de un mundo extinguido se tratase podía aprovechar esa nueva identidad para rehabilitar su maltrecho prestigio. Muy pocos eran ya los que empleaban a maestras particulares , unicamente las clases acomodadas y pese a mantenerse al corriente de las nuevas corrientes de enseñanza , para muchos, era sinónimo de añejo y anticuado.
Quizás sus métodos de enseñanza resultaran anticuados en el siglo XXI, a Marian no le dolía confesarlo , aunque , en lo básico todos seguían queriendo lo mismo; perfectos caballeros y adorables damas.
Al igual que en cientos de ocasiones Marian Polkins volvería a cambiar la vida de su pupila.
Esa lejana esperanza se convirtió en el combustible para internarse en un mundo donde el ciberespacio, las redes sociales y las enseñanzas online le ganaban la partida. -Podía con ello-estaba segura. Con su habitual destreza aprendió en un cursillo publico las nociones básicas, y ya en los gélidos meses invernales se atrevió a trazar una primera búsqueda . Confiaba en encontrar a una buena familia , el lugar perfecto donde sus esfuerzos se vieran recompensados en forma de un futuro primer ministro o una elegante dama de alta sociedad.
La búsqueda de la familia ideal le haría volver tras ciento setenta y nueve años de ostracismo , retomar su vida tras un parón obligatorio y reacondicionar una nueva forma de enseñanza. Aunque,para ello hubiera de librarse muy a su pesar de la efectiva y rígida educación victoriana.
Nuevos tiempos, nuevas costumbres .
En ese nuevo destino todo debía ser distinto, para empezar dejaría de utilizar su indispensable maleta multiusos, aquello del perchero mágico estaba en desuso en la era del wifi.
Su estuche multiusos pasaría a ser una practica tablet de donde poder extraer lo necesario.
–
No en verdad, los nuevos tiempos poseían grandes ventajas- , . Su equipaje eran ahora dos maletas rosas con practicas ruedecillas, nada de arcones y baúles de imposible traslado.
Ya no era la eficiente y encantadora Srta Poppins del cuento infantil , atrás quedaban los corsés de ballena, las enaguas y la ropa interior de batista. Los vestidos de crinolina grises de domingo y los sombreros con alfiler se esfumaron del fondo de armario. Todo aquello, había pasado a mejor vida , por no hablar de las jaulas y los polisones.
La sobria institutriz con chaquetilla de lana abotonada, medias blancas y falda hasta la rodilla la observaba desde el puente de sus gafas de pasta. ¿ Seria lo adecuado? – no estaba del todo segura. Esa tarde , durante la cena siguió dándole vueltas al asunto, incapaz de adivinar el aspecto de una moderna institutriz , encontró la solución sentada en su sillón orejero .
La taza de té en el regazo se enfrió definitivamente al encontrar la respuesta reflejada en una de sus múltiples revistas de labores.
La imagen en la portada de la revista sobre la mesilla era actual, una joven sonriente rodeada de muchachitos parecía ser el referente a seguir. Aun siendo algo atrevida, la presentadora infantil tenia mucho gancho entre la audiencia juvenil. Su estilo desenfadado le serviría para no desentonar en su nuevo destino.
La cabellera de esta joven aparecía cortada en capas , en ella resulto todo un acierto. El rostro excesivamente maquillado podía moderarse destacando el azul intenso de sus ojos , solo quedaba el vestuario algo imposible. Al menos, fuera del cuerpo de una adolescente y no el de una curvilinia mujer de casi dos siglos .
Marian seguía considerándose una joven bien conservada para tener Doscientos cuarenta y dos años , pero embutirse en dos minúsculos triángulos de ropa tricotada para nadar, era del todo impensable . Solo imaginarse aquel impúdico atuendo en la costa ciñendo sus redondeadas curvas ya la escandalizaba.
Finalmente , acabo decantándose por una única pieza con cortes asimétricos . Con el resto acabaría acostumbrándose.
Marian podía adaptarse , eso si, de manera mas moderada. El nuevo estilo moderno no siempre cuadraba con alguien con su robusto aspecto. Añoraba la presion de las ballenas conteniendo su muy generoso escote, la forma actual a pesar de ser practica parecia incapaz de retenerlas cuando se trataba de moverse sin provocar un tumulto.
Su magia le permitió adaptar el vestuario del interior de las paginas de la revista.
La chispas brotaron haciendo desaparecer el vestuario gris y negro de mediados del XIX, dejando como recuerdo nostálgico el emblema de la escuela Mcfleen prendido en su nueva americana de un solo botón.
Aquella Mary del pasado, era ahora una joven Marian Perkins , cuyo intachable aspecto rozaba el metro setenta y ocho gracias a los 13 cm de sus nuevas sandalias .
Seguía añorando el peso de largas faldas de lana, el roce de estas bajo varias capas de enaguas , la incomodidad del polison convirtiendo su andar de pasos cortos, en una poética a hoja al viento.
Ahora , con esos nuevos tejidos elásticos todo parecía ceder bajo el peso de la gravedad, o acortarse de manera alarmante, como si todos sus nuevos atuendos apenas pudieran cubrir a un infante. El hecho de liberar sus piernas la obligo a emprender una cruzada para no torcerse un tobillo, no mostrar mas allá de lo indecente y ejercer el aire autoritario de toda una dama . No ayudaba en nada tener que acomodar constantemente la estrechura de un falda extramadamente menguante.
Las medias por suerte seguían estando de moda, aun sujetas a un liguero a su cintura seguían siendo todo un lujo poseerlas en decenas de estampados y colores
Nylon , viscosa, lycra , todos ellos formarían parte de esa nueva vida. Con detalle estudio el reflejo de la estrecha pieza de encaje ciñendo su cintura y casi disponiendo sus pechos de una manera impropia de una institutriz de las de antes.
– Se encogió de hombros-
Sus pechos, siempre serian un problema. Aun ocultos por capas y mas capas de batista , nunca le parecieron tan grandes como entonces. Le pareció absurdo, desde luego.
En 1830 , la visión de un solo centímetro de piel sin cubrir, salvo el rostro era considerada pecaminosa, todo lo contrario al 2016.
Los nuevos tiempos casi exigían ese grado de desnudez visible en cualquier cartel publicitario o ciudadana de a pie, al menos así había sido en los numerosos paseos de mercado. Era desconcertante, lo reconocía, caminar con soltura , respirando sin restricciones, consciente del peso bamboleándose al recorrer los diferentes puestos .
En otros tiempos se había adaptado del paso del corsé , al corpiño , de lazadas a corchetes , de las ballenas sujetando y conteniendo, de la falta de aire , de algún que otro mareo, y ahora le parecía desconcertante las sonrisas socarronas y los guiños mal disimulados.
Seguía pareciendo algo confuso escuchar los murmullos , los silbidos y algún que otro silencio forzado entre los tenderos donde hacia la compra. La desconcertante popularidad de estos invitándola a cenar, a tomar copas, a arrimarse un bailecito en sus apartamentos.
Al menos estaba segura en algo, tendría la atención precisa.
Nerviosa tarareo entre dientes otra de las múltiples tonadas azucaradas de la película dedicada a ella, siempre conseguían distraerla . Anudo el único botón de la chaquetilla asombrada como siempre cuando los pechos asomaron insolentes e hinchados. Casi sin tiempo, volvió a deslizar la corta falda elástica por los muslos , mientras las ruedas de la maleta se pusieron en movimiento bajo la torrencial tormenta. Tarareando mentalmente otra canción, se las compuso tan buenamente como pudo para equilibrar el paraguas y caminar hacia la parada de autobús.
Enfrascada como estaba, en llegar a la parada sin torcerse un tobillo distinguió el coro de voces al pasar junto a la obra en construcción.
- Te lo comería todo guapaaaaa... , aullaron los obreros contemplando la escultural mujer. – Si me esperas , te llevo al cielo y repito – se carcajearon ante la rápida reacción de esta huyendo.
Las mejillas de Marian se tiñeron de rojo, incapaz de recorrer el camino hacia la parada del autobús sin despegar los ojos del asfalto mojado. Las groserías eran algo nuevo para ella, de donde ella era, las clases bajas jamas se mezclaban con la gente decente, de ahí el sobresalto al entender la intencionalidad de sus palabras.
Esa extraña incomodidad paso a un segundo plano al subir al confortable autobús regional y sentarse con la guía de viajes del condado de Surrey . La interesante guía desgranaba decenas de curiosas anécdotas de los monumentos históricos en ella enclavadas. Aquello apasionaba a Marian, ajena al rumor de voces masculinas en la parte trasera del transporte, le entusiasmaba emprender nuevas experiencias lejos de Lakestown , oportunidades, probabilidades , todas ellas estaban a la vuelta de la esquina – sonrió soñadoramente – Que emocionante! – Nada de apestosos carruajes, cocheros malcarados o interminables cambios de diligencias – Viajaría en uno de esos vagones metalizados con ruedas. Convirtiendo aquello en toda una aventura, al menos eso fue lo que pensó tras la primera parada en ruta.
Ya a la vuelta, observo como la anciana sentada junto a su plaza había cambiado su asiento con un joven muchacho. Este, con el cabello oscuro y dispuesto de manera estrafalariamente tieso ,sonreía derrochando simpatía. Sus ojos marrones, la escuchaban con la misma atención de sus añorados alumnos de antaño, casi igual que durante toda su vida de institutriz. La punzada de nostalgia ilumino su mirada. Después de todo, no había perdido el toque- sonrió al igual que en millares de ocasiones, compuso su gesto mas amable y se preocupo por conversar educadamente.
Casi de inmediato el joven muchacho estrecho su mano presentándose como Preston y de manera directa le pregunto la razón de la travesía a la campiña.
- Empiezo en mi nuevo trabajo – aclaro Marian procurando adoptar los modales directos de esa nueva época- Y tu, vuelves a casa? – pregunto cortésmente .
- Que va, me uno a filas , la penúltima parada se detiene junto al cuartel de reclutamiento-- aseguro atrayendo la atención de Marian-- Un servicio a mi país en Irak, ya sabes....-- cabeceo dando a entender el destino final de todo nuevo recluta.
- Vaya, es un orgullo -manifestó Marian estrechando la mano del joven- eres todo un ejemplo a seguir -parpadeo emocionada-ojala todos los muchachos siguieran tan rectos preceptos .
- Si bueno, recordare tus palabras a mi llegada a Irak- me reconfortaran cuando deba enfrentarme al enemigo-imito el pomposo lenguaje de la macizorra- Y me pregunto, bueno, solo quería saber si... , me permitirías ...-se regodeo sin definirse.
- Claro, como no-- atajo el azoramiento del muchacho- Sera para mi un verdadero honor contribuir en algo a la causa. – afirmo ante el complacido joven. – Cuando quieras...-- quiso aclarar .
- Te parece bien en la siguiente parada ? – sondeo Preston- despues de la comida... - asintió estudiándola.
- Si, me parece bien- manifestó Marian- tan buen momento como otro , no? - guiño un ojo cómplice.
Después de todo, los buenos muchachos abundan – pensó viéndolo descansar con una agradable sonrisa-, si tal como creía debía modernizar su método de aprendizaje, esa primera charla aleccionadora a Preston sentaría un nuevo precedente en su manera de abordar el siglo XXI.
Los discursos motivadores eran su fuerte, podían transformar a un muchacho en un hombre y en el momento adecuado convertir al joven recluta en todo un soldado valeroso y decidido.
¿ Acaso se diferenciaban tanto los tiempos pasados a los presentes ?
No lo creía así.
Orgullosa de la sabia iniciativa, descendieron en la parada destinada a la comida comentando la agradable apariencia de la casa de huéspedes cubierta de hiedra. En la parte baja de esta, el tradicional pub comenzaba a repartir las pintas entre los primeros pasajeros en llegar a la barra.
Disponían de 90 minutos entre la comida y el repostaje del autobús en ruta, así que ,Marian creyó suficiente para cumplir su objetivo .
Admirada por el empuje de este, observo la escueta conversación del muchacho con el hombre tras la barra, el mínimo gesto cómplice de asentimiento mutuo, el leve deslizamiento sobre la superficie de algo. Espero confiada al verlo desaparecer al piso superior tras dar cuenta de un magnifico guiso en apenas tres bocados. En verdad , los jóvenes seguían siendo igual de impetuosos – paladeo Marian apreciando el sabor amargo de la cerveza.
Restaban 45 minutos antes de volver a emprender la marcha, cuando sus manos volvieron a desarrugar la elástica falda y subió en pos de su primera charla aleccionadora del nuevo milenio. Pronto sus pasos la llevaron a la planta superior.
Transformada en varias estancias de huéspedes, observo una pequeña recepción donde un jovencita de cabello azul la guiaba haciéndole gestos cómplices.
- Ay guapa, la primera a la derecha , el baño esta justo en frente, para despues... ,que lo disfrutes – canturreo volviéndose a sentar tras su pequeña recepción.
Sus nuevas sandalias repiquetearon contra el parque al detenerse junto a la puerta indicada y golpear sonoramente tres veces.
La puerta, frente a ella se abrió impetuosamente, casi sin poder reaccionar aun, se vio tomada del brazo y empujada al interior del estrecho habitáculo. El impacto de su espalda sobre la pared la obligo a protestar.
- Pero que..., –balbuceo Marian - Preston..., Preston por favor !- retomo el aire flemático de antaño.
- Vamos, no tenemos mucho tiempo... – se movió pegándose al cuerpo de esta.
- Jovencito, no se que habrás creeeeid....-se detuvo al percibir el cuerpo pegarse a ella.
Marian abrió la boca como un pez fuera del agua, intentando volver a protestar y se encontró con la lengua de este dentro de su boca, enroscándose y entremezclando las salivas habilidosamente. Mmmmmfffffffff....-
No lograba hacer entenderse, imposible con su lengua incrustada en la traquea, imposible hacerlo desistir . Y menos aun, al notar las manos de este maniobrando con su bragueta y soltar un pene tieso . A Marian se le seco la boca, incapaz de reaccionar ante la desfachatez de este sujetando su mano y acomodándola sin ningún pudor sobre la monstruosa verga. Algo parecido a un quejido broto del fondo de su garganta ante la imposible tarea de rodear una porción de esta. Casi igual que una pitón grotescamente gigante, aquella cosa enorme se endurecía alargándose mas y mas.
Marian sintió la sangre agolparse en sus mejillas, por un momento el pánico se apodero de ella, Preston, por lo visto había confundido el propósito de su presencia allí , y solo si conseguía hacerse entender, saldría de ese embrollo de malentendidos tal como había entrado.
El muchacho parecía no estar por la labor, resollaba con un rostro de lujuria brutal , con su cuerpo balanceándose lascivamente, apoyado sobre el peso de ella y ya con los pantalones enrollados en los tobillos. Sin tardanza había eliminado el poco espacio entre piel y piel .
Avergonzada , seguía sosteniendo ese inmenso vergajo aun en estado de shock. Como si su silencio fuera suficiente estimulo para lanzarse definitivamente. El sentido común de Marian gritaba en su cabeza: -¡Detenle, Detenle, Detenle!
Pero ni su boca emitió sonido alguno, ni su mano dejo de sostener los latidos del gigantesco tronco. Las palabras, un batiburrillo sin sentido luchaban por escapar de su garganta, enfrentarlo cara a cara y convencerlo de la necesidad de acabar aquel episodio ridículo.
Pero fue, al contemplar sus nítidos ojos marrones , cuando los discursos ensayados abandonaron su boca y vio sus ojos estudiándola como si de un plato de comida se tratase.
- Estoy muy cachondo Marian, no dejaras a un futuro soldado así? - adujo como si encima le rogara cumplir su deber patriótico.
El ceño de Marian se frunció ante lo insinuado, las chispas de magia empezaban a quemar en la punta de sus dedos en el momento en que las palabras de este salían de su boca. Volvió a golpearla contra la pared, la cabeza contra la madera al volver a ser izada del suelo. No eran muchas las posibilidades y si la urgencia.
Casi inmediatamente levanto una de sus piernas con claras intenciones, Y la magia siempre tan oportuna se extinguio sin que ella pudiera hacer nada.
La mueca de lujuria asomo a la joven cara del jovencito, comenzó a tocar su entrepierna subiendo la falda por encima de las caderas, impaciente al dar con la tela de la braga y arrancarla de un sonoro tirón. El muy bruto parecía no importarle el forcejeo-- pues consiguió acomodarse en la postura perfecta para restregarse impúdicamente.
- Que buena estas- murmuro bajando la cabeza e incrustando la cabeza en el estrecho canalillo entre sus pechos.
Suficiente- tartamudeo Marian con la paciencia a punto de desbordarse- Sus posibilidades de salir de allí indemne se reducían ; Sin poderes no podía librarse del chico, volvería a encontrarse en la misma situación por la que había sido desterrada hacia tanto . Y eso , si que no. Olvidada la magia, solo le quedaba la persuasión.
Marian apoyó ambas manos en sus hombros con la intención de empujarlo y quitárselo de encima; pero claro, el muy ladino se las había arreglado para soltar el único botón de la americana y bajar el Body hasta soltar sus pesados pechos.
- En serio, aparta, chico, por tu bien...- jadeo cuando él restregó la polla por la alarmante humedad de su vagina.
- O vamos, si ya estas mojada... - sostuvo su peso colando dos dedos en su apretada vagina.
Marian abrió los ojos como platos, con la suave lengua adentrándose en su boca y enredándose en una danza desconocida poco podia hablar.
Sin entender las reacciones de su cuerpo Marian , participo hasta que el beso fue ganando intensidad mientras Preston se restregaba contra su cuerpo igual que un perro sarnoso. Un intenso acaloramiento la invadió sin remedio. Como si de una serpiente encantada se tratase contemplo la inmensa erección, muchísimo mas gorda ahora , parpadeo incrédula ante el espeso manto de pelo negro y rizado bajo las dos bolsas enormes de carne. La juventud en el rostro de Preston no se veía reflejada en el inmenso aparato, ni en la impresionante cabeza dividida en dos de un fuerte color agranatado.
Preston entendía en lo de aquí te pillo , aquí te mato. A saber, cuanto faltaría para abandonar la casa de postas, debía apresurarse.
El breve rastro de saliva al abandonar su boca le convenció de la rapidez del asunto, comenzando a estimular la suave piel del cuello mordisqueando mientras se apresuraba a levantarla y apoyarla para la cabalgada apresurada.
No disponía de mucho tiempo para preliminares, si acaso, unos minutos. Aun así, Preston se apresuro en tantear de nuevo la afelpada raja y regalar la familiar caricia sobre los labios vaginales , siempre surtia efecto y a él se le daba bien aquello .
La notaba mojada, bastante cachonda para empaparle las yemas en ese sutil movimiento de placer , incrusto su dedo tanteando con suavidad. El suspiro de derrota le animo a continuar alojando otro de sus dedos dentro de las cálidas y húmedas partes.
Tanteo el terreno asaltando su boca, introduciendo su lengua en la boca jugueteando al borde del colapso, en un instante las primeras reticencias fueron abandonadas mientras las lenguas se movían al compás, luchando, excitándose.
En un punto en que la ventosa que era su boca se separo de los labios hinchados, echo un bufido mas típico de un caballo y la sujeto por debajo de los muslos , izándola de un brusco movimiento. El golpeo en la pared sonó seco y fuerte, dando a entender a la chica de la recepción y a cualquier huésped con orejas a que estaban dedicándose los viajeros del piso superior.
Un calentón es un calentón , Preston lo sabia cuando con otro gruñido la incrusto entre la pared y su polla.
El breve estremecimiento mutuo lo excito si cabe mas, a saber, cuanto tiempo estaría sin probar otro coño - apuro el ronquido y empujo hundiéndose hasta la mitad.
La sorpresa inicial fue sustituida por la apremiante necesidad de clavársela hasta el fondo, ni siquiera se había molestado en la goma . Era de locos, Preston nada podía hacer ya , salvo el arremeter con todas sus fuerzas, la gozada en el modo en que lo apretaba estrechándose alrededor impulso sus caderas.
La brusca diferencia de calores entre sus cuerpos acoplados aceleraba todo. No confiaba aguantar mucho mas, aun así, sus dedos acariciaron suavemente el duro botón muy despacio , recreándose en las respiraciones de esta al arquearse y autoempalarse palmo a palmo. Acerco las caderas recostando todo el peso, el gruñido broto al sujetarla y descubrir la apretada unión , con los estómagos enganchados clavo una honda riñonada.
Preston se detuvo, elevando la cabeza de la visión de su partes enganchadas, atrapo su labio inferior y ataco la boca clavando la lengua al compás del primer chorro eyaculatorio.
A Marian el sofoco le provoco una desconocida sensación, incapaz de hacer otra cosa salvo el de sujetarse a los hombros juveniles y subir las piernas tras su estrecha cintura. Se dejo llevar, total y enteramente resignada, padeciendo admirablemente los empellones de la gruesa barra de carne penetrándola. Acostumbrándose al hecho de que cuando ya empezaba a salir de sus partes internas ,empujaba clavándose una y otra vez . De manera extraña, la dureza de cada embestida empezó a inflamarla haciéndola olvidarse de todo cuanto la rodeaba. Allí de pie, contra la pared , los golpes de su espalda parecían no perturbar cada profundo impulso .
Violenta y furiosamente, los gemidos de ambos se complementaron en una melodía añadida a cada empujón y gruñido.
Toda ella notaba el calor inflamándose en su sexo, los pezones, duros y sensibles danzaban bajo la camiseta de algodón negra de él. Marian siseo lagrimeando ante cada brusco movimiento meciéndose dentro y fuera, golpeaba su coño a un ritmo endiablado, a duras penas sus brazos tenían fuerza suficiente para sujetarse a sus hombros, consciente de que los pequeños gruñidos y el roce peculiar de sus testículos golpeándola eran los de un salvaje .
El sudor resbalaba por su cuerpo según la verga se endurecía mas y mas, casi como si el pedazo de carne quisiera clavarse en su estomago, y todas su rígida moderación se marchara al garete.
Se acercaba a una meta hacia mucho tiempo olvidada.
- Ohhhhhh, yaaaa., yaaaaaa, meee corrooo, meeeeee corroooooooooo- chillo enronquecido apretándola con dureza los cachetes del culo.
La dama en ella , la antigua Mary, aquella dama victoriana incapaz de mostrar un tobillo sin cubrir era ahora quien con la cabeza del muchacho encajada en el hueco del cuello, se mordía los labios disfrutando de la manera burda y brutal al penetrarla, acelerando rabioso conforme apretaba sus músculos internos y los sentía soltar un cargamento de cálida esencia dentro de ella.
La larga bocanada de broto de su garganta conforme el calor recorría sus entrañas templandola de pies a cabeza. En ese momento todo se paralizo, aceptando que como cualquier mujer de carne y hueso ya nada podía remediarse.
Los ojos de esta, volvieron a entreabrirse al sentir el cargamento de espeso fluido brotando incansablemente en su interior, como si el deja vu de aquello tachado en su memoria volviera para torturarla.
Suspiro incapaz de hacer otra cosa que esperar a que laboriosamente acabara.
- 8 minutos para marchar...-- grito la voz del conductor desde la parte baja de la escalera. – Vayan terminando el descanso- repuso alejándose hacia el exterior.
El breve aviso pareció sacar del amodorramiento al recluta Preston, por primera vez apurado ante el calenton, el maldito condón del bolsillo trasero debería esperar a otra ocasión-- jadeo descorchando el atiborrado coño.
Al darse cuenta de la inmensa cantidad de esperma que pronto empezó a brota hacia fuera , se sintió algo culpable. Se había comportado como todo un paleto, solo había que ver como la lefa empezaba a bajarle por el interior de los muslos y goteaba en la moqueta.
En ese momento, agradeció haber utilizado el nombre de pila de su perro de caza favorito. A las malas, seria del todo imposible localizarlo con tan pocos datos. Aunque pocas eran las tías que no tomaban nada para evitar el embarazo, – quito hierro al asunto – , todas lo hacen.
Al darse cuenta de aquello, respiro algo mas tranquilo, siempre podía hacerse con la pastilla del día despues- se aparto metiéndosela dentro del pantalón .
A pesar de todo, el arraigado sentido del honor de la familia zumbo molestamente en su relajada conciencia. Ahora ambos tenían los pies en el suelo , por primera vez desde que ambos entraron en el pequeño almacén, volvieron a mirarse, el azoramiento mutuo levantaba de nuevo esa muralla que ni los principios , ni toda la educación de los exclusivos internados pudieron vencer.
- bueno, sera mejor que vaya pasando y eso...- estamos a punto de salir. – se cubrió con la cazadora y atuso el pelo de manera descuidada. – Esto..., seguro que si..., bueno , por si acaso y eso..., acuérdate de la pastilla? - se alejo bajando las escaleras de dos en dos.
Marian seguía aun conmocionada, ese algo cálido y espeso seguía bajándole por el interior de los muslos como brea caliente y espesa. La migraña amenazaba con aparecer, siempre lo hacia ante un contratiempo, despacio rebusco en el interior de su bolsa de mano y trago una de sus pastillas contra la jaqueca. No entendía , en que momento sus palabras habían sido malinterpretadas , pero el hecho era que , él escapaba furtivamente del almacén dejándola patidifusa y con su semilla brotando entre sus piernas.
Ella, toda una dama, seguía conmocionada ante el trato del joven recluta . Atropelladamente recompuso la tela elástica de su falda, a sabiendas de la inútil tarea de caminar un par de pasos sin su ropa intima. Recupero las bragas rotas escondiéndolas junto con el pudor , Cruzo las piernas intentando retener el flujo , enfundo sus pechos dentro del encaje y anudo el único botón de la americana.
Sus pasos algo ridículos la condujeron al minúsculo lavabo al fondo del pasillo, apurada por la tarea de llegar a tiempo a la llamada del conductor en la parte baja del pub.
Disponía de cinco minutos, suficientes para eliminar cada fleco blanquecino del interior de sus muslos. Tan rápido como pudo, se lavo, aplicando una tampon allí donde el fluido pastoso seguía brotando, salio hacia el autobús dispuesta a pasar todo el camino hasta su destino dormitando plácidamente.
Ya sentada en su plaza, encontró al culpable del desaguisado roncando en el mismo asiento que ocupara antes. Compuso su gesto mas altivo, se sentó en su asiento, disponiendo de la almohada de bordado como pobre separación .
Ya en carretera, aturdida por su proceder , intento adormecerse hasta la llegada a su nuevo destino. La incomodidad de contener el fluido lechoso finalmente ceso al cerrar los ojos y abandonarse al ronroneo del autobús. .
Nunca jamas, repetiría el incidente de la parada de postas-se censuro mentalmente- menos aun, recordar cada desconcertante detalle. - Jamas, jamaaas...--frunció el ceño acalorada.
Cerca de tres horas mas tarde....
Mike bajo del autobús , lastima de dejar de ser el lameculos afortunado de Preston, pero esta era su parada. La fina lluvia no le importo al descender en mitad de la campiña, por primera vez en su vida estaba sin blanca y debía bajarse allí hasta donde su billete de segunda cubría. Le dolía, dejaba atrás dejaba la tentación personificada, si gozase de mas tiempo, con gusto se habría dedicado a gozar de la buenorra pelirroja. Negó con la cabeza, Byron Douglas Michael Bankeston III regresaba al hogar y Preston volvería a ser el perro de caza favorito del honorable hijo de Lord y Lady Bankelston.
En autobús de linea o a pie, regresaba para las vacaciones de verano, eso si unas semanas antes y con una cuarta expulsión a sus espaldas . De ahí las cancelaciones por parte del tacaño padre.
Sus cinco tarjetas anuladas eran prueba suficiente de como se las gastaba, incluso tratándose del heredero del titulo y de las tierras,a Mike lo seguían considerando un cero a la izquierda. El muy cabrón.. -maldijo caminando- empeñar la guitarra le había dado suficiente para el viaje hasta la penúltima parada.
Faltaba 1 milla a pie para llegar a la casita de Nanny Colfax; su anciana niñera. Esta, pelearía lo suyo para prestarle una libras para cubrir las 90 millas restantes, pero se las daría. Con la pasta, agenciarse un taxi y llegar al hogar de los Bankelston antes de media noche. Cuando todos , incluido el déspota , mama y su hermana pequeña Jane durmiesen el sueño de los benditos.
Su plan era ese, atravesar las murallas cuando el enemigo descansara , seguro de que cuando llegara el nuevo día y este volviera a amenazarlo con mandarlo a otra academia militar germana, ya seria demasiado tarde.
Le daba igual,llevaba deambulando por las academias de media Europa mas de 6 años, y ya tenia una considerable reputación de crápula. Se la traía floja, Papa tragaría y lo devolvería a la aburrida Inglaterra, pocas eran las academias donde no fuera persona non grata. Así que, despues de las vacaciones de verano regresaría a los pastos verdes de Inglaterra.
Alemania se había convertido en zona peligrosa despues de sus escapaditas, y que mejor lugar para tras descansar del estrés de bratwust y chucrut . Acamparía en el solárium sin dar golpe hasta el comienzo del curso lectivo en Cambridge, Oxford o donde demonios lo enviase.
A ser posible lo mas alejado del foco de la prensa y de la incipiente carrera del déspota hacia el 10 de Downing Street.
Y eso, debía ser aprovechado.