María, mi querida perra XII

En este capítulo, los sufrimientos de nuestra BBW preferida dan un salto im-presionante... He decidido publicar un capítulo corto... Dependiendo de la reacción de vosotros, los lectores, continuaré la serie o abandonaré su publicación. Por ello, espero vuestros comentarios y valoraciones, por favor

Capítulo undécimo

Luis estaba ensimismado ante su ordenador, navegando por páginas de pornografía dura, buscando aquellas en las que aparecieran mujeres maduras y gordas siendo brutalmente tratadas…

No había sabido nada de su mujer desde hacía unas semanas, cuando, siguiendo las instrucciones de su Amo, la había dejado, encadenada y desnuda, en la azotea del inmueble, desde que, al día siguiente, María se había cruzado con él en la entrada, saliendo de la finca, vestida como una vulgar prostituta, ni tampoco había vuelto a ver al hombre que ahora era su Amo…

De repente, en una esquina de su pantalla apareció un icono con la clásica forma de sobre, como indicándole la llegada de una comunicación electrónica.

Sintiendo curiosidad, Luis picó sobre el icono y le apareció un mensaje que decía que las imágenes que iba a ver podían resultar demasiado brutales para almas sensibles, terminando en un link que no daba pista alguna sobre su contenido…

Luis no lo dudó y picó el link con el cursor, lo que hizo que se abriera una nueva pantalla en su ordenador, iniciándose automáticamente el reproductor de vídeo…

La imagen que veía en la pantalla le mostraba a María, su esposa, de espaldas, en una amplia habitación que quedaba en penumbra debido al intenso foco de luz que se centraba en su esposa. Estaba completamente desnuda, como Luis ya se había acostumbrado a verla desde que era la esclava de aquel hombre, y se encontraba en el medio de aquella sala, con las manos atadas sobre la cabeza y los pies descalzos izados en dos tacos de madera, tan finos que sólo podía apoyarse en ellos manteniéndose de puntillas.

Frente a ella, y parcialmente oculto por el enorme corpachón de la mujer, Luis pudo ver cómo un hombretón negro manipulaba lo que parecían unas cuerdas, y Luis vio cómo hacía pasar los extremos por una especie de polea situada en el techo, justo encima de su mujer, sujetándolos luego a una argolla anclada en la pared después de asegurarse de que la cuerda quedaba bien tirante.

Entonces Luis vio cómo el hombre acercaba al lugar donde permanecía una especie de trípode que sujetó al suelo, asegurándose de su firmeza, justo entre las piernas de su mujer… Al principio no pudo ver bien de qué se trataba, pero un zoom automático de la cámara enfocó la parte superior del mismo, permitiéndole comprobar que se trataba de un enorme dildo de plástico, mayor incluso que aquel con el que se la había follado la última vez que la había visto, de unos 30 cts. de largo por 6 ó 7 cts. de grosor, cuya impresionante cabeza fue ajustada por aquel sujeto justo entre los labios vaginales del coño de su mujer. Entonces, el hombre soltó las manos de María de las ataduras que las sujetaban por encima de su cabeza, pero solo para volver a atárselas firmemente a la espalda.

Mientras Luis no sabía cómo racionalizar la impresión que estaba recibiendo ante lo que veía en la pantalla de su ordenador, la imagen cambió de nuevo, siendo sustituida en esta ocasión por lo que captaba otra cámara que debía estar situada enfrente de su mujer y Luis casi pensó que estaba alucinando… Pudo ver que el enorme cuerpo de su mujer estaba casi suspendido del techo colgando de unas cuerdas… ¡atadas en torno a sus voluminosas tetas!... Solamente soportando todo su peso sobre las puntas de los pies apoyadas en los tacos de madera podía evitar colgar literalmente de sus pechos, que aparecían tremendamente amoratados y estirados por las cuerdas que los apretaban fuertemente por la base, por lo que María se aferraba a la lucha de mantener los tacos de madera bajo los dedos de sus pies porque era lo único que evitaba que todo su enorme peso colgara suspendido de sus propios pechos, empalándose ella misma, de paso, en aquella polla monstruosa cuya cabeza desaparecía entre sus labios vaginales.

Las cámaras enfocaron entonces un plano entero del cuerpo de su esposa, de la cabeza a los pies, con opciones para alternar con las imágenes grabadas desde otras cámaras que enfocaban directamente a su cara, a sus pechos, al enorme dildo de plástico entre sus piernas y a la permanente lucha de sus pies para mantener el precario equilibrio sobre los inestables tacos de madera…

El tiempo pasaba y la cara de María reflejaba su angustia y el intenso dolor que debía sentir cada vez que intentaba descansar el peso de su cuerpo apoyando ligeramente los pies sobre los tacos mientras la cuerda, tensada por su peso, apretaba aún más sus pechos y el dildo se introducía en su vagina, dilatándola al máximo.

Se la notaba cansada, y cada vez necesitaba apoyarse cada menos tiempo, costándole más recuperar la postura cada vez, hasta que, aproximadamente una hora después de haber comenzado su tortura, Luis vio cómo María perdía el equilibrio y los tacos de madera se volcaron, impidiéndola cualquier posibilidad de volver a mantenerse apoyada, de forma que su cuerpo quedó literalmente colgado de la cuerda enrollada en torno a sus tetas y la gravedad hizo que se empalara en el enorme pene de plástico hasta la base del mismo, gritando de dolor mientras su cuerpo se bamboleaba como un péndulo… Sus tetas estaban tan apretadas por la cuerda y tan estiradas que Luis pensó que iba a ver cómo terminaban arrancadas de su cuerpo y cómo iba a terminar empalada completamente en el enorme pollón, como en una película snuff, pero apareció de nuevo el hombretón negro que retiró el dildo del interior de la vagina de su esposa antes de hacerla bajar hasta el suelo lentamente, haciendo deslizar la cuerda por la polea situada sobre María, que quedó tirada, con su vagina abierta como una cueva y con sus tetas como dos globos y completamente amoratadas, deformadas, mientras ella sollozaba inconsolablemente, adoptando una posición fetal… Entonces todas las cámaras hicieron un fundido a negro y el vídeo acabó.

Entonces apareció otro icono en forma de sobre que, en esta ocasión, venía con un link que redirigía al usuario a una plataforma de pay per view que invitaba al usuario a pagar para ver a la vaca María, - ¡Dios, ni siquiera le habían cambiado el nombre para disimular su identidad! -, en su hábitat natural, por el precio de 10 €… Sin dudarlo siquiera un instante, Luis accedió al servidor de pago, introdujo su tarjeta de crédito y pagó la cuota, accediendo con el nombre de usuario y la contraseña que recibió a los pocos instantes.

En esta ocasión, la imagen enfocaba lo que parecía un establo al que el cámara iba acercándose hasta entrar en el mismo, dirigiéndose a una de las particiones para estabular al ganado… En él estaba su esposa… Desnuda y sujeta por una cadena en torno a su cuello y a la pared, permanecía a cuatro patas, sin mirar a la cámara, que enfocaba cómo comía y bebía, sin usar las manos para nada, de unas escudillas que colocaron delante de ella. Cuando acabó de comer, un hombre, siempre siendo todo enfocado por el cámara, agarró la cadena, soltándola de la pared, y la sacó a la zona central del establo, siempre a cuatro patas, obligándola a dar vueltas en torno a él mientras la azuzaba con una fusta larga, azotándola en las nalgas cada vez que le parecía que remoloneaba… Al cabo de unos 15 minutos de obligarla a realizar aquel ejercicio, el hombre la dejó parar unos instantes y recuperar el resuello, - María estaba muy gorda como para que no se hubiera cansado con ello -, y se le oyó gritarle.

“¡Vamos, vaca estúpida! ¡Es hora de vaciar la vejiga antes de volver al establo!”.

Estupefacto, Luis vio cómo su esposa se dirigía a uno de los rincones del establo y se colocaba en cuclillas, colocando las manos detrás de la cabeza y abriendo mucho las piernas mientras la cámara enfocaba un primer plano de su sexo… ¡Estaba completamente depilada!, se asombró Luis, pero su asombro alcanzó límites insospechados cuando vio cómo su otrora pudorosa esposa comenzaba a orinar delante de la cámara, sin poder evitar que el pis salpicara sus piernas y sus pies, antes de que la permitieran volver a su cubículo y acurrucarse sobre la sucia paja que lo cubría, antes de que la imagen volviera a un fundido en negro en el que apareció un mensaje sobreimpresionado…

ESTA NOCHE, A LAS 22:00 HORAS, NUESTRA VAQUITA SERÁ ORDEÑADA

¿NOS DARÁ SU LECHE O LA VACA SÓLO SERVIRÁ PARA RECIBIR LA NUESTRA?