María, mi primera infidelidad
Recordando la primera vez que fuí infiel. Infidelidad y un poco de exhibicionismo.
Atendiendo vuestras peticiones, os cuento mi primera infidelidad. Ocurrió 1 ó 2 años después del nacimiento de mi primer hijo. Como creo que nos ocurre a todos, es un acontecimiento que cambia nuestras vidas y nuestra relación de pareja. En mi caso, coincidió con que se me presentó la posibilidad de hacer un par de cursos para, a partir de mi titulación de Ingeniero Técnico, obtener la titulación de Licenciado. Me matricule en una universidad privada y en clase éramos aproximadamente 15 personas, todos con trabajo. En el grupo sólo 2 chicas, el resto éramos chicos.
Aunque mi intención inicial era mejorar mi titulación haciendo el menor esfuerzo posible, tengo que reconocer que tengo una cierta predisposición a destacar y además las primeras notas fueron bastante buenas y eso me fue animando a esforzarme cada día más. No sé cómo, pero termine con un pique monumental con María para ver quién de los dos era el más empollón de la clase. Puede resultar estúpido, ambos con 34 años, con trabajo, con hijos y picados para ver quien sacaba una décima más que el otro. En fin, lo mismo sin este pique no habría conseguido el objetivo de ser titulado superior aunque fuera a la vejez.
María era una chavala alta, muy guapa de cara, no demasiado pecho, delgada de cintura para arriba, pero con unas caderas que destacaban por su amplitud en contraste con el resto de su figura. A esto se unía una personalidad agradable, en ocasiones melosa.
Durante los primeros meses del primer curso, nuestro pique hizo que en varias ocasiones tuviera una visión negativa de ella, como la chica repipi de clase, y en este concepto recalco los 34 años que ambos teníamos en aquel entonces. También sería justo decir que, en más de una ocasión, me sorprendí a mí mismo mirando su trasero o sus discretos escotes o hablando con ella mientras me imaginaba como de hábil sería oralmente. Supongo que, situaciones como estas, nos han pasado a todos alguna vez, una chica que aunque en principio no te caiga especialmente bien y en cuyo cuerpo se pierden tus ojos con cierta frecuencia.
Así transcurrió bastante tiempo, eran frecuentes nuestras continuas exhibiciones de competitividad en clase, hasta que en un cambió de clases ella se sintió humillada por mi afán de competitividad y salió a toda velocidad de la clase. Yo me sentí culpable y salí tras ella. Tarde en alcanzarla, pero por fin lo hice cuando estaba en su coche, allí tuvimos una fuerte discusión y no sé cómo ocurrió pero cuando quisimos darnos cuenta nos estábamos comiendo la boca con una pasión desenfrenada. Ahí estábamos, ambos con 34 años, con hijos, yo casado, ella divorciada, comiéndonos la boca como dos adolescentes en un coche dentro de un parking. Continuamos besándonos y yo empecé a tocarla los pechos, primero sobre la ropa, pero rápidamente mis manos se perdieron bajo la blusa, bajo su sostén, donde acaricié sus pequeños pechos y sus pezones.
La intensidad de nuestros faje iba en aumento y María no tardo en empezar a acariciar mi paquete sobre el pantalón y yo a sumergir mis dedos bajo sus falda (María solía llevar falda). Maria sacó mi polla de su encierro, ya totalmente dura y yo empecé a follarla con mis dedos a toda velocidad, todo esto mientras no parábamos de comernos la boca. Nos corrimos los dos a la vez y en mi caso lo puse todo perdido, su coche y su falda que recuerdo que era negra.
S: guau
M:ufff
S: Te he puesto perdida
M Si, había mucha tensión acumulada.
S: jajajaja, ya te digo, se mire como se mire había mucha tensión.
M: Ya nos vale, a nuestras edad y liándonos en un parking.
María me acerco hasta mi coche y ambos nos fuimos a nuestras respectivas casas, en mi caso con un importante remordimiento de conciencia. Nuestra relación cambio, éramos más condescendientes el uno con el otro, aunque nuestro pique se mantuvo siempre. Al hecho de vernos todos los días, se unieron nuestras conversaciones por Messenger, ahora hacíamos las practicas juntos, el resto de compañeros seguramente se dieron cuenta pero decidieron hacerse los despistados.
La primera vez que nos acostamos juntos, digamos que no cumplió las expectativas, al nerviosismo de hacer algo prohibido, se unió mi poco habito por los preservativos que termino en un gatillazo, salvándose la noche con un polvo mañanero bastante decente pero nada especial.
Sin embargo, con María tuve uno de los mejores, más morbosos y más salvajes polvos que he echado en todo mi vida. Ocurrió un jueves que decidimos no ir a clase, con los pocos que éramos en clase, seguro que no pasó desapercibida nuestra ausencia.
Decidimos ir al cine, por aquello de hacer algo de pareja sin que fuera necesariamente sexo, aunque tengo que reconocer que en mi caso, tenía muchas ganas de sexo. Eran la sesión de las 16:00 y creo recordar que a principios del mes de junio. Propuse una película poco conocida con el objetivo de que no hubiera mucha gente en el cine, María acepto la propuesta de película. Al entrar nos colocamos en la última fila y entre que ésta no era muy conocida y la hora, sólo había unos pocos espectadores en las filas intermedias. Como era de esperar, la película no era muy entretenida y rápidamente empezamos a hacer manitas, a besarnos, vamos a entretenernos entre nosotros.
El ambiente se fue caldeando, la película apenas era un murmullo de fondo. Maria y yo nos metíamos mano sobre nuestra ropa, no tarde en meter las manos bajo su blusa, empecé a jugar con sus tetas bajo su sostén, todo esto sin dejar de besarnos. Maria no tardo en desabrocharme los pantalones y en sacar mi polla de su encierre. Yo por mi parte, sumergí mis manos bajo su falda y empecé a masturbarla.
No era la primera vez que me encontraba en una situación similar a esta, una masturbación mutua en el cine, pero generalmente habían sido más discretas y utilizando los abrigos como protección de miradas ajenas. También había tenido esa misma situación con varias chavalas en el autobús que separa mi pueblo de la ciudad y recordando esto, en esta línea de autobús no había habido sólo masturbaciones, también en alguna ocasión había recibido sexo oral, pero hacía mucho tiempo de esto.
Volviendo al cine, Maria se giró sobre mí y empezó a hacerme una mamada, esto dificulto el trabajo que mis dedos hacían en su coñito, pero conseguí seguir con mi trabajo. La verdad es que María me estaba sorprendiendo, su timidez y su aspecto de monjita chocaban con la mamada que me estaba dedicando y no por la mamada en sí, si no por el lugar donde me la estaba haciendo. Estaba a punto de correrme y aun hoy recuerdo que pensé, “si quieres jugar, juguemos” y le saque mi polla de su boca, la senté recta en su silla y me baje al suelo, no lo dude y me metí bajo su falda, eche el tanguita a un lado y empecé a comerme su coñito, no tarde mucho en estar fallándola con 2 dedos mientras la comía el clítoris. María tampoco tardo en venirse en mi boca, disminuí el ritmo de mis dedos y empecé a ser más suave con la las caricias que mi boca y mi lengua le estaba propinando a su clítoris, así seguí durante un ratito hasta que María me reclamo que ella también quería darme placer.
Me senté en mi silla y María empezó a devolverme el tratamiento oral con el que yo la había obsequiado hacia tan solo unos segundos. María me miraba a los ojos mientras se introducía y sacaba mi polla de su boca. Con ella, descubrí que este tratamiento me volvía loco. La mayoría de las chicas la chupan con los ojos cerrados, pero no, no es lo mismo, ni tan siquiera se parece. Por un momento pensé que todo acabaría aquí, pero que equivocado estaba.
María se levantó y se sentó sobre mí, dándome la espalda e introduciéndose mi polla en su coñito. Era la primera vez que probaba esa postura, imaginaros, Las 17:00 horas en un cine de una gran ciudad, con mi compañera de clase sobre mí, follándome en una postura que para mí era nueva. Recuerdo que la agarre las tetas y empecé a ayudarla a seguir el ritmo. Mi calentura era terrible, notaba como los fluidos de María hacían resbalan mi polla en sus entradas y salidas en ese coñito. Recuerdo que en ese momento pensé, ¿Qué estás haciendo Sergio? Estas follando en un cine y sin condón, pero me daba todo igual, quería sentir esa experiencia, ese segundo.
Tuve que hacer de todo para no correrme, no quería que no acabara nunca, regule el ritmo de sus entradas y salidas en varias ocasiones, trátate de pensar en cuantas cosas desagradables fui capaz de encontrar para no correrme, note perfectamente el primer orgasmo de María durante ese polvo. Note como seguía follándome más despacio, como volvía a incrementar el ritmo, tuve que agarrarme la base de mi miembro para evitar el orgasmo. El ritmo de María se hizo endiablado mientras me pedía que me corriera, que la llenara de leche y no pude más, estallamos en un orgasmo simultáneo que parecía no tener fin. Notaba como la leche salía y salía. No recuerdo haber tenido nunca un orgasmo tan intenso y tan largo.
Maria se dio la vuelta, me dio un beso y:
M: ¡Valla peliculón! Me ha encantado (me hizo gracia su sentido del humor)
S: ¡Vaya polvazo! Guauuuuuu (En ese momento nos fijamos que se había acabado la película y se encendieron la luces)
M: Menos mal, un poco más y no nos hubiera dado tiempo a acabar
S: Pero, ¿cuánto tiempo hemos estado follando?
M: Mucho, pero ha estado genial
S: ¡Increíble! (salimos del cine y ya en el centro comercial)
M: Tengo que ir al baño
La estuve esperando durante varios minutos, todavía me temblaban las piernas, hasta que finalmente María salió del baño
M: Perdona lo que te he hecho esperar, pero me has puesto perdida con tus líquidos
S: Lo sé, lo he notado, ha sido tremendo.
María fue mi ilusión durante casi 1 año y hace muchos años. Fue clave para que me apeteciera levantarme por las mañanas, también para que me apeteciera ir a clase después del trabajo o incluso los sábados, pero finalmente nuestra relación acabó pocos meses después de que nos licenciáramos. Desde entonces, la he visto en 2 ocasiones, la última vez hace pocas semanas en una reunión cervecera de antiguos alumnos. Ella se ha vuelto a casar, ha tenido otro hijo y la verdad es que por lo que a ella le costó enseñarme la foto de su nuevo hijo, trató de evitarlo en innumerables ocasiones, y por lo que le costó despedirse, creo que la hubiera gustado recibir un SMS mío para que me esperara en algún sitio. La verdad es que lo pensé, pero las segundas partes nunca fueron buenas, tienden a ensombrecer los buenos recuerdos. María fue una ilusión muy importante en mi vida y la coprotagonista de uno de mis mejores polvos y ahora, si os digo la verdad, no me acuerdo ni cómo acabó, ni porque acabó nuestra relación.