María me invita a un apartamento en la playa.

María dice que si quiero ir a un apartamento que tienen sus padres en la playa. Lo que no sabe es que en mi maleta no habrá ningún pijama. Y lo que no sé yo es que luego habrá visita.

Ya había estado con María y otras amigas en un apartamento, y si no me había paseado más veces desnudo delante de ellas es porque estaba Manu. Me gusta exhibirme delante de cualquier mujer y ver cómo se le van los ojos a mi miembro y me dicen comentarios, pero hacerlo delante de hombres no me atrae absolutamente nada. Bueno quizás si fuesen gays me daría igual... La cosa es que me miren desnudo y con deseo. Pero que solo me toquen las mujeres.

María me llamó de pronto un jueves en julio:

  • Lucas, me voy a la playa que tengo entendido que Guillermo está allí con unos amigos del instituto, ¿te hace?

Meterme en un apartamento como piojos en costura con otros hombres... Pues no.

  • Buf, ¿pero cuántos vamos a ser?

  • Solo tú y yo.

  • Anda, ¿y los otros?

  • Los otros han alquilado un apartamento para ellos, yo voy al de mis padres, ¿te vienes?

Le dije que sí y la idea de pasearme prácticamente desnudo delante de ella me hizo tener una erección. Sé que a María le gustaba verme sin ropa y le gustaba mirar mi polla. No disimulaba.

Llegamos allí y nos asentamos en la habitación de sus padres porque era la que tenía el aire acondicionado. Mejor.

Esa misma noche ya salimos de fiesta con Guillermo y sus colegas del instituto. Nos agarramos un buen pedo y cuando volvimos al apartamento fingí buscar en mi maleta.

  • Mierda... Con las prisas no he metido ni un pijama.

  • Qué más da... Si ibas a dormir desnudo igual, jajaja.

  • También tienes razón.

Me despeloté y no me molesté ni en esconder mi semi erección mientras iba al baño a lavarme lo dientes. Ella vino después a lavárselos también, me miró de arriba abajo y se echó a reír:

  • ¿Ya estás así? Jajajaja

  • Es el alcohol.

  • No, no. Si no me quejo. Espectáculo gratis. Me ahorro ir a un bar de estriptis para ver un buen rabo, jajaja.

Y me dio una palmada en el culo. Eso me terminó de excitar.

  • Hija puta, no me des palmadas en el culo que me vengo arriba.

Se reía mirándome el rabo.

  • Te jodes, que además de un pollón tienes buen culo. Y estás aquí de gratis, jajaja.

María iba bastante borracha pero no perdía detalle de mi ya erecto rabo.

  • La tienes el doble de grande que Salva (su ex).

  • Pues sí que la tenía pequeña.

  • A tu lado normal, jajajja.

Me dio otro azote y se fue al cuarto entre risas y caminando torpemente. Yo me quedé en el baño y me hice una señora paja que puso el váter perdido. Prometían estos días.

Dormí relajado por el alcohol y la paja. Cuando me desperté María estaba desayunando en salón y yo tenía la clásica erección mañanera. Así que sin perder más tiempo salí del cuarto y enfilé hacia el baño.

María al verme me saludó y acto seguido sus ojos fueron a mi rabo.

  • Buenos días señor pollón.

  • ¿Le hablas a mi rabo?

  • Claro, como va por libre y esta ahí a la vista, jajaja.

Esta vez iba a probar ir sin ropa todo el tiempo, es algo que no hago nunca pero no siempre tengo la ocasión de exhibirme constantemente. Quizás así se le afilasen los dientes aún más y me metiese más mano. Hice pis y me preparé el desayuno ya con la erección bajada por haber orinado.

Marta estaba en el sofá mirando el móvil y mirándome a mí.

  • ¿No te vas a poner ropa?

  • No tengo pijama. ¿Te molesta?

  • No, no, no. Mejor para mí.

Y me dio un repaso de arriba abajo. Ya me valía la pena ir al gimnasio solamente porque se me comiesen las chicas con los ojos. Y si me manoseaban mejor.

Nos fuimos a la playa y al volver la llamó una amiga. Ella se fue como a la terraza para hablar por teléfono y yo no le di importancia hasta que silencié el portátil y pude escuchar incluso con los auriculares puestos.

  • Te lo digo en serio, jajajajaja. No, no. Nada, jajaja. Vale, venga. Nos vemos a la noche.

Conversación breve, pero las risitas me hacían sospechar.

  • Oye, que Amalia viene este finde. No sabía si venir pero cuando le he dicho que te habías dejado el pijama en casa e ibas desnudo por el apartamento me ha dicho literalmente "voy hoy mismo cuando salga del trabajo", jajajajajaja.

  • No jodas.

A Amalia siempre le he gustado. Es una chica bajita, con un cuerpazo de escándalo (tetas redondas y bien puestas, culo respingon, piernas turgentes, manos  y pies bonitos... Pero la pobre es fea como una nevera por detrás y un poco pedorra). Todas las veces que he pensado en comerle la boca siempre se me han ido las ganas cuando hemos hablado más de 5 minutos o había mucha luz... Pero no había caído en que era posible que me sobase desnudo ya que era bastante descarada e impertinente. La erección estaba en camino...

Fuimos a la piscina, nos duchamos comimos y nos durmimos una señora siesta para paliar la resaca de ayer. Me desperté esta vez con una erección brutal y María la admiró.

  • Madre mía... A Amalia se le van a salir los ojos, jajajaja.

  • Joder, entonces me pondré calzoncillos aunque sea...

  • No, no. Que va a ser muy divertido. Con lo bestia que es sus comentarios no tendrán desperdicio. Pero igual te mete mano.

No podía disimular que la idea me excitaba, pero ya tenía una erección de caballo.

  • ¡Pues le cobraré! No sale gratis meterme mano.

  • A mí sí porque estás aquí de gratis, jajaja.

Y me dio otro azote en el culo.

  • No sé qué tienes más duro, si el culo o la polla, jajaja.

  • Mientras no me metas esos guantazos en el rabo...

  • No jodas, hombre. Que no soy tan bruta. Además mejor no tocar eso que si no la podemos liar, jeje...

  • Bueno, por ser tú y estar tu apartamento me puedes sobar lo que quieras que yo no te voy a meter mano a ti.

  • ¡Hombre, faltaría más!

  • Oye, ¿a qué hora viene?

  • Me ha escrito... Pues sobre las 20 estará aquí.

  • Joder, pues son las 20:10, está a punto de llegar, me voy a poner algo...

  • No, no. Tú salúdala tan normal. Que vea ese pedazo de rabo desde que entre por la puerta. Además me ha preguntado si estabas desnudo, jajajajaja.

  • Hostia...

  • Mira que a mí me gusta el espectáculo, pero Amalia igual se te amorra y no te suelta, jajajaja. Es que vaya polla tienes, macho... Date agua fría aunque sea.

Me senté en el sofá con el portátil encima y me relajé un poco. No me la quería cascar porque quería algo de tamaño para cuando Amalia llegase. Y no tardó, en menos de 5 minutos llamó abajo y subió.

Abrazó a María y yo salí a su encuentro. Me miró a la cara, me miró el rabo, y me volvió a mirar la cara.

= ¡Hola! Ay, qué chico más naturalista, oye. Así no te hubiera reconocido.

Le di un abrazo y ella se apretó bien, como si no llevara nada. Se separó como si nada sonriéndome, se volvió para hablar con María y cuando se volvió hacia mí lo primero que hizo fue mirarme el rabo antes que la cara. Tanto descaro estaba empezando a pasar factura y se me estaba poniendo morcillona.

= Me parece súper bien que vayas sin ropa, es como mejor se está.

  • En mi caso es que me he olvidado el pijama y María me deja estar sin ropa.

  • A mí me da igual, ya le he dicho que espectáculo gratis, jajaja.

= No, no. Desde luego, yo tampoco te habría dicho que no, eh. Hasta te habría escondido yo el pijama, jajajaja.

Que iba morcillón ya no lo disimulaba. El teléfono de María sonó y se puso a hablar con quien fuera. Entonces Amalia muy sonriente y como si nada entabló conversación.

= Bueno, ¡cuánto tiempo, eh! Hacía casi un año que no te veía. Estás mejor, ¿eh? Tienes más músculo y parece que has adelgazado.

Llevaba un vestido de tirantes simple pero ceñido y unas cuñas. Estaba muy buena y sabía elegir la ropa, aunque por mucho que se maquillase la pobre era fea... Pero era una chcia con un cuerpazo. Que se te coma con los ojos una maciza de este calibre te la pone dura más rápido. Empezó a palparme los brazos diciendo que se notaba que estaba más fuerte, y eso me la empezó a poner más dura.

Le dije que llevaba yendo un año más en serio al gimnasio y comiendo mejor y que se notaba. Me palpó también el pecho.

= Ay, me encantan los chicos cuando se ponen así fuertes con un torso más musculado. Es lo mejor. Y se te marcan los abdomin... Uy, vaya, jeje.

Ahí estaba mi polla totalmente erecta y dura desafiante ante su cara.

  • Sí, perdón. Es que hoy estás muy guapa y hueles muy bien...

= Nada, nada. Es natural. Y se agradece el piropo, ¿eh? Bueno, en tu caso piropazo, ¡porque madre mía!

  • Gracias, que maja eres, jodía.

Le di un beso en la frente y le sonreí. Ella me sonreía y me miraba el rabo.

  • Si quieres me visto ya que igual esto te incomoda...

= No, no. Si María te dice que puedes por mí no te vistas. ¡Tendría que estar  tonta para decir a un chico tan guapo que se vistiera!

Entonces apareció María colgando el teléfono y me vio el rabo.

  • ¿Ya estás así? Jajajajaj.

  • ¡Culpa de ella! Huele súper bien y lleva un vestido y unos tacones que le quedan de maravilla.

= Jajajaja, graciaas. Me los compré la semana pasada y son súper cómodos.

Se podía notar los latidos de mi corazón en mi polla. Me latía. Estaba desnudo con dos tías que me miraban más el rabo que la cara y a las que no les importaba que estuviera desnudo.

  • Bueno, me voy a duchar antes de cenar y salir.

Me fui para la ducha y María me dio un cachetazo en el culo mientras me decía exhibicionista.

En la ducha me hice una paja súper rápida y la leche salió catapulada lejísimos. Tanta excitación acumulada no me permitía disfrutar de las pajas.

Las oía reírse, sobretodo a María. Ya intuía de qué estaban hablando.

Cuando salí de la ducha y me fui al cuarto a vestirme ambas me dijeron que qué hacía con toalla. Les respondí que si no iba a mojar el suelo y les pareció bien, aunque me llamaron tímido entre risas.

Cenamos, bebimos y nos reunimos ya un tanto borrachos con Guillermo y los demás. Amalia estaba muy pegajosa esa noche intentando sacar conversación todo el rato. Me ponían muchísimo sus tetas, sus piernas, su culo, sus pies... Pero es que la pobre era muy fea y a veces rozaba lo insoportable... Pero saber que se comía con los ojos mi rabo le hacía ganar un plus...

En uno de los viajes al baño o a la barra de Amalia con alguno de los demás amigos María me cogió del brazo y me apartó:

  • He grabado la conversación con Amalia cuando estabas en la ducha.

  • ¡No jodas!

  • Sí, sí. No tiene desperdicio, jajajaja. Como te descuides te viola eh, jajajaja.

Me enseñó la grabación.

= Tía, ¡está buenísimo! ¿Pero y ese pollón? Buf, buf. Me he puesto cachondísima cuando estaba delante de él, si no llegas a aparecer me lo follo ahí mismo.

  • Jajajaja, os hubiera grabado.

= Uf, me hubiera dado igual, ¿pero cómo aguantas? Mira... A mí se me pasea así y creo que a los minutos estoy amorrada a ese rabo como un bebé a un biberón.

  • Jajajaja. No sé, lo veo como un amigo. Como un amigo que está tremendo, eso sí.

= ¿En serio no habéis hecho nada?

  • No. A veces le toco el culo, jajaja. Que una no es de piedra.

= Yo también quiero. Quiero sobarlo entero y quiero cabalgar esa polla.

  • Jajajaja, pues tenéis la otra habitación vacía.

= Me lo tengo que follar... ¡Esa polla me la tengo que comer!

  • JAJAJA, ¡qué salida estás, cabrona!

Esa conversación me la puso medio dura y aproveché la coyuntura para "bailar" uan canción de reguetón insufrible con Amelia restregándole mi semi erección. Que al final de la canción era una erección de caballo.

Ameía sonreía y se apretaba bien a mí. No es que quisiera sentirlo, lo necesitaba. O eso me parecía a mí por cómo se me restregaba que consiguió sacármela del calzoncillo.

Roberto intentó bailar otra de reguetón con Amalia, pensándose que también podría arrimar cebolleta, pero esta le dijo que no.

De camino a casa se me ocurrió que si dormía en una habitación yo solo quizás Amelia se animase a visitarme por la noche. Si se metía en mi cama iba a abusar de ella como un expresidiario.

Como iban bastante borrachas también aproveché para decirle a María que me parecía buen negocio que me metiesen mano por tener apartamento gratis. No tardó Amelia en decir que ella también quería y yo accedí aludiendo que "sería injusto una sí y la otra no". María se limitaba a reír.

Al llegar al apartamento moví mis cosas al cuarto de invitados y me desnudé. Estaba por la cocina recenando cuando Amelia salió del cuarto donde estaban con una camiseta de tirantes y con tanga de hilo. Tenía unas piernas musculadas cortitas, ella era bajita, pero muy bonitas. Unos pies bonitos ordenados con las uñas rosas y un culo... Virgen santa, qué culo... Nunca he lamido un ojete pero si me hubiera dicho que si se lo chupaba le podía reventar el culo lo habría hecho sin dudarlo.

Era redondísimo y turgente. Era una exageración, con razón le quedaban tan bien los vestidos.

Según venía me miró la polla y dijo que ella también se quería poner cómoda y me dio un cachete en el culo.

  • Joder, lo de meterme mano ya es tradición.

= ¡Yo sigo las normas de la casa!

Salió María y me dio otro azote en el culo. Me dijo que le echase un poco de la ensalada de pasta en el plato.

  • Señoritas, hay más partes del cuerpo. No hace falta estar todo el rato azotándome el culo.

  • Calla y sirve, jajaja.

Mientras servía noté una mano que me acariciaba la espalda y me apretaba las nalgas. Que me apretasen las nalgas me excitaba muchísimo.

= Madre míaaaa. Tienes un culo duro, duro, eh.

Pues como el tuyo, y le di un cachete en el culo.

= ¡Oye, descarado!

  • Qué duro está.

= ¡Mi esfuerzo me cuesta!

Entonces María le dio un cachete. Dijo que efectivamente estaba duro y se echó a reír.

= Qué perra eres, jajajaja. ¡Bueno, sigue sirviendo!

Y mientras servía los platos seguía tocándome el culo. Para cuando terminé ya estaba bastante morcillón.

Le di un plato a María, me miró el rabo y asintió en señal de aprobación. Amelia también me lo miró.

= Me he comido plátanos más pequeños, jajajajaja, ¡qué callado te lo tenías, eh!

  • Hombre, uno no va anunciando sus medidas de pene.

= ¡Pues deberíais! Bastante injusto es que vosotros sepáis si tenemos tetas grandeso  no y nosotras no sepamos que hay ahí.

  • Siempre puedes palpar.

= Ah, claro. A un chico que no conoces de nada. Para que se piense lo que no es. No, gracias.

Le di el plato a Amalia, nos sentamos a la mesa, nos recenamos lo que quedaba de ensalada, comentamos lo más meritorio de la noche y me fui a lavar los dientes.

Me estaba lavando los dientes cuando vino María. Sorprendetemente me tocó el culo con más suavidad y se dispuso a lavarse los dientes.

  • Estás demasiado bueno, cabrón. Y eso de ir con la polla al aire es una cabronada.

  • Mientras no la golpéis también se puede sobar (lo dije un poco más alto para que lo oyese Amelia).

  • Hombre, es que tocarte la polla... Igual es demasiado ya y se hace raro.

  • Qué va. Yo no te devuelvo los tocamientos, ese es el trato.

Nos lavamos los dientes en silencio, y yo con mi habitual estado de semi erección por la situación. María acabó pronto me dijo buenas noches, me dio un beso en la mejilla, miró mi rabo, lo agarró y le dio las buenas noches también. Yo me reí y se despidió dándome un azote en el culo.

Para cuando llegó Amelia a lavasrse los dientes la semierección ya era más erección.

= Chico, chico... Cualquiera diría que llevas viagra.

  • Es el alcohol.

Me sobó el culo mientras se lavaba los dientes y se me puso dura del todo.

= Es enorme... ¿Puedo tocar?

  • Claro. Las reglas es que me podéis meter mano cuando queráis, cómo queráis y las veces qué queráis.

No tardó en ponerse detrás asomándose por un lado y en agarrarme la polla con una mano y con la otra acariciarme las pelotas.

= Enorme y dura... Solo he tenido en la mano una como la tuya, pero era más fea.

La excitación era máxima. Su pequeña mano no daba para agarrarme el monstruo en el que se había convertido mi cipote en ese momento.

  • Si te metes en mi cuarto te aviso que te voy a violar. No digo folllar, ni echar un polvo. Hablo de que voy a abusar de ti como un salvaje.

= Ufffffffffffffffffff...

Me agarró con más fuerza el rabo.

  • Voy a abusar de ti como un expresidiario.

No decía nada me miraba fíjamente a los ojos en el espejo con el rabo en la mano.

  • ¿Te crees que puedes meterme mano y tocarme la polla sin consecuencias? No, señorita. Las cosas no funcionan así.

Me di la vuelta, la cogí del pelo y tiré hacia atrás con un poco de fuerza. Con la otra mano le agarré el culo y le olí del cuello a la oreja, rematando esa "esnifada" con un mordisco en el lóbulo de la oreja.

=Aaaah...

Le comí la boca con desesperación. Era fea, pero era mi puta esclava pese a que see pensase que yo era su juguetito sexual de vacaciones... Qué equivocada estaba.

Gemía con la lengua en su boca mientras con las manos le apretaba las nalgas hacia mí.

Me separé de ella, le dí la vuelta, le volví a coger del pelo y le di un sonoro cachete en el culo.

Acerqué la boca a su oreja y le susurré que fuese hacia mi cuerto. Luego le metí la lengua en la oreja.

No hablaba, solo gemía.

Entramos en el cuarto, cerré la puerta y la senté en la cama. Mi palpitante pollón estaba frente a su cara. La volví a agarrar de la coleta, le di un beso breve con lengua y le ordené que me la chupase.

Obedeció y empezó a mamar con impetú. Usaba ambas manos para abarcarme el rabo.

= Es muy grande, no te la puedo chupar bien...

  • Eso lo decidiré yo. Quítate la camiseta de una vez.

Se la quitó y le empujé la polla en la boca. La tenía tan dura que sabía que no me iba a correr así que le dejé chuparme el rabo hasta que me dijo que se le cansaba la boca.

La empujé sobre la cama, le separé las piernas y le empecé a comer el coño. Le metí los dedos también y acompasé a la mitad de ritmo mi lengua con los dedos. Estaba mojadísima.

Amelia empezó a gemir bastante fuerte y le tuve que tapar la boca. María ya debía saber lo que estaba pasando. Entonces Amelia apretó sus muslos contra mi cabeza y empezó a gritar. Menos mal que tenía la boca tapada por mi mano... porque aún así aquello era escandaloso.

Me acordé que había echado unos cuantos condones en la maleta "por si las moscas" (por si María no aguantaba verme desnudo y me pedía follar).

Abrí un condón y me lo puse en la polla bastante rápido y me abalancé sobre ella. Le metí la boca en la lengua y le empecé a meter el rabo sin prisa pero sin pausa mientras ella gemía.

Le bloqueé los brazos con los míos inmovilizándola y le tapé las boca mientras le comías esas gloriosas y redondas tetas. Estuve un rato con cada una mientras la embestía con un ritmo constante pero intenso.

Le volví a comer la boca y estaba vez la rodeé con mis brazos apretándome contra ella, quería estrujarla en el orgasmo que le iba a venir.

Y así fue, me empezó a chillar en la boca mientras la estrujaba. Este orgasmo había sido más intenso que el anterior.

= Me vas a matar...

  • Esa es la idea.

Le di la vuelta y le dije que hundiera la cara en la almohada para suavizar los gritos. Me dijo que no podía evitarlo. Hundió la cara en la almohada y le empecé a dar sonoros cachetazos en el culo mientras le lamía las nalgas. Eran redondas, respingonas y tersas. Eran una delicia.

Cuando le lamí bien las nalgas empecé a restregarle la polla por el clítoris. Ella echaba mano al rabo e intentaba que le entrase cuanto antes, pero yo la quería hacer sufrir un poco.

Le aparté la mano y le di un sonoro cachetazo. Entonces se la metí de golpe y ella emitió un largo gemido mientras sus manos se clavaban en la cama.

Empecé despacio porque mi rabo en proporción para ella era muy grande. Pero cuando se habituó al tamaño empecé a embestir con más violencia mientras le tiraba del pelo con una mano y con la otra le apretaba las tetas.

Ni 5 minutos estuve así cuando se llevó una mano al clítoris y empezó a frotar con violencia y a convulsionar.

Fue un orgasmo largo y ella gritó un otro tanto. Baje el ritmo mientras recorría sus piernas y sus pies con mis manos.

Giró la cabeza y me preguntó cuándo me iba a correr. Le dije que no lo sabía. Me dijo que la iba a matar que me corriera pronto por favor.

Me desacoplé un momento para coger otro condón y volví rápidamente a la misma postura. Le dije que se masturbase mientras le metía la polla.

Cogí un condón y me lo puse en dos dedos, froté su clítoris y empecé a rondar su ano.

  • Tssssssss... Voy a ir con suavidad y esto te va a gustar.

Empecé a meterle los dedos por el ano con suavidad y constancia hasta que entraron y ella gimió. Entonces volví a bombear con un ritmo constante. Le pegué en las nalgas y le dije que siguiera masturbándose. Me dijo que si se masturbaba ahora se iba a volver a correr y le dije que lo hiciera. Y así lo hizo, y no tardó en tener otro largo orgasmo con mis dedos en el culo.

Cuando terminó de correrse y esparmarse le saqué los dedos del culo, tiré el condón y le di la vuelta.

Le levanté las piernas y las puse a la altura de la cara. Le chupé un pie y se la metí mientras tanto.

= Ooooh, me encanta, sí. Chúpame el otro.

Sorprendido así lo hice mientras se masturbaba ya con mi polla dentro. Con una mano se tapó la boca y empecé a bombear con ritmo fuerte. El ruido de carne contra carne era muy sonoro. PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS.

Así durante minutos mientras la sujetaba de las caderas y estaba con las piernas levantadas hacia el techo.

Le sobrevino a los minutos otro orgasmo muy bestia y se tuvo que tapar la boca con las dos manos. Se arqueó tanto que mi polla se salió de su coño.

Le costó recuperarse de aquello.

= Por favor... No puedo más. Me estoy mareando...

  • Tú de aquí no te vas hasta que no me corra.

Me eché encima de ella y volví a comerle los morros, esta vez más despacio mientras le apretaba las nalgas y le frotaba mi petro cimbrel contra su clítoris. Estaba empapada y aquello era como tirar un salchicha por un pasillo lleno de aceite.

Se la hinqué de una tacada y emitió un gemido sordo y corto. La sujetaba del cuello por debajo mientras la rodeaba con el otro brazo y bombeaba con una cadencia lenta pero profunda.

Estuve así unos 10 minutos y ella me pedía que fuera más rápido que se iba a correr. Le tapé la boca y empecé a bombear bastante rápido. A los pocos segundos se empezó a arquear y a intentar separar de mí. Por lo que había visto si seguía follándomela mientras tenía un orgasmo se lo hacía más largo y eso hice. Me apreté bien a ella y seguí bombeando un poco más lento. No le permití apartarse, si podía matarla de placer eso iba a hacer.

Mi mano seguía en su boca y me la apartó.

= Aaaaaaaaaaaaaah, por favor para. Es demasiado, aaaaaaaaaaaaaah. Luego me voy a marear mucho, aaaaaaaaaaaaaaaaah.

Seguí bombeando pero cada vez más despacio hasta que el ritmo fue muy lento.

= Estoy muy mareada... Se me va la cabeza... Porfa, para. No me gusta estar tan mareada que luego no me puedo poner en pie...

  • ¿Para qué te vas a poner en pie? He dicho que iba a abusar de ti, y si hay que estar aquí dos horas hasta que me corra...

= No, por favor... Que no puedo más. Me escuece un poco el coño. La tienes muy gorda y no doy para tanto...

Miré mi reloj. Llevábamos 40 minutos y a mí no se me bajaba.

  • Dime, ¿qué vas a hacer para que me corra? Porque sigue dura dura...

Le decía esto mientras bombeaba muy despacito.

  • Podría follarte ese culazo que tienes...

= Qué dices, no, no... Tienes un rabo muy grande me desgarrarías viva...

  • Pues no te pienso soltar hasta que te desmayes de placer.

= No por favor... Que lo paso mal.

  • Si yo te voy a cuidar.

Y le di un beso suave en los labios.

  • No te va a pasar nada malo, solo que voy a abusar de ti hasta que yo no pueda más.

= No, no... Nadie me había follado así nunca, en serio. Déjame que no puedo más.

Me dio pena. Así que le di otro tierno beso.

  • Me la vas a tener que chupar pues.

= Sí, sí. Eso sí.

Se reincorporó torpemente y me la empezó a chupar despacito. Estaba desfallecida y se notaba.

Curiosamente esa mamada me estaba poniendo muchísimo. Me la chupaba despacio y la mitad del tiempo mi rabo no estaba en su boca porque me la chupaba como un helado.

  • Uf, Amelia, qué bien lo haces...

Y empecé a correrme. Fue un orgasmo intenso intenso que por un momento me hizo desconectarme del mundo. Mis manos estaban instintivamente agarradas a su cabeza y ella permanecía quieta. Empezó a toser y a escupir parte de la leche.

Después de toser me dijo que era demasiado y que no podía tragar tanto. Sue fue al baño, se limpió y se lavó los dientes.

Y ahí me quedé yo, dormido boca arriba con mi rabo goteando leche.

El polvo fue tan salvaje que Amelia decía al día siguiente que le dolía coño.  Desayunando yo establecí una nueva regla, "iba a abusar como un absoluto necesitado de toda aquella que entrase en mi cuarto".

= Buf... A mí me das miedo, eh. No puedes follar así con ese rabo.

María y yo nos reíamos.

  • Ya lo oí ya... Estuvisteis un buen rato, eh.

= ¡Pero si no me habían follado así en la vida! Pensaba que me mataba... Entre el alcohol y los orgasmos te juro que pensaba que me moría.

  • Culpa tuya por ponerme tanto. Encima con ese culo y ese tanga...

= ¡Me pondré pantalones cortos!

Y así lo hizo. Los dos días restantes se puso ropa interior y no me metió mano. María se reía mientras me tocaba el culo diciendo "pero si no hace nada, jajaja".

Incluso me llegó a palpar el rabo mientras le preguntaba si le daba miedo esto. Yo estaba en la gloria, aunque ojalá me hubiesen metido más mano...

Por supuesto seguían mirándome de arriba abajo cada vez que me paseaba por el apartamento. Esa noche de fiesta Amelia me dijo que era un salvaje... Pero que pensar en ese polvo la ponía cachonda. Que nunca la habían follado así y que se moría de ganas de chupármela. Que un pollón así no se encontraba todos los días. Eso sí, me pidió un poco más de delicadeza porque no estaba acostumbrada a unas sesionest an bestias.

  • Es posible... Pero ya sabes las reglas.

= Es que no puedes tener un rabo tan grande y ser tan bruto.

  • Pero si te traté con delicadeza.

= ¡Pero si casi me partes!

  • Me la pones muy dura, qué le voy a hacer.

Esa noche Amelia volvió a meterse en mi cama y le volví a echar un polvo como el anterior. Solo que esta vez no dejé ni que se tumbase para empezar a metérsela. Tal y como abrió la puerta la empujé contra la pared y empecé a abusar de ella. Como si fuera un enfermo.

Le prohibí irse a dormir con María, así que esa noche le cayeron dos más. Eso sí, más suaves.

Antes de echarle el último fui a la cocina a beber agua con la polla ya lista y dura ante la expectación de volver a abusar de Amelia. Entonces María salió del cuarto también a beber algo de agua y me miró el rabo con sorpresa. Iba todavía bastante perjudicada.

Sin decir nada me lo agarró con una mano y lo movió mientras le decía que no matase a su amiga.

  • ¿Estás pudiendo dormir?

  • Me he puesto tapones porque si no es imposible.

Volvió a mirarme la polla sin soltar el agarrae inicial. Estaba como sopesándola.

  • Con esto podrías matar a alguien.

  • Aún vive.

  • Eso espero, jajaja.

  • Ahora le voy a echar otro.

  • Tío, jajajaja. Pero descansa.

  • No puedo, je. Y ahora si me disculpas voy a ver si la mato.

Parecía un poco reluctante a soltármela, pero la soltó.

  • Estás demasiado bueno y demasiado salido, jajajaja.

Entré al cuarto, y como estaba durmiendo boca arriba empecé a lamerle el coño muy despacito para ir calentándola. Un gemidito inicial me indicó que iba por buen camino...

Por la mañana tenía ojeras y cara de sueño. Estaba sentada en la mesa con las dos manos en su cara y una taza de café debajo. No decía nada.

  • Eres una bestia, macho. Casi la matas.

  • Esa era la idea, ¡pero la cabrona sobrevive!

= Oye, María, ¿te importa si me echo una siesta antes de irme? Así no puedo conducir ni de coña...

  • Sí, tranquila. Échatela en la cama donde estoy durmiendo yo y no te preocupes, que no voy a dejar a este violador entrar.

= Uf, sí, gracias...

Durmió hasta las 21 y llegó a su casa a las 0:30. Nosotros fuimos al día siguiente y me dijo que la próxima vez que fuese a ir a la playa que me avisaría a mí. Que era el mejor compañero de viaje que había.