Maria la celadora (1)

Maria la asitente de la china castiga a sus esclavas con la fusta y el cepo para domarlas y despues venderlas, una prision de transito excelente, boquillas.

Maria la carcelera.

Esa noche estaba cansada y con deseos de tener una sesión de de cariño y ternura, se había pasado el día dando castigo a las esclavas, a cuatro le había reforzado las cadenas, a dos les puso bozal de metal, a una le fijo una mascara metálica y a otra la condeno a andar con un cepo de cabeza y manos que la china había comprado recientemente y estaba deseosa por poner a prueba, era un artefacto excelente.

De látigo y fusta para que hablar, le dolía el brazo derecho de usarlo, mañana todo comenzaría marcando al fuego a la cocinera que había intentado escapar, estaba preocupada en como encadenarla de manera tal que pudiera trabajar con soltura y no pudiera salir de la cocina, por ahora la tenia amarada con grilletes a la cruz de San Andrés, la gorda era protestona y mal hablada, era una lata, pero ya la enseñaría muy bien.

Fue a su cuarto, allí se cambio de ropa, se puso otras botas brillosas, cambio su boquilla de trabajo de seis pulgadas por una de oro mucho mas larga y prendió el primer cigarrillo magenta de la noche, pensó en que látigo coger pero termino decidiéndose por la fusta de lujo y una pequeña pluma de baterías para dar electricidad de bajo voltaje, quería ir a buscar una esclava para que la bañara.

Solo tuvo que abrir la reja que daba al pasillo de las celdas donde dormían las esclavas y escoger la que mas le apeteciera, se le había quedado en la mente la que había sometido al cepo itinerante, era nueva y rebelde todavía, la china también la deseaba y el amo le había echado el ojo por su talante salvaje e indomable, tendría que ser cuidadosa en sus relaciones con ella, le habían dado como nombre Sheila, Sheila Chan, apellido que tenían todas las que estaban encerradas allí esperando ser enviadas al mercado de Londres o para ser vendidas a mujeres ricas de la localidad como esclavas domesticas o sexuales.

Maria primero inspecciono las celdas, estas eran muy limpias y confortables, con un baño con todos los requisitos para el mas exigente, todas tenían una cama camera, video con películas pornográficas, revistas de sadomaso, un refrigerador pequeño con agua y jugos, a veces con frutas, una amplia ventana con rejas daba a un jardín con una fuente y árboles donde cantaban los pájaros, las sabanas y la ropa de cama eran inmaculados y en una esquina había una mesita con flores, era como un hotel de lujo, la reja estaba por fuera de la puerta que conducía al resto de la prisión.

Lo único que recordaba que lo habitaban esclavas era un cepo de dos plazas en una esquina y que en todos los muebles, incluyendo la cama, había cadenas con grilletes y en el centro del local una argolla con dos largas cadenas, que se usaban para que las mujeres durmieran tranquilas y pudieran ir al baño con seguridad.

Era casi impensable poder escapar de ahí.

Al final estaban dos locales muy importantes, la mazmorra de castigos, detalladamente equipada y la enfermería, donde una doctora raptada atendía a las prisioneras auxiliada por una enfermera que estaba encargada de los castigos más duros en la mazmorra.

Aquello era un negocio muy bien montado y en extremo agradable para sus dueños.

La esclava Sheila estaba en la celda numero tres, la tenían sola y conservaba puesto el cepo, además estaba sentada con los tobillos encadenados a la butaca, en la boca tenia una bola de goma roja consistentemente embutida, se babeaba por el lado, era evidente que la china había pasado hacia un rato por allí.

Maria le paso la fusta por la cara y le dijo que podía mirarla durante un rato, la observo profundamente y entonces le dijo que si se portaba bien sumisa le quitaría la bola y la dejaría fumar y que quizás hasta le sacaría el cepo por un rato, Sheila asintió discretamente, cuando sintió pasar la boquilla de oro por su boca se abalanzo sobre ella e inhalo con desesperación.

La celadora profesional se desquito sacando la pluma eléctrica y pasándosela por el clítoris, ya estaba mojada y comenzó a dar alaridos, pero también tuvo un profundo orgasmo y chorros de líquido salían de su bella vagina.

Así la tuvo Maria por largo rato, entre largas fumadas de la boquilla que le ofrecía, electricidad y orgasmos, hasta que se aburrió y le dijo o te callas o mañana te marco en la cara y para demostrar que no andaba jugando le dio un fustazo en el seno y otro mas duro en sus partes.

Bueno, te has ganado que te quite el cepo por esta noche pero te dejare con la cadena larga en una pata para que me bañes con mucho cuidado y me la mames muy duro mientras yo fumo mucho con la boquilla y la fusta en la mano.

A todas las que le guste el relato escríbanme.