María, mi querida perra X
Por fín conoceremos al primer cliente de nuestra gorda y sometida portera favorita... y más cosas aún. Siento el retraso en la publicación de este capítulo, pero asuntos familiares a causa del COVID-19 me están impidiendo escribir tanto como quisiera. Espero poder continuar pronto esta serie...
Capítulo noveno
María no tuvo que esperar mucho antes de oir cómo giraba el picaporte de la puerta y ésta se abría, dejando paso a un enorme negro que sonrió ampliamente en cuanto la vio… ¡Era Abdel Aziz, el ex-marido de su hija Laura y padre de su nieta!... ¿Cómo podía ser posible?, pensó… Y entonces recordó que su Amo, cuando para ella sólo era el abogado del ático, había representado a su hija en el caso de divorcio y ahora debía de haber encontrado la manera de contactar con él y ofrecerle la posibilidad de disfrutar del cuerpo de la que fue su suegra… María sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo. Nunca se había llevado bien con su yerno y había sido ella la que había animado a su hija a iniciar los trámites del divorcio y contactado con el Sr. Fernández para que llevara el asunto judicial…, y ahora él tenía plena libertad para usarla como quisiera…, ¡sin límites!.
“Vaya, vaya, vaya…, ¡cuánto tiempo sin vernos…, suegrita !”, la saludó Abdel Aziz, enfatizando la última palabra
“Ho-hola, Abdel Aziz… ¿Qué… qué haces aquí?...”
“¡Oh, follarte…, ¿qué si no?!... A alguien que te conoce muy bien le ha parecido que es el momento justo para que sepas qué se siente con una buena polla negra taladrando todos tus agujeros…, y ha pensado que nadie mejor que tu antiguo yerno para ello… ¡No pongas esa cara, suegrita!. ¿Nunca has fantaseado con ser follada por la polla de un negrazo?... ¡Pues hoy vas a saber qué se siente de primera mano!”, le soltó, prácticamente riéndose en la cara de la avergonzada María. “¡Ponte de pie!”
María no se hizo repetir la orden… Conocía el mal carácter de su ex yerno y sabía que no estaba en condiciones de luchar contra él… Al levantarse, y por más que intentó evitarlo, la estrecha falda se le subió lo suficiente como para dejar ver la parte alta de las medias de rejilla que llevaba puestas.
“Vaya, vaya…, quién te ha visto y quién te ve, suegrita… Siempre tan pudorosa y recatada y ahora mírate… ¡Estás hecha una toda furcia, suegrita!”
“P-Pe-ro…, Abdel Aziz…”, apenas logró tartamudear María
Pero su ex yerno se situó delante de ella y, agarrando la parte delantera del vestido, se lo desgarró de un tirón de arriba abajo, desnudando sus grandes pechos, que el hombre comenzó a magrear, a la vez que le pellizcaba los pezones, cosa que la hizo gemir en contra de su voluntad…
“Te gusta que te soben las tetas, ¿verdad, zorra?”, le susurró mientras continuaba sobándole los pechos y pellizcándole los pezones con saña. “Bésame en la boca… ¡Vamos, perra!”
María le pasó los brazos en torno a su cuello y le besó en la boca, mientras él metía su lengua dentro de la boca de la mujer, que seguía gimiendo cada vez más por el magreo de sus pechos
Entonces Abdel Aziz puso su boca en el oído de su ex suegra y le susurró de nuevo. “Separa las piernas, coge mi mano y llévala a tu coño”, y ella lo hizo como una autómata sin voluntad y sintió cómo un par de los dedos del negrazo penetraban su vagina. “¡Vaya, la puta gorda está caliente y mojada!. ¡Ponte de rodillas y lame mi polla negra, suegrita!”.
Obediente, María se puso de rodillas y le bajó los pantalones y los calzoncillos, pero antes de que pudiera hacer nada más, él le quitó los restos del vestido, dejándola desnuda solo con los zapatos de tacón puestos, con su gran polla negra apuntándole a la cara, y ella la cogió con las dos manos y le pasó la lengua por toda ella mirándole a la cara
“Muy bien, guarra. Siempre quise tenerte así… Ahora vas a ponerte a cuatro patas sobre la cama y a comerte toda mi tranca negra como una buena perrita, ¿estamos?”
María obedeció y se subió a la cama, colocándose como le había ordenado antes de abrir su boca para recibir el enorme miembro de su ex yerno. Intentó metérsela toda en la boca pero no le entraba, pero Abdel Aziz comenzó a sujetarle la cabeza para que su polla le entrara más profundamente y quedara más tiempo dentro de su boca
En aquel momento, mientras, a cuatro patas sobre la cama, la puta novata intentaba meterse en la boca toda la enorme polla negra a su ex yerno, sintió que la puerta de la habitación se abría nuevamente y supo, por las voces, que esta vez había entrado más de una persona en la habitación.
Entonces, María sintió cómo alguien se subía a la cama y se colocaba detrás de ella. Por puro instinto, intentó levantar la cabeza y girarse para ver de quién se trataba, pero su ex yerno se lo impidió, sujetándole la cabeza contra su polla mientras se inclinaba sobre ella.
“¡No pares de chuparla, perra!”, le dijo Abdel Aziz al oído. Ella le miró a los ojos mientras intentaba gemir de dolor. La hacía subir y bajar la cabeza para poder metérsela entera en la boca, dominándola de tal manera que, más que una mamada, se estaba follando su boca.
Entre ahogos, María sintió cómo una tercera persona se subía a la cama y se dejaba caer a un lado de la pareja…, y entonces sintió como aún otra persona más se situaba al otro lado… De reojo, María pudo ver que se trataba de uno de los compañeros del equipo de fútbol de su ex yerno, aunque no se acordaba de su nombre, también de color, y que quien estaba al otro lado era el otro miembro negro del equipo, en el que los llamaban los “tres mosqueteros negros”, que se llamaba Aram, y María recordó, aterrada, que se rumoreaba que no era su verdadero nombre, sino que se lo había cambiado él mismo, porque significaba “el poderoso”, en referencia al enorme tamaño de su miembro…
“¡Joder, Abdel!. ¡Sí que es puta tu suegra!. ¿La chupa tan bien cómo parece?”, comentó el otro negrazo mientras su enorme mano se introducía bajo el cuerpo de la gorda para estrujar uno de sus colgantes pechos, apretándole y retorciéndole el pezón hasta hacerla sentir un intenso dolor…
“¡Jajajajajajaja!”, rio Abdel, “¿Queréis que esta puta gorda nos la chupe a los tres antes de follárnosla?... ¡Ya has oído, a Hakim, perra, tienes una nueva tarea!”, le dijo a la pobre María mientras le soltaba la cabeza para que pudiera sacarse su polla de la boca…
“¡De rodillas en el suelo, puta, vas a chupárnoslas a todos!”, le gritó mientras se incorporaba, agarrándola del pelo para hacerla bajar de la cama al suelo mientras sus dos compinches se apresuraban en desnudarse, dejando a la vista de la desventurada madura unos miembros viriles de un considerable tamaño, aún en reposo, sobre todo el de Aram, que hacía verdadero honor al mito de que los negros tienen las pollas gordas…
María, comprendiendo que saldría mejor parada si obedecía, se puso de rodillas y no esperó instrucciones, metiéndose la polla de Hakim en la boca en cuanto éste se colocó frente a ella, comenzando a mamársela. No era tan grande como la de Abdel, pero sí lo suficiente como para que le llegara hasta la garganta cada vez que se la introducía en la boca…
Los otros dos negros se colocaron alrededor de la mujer arrodillada y María no dudó en coger sus miembros con las manos y comenzar a pajearlos mientras seguía mamando la polla de Hakim, sintiéndolas crecer en sus manos, pudiendo comprobar que la “fama” de Aram era totalmente merecida. “¡Dios!... ¡Me va a destrozar cuando me la meta!”, pensó, sintiendo cómo su mano no podía abarcar el enorme falo del negro.
Mientras tanto, su Amo, observando la escena a través de un circuito cerrado de cámaras, sonreía para sí contemplando la degradación de su esclava, su gordo cuerpo arrodillado en el suelo mientras su cabeza subía y bajaba sobre la gorda polla de aquel tipo y sostenía en sus manos las enormes pollas de los otros dos negros… ¡Aquella puta gorda era toda una joya!, pensó para sí, deleitándose mentalmente en los que serían los siguientes pasos en su duro camino hacia la degradación total.
Mientras tanto, el negrazo se había hartado del trabajito oral que la gorda le estaba haciendo y, ansioso por follársela, la agarró del pelo y la obligó a levantarse del suelo, sin importarle lo más mínimo las amargas quejas de ella, y la tiró sobre la cama, de espaldas, para luego apoyar sus manos en sus rodillas y separarle las piernas, dejando su sexo expuesto…
Sin darla tiempo a prepararse para lo que se le venía encima, se dejó caer entre sus piernas y le clavó su polla profundamente en el coño de una sola embestida… Aún en contra de su voluntad, María estaba muy excitada y su coño estaba tan empapado que la enorme polla le entró sin dificultad, pero se sintió tan llena que se quedó sin respiración por un momento y comenzó a boquear en busca de aire, lo que fue aprovechado por Hakim, que se arrodilló junto a su cabeza, para meterle su miembro en la boca, sujetándole la cabeza con ambas manos para que no pudiera sacársela, mientras Adbel, de pie junto a la cama, contemplaba cómo Aram comenzaba con un salvaje mete-saca de su polla en el coño de su exsuegra y Hakim, literalmente, comenzaba a follarle la boca más que dejarla que le mamara la polla, casi asfixiándola cada vez que se la metía… ¡Cuánto había deseado ver así de degradada a aquella puta vaca gorda cuando se veía obligado a vivir en su casa!... ¡Y ahora la tenía a su merced!...
Mientras su ex yerno se deleitaba contemplando su humillación, María, a duras penas, había conseguido acompasar su respiración para no ahogarse cada vez que Hakim le metía la polla en la boca, a pesar de las salvajes embestidas del martillo pilón de Aram en su ya encharcadísimo coño, quien sujetaba con fuerza sus rodillas, abriéndole los muslos, para contemplar cómo su enorme pollón negro se introducía una y otra vez hasta los huevos en el dilatado coño de la pobre mujer…
Entonces María oyó la voz de Hakim diciendo: “¡Eh tío!... Vamos a cambiarnos de sitio… ¡Yo también quiero follarme ya a esta puta blanca!... ¡Que te la chupe a ti un rato!”
Aram miró a Abdel, quien cabeceó afirmativamente y, aunque de mala gana, Aram cedió su sitio entre las piernas de la mujer a su compinche más joven, sin que María, más interesada en aprovechar aquel ligero respiro, hiciera ademán alguno de moverse…
“¡Tú, puta, ponte a cuatro patas!... ¡Quiero follarte como la perra que eres!”, le ordenó el joven negro, y María, sintiendo un tremendo escozor en sus partes íntimas, se apresuró a cumplir su orden, levantando su inmenso corpachón de la cama y colocándose a cuatro patas, separó las piernas sin que se lo ordenase para permitirle a aquel chico el “libre” acceso a su coño…
“¡Mírala, la muy puta está ansiosa por sentir mi rabo dentro!... ¡Eso es que no la has dejado satisfecha, Aram!”, bromeó Hakim mientras se colocaba detrás de ella, entre sus gordos muslos, y comenzaba a pasarle la punta de su miembro entre sus labios vaginales pero sin llegar a penetrarla…, lo que, muy a su pesar, excitó a la pobre María, quien, inconscientemente, comenzó a culear en un claro intento de que la penetrara.
Entretanto, el macizo Aram, furioso porque le hubieran privado de su “juguete”, pero sin atreverse a oponerse a la autoridad de Abdel, se colocó de rodillas frente a ella, le agarró la cabeza fuertemente con ambas manos, y la obligó a volver a meterse su enorme miembro en la boca, introduciéndosela hasta la garganta y aguantando allí mientras la pobre mujer le golpeaba los muslos con sus puños cerrados en un vano intento de separarle para poder respirar, hasta que a Abdel le pareció oportuno “interceder” por su juguete…
“¡Aram, deja de hacer el idiota!... Si quieres que te la chupe, ¡pues haz que te la chupe!. ¡Dale una ostia si no lo hace como tú quieres, pero sin tonterías!. ¿De acuerdo?”.
Aram sólo gruñó en respuesta, pero, soltando la cabeza de la casi asfixiada mujer, le sacó la polla de la boca para permitir que recuperara levemente el aliento, pero su descanso duró unos breves segundos antes de que se la volviera a meter, esta vez también profundamente pero sin llegar a ahogarla, y comenzó a follarse la boca de la muy asustada madura.
“¡Y tú!”, continuo hablando Abdel, dirigiéndose entonces a Hakim, “¿No le has cambiado el sitio con Aram porque querías follártela?... ¡Pues fóllatela de una vez!... ¡No me obliguéis a mandaros a la mierda y follármela yo solo!”
Hakim se tomó la reprimenda de su jefe con mejor humor que Aram, pero, aún así, le obedeció, agarrando con fuerza las caderas de la gorda antes de clavarle su polla en el coño de una sola embestida hasta que sus muslos golpearon las nalgas de la mujer, comenzando a follársela con un ímpetu que la propulsaba literalmente contra la polla de Aram, que acompasó sus movimientos con los de su compañero…
Tras unos minutos en los que sólo se dejaron oir el golpeteo de los muslos de Hakim contra las nalgas de la madura cada vez que le metía la polla en su coño, el “glup, glup, glup” de la mamada de María a Aram cada vez que éste le introducía su miembro en la boca, Abdel consideró que se había hartado de estar de espectador y se volvió a arrodillar sobre la cama, junto al cuerpo de su ex suegra.
“¡Esta hembra es demasiada carne para sólo vosotros dos, chicos!... ¡Vamos a darle más caña!”, les dijo a sus secuaces, quienes se separaron inmediatamente de ella, que se quedó inmóvil, a cuatro patas, casi sin atreverse a respirar del miedo que sentía ante lo que pudiera haber ideado su ex yerno para degradarla aún más…
Sin ningún miramiento, se puso de pie sobre la cama y la echó a un lado empujando su cuerpo con su pie desnudo…
“¡Túmbate boca arriba, Aram!... Quiero que esta guarra me la chupe mientras cabalga tu polla…”
Aram, esbozando una maliciosa sonrisa porque intuía por dónde iban los pensamientos de su jefe, se apresuró a tumbarse sobre la cama, sujetándose su miembro con la mano de forma que apuntara hacia arriba mientras, volviendo la cabeza hacia una expectante María, le decía: “¡Ya has oído al jefe, gorda!... ¡A cabalgar se ha dicho!”
Rápidamente María se colocó a horcajadas sobre el mastodonte, llevando una mano a su polla para dirigirla hacia su coño antes de bajar su cuerpo sobre el de él, ensartándose ella misma en aquel enorme mástil negro que comenzó a moverse en su interior antes, incluso de que ella pudiera incorporarse para comenzar a mamar la polla que Abdel le ofrecía, de pie junto a los “amantes”.
Deseosa de que satisfacer a su ex yerno de tal manera que no ideara nuevas formas de forzarla y humillarla, María le agarró por las caderas mientras se metía su polla en la boca y comenzaba a mamársela como si le fuera la vida en ello, sintiendo cómo crecía y se ponía aún más dura en su boca, aunque no podía esmerarse en la mamada tanto como ella deseaba por los botes que daba su cuerpo cada vez que Aram empujaba sus caderas hacia arriba, clavándole su polla en lo más profundo de su coño.
Cuando Abdel se hartó del trabajito oral que tan magistralmente procuraba hacerle su ex suegra, se apartó de ella, haciéndole una seña al entonces apartado Hakim, quien, comprendiendo las intenciones de su jefe, se acercó a la gorda por su espalda sin que ella se percatara.
Entonces Hakim la agarró de los hombros y la empujó hacia delante y hacia abajo de manera que sus pechos aterrizaron sobre el pecho del bruto Aram que estaba debajo ella, quien la cogió fuertemente los glúteos con sus manazas, separándoselos lo más que podía.
- “¡Por favor! Por ahí no..., los dos a la vez no…”, suplicó María, intuyendo por fin lo que vendría entonces.
María escuchó risas y sintió como alguien se colocaba detrás de ella y comenzaba a empujar por su agujero posterior una de sus grandes vergas.
“¡Relájate!”, le gritó Abdel, que era quien estaba haciendo aquella labor… “¡Todos tus agujeros son ahora de nosotros!”
La mujer sintió unas manos sobre su rostro las cuales la guiaron hasta la boca de Hakim, que invadió su boca con su lengua, haciéndola sentir su sabor, mientras sentía cómo los otros dos continuaban abriéndose paso dentro de ella, notando suaves movimientos en su coño, que ya estaba súper lubricadísimo muy a su pesar, y fue entonces cuando, en un solo movimiento final, Abdel empujó completamente su verga dentro de su culo.
Entonces, pese a sus quejas y de manera coordinada, Abdel y Aram comenzaron a follársela por ambos agujeros con embestidas fuertes y certeras. Entonces el tercero, Hakim, la agarró del cabello para obligarla a que levantara la cabeza y, tirando de su pelo hacia un lado, la obligó a girar la cabeza e invadió también su boca, de forma que todos sus agujeros estaban ahora ocupados…
“¡Para esto sirven las hembras como tú, puta blanca!”, le dijo, con su polla profundamente metida en su boca.
Alguien comenzó entonces a pellizcarle los pezones fuertemente, y durante unos instantes más sintió sus embestidas y aquella gran verga entrar y salir de su garganta hasta que vació su semen en ella, ahogándola por unos instantes hasta que María fue capaz de tragar todo el caliente esperma que fluía a borbotones en su garganta. Solo un par de embestidas más y María sintió cómo el resto de sus agujeros se llenaban con la leche de los machos negros mientras oía sus profundos gemidos de placer al haber alcanzado sus orgasmos.
Entonces los tres negrazos se salieron de ella, se levantaron y salieron de la habitación, muy satisfechos, dejándola a ella desmadejada sobre la cama, con las piernas abiertas y rebosando leche por todos sus agujeros.
Antes de cerrar la puerta tras de sí, Abdel Aziz se volvió a mirar a su ex suegra y una despectiva sonrisa se dibujó en sus labios… ¡Por fin había conseguido devolverle a aquella puta todos los desplantes que había sufrido en su casa!... Y se despidió de ella con un “¡Volveremos a vernos, suegrita!” antes de marcharse definitivamente, dejándola sola.
A los pocos minutos, la puerta volvió a abrirse para que entrara la misma chica que la había recibido al llegar, quien, al verla tendida sobre la cama, se enfureció sobremanera, comenzando a gritarle.
“¡¡VAMOS, PUTA GORDA!!... ¡¡¿QUÉ CREES QUE HAS VENIDO A HACER AQUÍ?!!. ¿DESCANSAR?... ¡¡AQUÍ TE HAN TRAIDO PARA FOLLARTE HASTA QUE TE REVIENTEN, PUERCA ESTÚPIDA!!... ¡¡LEVÁNTATE INMEDIATAMENTE Y VE AL BAÑO A LAVARTE EL COÑO Y EL CULO Y VUELVE AQUÍ!!... ¡¡TIENES UN MONTÓN DE CLIENTES ESPERANDO PARA FOLLARTE!!”
María se sintió incapaz de asimilar lo que le decía aquella chica, pero obedeció, levantando lentamente su enorme cuerpo de la revuelta cama y dirigiéndose cansinamente al baño para asear como pudiera sus partes más íntimas, que sentía tremendamente escocidas por el roce de los pollones de los tres negrazos.
Regresaba a la habitación cuando la chica abrió para dejar paso a un hombretón enorme que casi no cabía por el vano de la puerta…
“Buenas tardes, Don Tomás”, le saludó obsequiosamente la chica. “Mire lo que le tenemos preparado hoy… Seguro que a esta zorra le entra entera… Y hoy no hace falta que la amordace, Don Tomás…, ¡hoy puede hacerla gritar todo lo que quiera!”
Aquel verdadero oso sólo sonrió levemente al escuchar el comentario de la chica, sin que sus ojos se apartaran del cuerpo desnudo de la gorda madura, quien, al ver a su nuevo cliente, se había quedado petrificada junto a la cama, mientras la chica, dirigiendo una maliciosa mirada a la asustada María, abandonaba la habitación…
El hombretón, después de evaluar los encantos de la mujer desnuda que aguardaba en silencio frente a él, comenzó a desnudarse, colocando su ropa de cualquier manera sobre una silla, hasta que, ya desnudo, reveló un pollón aún de mayor tamaño que el del propio Aram, y María ahogó un gemido al ver aquel monstruoso cipote, ¡y eso que aún no se mostraba completamente en erección!
Aún sin mediar palabra con ella, Don Tomás le indicó con un gesto que se arrodillara frente a él y María, comprendiendo perfectamente cual era su deseo, se hincó de rodillas frente al hombretón y le agarró el tremendo pollón con una mano antes de llevárselo a la boca… ¡Dios, si casi no soy capaz de abarcar su grosor con la mano!, pensó María, que casi sintió cómo se le desencajaba la mandíbula al intentar abrir la boca lo suficiente como para poder meterse aquel monstruoso miembro, y aún así solo pudo introducirse una tercera parte del mismo antes de que la sintiera llegar a lo más profundo de su garganta…
Tras poco más de un minuto de la extremadamente dificultosa “mamada” por parte de una azorada María a la inmensa polla de Don Tomás, éste, obviamente insatisfecho, por fin le dirigió la palabra, dejando oir una voz ronca y profunda acorde con la mole de su cuerpo y de su… “trompa”…
“¡Túmbate en la cama y ábrete el coño con las manos!”
María, apresurándose en obedecer, se levantó del suelo con dificultad, se subió a la cama y, tendiéndose de espaldas, separó las piernas todo lo que podía y con ambas manos se abrió el coño, separándose los labios vaginales para que él pudiera inspeccionarla…
“Hum…, lo tienes más grande que las otras… Pero no creo que te vaya a gustar…”, le dijo mientras se subía a la cama, colocándose entre sus piernas separadas, contemplando su coño abierto como si fuera un animalillo que fuera a diseccionar con su aparato.
Acomodándose sobre ella, Don Tomás le escupió en el coño, esparciendo su saliva por su abertura con sus dedazos para lubricarla, aunque no se demoró mucho en ello…
Después de aquello. Don Tomás colocó la polla en la entrada del coño de María y comenzó a penetrarla a pelo, rápido y con fuerza, de tal forma que la verga entraba y salía, resbalando hasta el mismísimo útero. Una vez bien dentro, la dejaba quieta para que se acomodara y se dilatara; y una vez acomodada, comenzaba de nuevo a metérsela y sacársela a un ritmo rapidísimo. Cada golpe de riñones era un espasmo de la pobre mujer, que, embestida tras embestida, no podía evitar gritar de dolor hasta desgañitarse mientras sentía como si la partiesen en dos con aquella inmensa polla reventando su coño… ¡Ahora entendía el comentario de la chica sobre hacerla gritar!
Mientras horadaba su coño el hombretón metió varios dedos en el ano de María, moviéndolos en círculo, mientras le gritaba:
“¡Las putas como tú tienen que tener el culo abierto!. ¡Y BIEN ABIERTO!”
Y fue introduciendo más dedos en el culo de María, que jadeaba, sudaba, gritaba y lloraba como una posesa, lo cual excitaba aún más al gigantón, hasta el punto de inducirle a iniciar la penetración anal con su monstruoso miembro viril, olvidándose de la dilatación previa y, agarrando bien las nalgas de María, se las separó cuanto pudo, situó su enorme glande sobre el agujero de la sufrida mujer, enfiló, y comenzó la penetración.
“¡No, por favor, por ahí no…!... ¡ES ENORME!... ¡Me va a destrozar!”, gimió la pobre María, desesperada al sentir cómo aquel enorme trozo de carne pugnaba por forzar la entrada de su ya muy dolorido culo, virgen hasta esa misma tarde y sólo penetrado un par de veces, pero no por una “herramienta” de semejante tamaño como la que calzaba aquel hombretón que iba a partirla en dos si se la metía por el culo, y…
“¡¡¡AAAAAARRRRRGGGGHHHHHHH!!!. ¡¡DIOOOOOSSSSSSSSSS!!”, aulló María cuando la enorme y gorda punta de la polla se apretó finalmente contra su estrecho esfínter, buscando penetrar la pequeña abertura, provocándole un dolor inenarrable.
Sin embargo, el pollón casi no avanzaba por más que el hombre agarraba con sus manazas las nalgas de la pobre gorda, que estaba a punto de desmayarse por el dolor y la angustia, mientras sus gritos de pura agonía resonaban por toda la habitación cada vez que él apretaba sus caderas contra sus nalgas.
Por fin, pareció que, después de un enorme esfuerzo, la cabeza ya había traspasado el esfínter y María exhaló un grito de pura agonía y casi se desmayó con aquel primer paso para consumar la penetración de su ano mientras el hombretón, extasiado, miraba cómo el anillo de ese precioso culo se iba abriendo para permitir la entrada de su miembro.
Entonces, manteniéndola bien sujeta con las manos en las caderas y con otro violento empujón con los riñones, consiguió que otro trozo de su enorme tranca le entrara poco a poco...
Al cabo de un rato y muchos sudores, tanto de la que recibía como del que daba, la polla se abrió paso en aquel culo casi virgen, y ya se podía ver la polla del gigante roja de sangre, aunque sólo había entrado casi hasta la mitad.
Mientras la sostenía fuertemente por las caderas, pues de otra forma el cuerpo de la desmadejada María ya hubiera caído sobre la cama, siguió empujando mientras la polla se abría paso hasta sus intestinos. La tremenda verga, enorme y peluda, continuaba su camino imparable, mientras que los testículos gordos e hinchados ya golpeaban la raja de la pobre mujer cuando ya una buena parte del instrumento estuvo alojado dentro, después de haber destrozado el anillo de su esfínter, que se abría a más no poder…
Entonces, pareció que María se calmaba un poco, pues ya la penetración se había consumado y su cuerpo comenzaba a asimilar el enorme intruso que penetraba sus intestinos y, sacando unas fuerzas que ni siquiera ella se imaginaba conservar aún, giró la cabeza para mirar al hombretón situado detrás de ella, entre sus piernas, violando su culo.
“¡¡Ya que me has enculado rómpeme el culo de una vez, pedazo de cabrón!!”, le gritó, fuera de sí…
“¿Quién te lo va a romper, puta?. ¿Quién te va a joder el culo desde ahora?... ¡Dime, zorra!. ¿A quién vas a desear que te folle tu puto culo gordo?”, le dijo él, retirando su polla del orificio de la mujer pero sin llegar a sacársela del todo
“¡A tíííííííí, hijo de puta..., a tí...!”, cedió María mientras las manos del hombretón hacían estragos en los puntos sensibles de la mujer, pero sin volver a metérsela aún… “¡Ahora dame duro, por favor…, dame maaaaas!”. Y María aulló cuando, de un solo golpe de caderas, aquel monstruo de carne penetró completamente su orificio anal llenando sus entrañas
Finalmente, con el culo ya completamente roto, la polla del hombre empezó a entrar y salir del maltrecho culo de María con relativa facilidad, hasta hundirse hasta el fondo, lo que produjo en la hembra una sacudida de todo su cuerpo, mientras una enorme cantidad de leche acumulada llegaba a raudales hasta sus intestinos.
Al sentir cómo su culo era literalmente rellenado con el semen, que comenzó, incluso, a resbalar por sus gordos muslos, mezclado con restos de su propia sangre, pareció, incluso, que María empezaba a gozar, quizá por el morbo de verse en esa situación, y la entrega a un desconocido que le estaba utilizando a su antojo de aquella manera tan brutal, permaneciendo con su culo en pompa, con los muslos llenos de semen y sangre y el cuerpo con rayas rojas y moradas de los azotes y las señales de las manazas del gigante mientras él se la sacaba del culo, dejándoselo tan abierto que tardaría en volver a su tamaño normal.
“Te dije que te iba a partir el culo, puta, y que te iba a doler, pero ahora ya no eres una mujer, ahora sólo eres una puta hembra que sólo sirve para follar”, le dijo, y recogiendo sus cosas, salió de la habitación sin detenerse en vestirse, con su enorme polla colgando entre sus piernas con restos de su semen y sangre del culo de la gorda madura.