Maria y el Conserje
Tras un viaje de más de diez horas y sin dormir desde el día anterior María tiene un apasionado encuentro con el conserje del apartamento que ha alquilado unos días, la propina se la dará en orgasmos
Tras un viaje de más de diez horas y sin dormir desde el día anterior María se encamina hacia la parada de taxis del aeropuerto, está cansada y tiene sueño, pero en breve tiene una importante reunión, solo tiene tiempo para ir a dejar las maletas al apartamento turístico que ha alquilado para los días que estará en esta preciosa y cálida ciudad
Tras acomodarse en el asiento trasero del taxi e indicar la dirección se dispone a arreglarse un poco. Saca un pequeño neceser de su bolso y mirándose al espejo ve que las horas de viaje se reflejan en su mirada. Un poco de polvos por aquí, colorete por allá. Repaso de rímel y eye liner y como no, los eternos labios de rojo pasión que siempre funcionan en las reuniones.
Tras bajar del taxi y quedarse quieta un segundo frente al portal se estira un poco la falda de tubo que lleva a juego con su americana ajustada y sus tacones empiezan a sonar fuerte mientras sube los tres escalones que la separan de la portería.
Un hombre de unos cuarenta años la espera en la portería, con su uniforme bien planchado y acoplado a su cuerpo la saluda con una sonrisa de medio lado, María se para frente a él y el olor que recibe la pone en alerta…..nota como su cuerpo reacciona y sin dudarlo, mientras con una sonrisa lo saluda y le da los buenos días ella no puede evitar mirar a sus manos fuertes y masculinas e imagina todo lo que podrían hacer esas manos con su voluptuoso cuerpo
Será que se ha pasado diez horas leyendo novela erótica, o que hace más de una semana que no tiene un orgasmo, pero su cabeza ha dejado de pensar en el trabajo o la reunión, solo piensa en una cosa, y es en ese conserje desnudo todo para ella
Suben al ascensor juntos, él le pregunta por su viaje, de donde es y si es la primera vez que va a la ciudad. Ella sin embargo, aunque contesta como una autómata imagina un desenfrenado y rápido polvo en el ascensor hasta acabar gritando de placer, pero el timbre del ascensor que ha llegado a su destino la despierta de sus ensoñaciones
Tras el conserje cargado con su maleta ella le sigue admirando su apretado trasero, se le cae la baba pensando en morderlo con fuerza como a ella le gusta y se decide a intentarlo, ¿y si funciona?
Cuando el conserje le abre la puerta y espera junto a ella a que María pase, ella, con más botones de la camisa desabrochados de lo que se considera “decente” y mostrando un más que generoso pecho tapado con un sujetador de encaje rojo pasa rozándose contra su cuerpo deleitándose en ese roce, notando su abultada entrepierna, disfrutando el olor que desprende y mirándolo a los ojos mientras se relame sus carnosos labios rojo pasión
“Desde luego mucho mejor de lo que me esperaba”, dice María quitándose la ajustada americana y dejando ver su generoso escote tras la blusa medio desabotonada. El conserje no le quita los ojos de encima, esta excitado con la situación, ella lo ha notado al restregarse con él al entrar, le gusta lo que ella le muestra y ella de saberlo no para de mojar el tanga bajo la estrecha falda de tubo
“Si quiere puedo llevarle la maleta hasta la habitación y así no tiene que cargar con ella”, el conserje imita a María y se quita su americana quedando en camisa ajustada y pantalón de traje, lo que no sabe el conserje es que a María le vuelven loca los hombres con traje….María ha decidido que hoy se acostara con el conserje, el conserje ha decidido que hoy su propina será María
Tras quitarse su americana coge la maleta de María y se encamina hacia la habitación pasando por al lado de María exactamente igual que ha hecho ella momentos antes, rozándose contra ella, pasando su mano por la entrepierna de esta y dejando su mano ahí más segundos de lo normal. María en ese momento deja de pensar con la cabeza y empieza a dejarse llevar por sus instintos más primitivos, quiere sexo, necesita sexo, y va a tener sexo con ese pedazo de conserje que tiene un culo para comérselo.
Sin cortarse, se queda tras el conserje muy pegada a él, pegando sus pechos contra su espalda, y paseando su mano por el trasero prieto y mordible que tiene el conserje.
“La propina, ¿es necesario darla en dinero o se puede dar en carnes señor conserje?”
Y se acabaron las insinuaciones, o las palabras, casi sin terminar la frase María esta contra la pared, el conserje le ha abierto la camisa de un tirón arrancando todos los botones, está pegando su más que dura polla a su pelvis, nota el calor, nota los pezones bien duros a través del sujetador medio transparente de encaje que poco dura en su cuerpo, la boca del conserje viaja de una teta a otra mientras sus manos viajan de las tetas al culo y viceversa.
María no puede más, nota el tanga totalmente empapado, como salida de una de las novelas que tanto le gusta leer María como puede se quita la falda dejándola caer, ahora tiene más libertad y una pierna acaba rodeando al conserje para tenerlo más pegado a ella. Él le mira y con media sonrisa, y sin dejar de mirarla a los ojos lleva una de sus manos directa a su coño empapado, comprueba lo empapada que esta, y cogiendo el tanga bien fuerte, de un tirón lo arranca igual que ha hecho momentos antes con su camisa.
Con una rodilla separa bien las piernas de María y mientras se saca la polla de los pantalones porque los iba a reventar de tan dura que la tiene no para de besar y morder los labios de María, bajando su boca hasta el cuello y dando ligeros mordiscos que la llevan al cielo.
Cuando él ya se ha deshecho de su ropa con sus manos fuertes la coge de la cintura y la sube a su polla bien dura para penetrarla de un empujón. El grito de placer de María lo dice todo, siente la polla del conserje introducirse en ella hasta el fondo, abriéndose paso en su interior y llenándola de placer.
El sexo no es suave, no es lento, es salvaje, rápido, furioso, y muy muy muy placentero para ambos, no paran de gemir, no paran de morderse y apretarse, las embestidas que el conserje da a María la hacen enloquecer de placer, no tiene uno, no …va por el tercer orgasmo y no hace más que pedir más y más pero antes de tener el cuarto orgasmo el conserje se separa de ella y le da la vuelta, la aprieta contra la pared y desde atrás vuelve a clavarle la polla hasta el fondo, ella con las tetas pegadas contra la pared y con los pezones rozando el estucado nota como el conserje no para de darle fuerte, y cuando está a punto de correrse nota como el conserje le da dos fuertes azotes que desatan una oleada de placer entre los dos, los azotes y el orgasmo de María hace que el conserje empiece a correrse mientras sigue dándole fuerte.
Al terminar los dos y separarse se miran, se sonríen y el conserje va recogiendo su ropa mientras María aun reponiéndose recoge su ropa rota del suelo.
“Esta tarde llegare de trabajar a las 8 de la tarde, espero que con la propina que le he dado me dé para que me suba un café y algo de agua”
Mientras el conserje se va hacia la puerta, antes de salir se gira y se queda mirando hacia María aun desnuda
“Solo llega para el café, para el agua tendrá que darme algo más de propina”
Puede que continue....o no, depende