Maria y Marta. Parte 1
María era una amiga de las clases de baile. Era una chica bajita y delgadita, de pelo castaño con media melena. Tenía 26 años y cara de niña. Fui a su casa para verla un rato, cuando llegué acababa de salir de la ducha, tenía puesto un albornoz. Me dijo que si le importaba que su amiga Marta...
María era una amiga de las clases de baile. Era una chica bajita y delgadita, de pelo castaño con media melena. Tenía 26 años y cara de niña. Fui a su casa para verla un rato, cuando llegué acababa de salir de la ducha, tenía puesto un albornoz. Me dijo que si le importaba que su amiga Marta estuviese con nosotros. Me dijo que había discutido con su novio y que iba a venir a verla para buscar consuelo en ella.
Marta era una chica morena con el pelo largo y liso, era más alta que María, tenía unas piernas muy largas y también era delgadita. Cuando me dijo que Marta iba a venir, María me preguntó si me importaba, y me volvió a repetir que la iba a dar consuelo. Yo la pregunté qué porqué lo repetía tanto y María me contestó que si quería, yo también la podría dar consuelo. Yo sabía quién era Marta, pero no había tenido mucho trato con ella.
Poco después, María me volvió a decir el tema de consolar a Marta. Me dijo que si no quería consolar a Marta que podía irme, pero que ella quería que me quedase y que podría hacer lo que hiciera falta para que yo estuviese a gusto con ellas. Me dijo también que había hablado con Marta antes por teléfono y que la dijo que yo iba a estar, y que no me iba a importar consolarla si hiciese falta, a lo que Marta la contestó que no le importaba con tal de que se le quitase el disgusto de la discusión con su novio.
Al poco rato, le comenté a María que me iba a ir, pero ella me detuvo en la puerta de su ático, de pronto se puso de rodillas delante mío y sin quitarse el albornoz, me agarró del pantalón y empezó a desabrochármelo. Antes que me lo bajase mi polla ya se había puesto bien gorda. Me bajo el calzoncillo y destapó mi polla. Se quedó unos segundos mirándola fijamente, con cara de excitación, respirando por la boca. Miró hacia arriba y me dijo “no te vayas”, e inmediatamente comenzó a chuparme la polla. Se la metío en la boca mientras con sus manos terminaba de quitarme los pantalones. Cuando me terminé de desnudar sacó la polla de su boca haciendo el ruido de descorchar una botella y me dijo de nuevo con más excitación aún “no te vayas! Ahora viene Marta”.
Se remangó en albornoz y comenzó a cogerme la polla mientras se la volvía a meter en la boca. Me estaba haciendo una paja mientras tenia media polla dentro de su boca. Ver la cara de María mientras succionaba mi polla era una gozada. Tenía muchas ganas de chuparme la polla porque no dejaba que cayese nada de saliva. Tan solo respiraba por la nariz porque no abría la boca para dejar de chuparme la polla, mientras seguía haciéndome una paja con una mano y acariciándome los huevos con la otra. Seguía chupándome la polla, gimiendo y respirando muy fuerte de la excitación que la provocaba.
Después, volvió a hacer el mismo ruido al sacarse la polla de su boca, la encantaba… y se puso de pie. Yo estaba cerca de la puerta de pié con la polla bien gorda. Vi cómo iba a su habitación, pensé que iría a ponerse algo de lencería pero volvió son sus zapatos de baile de la mano y con el albornoz aún puesto. Los dejó en el suelo, y se los puso, se los ató y se puso de pié delante mío. Me dijo que si le quedaban bien, si ninguna excitación. La verdad es que no le hacían nada bien con el albornoz puesto, tan sólo un poco más alta. A continuación, junto sus piernas y saco cadera y se desabrochó su albornoz, abriéndolo por completo y enseñándome su cuerpo totalmente desnudo. A lo que me dijo “y ahora me quedan bien?”. Me quedé muy sorprendido de lo buena que estaba, nunca había visto desnuda a mi amiga María y me tuve que coger la polla porque casi me corro en ese momento. Tenía un poco de pelito que se había dejado en el coño y un cuerpo perfecto y terso con unas tetas perfectamente proporcionadas.
Al ver como la miraba se miró a sí misma como si no se hubiera dado cuenta que estaba desnuda. Levantó la vista, me miró, tiró su albornoz a suelo y se acercó a mi moviendo sus caderas dando pasos con sus zapatos de baile que tan estilizada hacían su figura. Pasó por delante de mí y se puso al lado de la puerta apoyada contra la pared. Alejó la cadera un poco de la pared enseñándome el coño. Se lo acarició un poco y se quedó mirándome sin decirme nada en esa postura. No tardé nada en acercarme y ponerme detrás de ella. María no dejaba de mirarme a la cara, quería que viese su cara de placer cuando la comenzase a follar. María era una chica muy entregada a los demás y no paraba de demostrármelo.
Una vez detrás de ella decidí poner mi polla a la entrada de su coño, podía ver en su cara la excitación y ansia porque se la metiese. Comencé a metérsela lo más despacio que podía manteniendo contacto visual con ella. Cada vez se la veía más impaciente y más deseosa. Veía mucho ansia en su cara porque mi polla estuviese completamente dentro de ella. Continué metiéndosela y sus ojos empezaban a quedarse en blanco mientras abría cada vez más la boca cogiendo aire hasta que de pronto, lo poco de polla que me quedaba por meterla lo hice de un empujón fuerte, golpeando su culo con mi cadera y volviéndola a acercar contra la pared. Entonces María soltó todo el aire que había estado cogiendo con un fuerte gemido, cerrando los ojos y dejando de mirarme. Bajó su mano a tocarse el coño y mi polla para asegurarse de que se la había metido entera. Entonces, volvió a separar su cadera de la pared volviéndome a mirar para que volviese a repetir ese empujón que le había dado antes. Volví a hacerlo sin dudar y está vez su gemido fue de mayor placer aún.
Yo ya notaba lo empapado que tenía su coño por lo que no me corté en comenzar a follarla bien fuerte y rápido. De cada empujón que la daba por detrás, ella jadeaba pero no la dejaba terminar de jadear y ya la estaba volviendo a dar otro empujón metiéndosela entera. La estaba follando muy rápido y veía como se estaba volviendo loca mientras la sujetaba para que no se escapase. Cada vez se iba poniendo más y más mojada hasta que de pronto sonó el timbre de la puerta del portal. Yo paré de golde de follarla y enseguida María que seguía contra la pared al lado de la puerta me miró con cara de enfado con una expresión de por qué paras . Al ver su cara de enfado hizo que me enfadase y entonces me hizo decir “te vas a enterar” y acto seguido la comencé a follar aún más fuerte. Esa mirada que me soltó me dio ganas de llamarla de todo a esa zorra con cara de niña buena. Me cambió por completo la idea que tenía de ella y por supuesto deje de respetarla como mi amiga que era y la empecé a tratar como a una puta insaciable. María ya no jadeaba con cada embestida, ahora gritaba hasta quedarse sin aire.
Mientras continuaba follandome duro a María volvió a sonar el timbre de la calle y María sin descolgar para preguntar abrió la puerta, los dos sabíamos que era Marta pero ninguno quería parar la decir ni una palabra. María solo quería que la follasen duro. A los pocos minutos sonó la puerta, era Marta, que venía a buscar consuelo en María. Cuando Marta salió del ascensor en el último piso ya estaba oyendo los gritos de María aun con la puerta de casa cerrada, por lo que no se sorprendería cuando María le abriese la puerta.
Sin apenas moverse el sitio y sin dejar que yo sacase mi polla de ella María se estiró para abrir la puerta. Tras la puerta apareció la morena de Marta. Tenía cara de excitación a la vez que de tristeza, necesitaba el consuelo que había venido a buscar en María. Marta no se sorprendió al ver a María desnuda conmigo detrás follándola, yo al ver a Marta no paré de follar duro a María, sabía que María quería que Marta la viese como alguien se la estaba follando por detrás bien duro. Marta me miró, yo la miraba mientras me follaba a María, nadie decía nada, la puta de María quería que Marta la viese ser follada. Marta estuvo un par de minutos en la entrada del ático con la puerta abierta, los gritos de María siendo follada se oían en toda la escalera.
De pronto, tras unos minutos en esa situación, María se giró, me miró y yo paré de follarla, dejando mi polla aun dentro de su coño. María besó a Marta en la boca, y sin decir palabra cogió la mano de Marta y se la puso en su coño que tenía dentro mi polla. Quería que Marta viese lo mojada que estaba María y lo dura y gorda que me había puesto la polla de dejar que la follase. Marta miró a María con cara de sorprendida por lo mojada que estaba con la expresión “que has hecho para estar tan empapada?”. Después de notar lo dura que estaba mi polla Marta me miró a mí con cara de excitación y me dijo a pesar de la poca confianza que teníamos marta y yo. “te importaría consolarme tú también?”