María jovencita tetona. La fisio escribe relatos.

María comienza a trabajar como fisioterapeuta en su casa. Un paciente descubre sus relatos eróticos en todo relatos.

María llegó a casa, el apartamento era pequeño, salón-cocina separado por una encimera que hacía de barra desde el lado del salón, un dormitorio, un baño y otra habitación habilitada para dar sus sesiones de fisio. En aquel pequeño cuarto era donde atendía a sus escasos clientes como fisioterapeuta, de momento era lo único que se podía permitir. La entrada daba directamente al salón, muebles sencillos de IKEA, un sofá amplio y un gran espejo de pared junto a la entrada, se quedó mirándose frente a él, se notaba cansada, desde la reciente boda con Carlos las cosas no habían ido del todo bien económicamente.

De madre colombiana y padre español había heredado los rasgos latinos de su madre; “no estoy mal” se dijo, mirándose al espejo. Morena de larga melena rizada, bajita, apenas 1.60. De pecho muy voluminoso, demasiado para su gusto, siempre había tenido complejos al llamar demasiado la atención de los hombres, su cinturita delgada le hacía resaltar sus curvas y su culito redondo y morcón hace que ella a diferencia de los hombres prefiere verse de espaldas que de frente, “es lo que hay” se dijo.

Con apenas 22 años llevaba 6 meses de matrimonio con Carlos, bastante precoz pensará la mayoría pero se notan los genes latinos por parte de madre, a María no le gusta dejar que las cosas se enfríen, impulsiva y pasional como su madre.  Apenas hacía unos meses que había terminado de licenciarse en Fisioterapia, publicaba anuncios en internet buscando clientes que atendía en aquel pequeño cuarto amueblado con una camilla, unas estanterías y unos pocos detalles que le daban un toque bastante personal.  Abrir la puerta de aquel cuartito era impregnarse en aromas de aceites y esencias, una adecuada iluminación, música relajante y se convertía en un espacio muy acogedor.

Estaba siendo difícil hacerse con una clientela, recién licenciada había optado por poner precios económicos, 30 euros la sesión. La mayoría de los clientes masculinos al verla se le insinuaban preguntando si ofrecía “final feliz”, ella no perdía la compostura y con una agradable sonrisa respondía que solo ofrecía un masaje profesional. Para el trabajo vestía un uniforme parecido a las enfermeras de los hospitales, pantalón blanco ceñido con gomas a la cintura y una casaca blanca abotonada de arriba abajo de forma discreta.  Tenía un cliente fijo, Jaime, separado recientemente, de 42 años, iba tres días por semana y le pagaba 100 euros, 90 por las tres sesiones y diez de propina. María se conformaba en ese momento con encontrar tres clientes como Jaime que le garantizaran los mil euros al mes pero de momento se tenía que conformar con clientes esporádicos, muy contados, los comienzos estaban siendo bastante difíciles.

Carlos, su reciente marido, con 26 años era un joven apuesto, buena persona, nunca se le había dado bien estudiar y trabajaba como operario en una pequeña empresa de reformas, era un excelente manitas. Muy enamorado de su mujercita pero muy poco pasional, el sexo nunca había sido el plato fuerte de la pareja, lo cierto era que Carlos era un hombre poco dotado y con problemas de eyaculación precoz, lo intentaba compensar con juegos, caricias, sus manos y su boca eran mejores armas en la cama que su verga. Falto de carácter, un poco apocado, disfrutaba más con la masturbación que con la penetración. María se había casado con él siendo consciente que a su marido le excitaban más las situaciones de voyeur dónde ella era la protagonista con otros hombres que practicando sexo con ella. A Carlos le costaba reconocerlo abiertamente, no solamente eso sino que solía comportarse de forma bastante celosa. María lo tenía claro, a Carlos le ponía ser tratado como un cornudo por mucho que no lo quisiera reconocer y  consciente de ello, en la intimidad para excitarlo le hablaba de miradas o insinuaciones de otros hombres, nunca fallaba esa estrategia, sabía muy bien cómo ponerlo cachondo. En cualquier caso el sexo en la pareja quedaba en un segundo plano.

Quizás aquella falta de pasión en la pareja fuese la causa de que María se había animado a escribir relatos eróticos en la página de todorelatos hacía ahora 8 meses. Lo hacía a espaldas de Carlos, cuando estaba sola, desgraciadamente eran muchos los momentos en los que estaba en casa esperando la llamada del ansiado cliente en los que aprovechaba para escribir sus relatos. Había disfrutado de una adolescencia muy activa sexualmente y solía mezclar en sus textos experiencias reales con sus propias fantasías, la combinación le resultaba excitante y morbosa. Escribir era su válvula de escape en el sexo, solía masturbarse mientras lo hacía y especialmente leyendo las docenas de mails que recibía de sus lectores. Era consciente de que le faltaba mucho para ser una buena escritora, pero le ponía voluntad en intentar mejorar a cada nuevo texto.  Poco a poco había conseguido tener un considerable número de fieles seguidores que le reclamaban cada vez con mayor ansiedad la continuación de sus relatos. “No lo estaré haciendo tan mal”, se decía al ver que enviando de media un texto a la semana había conseguido alcanzar los! Dos Millones de lecturas!

Se sentó en el sofá abriendo la lata de refresco que acababa de coger de la nevera cuando sonó el móvil. Era un mensaje de Jaime, su único cliente fijo. -Hoy llevo el día complicado, ¿Puedo ir una hora más tarde? - preguntaba Jaime.

-No te preocupes Jaime, no tengo ningún compromiso, estaré en casa. Quiero aprovechar para escribir un ratito -respondió María. Jaime era una de las pocas personas que sabía su afición por escribir relatos, asiduo lector de la página la había reconocido por sus fotos de instagram y solían aprovechar las sesiones de Fisio para comentar sobre los relatos escritos. A Jaime le encantaba darle su opinión, las cosas que según su criterio debería mejorar, lo que más le había gustado etc. Le costó sincerarse con ella y decirle que la había reconocido desde el primer día pero en aquellos meses que le atendía como paciente se había forjado una buena amistad entre los dos. Jaime siempre se había comportado de forma muy correcta, ni insinuaciones ni comentarios fuera de tono. Para María era agradable contar con “un amigo” con el que hablar con franqueza de sus relatos, una confianza que no tenía con su marido temerosa de cómo pudiera reaccionar.

-¿Vas a terminar el relato de “La tetona y el cuidador”?, tengo muchas ganas de saber cómo finaliza -preguntó Jaime en el siguiente mensaje.

-De momento no, lo tengo parado, estoy recibiendo muchas críticas por haber puesto de protagonista a una mujer discapacitada de la que se aprovechan los hombres. El último texto apenas alcanza las 15.000 lecturas cuando mi media es casi el doble, pero luego te cuento. -respondió María

-No hagas caso a esos mojigatos, hay textos mucho más duros que los tuyos. Tienes que escribir lo que sientas, lo que a ti te guste, has creado tu propio estilo, tus lectores lo son por tu forma de contar las cosas, no dejes que te cambien. -Aquellas palabras de Jaime animándola provocaron una sonrisa en su cara. Había recibido muchos mensajes en el mismo sentido, incluso de personas con discapacidad, no tenía ninguna intención de cambiar su estilo. En primer lugar escribía para ella, lo que sentía en cada momento, no tenía ninguna intención de acomodarse a los gustos de nadie.

- Gracias Jaime, no pienso hacerlo. Cuando vengas te haré un spoiler de como quería terminar la historia del cuidador. ¿Sabes?, he alcanzado los dos millones de lecturas, estoy contenta. Ahora lo que me preocupa más es conseguir clientes de fisio, con los relatos no se vive -respondió María.

-Guauuu!! Felicidades preciosa!, dos millones de lecturas suena muy bien, ¿no? Ten paciencia en las dos cosas, llevas poquito tiempo verás cómo las cosas mejoran. Creo que te he conseguido un nuevo cliente, tengo un amigo que han operado de la espalda y necesita rehabilitación, le he hablado de ti, si te parece le doy tu número y que te llame para concertar cita. -dijo Jaime

-!Claro Jaime, gracias! Será bienvenido -respondió María agradecida por aquella noticia. Necesitaba sin falta conseguir nuevos clientes, Carlos le había dicho aquella mañana que no sabía si cobraría aquel mes. El cliente para el que trabajaban estaba resultando ser un mal pagador y les debe varias mensualidades. Habían conseguido aquel pisito barato porque necesitaba muchas reformas y el jefe de Carlos les ofreció reformarlo con su empresa pero ahora debían de pagar cada mes una cantidad que se llevaba casi todo el sueldo de su marido, María necesitaba generar ingresos sin falta.

Al poco rato de colgar con Jaime recibió la llamada de su amigo, concertaron una cita para aquella misma tarde, después de atender a Jaime atendería a su amigo. Las horas pasaron con rapidez y pronto llegó la hora de la cita concertada, se llamaba Antonio, por lo que le dijo eran amigos Jaime y él desde la infancia, habían ido juntos al colegio, casado, empresario, moreno, alto, corpulento, con una gran barba poblada que lo hacía bastante atractivo. A María le pareció un hombre elegante, educado, no hablaba mucho pero le ponía un poco nerviosa aquella mirada fija, penetrante. Se sentía observada, no en el sentido de mirada obscena sino de ese tipo de miradas que parece te estén analizando, escrutando cada reacción. Aquella primera sesión fue bastante silenciosa, María se esforzaba en trabajar su espalda recién operada, en su cabeza solo había un pensamiento “Ojalá le guste y venga varias veces por semana” , necesitaba aquel dinero.

Tumbado boca abajo sobre la camilla Antonio recibía el masaje, siguiendo las indicaciones de María se quitó la ropa quedándose tan solo con su slip, un boxer ajustado color negro, una toalla blanca le cubría de cintura hacia abajo. -Lo haces muy bien, me gusta, creo que vendré varias veces por semana si me puedes hacer un hueco - dijo Antonio viendo que llegaba el final de la sesión.

-Claro, será un placer tenerte como paciente, tu amigo Jaime viene tres días por semana ¿te interesaría algo así? -respondió María con voz amable al tiempo que terminaba el masaje.

-Si, tres días a la semana estaría bien de momento, incluso no me importaría venir todos los días de lunes a viernes, necesito recuperarme de la espalda cuanto antes, si tu dispones de tiempo, claro.- dijo Antonio

María calculó al instante, cinco sesiones por semana ciento cincuenta euros, seiscientos al mes. Aquello era estupendo, mucho mejor de lo que esperaba, ese dinero les solucionaba el mes, sus ojos brillaron de emoción.

-!Sería estupendo!, no hay problema de horarios, llevo poco tiempo trabajando, los comienzos siempre son duros, además me case hace seis meses y ya te puedes imaginar que se nos acumulan los gastos -dijo María de forma inocente, el tono de su voz demostraba demasiada alegría. Con el tiempo aprendería que en una venta no hay que demostrar tanta alegría por colocar el producto, el comprador puede pensar que no compra bien, que le están engañando, que lo puede conseguir más barato, siempre es mejor que el que compra se quede con la sensación de que ha conseguido un trato especial,

Antonio se incorporó, sentándose en la camilla, le devolvió la sonrisa, estaba contento de verla tan dispuesta, tan interesada en tenerlo como cliente.

-Una chica tan guapa como tú no debería tener problemas en conseguir clientes, yo podría recomendarte…. Me gusta como escribes, Jaime me habló de tus relatos hace varios meses y ahora que te conozco estas mucho mejor que en las fotos de instagram, deberías actualizarlas, hace tiempo que no pones ninguna reciente. -dijo  Antonio mirándola de nuevo con aquellos ojos que se clavaban en su cuerpo.

María se quedó sorprendida por aquel comentario, Jaime no le había dicho nada de aquello. Se sentía incómoda sabiendo que aquel hombre leía sus relatos y al mismo tiempo lo tenía de paciente.

-Tranquila, no te preocupes, ya me dijo Jaime que tu marido no sabe nada de tu afición como escritora -dijo Antonio al ver la cara de María. La estaba tanteando, jugando con ella, después de ver el interés por tenerlo de cliente, se notaba que aquel hombre estaba acostumbrado a tratar con vendedores y había visto la ocasión, María sin querer había mostrado sus cartas demasiado pronto.

-Es solo un hobby, me relaja, tan solo soy una escritora aficionada -respondió María intentando zanjar el tema.

-Lo haces muy bien, tienes mucha imaginación, consigues el objetivo de meternos en tus historias, ponernos calientes, mmm. Creo que no lo sabes pero hace tiempo que te escribo a tu mail comentando tus textos, alguna vez he tenido suerte y me has respondido -dijo Antonio vistiéndose y sacando un boli de su americana para anotar en un papelito una dirección de email.

María cogió aquel papel y leyó el nombre del mail, la verdad es que recibía tantos que no lo recordaba pero seguro que no tardaría en revisar su correo nada más que se fuera aquel hombre. No dijo nada en respuesta a su último comentario, viendo como su cliente sacaba la cartera y le ofrecía tres billetes de 50 euros.

-Tranquila imagino que recibes demasiados para reconocer el nombre. ¿Te parece bien si te pago ya las 5 primeras sesiones?, Me vendría bien venir al final de las mañanas, de 12 a 1 por ejemplo. -dijo Antonio dándolo por sentado, no fue una petición, él se acaba de poner el horario.

-Prefería por las tardes pero si no puedes a otra hora …-respondió María, disponía de tantas horas libres que hubiera preferido ocupar las tardes para tener disponibles las mañanas.

-Me va mejor por la mañana -respondió secamente Antonio, alargando la mano para que María cogiera los tres billetes.

-A las 12 está bien -respondió María alargando la mano para coger los tres billetes de 50, pero la mano de Antonio no los soltó.

-Mañana traeré mi tablet, me gustaría leer algún relato tuyo mientras me das el masaje, ¿no te importa, verdad? -de nuevo las palabras de Antonio sonaron a que lo daba por hecho, pero su mano sujetaba los billetes, sin soltarlos, esperando la respuesta de María.

-No, no me importa pero quizás no sea el momento más adecuado para leer relatos eróticos -respondió María sin poder evitar sentirse un poco avergonzada por aquello, que leyeran relatos eróticos suyos mientras daba un masaje era algo que ni siquiera había imaginado nunca.  Al instante el hombre aflojó la mano y ella se quedó con los tres billetes.

-A mí me parece un momento perfecto,  tumbado mientras trabajas puedo leer perfectamente con la tablet. Seguro que te gusta escuchar tus relatos de la voz de un fiel lector y  creo que podré darte alguna idea para nuevos relatos. No admito un no por respuesta. Nos vemos mañana María -dijo Antonio con aquella mirada fija, penetrante, que se clavó en los ojos de la joven fisioterapeuta,  encaminándose hacia la puerta a continuación, sin esperar respuesta.

Una vez que Antonio se hubo marchado y María se quedo sola en casa tuvo una sensación extraña de sentimientos enfrentados, estaba contenta por haber conseguido aquel nuevo cliente pero al mismo tiempo le incomodaba aquella idea de que un extraño leyese sus relatos mientras ella trabajaba. La forma de mirar de Antonio la intranquilizaba, era tan fija y penetrante que se sentía con la necesidad de bajar su mirada incapaz de aguantar,  el tono de voz seco, dominante, imprimía carácter a su personalidad. Del mismo modo que un gay distingue a otro tan solo con la mirada un sumiso distingue a un dominante especialmente por su tono de voz y su forma de mirar.

Me produce risa cuando le confiesas a un hombre que eres una persona con ciertas tendencias sumisas y automáticamente se piensa que por ordenar lo que sea tú vas a obedecer ciegamente. Ser dominante o sumiso el algo que se siente, se interioriza y se manifiesta de forma sutil con pequeños detalles, se es o no se es, no se improvisa. No hay nada más ridículo para una persona sumisa que enfrentarse a un falso dominante, el resultado suele ser la burla en lugar de la obediencia. Dominantes y sumisos, ambos roles, incluyen de serie un pequeño radar interior que detecta de forma automática los polos opuestos cuando se encuentran, igual que si fuese una atracción magnética.

En aquel momento el imán interior de María estaba cargado al máximo, su batería marcaba el 100%, Antonio era el perfil de un macho Alfa puro, dominante de forma innata, aquello era una realidad palpable para ella. Lo vio con la misma claridad con la que se dio cuenta que él había percibido su tendencia opuesta. Mientras lo pensaba notó la prueba más evidente de que no estaba equivocada, estaba mojada, caliente como una perra (mis lectores habituales recordarán en mi primer relato las diferencias  entre los conceptos, perra, puta y golfa).

María se dirigió de nuevo al cuarto que empleaba para trabajar, después de cada paciente abría la ventana, cambiaba la toalla, limpiaba y perfumaba de nuevo la habitación. Aquella tarea no le suponía más de cinco minutos, de pie junto a la camilla se bajó aquel pantalón blanco, amplio, con gomas a la cintura, debajo una braguita blanca vulgar, de mercadillo, estaba empapada, sus manos tiraron de las gomas laterales hacia abajo dejando al descubierto su sexo, velludo como le gustaba a su marido, estilo años 70, estaba mojada, excitada y su mano derecha bajo directa a la raja, necesitaba hacerse un dedo con urgencia. Sus dedos maniobraban ávidos por acariciar el clítoris y meterse en su coño, se deslizaban entre el generoso felpudo mientras separaba las piernas, no tardó en alcanzar el orgasmo, un generoso squirt regó el suelo mojando sus muslos mientras encharcaba el suelo entre jadeos.

“Joder como me ha puesto ese tío” pensó María al tiempo que recordaba sus palabras, le había dicho que como lector le había mandado varios correos, cogió el papel que había dejado en la estantería con la dirección del mail y fue directa al salón  para buscar su portátil. Lo encendió y fue directa a la cuenta de correo, tecleó en el buscador de gmail la dirección anotada por Antonio en el papel y al instante aparecieron una docena de correos.

Comenzó a leerlos, los primeros eran bastante inocentes, los típicos de felicitación que recibía a docenas pero poco a poco después de que ella respondiera alguno se notaba que iba subiendo el nivel. Releyó una de sus respuesta, debió de pillarla en algún momento de calentura y en ella le confesaba algunas de sus fantasías como sumisa, le hablaba de  lo caliente que la ponía saber que se pajeaban leyendo sus relatos, de cómo se masturbaba leyéndolos y cosas así. Aquel mail suyo le había dado alas a su interlocutor, los dos últimos mails de Antonio habían sido descaradamente provocativos, obscenos, directos. El último correo incluía un archivo adjunto con uno de los llamados “tributos”, se veían varias fotos suyas de instagram impresas sobre una mesa y una verga de generoso tamaño masturbándose hasta correrse sobre ellas.

María estaba acostumbrada a recibir a diario varios de aquellos llamados “tributos”, pajas corriéndose sobre alguna foto suya, le excitaba recibirlas, muchas veces se masturbaba viendo alguno de aquellos videos cortos donde sus fans le dedican estupendas pajas. Ahora conociendo al autor de aquel correo el significado era distinto, ya no era alguien anónimo, acababa de conocerle y encima lo iba a tener de paciente cada día. Buscó de nuevo los últimos cuatro correos y los releyó despacio mientras se bajaba de nuevo el pantalón, las bragas y se abría la casaca sacando los pechos fuera del sujetador, necesitaba masturbarse de nuevo.

Sus manos buscaron los pezones, duros como piedras, grandes, puntiagudos, resaltando en el centro de aquellas dos tremendas areolas oscuras similares a dos galletas. Se mordió los labios al notar la presión de sus dedos, mientras leía aquellos correos calientes, morbosos, donde ella era la fantasía de las pajas del hasta ese día desconocido fiel lector. Buscó de nuevo el pequeño video del último correo, quería correrse viendo otra vez como aquella verga se vaciaba de leche por ella. El texto que acompañaba aquel video era de lo más provocador para alguien como ella, tocaba la fibra emocional de una hembra sumisa como solo un macho dominante sabe transmitir. Las últimas frases del texto eran especialmente reveladoras, escritas entre comillas y en negrita, “Soy una perra obediente que desea sacarte la leche”, “Repítelo sin cesar, cuando veas el video y te toques el coño pensando en mi polla”. Ambas frases se reproducían en el vídeo como si fuesen subtítulos, una y otra vez.

María puso el vídeo en reproducción automática y continuó masturbándose repitiendo aquella frase. A medida que pasaba el tiempo su mano derecha aumentaba la velocidad de las caricias en su coño  y la izquierda hacía lo mismo con sus tetas. El nuevo orgasmo no tardó en llegar, sentada en el borde del sofá con las piernas separadas el chorro de flujo brotó regando el suelo bajo la mesita donde estaba el portátil. “¿Como puede ser que este tío me tenga tan cachonda? ”, se dijo María para sí al tiempo que se levantaba para buscar la fregona y limpiar de nuevo el suelo del salón encharcado por sus flujos.

Más relajada se hizo un café y se sentó de nuevo en el sofá encendiendo un cigarrillo, cerró el correo y apagó el portátil intentando evitar nuevas tentaciones. Unos minutos después un pitido de su móvil le indicaba un mensaje de whatsapp, era Antonio “Responde solo si o no. ¿Has leído mis correos?”, era como si aquel extraño estuviera viéndola por una oculta mirilla, como si supiera que acababa de correrse viendo aquel video.

-Sí -respondió María.

-”Ahora solo quiero que pongas un número. ¿Cuántas veces te has corrido? - ponía en el siguiente mensaje que recibió al instante.

María dudó en la respuesta, estaba tentada de negarlo, de decir que no se había masturbado incluso de pedirle que no le parecía apropiado como paciente aquel tipo de preguntas. “! Maldito creído! da por supuesto que me ha puesto cachonda” , pensó María antes de responder, al tiempo que su cabeza le decía que era cierto, ambos sabían que era así. -2 - respondió escueta tal como le pedía.

-! No está mal para el poco rato que hace que me he ido!, Repite lo que decías mientras te tocabas el coño viendo mi verga! Escríbelo!

Aquello era demasiado ya para María, no pensaba humillarse de aquel modo, ¿Quien se creía que era?, estuvo tentada por apagar el móvil en aquel momento, pero no lo hizo, tampoco quería perderlo como paciente, necesitaba trabajar aquellas horas. Lo mejor sería ignorar aquella pregunta, hacer como si no la hubiese recibido y fue lo que hizo, no hizo nada, se calló, no respondió, lo que en España suele llamarse “hacer un Rajoy”. Pasaron los minutos y no volvió a recibir ningún mensaje, “He hecho bien” se dijo María para sí, lo mejor sería olvidarlo.

Un par de horas después llegó su marido a casa, Carlos no tenía buena cara, no podía ocultarlo, se le notaba enseguida cuando algo no iba bien.

-Estos cabrones de clientes no pagan, nos deben tres meses, el jefe dice que mientras no paguen el no puede adelantar otra mensualidad más. ! Maldita sea, estamos jodidos! Te matas a trabajar para nada, Y nosotros mientras tanto tenemos que pagar la casa y atender los gastos, lo tenemos avalado con la propia casa. ¿Que vamos a hacer? -refunfuñaba mientras se acercaba al sofá para darle un beso a María.

-Tranquilo cariño, no te preocupes, saldremos adelante. Hoy he conseguido un nuevo cliente que vendrá todos los días, me lo ha proporcionado Jaime, se llama Antonio. -respondió cariñosa al tiempo que abrazaba a su marido.

-Vaya, menos mal, una buena noticia, algo es algo. El jefe ha dicho que hasta que no nos salga otro tajo para trabajar nos quedemos en casa, no está dispuesto a perder más dinero con esos informales hasta que no paguen lo que deben. ¿Cuánto dinero supone el nuevo cliente al mes?

-Seiscientos euros, ciento cincuenta a  la semana, ya me ha pagado la primera por adelantado. No es mucho pero con los que ya tengo podremos afrontar los gastos y si hay suerte seguro que sale algún cliente más, no te preocupes cariño -dijo María mimosa.

El salario de Carlos apenas alcanzaba los 1.200 euros mensuales, que prácticamente dedicaban en su totalidad a los gastos fijos. Gracias a los ingresos de María les permitía vivir sin grandes lujos pero sin faltarles de nada.

-! Que bien!, con un par de clientes como ese ganarías más que yo trabajando todo el día. ¿Que tal es el nuevo paciente?, ¿Crees que vendrá mucho tiempo? -preguntó Carlos que aquella noticia parecía haberle cambiado el mal humor y veía algo de luz. Lo cierto era que su poco carácter le hacía  angustiarse por cualquier cosa.

-Yo creo que al menos tiene para un par de meses, le acaban de operar de la espalda, viene a rehabilitación. Es un tipo de la edad de Jaime, son amigos desde pequeños, empresario, elegante, se nota que tiene dinero. Incluso me dijo que podría buscarme algún otro cliente.- respondió María que abrazaba mimosa a su marido intentando animarle. Seguía excitada, sus recientes corridas la tenían calientes, no le vendría mal un buen polvo, pensaba María mientras su mano se deslizaba entre las piernas de su marido buscando el paquete.

María seguía con su uniforme blanco puesto, no se había cambiado, a Carlos le excitaba verla vestida de trabajo. Estaba pendiente de cuando iba a llegar su marido y solía soltar un par de botones de su casaca, dejando que apareciese el sujetador,   jugaba con él, mostrándose insinuante y provocativa, sabía muy bien que cosas excitaban a su marido.

-Si les enseñas así el escote a tus pacientes no me extraña que quieran venir todos los días a verte. !Menudas tetas tiene mi mujer! -decía Carlos metiendo una mano dentro de la casaca blanca por aquel escote abierto buscando sus tetas.

-Tonto, sabes que cuando trabajo voy abotonada hasta el cuello. Mis tetas son solo para ti -respondió María dejándose acariciar al tiempo que se mordía sus labios y un pequeño gemido salió de su boca al notar el pellizco en un pezón de los dedos de su marido.

-¿Por qué no te pones la faldita blanca que te regalé a juego con la casaca en lugar de este pantalón?, estarías mucho más sexy, sabes que me gusta que te vean bien guapa.- dijo Carlos mientras bajaba una mano buscando la entrepierna de su mujer. Siempre le había fastidiado verla con pantalones.

-Cariño es un poco corta, no parece lo más adecuado vestir una minifalda para trabajar -respondió María que se sentía un poco incómoda llamando la atención.

-!No digas tonterías!, con estos pantalones y estos zuecos pareces la típica enfermera estrecha de los hospitales. ¿Para qué te regalé la minifalda?, si te la pones con esas sandalias de cuña que tienes estarás súper sexy. Estas mucho más guapa con algo de tacón y la cuña dices que es cómoda para trabajar, ya verás que contentos se ponen los pacientes, jajaja. Prométeme que te lo pondrás -insistió Carlos

-Está bien, te complaceré pero que sepas que no me gusta vestir así para trabajar . respondió María. Era plenamente consciente de que Carlos se excitaba viéndola vestir ropa sexy o algo provocativa, que otros hombres la viesen así, aquel tipo de fantasías eran su debilidad. Pero quien juega con fuego termina quemándose y María era consciente que provocar ese tipo de situaciones en algunos casos producía respuestas no deseadas por parte de algún hombre. Más de uno podía ilusionarse más de la cuenta y eso no era lo que ella buscaba.

-Gracias María, me encanta verte bien guapa. No puedo dejar de pensar en tus manos masajeando los cuerpos desnudos de tus pacientes mientras ellos te ven tan sexy mmm  ¿Que tal es el nuevo, esta bueno?

-Jajaja, no seas tonto, podría ser mi padre, tiene más de cuarenta.

-Y que mas da, los maduritos son los peores, van más salidos, el primer día cuando te ven se las pones dura, ¿verdad?, tumbados en la camilla, solo con el calzoncillo, sin poder ocultar la erección al notar tus manos acariciándolos. Dime la verdad, ¿se la has puesto dura? - preguntó Carlos mientras hacía levantar a su mujer para colocarla en cuatro sobre el sofá. Sus manos no tardaron en tirar de las gomas del pantalón para quitárselo igual que hizo con sus bragas. Con el culo en pompa y las piernas separadas María esperaba ansiosa la penetración de su marido.

María sabía perfectamente que aquel tipo de juego excitaba sobremanera a Carlos, era la excusa perfecta para conseguir las mejores folladas. Ella provocaba aquellas situaciones cuando estaba deseosa de sexo, algo muy habitual dada su calentura natural. Una vez puestos en situación tan sólo tenía que seguir el juego de Carlos, hablarle de su fantasía como si algo así se hubiera producido. La diferencia era que aquel día ella compartía con él la misma fantasía, sus dos corridas recientes daban buena prueba de ello.

-!Mmm síiii, fóllame, métemela! -gemía María al notar la verga de su marido frotarse entre sus piernas buscando su rajita empapada.

-!Responde!, ¿Se la has puesto dura?, ¿Se le marcaba el paquete? -insistió Carlos al tiempo que empujaba su verga en la entrada de la vagina de su mujer.

- Si, si, llevaba un slip ajustado, estaba empalmado al girarse boca arriba, casi se le salía fuera, era grande, muy grande Hm -

Aquellas palabras enardecían a Carlos, su verga más bien pequeña se ponía dura a reventar, desde que María había comenzado a trabajar en casa la mayoría de sus polvos eran recreaciones similares. Carlos no disimulaba que fantasear imaginando a su mujer poniendo calientes a sus pacientes era algo que se la ponía dura al instante. Comenzó a follarla con ganas, su verga entraba y salía del coño de su mujer a buen ritmo.

-!Claro que sí, claro que sí!, seguro que se estaba imaginando que te follaba así, que te la metía toda. O pensaba en tu mano acariciándole bajo el slip, imaginando que le hacías una buena paja, sacándole la leche mientras te inclinas ofreciéndole las tetas. -decía Carlos que  ya estaba a punto de correrse.

-!Mmm si, sí, soy una perra obediente que desea sacarle la leche! - dijo María de forma instintiva sin pensar en ese momento que había pronunciado aquellas palabras, las mismas que había repetido para correrse antes de la llegada de Carlos. En sus juegos nunca le había dicho aquella frase a su marido.

-!Toma leche, toma leche!, Para eso te pagan mmm, te dan dinero para calentarse contigo, para que se las pongas dura, mmm,  !Me voy a correr! mmm Ahh Uhmm Ahh -gritaba Carlos al tiempo que comenzaba a correrse, apenas había aguantado cinco minutos follándola.

-!No, nooo, no te corras aún!, Espera, espera, estoy a punto de llegar yo también - pidió María pero ya era demasiado tarde, Carlos se había vaciado por completo en su coño. La verga flácida se escurrió fuera de aquel refugio tan acogedor.

-Joder, lo siento, ya sabes que cuando me dices esas cosas me pongo como un burro, no me puedo contener -se excusó Carlos incapaz de encontrar otra solución para satisfacer a su mujer.

-No te preocupes -respondió María levantándose para ir al baño a limpiarse. Siempre aprovechaba aquel momento para terminar ella misma lo que su inexperto marido dejaba a medias.

Unos minutos después salía María del baño después de haber conseguido por si misma su tercera corrida de la tarde. Había dejado su uniforme de trabajo en una percha en el baño, cogió una camisa de Carlos, una camisa de franela de cuadros, tipo leñador, el no se la ponía y a ella le gustaba llevarla cuando estaban juntos en casa. Con las mangas arremangadas, sin nada debajo, con suerte sería capaz de animar a Carlos para intentar un nuevo polvo.

-Perdona María, me pongo como una moto cuando decimos estas cosas. ¿Te molesta que las diga? -preguntó Carlos al verla de nuevo en el salón. Desgraciadamente como muchos hombres pensaba solo en su propio placer, ni era consciente de si su mujer había alcanzado el orgasmo.

-Claro que no cariño, a mí también me calientan. Conozco muy bien tus gustos Carlos, ¿conoces tú los míos? -preguntó María sin poder contenerse, pasaban los meses y tenía la sensación que a su marido aquella vida sexual que tenían le parecía lo más.

-¿Que quieres decir? ¿Tú no disfrutas? -preguntó Carlos de forma inocente, realmente no se daba cuenta de nada. Su tono cariñoso, su voz preocupada, su inocencia, compensaba la faceta pasional. A pesar de aquella laguna María se sentía completamente enamorada de Carlos y sabía que era correspondida del modo que su marido era capaz de hacerlo.

-Si cielo, no te preocupes, te quiero - respondió María al tiempo que se fundían en un largo abrazo y un beso sincero. Pero aquel día algo había removido las entrañas de María, no dejaba de pensar en la cita que tenía con su paciente a las doce de la mañana.

-Yo también te quiero mucho, ¿lo sabes verdad? -preguntó Carlos

-Claro que si cariño, lo sé. Venga, vamos a cenar, entonces ¿mañana no tienes que madrugar? - preguntó María.

-No, mañana no curro, dormiré como un lirón. ¿El nuevo viene a las doce?

María asintió con la cabeza, cenaron y los dos se acurrucaron en el sofá  con una mantita para ver un ratito la tele, como todas las noches Carlos no tardó en dormirse. Después de un par de cabezadas se despertó y como un robot se levantó de un salto, -Buff ya me había dormido, me voy a la cama. ¿Te quedas a ver terminar la peli? -preguntó Carlos viendo como María asentía con la cabeza. Carlos normalmente se levantaba por las mañanas un par de horas antes que ella. Por las noches ella solía quedarse viendo la tele o escribiendo algún relato con su portátil cuando él se acostaba.

María no dejaba de pensar en la cita de las doce con Antonio, ¿cómo reaccionaría él?, ¿se atrevería a leer sus relatos mientras ella le masajeaba?, aquella situación podía ser muy incómoda. Por otra parte Carlos estaría también en casa y al mismo tiempo necesitaba aquel cliente, no se podía permitir el lujo de perderlo, no, aquel mes no. Le había dicho a Carlos que contaban con aquel ingreso los próximos meses.  Desde que había llegado Carlos a casa que tenía el móvil en silencio, lo puso así por si se le ocurría a Antonio enviar algún mensaje un poco indiscreto, no lo había vuelto a mirar. Se acordó de aquel detalle y fue a buscar su móvil, lo había dejado en la cocina.

Abrió el whatsapp, un par de mensajes de Jaime preguntando cómo había ido con su amigo, no los respondió al ver que había otro mensaje de Antonio, lo había mandado hacía tres horas, más o menos cuando llegó Carlos a casa -”Ya veo que no respondes. Será mejor que no vaya mañana, no quiero que te sientas incómoda. Me gusto conocerte pero comprendo que no quieras tenerme como paciente. Seguiré siendo un fiel lector de tus relatos. Puedes quedarte el dinero que te he pagado”-

María se quedó paralizada unos instantes, su cabeza intentaba encontrar la mejor solución a toda velocidad. Antonio la había tanteado para ver hasta dónde era capaz de llegar y al no obtener respuesta dio por zanjado el asunto, parecía un problema resuelto de no ser porque ella necesitaba aquel ingreso, había ilusionado a Carlos  diciéndoselo y sin querer admitirlo se sentía excitada y atraída por aquel hombre que acababa de conocer. ¿Como actuar ahora?, estuvo varios minutos meditando la respuesta, pero algo tenía claro, tenía que responder.

-Perdona Antonio, estuve ocupada, no vi tu mensaje. Si te quiero como paciente, no me siento incómoda,  ven mañana por favor - respondió María evitando responder la escabrosa pregunta que le había hecho en su penúltimo mensaje.

-Ya veo, has tenido tiempo para pensártelo. La perra se lo ha pensado mejor, pero tarde, es lo que tiene estar falta de una buena doma. ¿Y te atreves a pedirme que vaya mañana sin responder lo que te pedí? ¿Con quién te crees que estas tratando niñata? Primera lección, no me interesan tus excusas, jamás, si pregunto algo respondes a lo que te pregunto, sin adornos, sin florituras, si quiero que te extiendas lo diré.- leer aquello puso la cara blanca de María. ¿Pero quién se creía que era aquel tío?, acababa de conocerlo, el sentido común le gritaba que lo mandase a la mierda. Mentalmente se excusaba pensando que no podía permitirse el lujo de perderlo como cliente, pero era tan solo eso, una excusa, sabía perfectamente que aquel tipo de hombre había sido siempre una debilidad en su vida. ¿Por Qué una adolescente se tiene que encoñar siempre del chico malo?, era la eterna pregunta que generación tras generación quedaba siempre sin responder, ¿la atracción del mal era tan poderosa? María podía responder muy bien aquella pregunta, era un rotundo Si, aquellos hombres eran los que siempre le habían atraído.

-¿Que es lo que quieres? - escribió María, ella misma se daba cuenta de lo estúpido de la pregunta.

-! No me toques los huevos, ni siquiera tú eres tan tonta! Repite lo que decías mientras te tocabas el coño viendo mi verga !Escribelo!

Un nudo se había formado en la garganta de María, se encontraba metida en un laberinto sin salida. Antonio no parecía darle margen para hablar, para explicarse, para encontrar una solución, tenía que decidir si pasaba por el aro o no, así de fácil y de difícil al mismo tiempo.

-Soy una perra obediente y deseo sacarte la leche - escribió por fin María.

-Ves, no ha sido tan difícil. Es lo que decías mientras te tocabas el coño viéndome la polla en el video, ¿no es así?

-Si - respondió María cuidándose mucho de no responder nada más que lo que le había preguntado.

-¿Está tu marido en casa? ¿Dormido? ¿O esta a tu lado como un buen cornudo mientras zorreas conmigo?

-Se acostó hace un rato yo me quede en el salón viendo la tele -aclaró María.

Al instante el sonido del video llamado del Whatsapp, era Antonio, unos momentos de duda que inevitablemente la llevaron a responder.  La imagen de Antonio apareció en la pantalla, aquella mirada fija, penetrante la observaba ahora con el móvil, sonó aquella voz seca, grave, de tono firme.

-Repite ahora lo que decías mientras te tocabas el coño

-Soy una perra obediente y quiero sacarte la leche -volvió a decir María ahora con voz un poco temblorosa. Una mezcla de excitación y miedo recorría su cuerpo.

-! Ponte de pie!, estira el brazo, quiero ver bien que llevas puesto -sonó la voz de Antonio. María obedeció, maldito el momento que se había puesto aquella camisa de franela, era lo único que llevaba, acurrucada en el sofá con la mantita, ahora de pie era la única prenda que cubría su cuerpo.

-! Súbete la camisa!, quiero verte las bragas.-

María no podía disimular su cara de angustia, no había bragas que mostrar. El móvil en la mano derecha, la mano izquierda agarrando la camisa pero era incapaz de subirla, incapaz de aguantar la mirada de Antonio en la pantalla del móvil, bajó la cabeza.

-¿Que pasa? ¿No me oyes?.... se te menean mucho las tetas, ¿no me digas que no llevas nada debajo?

A María le costaba tragar saliva, mirar la pantalla, ni había pensado por un momento que Carlos pudiera despertarse. Rara vez se había levantado de la cama una vez acostado.

-Jajaja, mejor de lo esperado, me parece que ahora es mi turno tu ya te has hecho un par de pajas viendo mi polla esta tarde. !Abre la camisa, del todo!, !Ábrela bien para mí! !Quiero ver a Mi Perra!, Repite otra vez lo que decías mientras te tocabas, quiero escucharlo mientras te muestras para mí -Dijo Antonio, mientras en la pantalla del móvil se veía como él se levantaba de la silla y se bajaba el pantalón del pijama. Con total impunidad estaba dispuesto a pajearse mientras la obligaba a mostrarse para él.

-Soy una perra obediente y quiero sacarte la leche -repitió varias veces María mientras soltaba cada uno de los botones de la camisa, abriéndola por completo y mostrando sus pechos desnudos.

-!Uhmm menudos melones! Vas a conseguir sacarme la leche perrita, vas a conseguirlo de verdad! Siéntate en el borde del sofá, abre las piernas! quiero ver si es verdad que tienes el coño peludo como cuentas en tus relatos.

De nuevo María obedeció, la situación la superaba, un paso llevaba al siguiente y ahora se encontraba allí desnuda, expuesta, exhibiéndose para aquel hasta hoy desconocido Antonio. Instantes después estaba sentada como le había dicho en el borde del sofá, las piernas abiertas, mostrando su sexo desnudo en aquella porno llamada de teléfono.

-Haces honor a lo que cuentas en tus relatos, !Vaya felpudo!, enfoca bien un primer plano, quiero verte bien el coño.

María volvió a tragar saliva, aguantó la postura, su mano derecha apoyada en su rodilla enfocaba el móvil a su entrepierna. Los minutos se hicieron eternos.

-Repite de nuevo la frase que me gusta, desde este momento cuando te pida que digas “tu frase” ya sabes a cual me refiero. Enfoca ahora tu cara y las tetas, voy a correrme .-ordenó Antonio.

-Soy una perra obediente y quiero sacarte la leche - decía María cuando escucho los gemidos de Antonio corriéndose de pie, eyaculando directamente sobre el suelo.

-Uhmm muy bien!, !Lo has hecho muy bien perrita!, Mañana nos vemos a las 12 en tu casa, me has convencido para ir. Vamos a pasarlo muy bien leyendo tus relatos, tengo muchas preguntas que hacerte. Una última cosa, te prohíbo que te toques ahora, seguro que estas deseando hacerte un dedo. Ni se te ocurra tocarte el coño hasta que nos veamos mañana y por supuesto tampoco puede hacerlo el cornudo de tu marido - dijo Antonio que sin esperar respuesta colgó la video llamada.

María se quedó sentada en el sofá, con aquella camisa completamente abierta y las piernas separadas, mojada, caliente, deseando un orgasmo como nunca lo había deseado. ¿Cómo podía estar en aquel estado de excitación por un hombre que acababa de conocer?

CONTINUARÁ

Queridos lectores gracias a todos por esos dos millones de lecturas de mis relatos en ocho meses, por vuestros comentarios, por vuestras valoraciones en la web y por todos esos mails tan calientes.  Quiero dedicar este relato a cada uno de vosotros, el Antonio de este relato sois cada uno de vosotros, que cada cual ponga su nombre y se convierta en protagonista.

Besitos calientes

MariaRuizRed