María. Una rara historia de azotes (4)

Triángulo donde azotes ,sexo, sumisión y dominación se dan la mano.

Un sábado por la mañana María recibió una llamada telefónica en su casa, era su amiga Susana, ambas vivían en el mismo edificio.

-Hola María, puedes venir a mi casa?

-Claro, pasa algo?

-No, nada, sólo que me gustaría que vinieras, y si puede ser ahora mismo.

-Ahora voy para allá.

-Muy bien, gracias, hasta ahora.

María se quedó sentada junto al teléfono pensando, le pareció muy extraña la petición que acababa de hacerle su amiga, era raro hasta su tono.

María y Susana habían profundizado en su relación, y podría decirse que eran novias, Susana le juraba amor eterno, obediencia ciega, y por supuesto absoluta entrega y fidelidad a su amiga, que por otra parte nunca se lo había pedido, a María no le gustaban especialmente las chicas, ella era bisexual, lo que si que le gustaba era mandar, ordenar, llevar las riendas, y por supuesto azotar, y ella sabía que eso con Susana lo tendría más que garantizado.

  • Mamá voy a casa de Susana.

-Muy bien hija, pero te vas así?, en zapatillas de casa?

María desde que azotaba regularmente a su madre con la zapatilla siempre calzaba en casa las zapatillas que había heredado de su abuela, y aunque había ido con ella a comprarse alguna más, ahora mismo calzaba aquellas  con las que pegó por primera vez a su madre, eran sin duda sus favoritas, y en casa no llevaba otro calzado, en esta ocasión llevaba unas mallas marrores, un jersey rojo de invierno, y las maravillosas zapatillas de su abuela, lo único que hizo fue calzárselas bien ayudándose de su dedo índice ya que las llevaba puestas en chancla, y le dijo a su madre.

-Es que te da verguenza que vaya en zapatillas a casa de Susana? Pero como puedes ser tan remilgada?

-No es eso hija, sólo era que...

-Solo eran tonterías, que es lo único que dices, esta noche arreglaremos cuentas tú y yo.

-Si cariño, como tú digas.

Tanto madre como hija se excitaron con esa pequeña conversación, a una le gustaba amenazar y anunciar castigos y a la otra oir esas amenazas y esos anuncios.

Cuando María llegó a la puerta de la casa de su amiga se extrañó de que estuviera entreabierta, así que desde el quicio preguntó.

-¿Susana?

-Pasa y cierra la puerta, estamos aquí en el salón.

Aquella no era la voz de Susana, era la de su madre. María cerró la puerta y avanzó con sigilo hacia el salón como le habían indicado,  estaba andando casi de puntillas, pero el silencio que reinaba en aquella casa la hacía actuar así.

Conforme andaba por el pasillo le pareció oir algo parecido a unos gemidos, al principio creyó que eran producto de su imaginación y aunque los oía de forma intermitente, era evidente que aquello lo estaba oyendo de verdad.

Cuando María entró al salón vió una escena que no hubiera imaginado en toda su vida, por mucha perversión que cupiera en su linda cabecita aquello sobrepasaba los límites de su imaginación.

Lo primero que vió fue a alguien a 4 patas con la cabeza debajo de la falda de su querida vecina Rosario que estaba sentada en el sofá, con una camisa blanca desabotonada acaricíandose una teta por debajo del sujetador con la mano izquierda, mientras que con su derecha acariciaba la cabeza que había bajo su falda.

María supo desde el principio, que era su amiga Susana la que le estaba comiendo el coño a su propia madre, no podía dar crédito, tenía los ojos como platos, pero no había duda, aquella falda negra y roja de cuadros era de su chica, aquel culo era de su chica, aquellos muslos...

Cuando terminó de repasar todo aquel espectáculo se fijó que cerca de las piernas abiertas de Rosario estaban sus dos zapatillas, sin duda se le habían salido con la excitación, con el ajetreo. Eran unas de sus típicas zapatillas-chinelas abiertas por detrás, en este caso eran negras aterciopeladas con un ribete de leopardo por todo el borde, así como un corazón rojo en el empeine , había una junto a su pie izquierdo, sin embargo la que estaba en su pie derecho estaba más lejos y con la suela amarilla hacia arriba, producto seguramente de algún espasmo producido por el placer que estaba recibiendo.

-Hola María mmmmmmmm has visto a tu amiga Susana mmmmmmmmmm, sabías que era tan puta?

-Pues la verdad es que no lo sabía no._ Dijo María que estaba pasando del asombro al enfado al ver a su "fiel" novia comiendole el coño a su madre como una perra en celo, porque debajo de la falda de Rosario había una cabeza que no paraba de moverse.

-Dios, es muy puta, pero es muy torpe, coge mi zapatilla y dámela, que le voy a enseñar yo a comer coños... o espera, coge una de mis zapatillas y pégale tu misma, creo que sois novias, no?

Yo me acerqué a aquella zapatilla que estaba bocarriba enseñando su suela amarilla, la agarré con fuerza y sin pensarmelo dos veces le di 4 fortísimos zapatillazos en el culo a mi querida Susana, la verdad que fue en aquel momento, cuando la vi "engañándome" con su madre me sentí celosa, me sentí traicionada, y fuí consciente por primera vez de que de alguna manera yo también estaba enamorada de ella, y eso me dió  más rabia aún, asi que le levante su preciosa falda, le bajé las bragas, entonces ví sus nalgas marcadas por la inconfundible silueta de la zapatilla, no sabía si era de esa, o era de otra, o si los azotes eran de hoy o del día anterior, en cualquier caso eran recientes, pero aún así  me dispuse a darle su merecido.

A cada zapatillazo podiá oir su lastimero quejido, pese a estar amorrada a un coño sus gemidos eran inconfundibles

-PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS TOMA PUTA PLASSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSS, TE GUSTA GUARRA? 'PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS....Finalmente le di un buen palizón, incluso le di algun azotazo después de que su madre se corriera entre unos gritos de palcer que me pusieron caliente como una perra, y solté la zapatilla con una sensación más de vergüenza que de otra cosa.

La puntilla para mis celos fue cuando una derrengada Rosario le dijo a su hija.

-Límpiame putita mía, lo has hecho muy bien, yo sabré como premiarte.

Fue entonces la primera vez que le vi la cara a mi Susi, tenía la cara más roja que su culo, que era mucho decir, su madre la agarró de la nuca para que terminara de limpiar su enorme corrida, y ella como una perrita obediente se afanó en cumplir las órdenes recibidas, a mi me daban ganas de matarla, me comían los celos, estaba cabreada, pero visto en perspectiva  el cabreo no era por sentirme engañada,era por sentirme enamorada de esa chica, ese enamorameinto me hacía más vulnerable, menos independiente y eso no me gustaba nada.

Cuando su hija terminó de limpiarla, Rosario se levantó y se calzó sus zapatillas mientras me miraba. Se puso frente a mi, muy cerca como siempre hacía y me dijo, voy a darme un baño relajante, os dejo que os pongáis al día, Susana tiene mucho que explicarte cielo... ah y no seas muy dura con ella, que hoy lleva mal día. Me guiñó un ojo, y me besó en la boca con un beso un poco más largo de lo que yo hubiera deseado.

Y allí nos quedamos  las dos tontas mirándonos sin saber que decir, Susana sentada en la alfombra junto al sofá y yo de pie en medio de la habitación tratando de asimilar todo lo que acababa de presenciar, eran demasiadas cosas, y muy fuertes, necesitaba pensar, y lo primero que me salió fue.

-¿Se puede saber que significa toda esta mierda Susana?

-Siéntate por favor, yo te explicaré.

-No me quiero sentar, quiero que me expliques donde está todo ese cariño, y todo ese amor eterno que me prometías, y toda esa mierda.- Conforme iba hablando me iba enfadando más , y mi pobre Susana se empequeñecía sentada junto al sofá, definitivamente me estaba enamorando, esa carita de niña, su pelo rubio corto, y sobre todo esos ojos pardos que destilaban inocencia, ternura y amor me habían conquistado.

-Por favor María.

Me senté en uno de los sillones que había en aquel salón y entonces ella como una perrita se fue hacia mí se abrazó a mis piernas y empezó a llorar sobre mis muslos, yo seguía inflexible haciendo caso omiso a sus llantos, esperando una explicaión. Ella me miró llorando y me dijo.

-Mi madre es mi Ama!!!

-¿Cómo?

-Que mi madre es mi Ama, María.

-Pero que estás diciendo? como va a ser tu Ama, esas cosas solo pasan...pero.. desde cuando...?.-Mi incredulidad dejaba paso a mi estupor. Hacía poco que estaba internet y esas cosas aunque las había leido en relatos y foros, me parecían muy lejanas, no pensaba que nadie conocido tuviera ese tipo de relación, y más raro aún Ama-sumisa, y lo que ya me paraecía el sumum era que fueran Madre-hija, y como guinda que fueran mis vecinas, siendo una mi novia y la otra mi amante... Cuando decían que la realidad supera a la ficción no lo creía, pero era absolutamente cierto.

-Me está educando en la sumisión desde siempre, quería que fuera una buena sumisa, pero surgió un problema.

-¿Que problema?

-Tú

-¿Cómo que yo?

-Me enamoré de tí María, tu no te has fijado nunca en mi, pero yo llevo enamorada de tí desde que eramos niñas, y hace ya casi dos años me atreví a decirselo a mi...Ama.

-¿Y que pasó?

-Pues que ella tenía otros planes para mi, así que me costó una buena paliza, ya sabes como se las gasta.

-¿Te pegó por estar enamorada de mi?

-Claro que me pegó, pero no una paliza, sino muchas, no se cuantas me dió la verdad, estuve dos semanas sin poder ir al instituto, no sólo me pegaba con la zapatilla, me daba también con la correa, incluso con la goma del butano...pero cuanto más me pegaba , más enamorada estaba de tí, así que decidió que nos daría una oportunidad, y que si tu le gustabas como Ama, me entregaría a tí.

-¿Con la goma de butano?

Mi pobre Susi empezó a sollozar y asintió, se abrazó a mis piernas y me empezó a besar los muslos, yo por primera aquel día la acaricié, el pelo, la cara, los labios, la rozaba con mis dedos, y ella ronronoeba como una  gatita , y cual fue mi sorpresa que siguió besándome hasta bajar hasta mis pies, y mis zapatillas las cubrió de besos y de lágrimas a partes iguales , y desde el suelo levantó esos ojazos que la naturaleza le había dado y me dijo.

-Te quiero.

-Entonces la paliza que yo ví , aquí en tu casa...fue...

-Fue idea de ella, quería ver tu reacción, y te aseguro que le gustó y mucho.

-Entonces me has estado engañando Susana?

-Si amor mío, pero solo porque quiero ser tuya, tuya para siempre.

Entonces María juntando sus pies, se descalzó de su zapatilla derecha y dijo.

-Dámela.

-Tómala mi amor, dijo Susana sonriendo de felicidad, y le tendió la zapatilla a la que iba a ser su Dueña y Señora.

Continuará...