María. Mi sensual vecina
Lo que parecía que iba a ser un tiempo aburrido en un desplazamiento por motivos laborales, acabó siendo una aventura de lo más emocionante.
La historia que les voy a contar comenzó en el año 2007. Por motivos laborales me trasladaron al sur de España y lo que en principio parecía que iba a ser un año de transición acabó siendo una aventura más que interesante.
Me instalé en un pequeño apartamento en una comunidad tranquila en las afueras de la ciudad, no había muchos vecinos ya que estos bloques se ocupaban mayoritariamente por veraneantes y yo llegué allí en el mes de febrero.
El primer mes trascurrió rápidamente sin apenas sobresaltos y casi sin ver a ninguno de mis vecinos, ya que por mi horario apenas paraba en casa y después del trabajo iba al gimnasio con lo que pasaba poco tiempo por casa.
Una tarde, cuando volvía del gimnasio y subía a mi piso me encontré con una pareja de unos 45 años que era la primera vez que veía y me preguntaron si iba al nuevo gimnasio que habían abierto que estaban interesados en saber las condiciones, precios y demás. Efectivamente yo me había cambiado a ese gimnasio y les expliqué las condiciones y les dije que yo iba a diario y que si decidían apuntarse podríamos ir juntos y así nos ahorrábamos tener que llevar dos coches. Ellos dijeron que lo pensarían y que ya nos veríamos por el bloque.
Esa noche, numerosas fantasías venían a mi mente, ya que la vecina era una mujer que resultaba realmente sensual, conservaba muy bien la figura y su cuerpo dibujaba unas curvas realmente sensuales y atractivas. Aunque he de confesaros que no tenía esperanza alguna de que se hicieran realidad mis fantasías e incluso pensaba que ni tan siquiera tendría la oportunidad de compartir con ella el gimnasio aunque fuese con su marido al lado.
Aunque mis esperanzas eran escasas el miércoles, cuando llegué a casa del trabajo sonó el timbre. Mi vecina estaba al otro lado y me dijo que había estado pensando ir al gimnasio y que su marido finalmente lo había descartado porque no podría ir todos los días y le parecía un gasto excesivo para no aprovecharlo al máximo. Igualmente me dijo que si me parecía bien podríamos compartir coche y así ahorrar en gasolina. Por supuesto yo le dije que si inmediatamente y me ofrecí para llevar mi coche ya que yo no pagaba la gasolina.
Ella no empezaba hasta el lunes, pero desde que cerró la puerta yo no dejé de imaginarla conmigo en el gimnasio y no dejé de fantasear con mil situaciones en las que acabábamos haciendo el amor y gozándonos al máximo. Aunque después me despertaba y la realidad me decía que lo más probable es que esas fantasías nunca se hicieran realidad.
Comenzamos el lunes juntos en el gimnasio, cortésmente me ofrecí a ayudarla con los ejercicios y a que hiciéramos las tablas juntos. Ella no tenía experiencia y yo disfrutaba mucho ayudándola, como os podéis imaginar, aprovechaba para estar lo más cerca de ella posible y mis ganas de ella iban en aumento, era un deseo constante de follármela ahí mismo en mitad del gimnasio pero mantenía la distancias ya que ella así lo hacía y no me daba pie a que pasara nada más.
Así pasaron un par de meses, íbamos a diario, cada vez había mejor feeling entre los dos pero las cosas no pasaron a más, alguna broma algo pícara, pero nada más, yo disfrutaba estando a su lado y soñando con que algún día uno de esos sueños se hiciera real, pero por el momento sólo eran sueños. Como os decía, pasados dos meses, un sábado por la mañana llamó a mi timbre y me dijo que una amiga suya había abierto una tienda de deporte y le había dejado varias prendas para que las probara y eligiera las que más le gustasen y que venía a que la echase una mano a decidir cuáles eran mejores para hacer deporte. Trajo unas cuatro o cinco combinaciones diferentes, algunas más cómodas para hacer deporte y otras de diseño, menos cómodas pero más ajustadas y atrevidas. La situación hizo que mi deseo que ya estaba descontrolado hace días, fuera aun mayor, imaginándola cambiándose en mi habitación y viéndola con esas prendas, estaba realmente excitado y cuando me pidió opinión la dije que las dos primeras le serían más cómodas para hacer deporte, pero que egoístamente, las otras tres eran realmente atractivas y que estaba muy sexy con ellas, y siendo un poco más atrevido me atrevo a decirte que como mejor estás es sin ninguna de ellas, cuando oyó esto se sonrió tomándolo como una broma, pero yo lo decía realmente en serio. Me acerqué a ella y se lo repetí, eres una mujer muy hermosa, realmente atractiva y durante todo este tiempo me he sentido muy atraído por ti y te deseo desde el primer momento que te vi. Ella se retiró, me dijo que era una mujer casada y que no podía corresponder esos deseos y que durante este tiempo habíamos estado muy bien como amigos, pero que eso no podía ser. Yo estaba descontrolado, me abalancé contra ella y la bese en los labios, durante unos segundos ella correspondió mi beso y mis manos acariciaron sus tetas, fueron solo unos segundos, pero fueron realmente excitantes, después se apartó me dio una bofetada y me dijo que si estaba loco, que estaba casada y que no podía ser y salió de mi casa.
Ella había correspondió a mi beso durante unos instantes, eso me daba pie a pensar que ella también me deseaba, pero que no se atrevía a dar el paso. Durante toda la semana ella no vino al gimnasio y tampoco me atrevía a llamarla, a medida que fueron pasando los días mis ilusiones se desvanecían.
El sábado, después de un ratito de siesta me dispuse a dar un paseo, cuando salía coincidí en la escalera con el marido de mi vecina y le pregunté por ella, le dije que me parecía raro que no hubiera venido en toda la semana al gimnasio a lo que él me dijo que tenía molestias en un hombro y que por eso no había ido a entrenar. En ese instante decidí jugar una última carta, le dije al marido que tenía una crema calmante muy buena para las contracturas y que además había hecho un curso de masaje y que si quería podía ver la contractura de su mujer y darle un masaje. Como os dije al principio este hombre era muy amable y le pareció una buena idea y me dijo que subiese con él. Entré en mi casa cogí la crema y subí con él.
María abrió la puerta y se quedó algo extrañada, el marido le explicó mi ofrecimiento y aunque la lesión era falsa accedió a que le diese el masaje. Tenía un sofá muy amplio, se tumbó sobre él y yo al lado. Llevaba una camiseta de tirantes por lo que pude empezar a masajear su hombro, mis caricias eran delicadas y sólo tocar su piel me estaba estremeciendo y a ella la pasaba parecido pues se le estaba poniendo la piel de gallina.
Pasados 5 minutos, el marido miró el reloj y dijo que tenía que marcharse que a las 7 empezaba el partido del Barsa y que no quería perdérselo.
Justo cuando salió el marido por la puerta, María me dijo que si estaba loco, que ya me había dicho que no podía pasar nada entre nosotros, pero yo le dije que me dejara completar mi masaje y que después me iría y no la molestaría más.
Suavemente continué con mi masaje, la bajé los tirantes para que me fuera más fácil y pude darme cuenta que no tenía sujetador. Seguí con el masaje, sentía como ella estaba muy cómoda y su respiración estaba agitada y de vez en cuando dejaba escapar algún pequeño gemido. Decidí ser algo más atrevido y con su ayuda bajé la camiseta hasta la cintura, quedando toda su espalda al descubierto y sus tetas apoyadas directamente contra el sillón. Recorría toda su espalda con mis caricias y llegaba muy cerca de su culito y el entorno de sus preciosas tetas, ella no decía nada y yo continuaba el masaje cada vez más excitado.
En esos momentos sabía que sería ahora o nunca. La susurré, puedo bajarte el pantaloncito y masajear también tus piernas. Ella asintió y yo me jugué el todo por el todo. A la vez que el pantaloncito, bajé también su tanga, con lo que quedó tumbada sobre su sofá completamente desnuda solamente con la camiseta en su cintura. Cada segundo era una delicia, acariciando su piernas, muy cerquita de su coñito, acariciando su culito, sentía que mi polla iba a estallar, eran los segundos más intensos de mi vida, sentía como me latía el corazón descontrolado y que se me nublaba la vista, era increíble.
Estando así, le dije, ven, ponte con los brazos estirados si siéntate sobre los talones, así estirarás bien los músculos, creo que aunque los dos sabíamos que esto no tendría marcha atrás ella estaba expectante dejándose llevar. La dije que cerrase los ojos y se relajase en esta postura, instante que aproveche para liberar mi polla, la cogí por las caderas elevándola de tal modo que su coñito quedase a mi alcance y en el momento más intenso de mi vida penetré ese coñito hasta lo más profundo sintiéndole completamente empapado y caliente. Dejándonos llevar la follé como un loco al ritmo de sus gemidos y gritos cada vez más intensos, hasta que acabé estallando dentro de ella corriéndonos como locos. Sin duda fue un orgasmo salvaje.
Pasado ese momento de locura, me pidió por favor que me fuera, que tenía que reflexionar sobre lo que acababa de pasar, que necesitaba tiempo. Por supuesto, me fui a mi casa y le di tiempo para pensar . Si os ha gustado mi historia y queréis saber cómo continuó hacédmelo saber y encantado enviaré la continuación.