María y George

Continua el enviciamiento de María, ¿hasta dónde llegará...?.

Cuando los cuatro visitantes se marcharon, yo estaba totalmente empalmado, aunque suponía que María estaría agotada y dolorida.

No obstante, fue ella misma la que me dijo que tenía un calentón enorme, que la situación la había puesto a tope y que quería follar, pero sin lavarse, que mezclara mis jugos con los que la cubrían y llenaban sus agujeros, después me dio un profundo beso penetrando mi boca con aquella lengua que tantas pollas acababa de lamer, su boca tenía un sabor extraño pero no desagradable, podríamos decir que sabía a sexo puro.

Asimismo, me pidió que la tratara como lo que era, yo entonces le di un bofetón mientras decía “esto por puta que te acaban de follar cuatro tíos delante de tu marido”, la puse a cuatro patas, le até las manos y, sacando una fusta, la azoté hasta que su trasero quedó marcado con múltiples bandas rojizas y, sin ningún miramiento la penetré comenzando un violento vaivén que terminó demasiado pronto por causa de mi calentón,vaciándome abundantemente en su coño.

Una vez me corrí, la solté y le ordené que, a cuatro patas, me limpiara bien la polla.

Tras esta orgía, ella continuó su trabajo normal, sin nuevos contactos con Roberto más que los profesionales, hasta que, un día, le dijo que tenía que acompañarlo a vender un lujoso chalet a un diplomático africano, que se arreglara bien que, a lo mejor, había que “convencerlo”.

Ella se puso una minifalda escocesa con mucho vuelo y una camiseta de tirantas, con un sujetador de los que dejan los pezones al aire, tanga y unas sandalias de tacón, todo ello acompañado por un discreto maquillaje en la cara y las uñas de manos y pies y los labios pintados de color rojo brillante, antes de salir me envió una foto por whatsapp al trabajo, estaba realmente espectacular.

Desde la empresa fueron en el coche de Roberto a una urbanización exclusiva de las afueras de la ciudad, donde entraron a visitar el chalet cuya venta se les había encargado por un precio astronómico.

Al poco llamaron a la puerta, era un hombre negro de casi dos metros, vestido con traje oscuro y corbata, que se presentó como el posible comprador.

Roberto le dio la mano y le presentó a María, que fue a saludarlo con dos besos, mientras el aspirante a comprador la evaluaba estimativamente con su vista, haciéndole casi una radiografía de su  cuerpo.

Tras visitar el chalet, 6 habitaciones cada una con su baño, un aseo, un gigantesco salón, biblioteca, piscina y jardín, se sentaron a hablar sobre precios y posibilidades de pago, de momento sólo hablaba Roberto porque, según había advertido a María, el comprador era muy misógino a causa de su cultura.

De pronto, el posible comprador dijo que era mejor que siguiéramos la conversación durante una buena comida, trasladándonos a un club privado de una urbanización cercana, donde al parecer, vivía y entrando en un pequeño comedor que se encontraba reservado para nosotros, donde mi esposa se sentó entre Roberto y el diplomático.

Allí, éste pidió primero una botella de vino blanco frío y unos mariscos, mientras comenzaba a acariciar mis muslos, cuando el camarero salió, me ordenó que me quitara bragas y sujetador y se los diera, pero que lo hiciera allí mismo, sin importarle que pudiera entrar el camarero con la comanda.

Una vez hecho ésto, me dio un intenso morreo metiendo su lengua profundamente en mi boca, mientras llevaba mi mano a su bragueta, donde noté algo que me pareció una barra de hierro por su tamaño y dureza, en ese momento entró el camarero con el vino y le dijo “¿te gusta la puta que traigo hoy?”, el chico, de unos 25 años, se quedó bastante cortado, entonces me ordenó: “sácasela y se la chupas, así tendrá una propina inolvidable”, yo me sentía muy violenta y tardé en comenzar, el chico podría ser mi hermano pequeño o casi mi hijo, entonces me dijo: “¿quieres vender el chalet?”, con lo que, superando mis nervios, me levanté, me puse delante del chico, que se abrió el pantalón con manos temblorosas, y comencé a chupársela, sintiendo enseguida los chorreones de semen en mi garganta, los nervios y la situación le habían jugado al pobre una mala pasada.

Roberto me ordenó: “déjala bien limpia que tiene que seguir trabajando”, lo que hice sobre la marcha, el comprador me ordenó que bebiera vino para limpiarme la boca “te apesta a puta, so guarra” y siguió con el beso mientras el camarero entraba de nuevo con una gran bandeja de marisco variado muy bien surtida.

El diplomático, que por fín me enteré que se llamaba George, fue metiendo mano a María mientras degustaban los exquisitos manjares, haciendo comentarios sobre las posibilidades afrodisíacas de la mezcla de mariscos y vino, hasta que empezó a introducir dos dedos entre sus piernas mientras ella le pelaba los mariscos, enseguida comenzaron Roberto y él las bromas sobre el olor de los dedos de George.

María no aguantaba más la mezcla entre la morbosa situación y el vino ingerido y pidió permiso para ir al baño, encaminándose tras ella George, de forma que, nada más entrar en una cabina y sentarse en el wc, éste cerró bien la puerta por dentro y extrajo su enorme miembro, obligándola a chupársela, apenas la cabeza porque más no entraba en la boca de María, hasta que múltiples chorreones de semen invadieron la garganta y la boca de María saliendo incluso por su nariz y atragantándola mientras el follador reía.

Cuando terminó y se aseguró que su pene estaba bien limpio, le dijo a María que se hiciera un selfie y me lo enviara informándome de que se trataba de la segunda mamada realizada durante la comida, después, que se adecentara un poco y volviera al comedor.

Tras la comida vinieron los postres y luego café y copas, María ya sabía que algo estaban tramando George y Roberto, pero no se esperaba la sorpresa que le tenían preparada…

Mientras tomaban las copas, George dijo que aceptaba la compra de la propiedad ofrecida, a pesar del astronómico precio, pero con una condición, que María tendría que terminar de convencerlo, ella esperaba que la cosa se solventaría con un polvo, y efectivamente, lo primero que dijo George es que no había probado aún su coño, pero que como sólo fuera la mitad de placentero que su boca adelantarían mucho, marchándose los tres a la casa de George, que afirmó haber dado permiso al servicio, era soltero ya que su teoría era que para qué hacer infeliz a una mujer pudiendo hacer felices a muchas.

Una vez en la casa, fueron al salón donde George ordenó a María que se desnudara totalmente excepto las sandalias, que realzaban la perfección de sus piernas y trasero, y le dijo que sirviera unas bebidas para ellos dos, cuando María terminó de servir, se fue a sentar recibiendo una orden seca de George, “en mi casa las putas se sientan en el suelo a mi lado”, lo que ella hizo inmediatamente ante la sonrisa sardónica de Roberto.

Cuando María estaba sentada, el diplomático extrajo su enorme miembro y le dijo que le fuera dando lametones, lo que María agradeció ya que le evitaría un buen dolor de mandíbulas.

Una vez terminaron sus bebidas, el propietario de la casa ordenó a María que se arrodillara sobre el lateral del sofá, apoyándose en el mismo, cuando lo hizo, George se quitó el pantalón e introdujo lo que pudo de aquella monstruosa serpiente en la vagina de María empujando hasta que ella gritó de dolor obteniendo como respuesta unas risotadas de los dos hombres aunque, pronto, el dolor se convirtió en el placer de sentirse totalmente llena y notó próximo su primer orgasmo, George lo sintió y aumentó sus vaivenes mientras le tiraba del pelo, haciéndola gritar de dolor y placer a la vez, el orgasmo fue brutal y ella casi se desvaneció pero el follador hizo caso omiso y continuó penetrándola hasta que María comenzó a sentir los espasmos de su glande en su interior, mientras George se corría María alcanzó su segundo orgasmo, él la sacó por fin y le restregó el semen que quedaba por su culo diciéndole a Roberto que ella quedaba a su disposición, Roberto, aprovechando la lubricación del trasero de María, ocasionada por sus flujos y el semen de George, la penetró analmente sujetándola fuertemente por las caderas, María gritó de sorpresa y placer, mientras el nuevo penetrador abusaba de su cuerpo hasta que se corrió brutalmente entre gritos de placer dando lugar al tercer orgasmo de María, que ya no tenía fuerzas para moverse.

Entonces George dijo a Roberto que, una vez terminado el placer, pasaran a hablar de negocios, ofreciéndole la firma de un precontrato por la vivienda con una única condición, en la semana siguiente María participaría como “chica para todo” en una fiesta que pensaba dar a unos amigos muy selectos.

Pero esa fiesta ya es otra historia…