María y el cornudín 5

María diferencia marido de amante y José se descubre tal como es

María y su cornudo 5

Me levante por la mañana antes de que sonara el despertador con una erección como nunca en la vida, debí de soñar con María y José, pues otra explicación no había, me fui a la ducho y abrí el agua fría, me metí debajo para bajar la erección, Salí me seque, y me vestí, fui a la cocina a preparar el desayuno para todos, la niña y María, que necesitaba reponer fuerzas después de lo de anoche y lo que pasaría hoy, pues estaba seguro que follaria con José, fue acordarme de los dos y tener una erección, fui a la cama, ella seguía durmiendo, me desnude, me acosté a su lado y puse mi polla en la entrada de su coño, mis manos acariciaron sus pechos, acerque mi boca a su oído.

-          Buenos días mi amor, mira como me tenéis ya de buena mañana.

-          Ya veo, quieres seguir lo de anoche, me vas a follar ahora.

-          Si, lo deseo y tú.

-          Yo también, pero uno rápido, que debe estar a punto de despertarse la niña.

Ella tenía el coño empapado, no debí ser el único que tuvo sueños húmedos, esta noche, puse mi verga en la entrada de su coño y la penetre con delicadeza, ella dio un gemido, y echo los brazos atrás atrapando mi espalda, mientras su cuello se torcía para buscar mi boca, la bese con pasión mientras comenzaba un mete saca, lento, fui aumentando el ritmo un poco cada vez, ella volvía a gemir una y otra vez, echaba su cuerpo hacia atrás para que mi polla entrara más en ella.

-          Dime en quien piensas.

-          En ti y en José, entre los dos me estáis volviendo una puta, que solo quiere sexo a todas horas, por favor no pares.

-          Y en quien piensas más.

-          La verdad en José, no te enfades.

-          No me enfado, tienes todo el derecho a pensar en él, de echo yo ahora estoy pensando en los dos follando y yo mirando como lo hacéis, mientras me masturbo.

-          Eso mismo soñé yo esta noche, te voy a confesar una cosa, esta noche me masturbe mientras dormías imaginándote a ti mirando y José follandome, cuando acabamos de follar José y yo, tu ocupaste su lugar y me follabas como un amante fiel y sensible como ahora, me masturbe y tuve un gran orgasmo.

Conforme hablaba y me contaba su sueño, mi  cabeza se imaginaba la escena, y me excitaba más, comencé a follarla con más fuerza imaginando que era José, me imaginaba que la follaba como un animal, entraba en ella con brusquedad, no me reprimía en darle con fuerza.

-          Dime puta, así es como te folla tu amante, te da duro y te trata como a una perra.

-          Si cariño, pero si no te importa prefiero que tú me folles con cariño, como siempre lo has hecho, me gustaría diferenciaros, tú eres mi amante, y él es mi chulo, eso es, él es mi chulo, yo soy tu esposa y para el soy una puta, tú me tratas con amor, y él me folla con brusquedad, así es como quiero que sea nuestra relación, te parece bien.

-          Si mi amor, me parece perfecto, así nos diferenciamos los dos, uno el marido cariñoso y el otro el amante duro.

Comencé a follarla como a mí me gusta, tratándola como un amante preocupado por darle placer, la embestía con dureza, pero sin exagerar.

-          Así mi amor, así es como quiero que me folles, me encanta que me lo hagas así, no pares que me voy a correr, jode que gusto.

En cuanto a cabo la frase se tensó, sabía que se iba a correr.

-          Di su nombre, por favor cuando te corras di su nombre.

-          Me corro, José me corro, que gusto José.

-          Si no pares  de decir su nombre, yo también me corro.

Ella no paro de nómbralo mientras se corría y yo me corrí escuchando su nombre por boca de ella mientras se corría, jamás sentí tanto placer, me sentía cornudo, pero un cornudo que se follaba a su mujer y le daba placer, fue fantástico.

Me corrí nombrándolo como me pedía Antonio, pero ahora pensaba en mi marido, me gustaba  cuando me follaba  con ese amor que siente por mí, es un polvo distinto a los que me da José, es un polvo de amor, de pareja, me encanta que me lo haga el, pero lo de José es distinto, es otro tipo de polvo, salvaje, bruto, demencial, también me encanta, pero quiero diferenciar uno del otro, no quiero que Antonio me trate como a una puta, ni que José me trate como a una dama, quiero dos hombres en mi vida, pero diferentes, dos amantes, uno en casa y otro en la calle, en casa esposa, en la calle puta.

Me levante me duche, me vestí de nuevo y fui a despertar a la niña, mi lucero, la vestí, le di el desayuno mientras María se duchaba y se vestía, cuando salía de la habitación estaba radiante, con esa sonrisa de estar llena, satisfecha, esa sonrisa que tanto conocía y el causante de esa sonrisa era yo, se me hincharon los pulmones con la felicidad que sentía, le di un beso y me despedí, hoy sí que tendría un duro día de trabajo, tenía que recuperar lo perdido ayer.

-          Cariño, hoy sí que llegare muy tarde, tengo que terminar lo que deje ayer a medias, pero espérame, que me tienes que contar tu día.

-          Vale mi amor, procura descansar de vez en cuando, y claro que te contare mi día, te quiero.

-          Y yo a ti.

Me levante de la cama, me fui a la ducha, me vestí, prepare a la niña y Salí para el colegio, cuando llegue allí estaba mi amante tan guapo como siempre, atendiendo a una madre, me acerque.

-          Buenos días José, que tal.

-          Bien María y tú.

-          Bien gracias, nos vemos en un rato en el parque.

-          Por supuesto.

Me despedí de ella con una sensación extraña, su tono de voz era distinto al de otros días, algo había pasado, no sé muy bien lo que, pero estaba seguro que tenía que ver con nosotros dos, llegue a casa me cambie de ropa, y me fui al parque a esperar a María, la verdad que hoy estaba excitado, tenía que follarsela, ayer quede a medias, estaba pensando en estas cosas cuando la vi llegar, hermosa, con ese cuerpo que me vuelve loco.

-          Hola, lista.

-          Si, vamos.

Comenzamos a hacer el recorrido de todos los días, pero yo iba pensando en cómo plantearle a José, la nueva situación, como decirle que mi marido consentía lo nuestro, que es más, lo fomentaba, que desde que éramos amantes y Antonio lo sabía, los polvos entre los dos eran más intensos, que nuestra vida sexual había mejorado, que gozábamos de cada instante de nuestra nueva vida, porque eso era una nueva vida en la entraba un tercer personaje que era José, mi amante, que me hacía sentir deseada, que me llevaba a sentirme una vulgar puta en sus manos, quería decirle todo lo que quería de el a partir de ahora, que me tratara como a una cualquiera, quería sentirme puta, sucia, guarra en sus manos, con estos pensamientos llegamos a la puerta de su casa, el abrió, entramos y me lance a por él.

Comenzamos a realizar el recorrido de todos los días, pero ella no estaba aquí, apenas me contestaba, a veces ni me respondía, la notaba como ida, en otro lugar, como si estuviera reviviendo algo, no sabía lo que era, pero me daba que al llegar a casa me enteraría, llegamos a casa y nada más entrar se lanzó sobre mí, me comenzó a besar mientras me desnudaba, yo solo era un mero espectador de su calentura, nunca la vi tan deseosa, me desnudo por completo, se puso de rodillas agarro mi polla y se la metió en la boca, ella seguía vestida, pero yo no podía hace nada, cogió mis manos y las llevo a mis nalgas, me daba a entender que no quería que la tocara, ella siguió chupando como una posesa, se detenía de vez en cuando para coger aire y se la volvía a meter, llevaba como diez minutos mamándomela, cuando no pude más, me corrí, me corrí en su boca, ella no hizo ademan de abandonar mi polla, se la metió más adentro y se tragó todo mi semen, la mantuvo en la boca hasta que se quedó flácida, entonces se la saco, me miro a los ojos, se puso de pie, me beso, me llevo a la habitación, me sentó en la cama, se desnudó y se sentó a mi lado.

Estaba deseosa de tener su verga en mi boca, lo desnude, me metí su polla en la boca y comencé a mamarla como nunca mame una polla en mi vida, la quería toda para mí, la metía hasta lo más profundo de mi garganta, la sacaba solo para coger aire, la exprimía, quería que se corriera dentro de mi boca, quería todo su esperma, que me llenara, beberme su preciado líquido, al cabo de un rato se corrió, yo no saque mi boca de su verga hasta que no quedo ni una sola gota por tragar, en cuanto la tuvo flácida, me levante, lo cogí de la mano, me lo lleve a la habitación, me desnude y me senté a su lado.

-          José, tengo que contarte algo, pero quiero que me escuches sin interrumpirme, en cuanto acabe de hablar me darás tu opinión, pero ahora déjame hablar a mí, estamos de acuerdo.

-          Vale, te escucho, pero me estas asustando.

-          Tranquilo que no es nada grave, o en principio no  lo es, todo depende de cómo te lo tomes, bueno hay va. Mi marido sabe lo nuestro, lo sabe desde el primer día o sea desde antes de ayer, lo descubrió por mi sonrisa, me conoce muy bien y sabe que después de sentirme bien follada, mi cara se ilumina con una sonrisa especial, además lo sabe por qué, sí que me escucho decir tu nombre mientras me follaba, pero lo bueno es que no le importa, es más le excita, te juro que desde que lo sabe me echa unos polvos espectaculares, que nuestra vida sexual es más plena y todo gracia a ti, además quiere que sigamos siendo amantes y que le cuente todos los días lo que hacemos mientras me folla, de verdad te juro que es increíble, esta noche sin ir más lejos tuvimos sexo, pero sexo de pareja, me follo con amor, con delicadeza, que es la manera que quiero que me folle el, te cuento todo esto porque no quiero mentirte, quiero seguir siendo tu amante, pero a partir de ahora de una manera distinta, quiero que me trates como a una puta, a una zorra, quiero sexo salvaje, duro, que no pienses en mi como la madre de Nerea, sino como en una mujer que desea ser violada por un buen macho, así es como quiero que me trates a partir de ahora, otra cosa, más adelante si a ti te parece bien a Antonio le gustaría vernos follar, solo vernos, pero eso para cuando tu creas que estás preparado, ahora solo quiero que me digas lo que te parece y que empieces a follarme como a una perra.

-          María, me dejas de piedra, no sé qué decir.

-          Di lo primero que se te pase por la cabeza, eso es lo mejor y de un tirón.

-          Vale lo que a tu marido le guste ser un cornudo no me importa, si él es feliz así, no seré yo el que ponga impedimentos, desde luego si fueras mi mujer no te compartiría, me llamaras machista, pero es que lo soy un poco, pero bueno si a él no le importa a mi menos, me alegro que vuestra vida sexual se haya revitalizado y que yo sea la causa, con respeto a tratarte como a una puta, no me va a costar mucho, a la difunta de mi mujer le encantaba que la tratara como a una, cuando fallábamos, por lo que tengo experiencia, pero una cosa, no te puedes echar atrás, tendrás que asumirlo con todas sus consecuencias, tratarte como a una puta no es solo follar a lo bestia, implica degradación, sumisión, obediencia, entrega total, si estas dispuesta a aceptar esa condiciones, por mí no hay problema, con respeto a que tu marido nos vea follar, a mí no me  incomoda, mientras solo sea mirar, no quiero malos entendidos, mientras estés  conmigo me perteneces, después podéis hacer tu marido y tú lo que queráis, pero te repito mientras estés conmigo eres solo mía, no sé si tu marido será capaz de aceptar mis condiciones, es mas no sé si tu serás capaz de aceptarlas y poder resistir, si aceptas te aseguro que te llevare al éxtasis, al placer absoluto, otra cosa, tanto tu marido como tu tenéis que aceptar ciertas normas. Tú decides.

-          Por mi parte acepto todo lo que mandes y sé que por parte de Antonio también, él está encantado con esta situación, y creo que aceptaría lo que fuera dentro de unos límites.

-          Cuales serían esos límites.

-          Nada de terceras personas, nada de fotografiar o filmar los encuentros, nada de sadismo, sumisión si, sadismo no, no se puede enterar nadie de lo nuestro, absolutamente nadie.

-          Me parece bien, no tenía pensado hacer nada de eso y menos meter a otras personas, pues yo también saldría perjudicado, bien si estamos de acuerdo, comencemos a disfrutar de esta nueva relación, arrodíllate zorra.

Arrodíllate zorra, lo dijo con otro tono de voz, una voz nueva para mí, no era una petición era una orden y me moje toda, me arrodille, el agarro con cada mano uno de mis pezones y comenzó a tirar de ellos.

-          Quieres que te trate como a una puta, pues acostúmbrate, a las putas se les trata con dureza, tienen que soportar humillaciones, desprecios, por un poco de dinero, tú lo harás por placer, pero seguirás siendo una puta, te humillare hasta niveles que no te puedas imaginar, serás una perra sumisa, obedecerás todo lo que te diga mientras estés conmigo, a veces ni te tocare, otras te follare de tal manera que tendrás que arrastrarte para llegar a casa, pero estate tranquila jamás te dejare una marca que no desaparezca con el paso de los días, porque si te marcare, usare tu cuerpo como me plazca, acostúmbrate en esta casa o cuando estés conmigo en privado serás una puta y como tal te comportaras.

Conforme hablaba tiraba de mis pezones y me dolía, pero era mayor el placer que sentía, que me hablara así me excitaba por demás, era una perra, su perra, su puta, su más fiel sumisa, me daba cuenta que mi relación con él estaba cambiando, pero para bien, por lo menos para mí, me encantaba que me tratara así, me excitaba, seguí tirando de mis pezones, obligándome a ponerme de pie, me dio un bofetón, y me corrí.

Se puso de rodillas ya sabía lo que tenía que hacer, agarre sus pezones con mis manos y empecé a tirar de ellos mientras le explicaba lo que esperaba de ella, obediencia, sumisión, le explicaba lo que eras ser una puta, lo que implicaba, cada vez tiraba más de sus pezones, ella ponía cara de dolor, pero su coño decía lo contrario, le caía el líquido por las piernas, estaba encharcando el suelo, intento ponerse de pie y le di en bofetón y se corrió.

-          Puta, quien te dio permiso para levantarte, para cualquier cosa tendrás que pedirme permiso, a ver si entiendes de una vez que solo eres un objeto que sirve para darme placer y servirme, si no lo entiendes puedes irte por dónde has venido, y a partir de ahora me trataras de señor, lo entiendes.

-          Sí señor.

-          Bien puta, ahora levántate, ponte a lo perrito en la cama que te voy a follar antes de irte.

Ella obedeció, estaba encendido, hacía tiempo que no tenía una sesión de sumisión, desde que enfermo me esposa a ella le gustaba ser sumisa, se puso a lo perrito en la cama, le metí dos dedos en le coño, estaba empapada, puse mi verga en la entrada de su coño y la ensarte, se la metí toda de un solo golpe, la cogí de los pelos y comencé a cabalgarla, ella no paraba de gritar de placer, joder sí que era una puta, le encantaba, disfrutaba con cada embestida, tuvo otro orgasmo,  yo seguí bobeando aquel coño, no quería correrme aun, comencé a darle nalgadas, a poner sus nalgas rojas, quería que su marido viera lo puta que era y como la trataba su macho, porque yo era su macho, él era el marido, pero yo su macho, el que la poseía como quería, el que la humillaba, el que la usaba como si fuera una pieza de ropa, tenía las nalgas rojas de los cachetazos, se corrió una vez más, le metí toda la polla de un solo golpe y me corrí dentro de ella.

Le obedecí, me puse a cuatro en la cama, me metió dos dedos en el coño y me corrí, él no se enteró pero me corrí, joder que placer, sentirse usada, humillada, poseída, puso su verga en la entrada de mi coño y me penetro sin contemplaciones, como un caballo, sin piedad, agarro mi melena y comenzó a tirar de ella, con cada embestida me daba un tirón, me dolía, pero también gozaba, que placer, jamás me sentí así, poseída, loca de lujuria, abandono mi pelo por un momento y comenzó a pegarme en las nalgas, al primer manotazo me corrí de nuevo, era una máquina de placer, me corría como una loca, mi coño no paraba de echar líquido, cuanto más me pegaba más me excitaba, más me corría, me agarro de nuevo del pelo, pego un fuerte tirón y se corrió dentro de mí.

-          Entiendes puta lo que quiero de ti.

-          Sí señor, lo entiendo.

-          Esto no es nada comparado con lo que te espera, estas dispuesta a seguir.

-          Si señor

-          Entonces ahora dúchate vístete y vete a tu casa, habla con tu marido sobre mis condiciones y los dos me contestáis por teléfono, quiero una respuesta hoy, lo entiendes zorra.

-          Si mi señor.

Me levante dolorida, pero satisfecha, sabía perfectamente lo que quería, quería a ese semental a mi  señor, quería ser su puta, su sumisa puta, en su casa y en privado seria solo de él, en mi casa seria de mi marido, las cosas bien diferenciadas, me metí en la ducha, me lave bien, me vestí y Salí para casa, ni siquiera se despidió de mí, solo me hizo una señal.

-          Hasta mañana puta, no te olvides de comentarlo con el cornudo.

-          Hasta mañana mi señor.