María Inés

Después de besarlo y lamerlo de arriba abajo, comenzó a engullirlo con una maestría fenomenal, que me llevaba hasta el cielo y me hacía bajar de un solo golpe. Sus labios lo recorrían de la base a la punta una y otra vez, besaba mis testículos, los chupaba, yo estaba en el cielo....

María Inés

Quiero retroceder en el tiempo y contar otro relato 100 % real, la de mi primera experiencia con una mujer madura cuando tenía 25 años, cuando vivía en la ciudad de Santiago de Chile.

En el año nuevo de 1989, yo no tenía ningún panorama ya que acababa de terminar con mi novia, por lo que llamé a mis amigos de la Universidad, para preguntarles que harían, y ellos me indicaron que al igual que yo, cenarían en familia, y que para después no tenían nada planificado. Entonces convinimos en que después de cenar y darnos el abrazo de año nuevo con nuestras familias, nos juntaríamos y saldríamos a algún local nocturno por lo menos para tomar algunos tragos, conocer a algunas mujeres, bailar, y hacer alguna otra cosa si se daba la oportunidad.

Tal como habíamos planificado, después de cenar, esperamos que llegaran las 00:00 horas del día primero de enero de 1990, saludamos a nuestras familias, como es tradición brindamos con champaña, nos entregamos los mejores deseos para el año que empezaba, y como a la  una de la madrugada, salí en la camioneta de mi papá, para juntarme con mis amigos. Conversamos y decidimos ir a uno de nuestros lugares predilectos ubicado en la Avenida Providencia. Este lugar era un Pub bastante popular con música en vivo, lo que nos permitiría bailar si se daba la oportunidad. Uniéndosenos el hermano de uno de mis amigos, tomamos nuestros vehículos por separado, por si salía algo con alguna mujer, y nos dirigimos a allí. Al llegar estaba realmente lleno, no cabía un alfiler, por lo que el portero no nos dejaba entrar, pero debido a nuestro poder de convencimiento y a que éramos clientes habituales, hizo una excepción y nos dejó pasar, pero advirtiéndonos que todas las mesas estaban ocupadas, por lo que tendríamos que estar de pié.

Al entrar de verdad estaba todo ocupado, y con gente parada, lo que nos dificultaba cualquier movimiento. Llegamos a la barra y cada uno pidió un trago, yo como era habitual, pedí una Piscola ( pisco con cocacola ). En un minuto determinado quedamos aislados el uno del otro con nuestros tragos en la mano. Yo no sabía mucho lo que pasaba, ni donde estaban mis amigos, pero al cabo de un rato veo que uno de ellos me llama desde el otro lado del local con la mano diciéndome que fuera. Al llegar me encontré que é había ya conocido a cuatro mujeres que estaban sentadas en una mesa. No se como conseguimos unas sillas y nos sentamos junto a ellas. La verdad es que las cuatro estaban realmente lindas, según mis cálculos tendrían entre 20 y 30 años. Una de las mujeres era una rubia de unos 25 años, con un cuerpo fenomenal, llamada Andrea; había una morena, de unos 25 años también, un poco gordita, pero también bastante atractiva, llamada Marisol; había una trigueña, creo que la más linda de todas, con un cuerpo escultural, de unos 22 años, llamada Claudia; la cuarta amiga era una morena de unos 30 años, también con un lindo cuerpo, con una mirada preciosa, con el pelo tipo melena, y con una particularidad, estaba con un tratamiento dental para mejorar la sonrisa, o sea usaba frenillos metálicos, llamada María Inés.

Al sentarme, quedé por azar junto a Claudia, con la cuál me puse a conversar de inmediato. Conversamos reímos, fumamos cigarrillos y bebimos un buen rato. La invité a bailar a lo que accedió. Uno de mis amigos bailaba con la rubia, su hermano con la morena gordita. Cuando bailábamos recién vi que mi otro amigo se dirigía a bailar con la morena de los frenillos, María Inés, cuando la vi pasar junto a mi, me sonrió, y me miró de una forma realmente intensa, directamente a mis ojos, cosa que me dejó en la luna un buen rato. Yo bailaba con Claudia, pero no dejaba de mirar a la morena, ella bailaba con mi amigo pero yo la veía y no dejaba de mirarme. Me encantaba esa mujer. Tenía un físico bastante aceptable, con unos pechos muy chiquitos, pero con un gran culo gordo, redondo y bien formado. Tenía una carita muy bonita, con una mirada apasionada, con una boca  preciosa, a pesar de sus frenillos metálicos, que me hacía hervir.

Pensaba que a mi amigo le gustaba ella, por lo que en toda la noche no hice ningún ademán para acercarme a ella. Seguí conversando, bebiendo y bailando junto a la trigueña, aunque realmente deseaba a esa mujer.

Como a las cinco de la mañana, decidimos ir a ver el amanecer, a un sector cordillerano cercano. Nos subimos a nuestros vehículos, uno de mis amigos con su hermano, junto a sus parejas en su auto, y mi otro amigo sube en el auto de María Inés, esa morena que me estaba volviendo loco, y yo con Claudia en la camioneta de mi papá. Llegamos al lugar convenido, estuvimos con ellas, yo siempre junto a la trigueña, pero con mi cabeza  puesta en María Inés, la miraba esperando obtener una respuesta, la que nunca pude observar. Como a las siete de la mañana decidimos separarnos, sin que ninguno de nosotros intentara algo mas, y yo caballerosamente fui a dejar a Claudia a su casa, si siquiera intentar tomarle la mano. Le pedí su número telefónico, indicándole si era posible verla de nuevo, cosa que ella respondió que estaría encantada, pero que yo sabía nunca pasaría. No sé que me pasó esa noche, Claudia era realmente preciosa, pero María Inés me hacía ver las estrellas.

Llegué a mi casa como a las 8 de la mañana con la cabeza puesta en María Inés, esa mujer que quería conocer a toda costa, y que no sabía como, ya que pensaba que ella con mi amigo habrían tenido algo. No pude dormir nada, siempre pensando en ella. A medio día llamé a uno de mis amigos y le conté, el se rió y me dijo las cosas de la vida, que María Inés con mi otro amigo no habían tenido nada, y que él notaba como yo y María Inés nos gustábamos, pero que ninguno se atrevió a dar el paso por no contravenir yo a mi otro amigo y ella a Claudia, quizá pensando en que pasaba algo entre nosotros. Me dijo que no me preocupara, que el llamaría a mi otro amigo y me conseguiría el número de teléfono de María Inés. Una hora después llama y me dio el deseado número telefónico. Yo no perdí ni un minuto y la llamé, noté su alegría al saber quien era yo y que la estaba invitando a salir aquella misma tarde. Ella aceptó de inmediato. Quedamos en que ella me pasaría en su auto a buscar a las 7 de la tarde.

Tal como lo planificamos me pasó a buscar en su auto, lindísima igual que la noche anterior, y fuimos a tomar cervezas a un bar cercano. Cuál sería mi sorpresa cuando me dijo que tenía 39 años, ya que representaba no mas de 30 años, que era separada y que tenía 2 hijos, era Ingeniero Comercial, y que era Jefe Administrativo de un importante hospital de Santiago. Su edad me atrajo mas, la diferencia de edad me cautivó. Conversábamos de todo, nos reímos de todo, de la noche anterior, hasta que yo le dije que desde que la vi no había podido dejar de pensar en ella, ella se puso seria, y me dijo que ella tampoco, pero que había pensado que a mi me había gustado Claudia, y que entre nosotros nunca pasaría nada, y que le alegraba haberse equivocado.

Nuestra conversación se extendió por unas dos horas, entre cigarrillo y cigarrillo, hasta que ella me dijo que debía llegar pronto a casa, ya que su ex esposo iría a dejarle a los niños como a las 22:30, ya que ese día le tocaba a el salir con ellos, y a que debía recibirlos en su casa. Yo acepté ya fascinado por esa cita con esa linda mujer 14 años mayor que yo, y que esperaba que se repitiera lo más pronto posible.

Subimos a su auto y yo le dije que por que no nos fumábamos un último cigarrillo antes de separarnos. Ella accedió y entro a los estacionamientos de unos edificios, estacionándose en un rincón bastante falto de luz. Al parar le tomé de la mano, fumamos un par de cigarrillos, y comencé a mirarla y a observarla, cosa que hizo que mi temperatura subiera mucho y la de ella también, y mi pico tomando proporciones realmente grandes, saltando contra mi slip como un volcán en erupción. Nos quedamos mirando con nuestros rostros muy cerca, la miré a los ojos y  acerqué mis labios a los suyos, y me fundí en un gran beso. Sus labios se abrieron de inmediato al contacto con los míos. Mi lengua entró en su boca jugó con la suya y la presioné hasta lo más que pude. La verdad es que no pude sentir esos frenillos metálicos que ocupaba. Puse mis manos por debajo de su blusa en su espalda desnuda y empecé a acariciarla suavemente, pero con mucha calentura, sentía que se calentaba hasta niveles insospechados. Con locura, puse mis manos delante y empecé a acariciar por debajo de su ropa sus pequeños, pero hermosos pechos. Lo hice mucho rato, sentía como le gustaba, su respiración se aceleraba y gemía. En un minuto determinado solté el botón de su pantalón y puse mis manos en sus ricas nalgas y empecé a acariciarlas con una pasión muy acelerada, ella gemía más pidiendo sin decirlo que le sacara la ropa y que le culeara. En momentos que me imaginaba que su concha debía estar muy mojada, me para y me dice que para eso teníamos muy poco tiempo y que además le gustaría que fuera en una cama, pero que de todas maneras me va a dejar un recuerdo para que no la olvide. Ella me desabrochó mis pantalones y sacó mi pico a punto de estallar, lo miró y me dijo está exquisito, bajó su cabeza y comenzó a besarlo de una forma descomunal. Después de besarlo y lamerlo de arriba abajo, comenzó a engullirlo con una maestría fenomenal, que me llevaba hasta el cielo y me hacía bajar de un solo golpe.  Sus labios lo recorrían de la base a la punta una y otra vez, besaba mis testículos, los chupaba, yo estaba en el cielo. Su lengua jugaba con el, lo recorría con ella de arriba  abajo, y de abajo a arriba, una y otra vez. Debe haber estado unos 15 minutos comiéndome el pico, y yo sintiendo un placer indescriptible. Yo ya no podía más, y le dije que quería acabar, y cosa de segundos le llené su boca de mi semen, el que se tragó todo. No se como lo hizo pero nunca sentí ni el más mínimo roce de sus frenillos metálicos en mi pene. Después de eso ella siguió lamiéndolo por algunos minutos mas, diciéndome que había que limpiarlo, cosa que hizo con mucha efectividad, dejándolo realmente limpio. Debo decir que hasta esa fecha nadie me había dado una mamada como esa, ni siquiera algunas prostitutas con las cuales había estado, y siendo bien honesto hasta el día de hoy, 17 años después, debo decir que nunca nadie me la ha mamado como ella. Han sido las mejores mamadas de mi vida.

Ella se reincorporó y me dijo que debíamos irnos. Se dirigió a mi casa. Al llegar yo le dije que cuando podíamos vernos de nuevo, a lo que ella me indicó que lo antes posible, yo le dije que tal pasado mañana, y ella me dijo encantada, que ese día después de su trabajo tendríamos más tiempo, por lo que me dejaba a mi elegir un buen lugar para poder estar juntos.

La llamé al día siguiente y convenimos nuestro encuentro. Me pasó a buscar a la Plaza Italia a las 6 de la tarde, y nos dirigimos a un hotel relativamente cerca de ahí.

Subimos a la habitación, entramos y comenzamos a besarnos de inmediato. Sentí sus labios, su boca en la cuál nuestras lenguas jugaban. Solté los botones de su blusa rápidamente, bajé su sostén, sacando sus pechitos. Mis manos comenzaron a acariciarlos, notando que aunque pequeñitos, estaban duritos y paraditos que estaban, con mis dedos comencé a jugar con sus pezones con mucha. Con locura, seguí acariciando sus pechitos mientras nos besábamos, notando como su respiración se aceleraba y gemía. Solté el botón de su pantalón y puse mis manos en su riquísimo culo y empecé a masarlo sobre su calzón, mis dedos largos encontraron su conchita desde atrás, cosa que me encanta hacer con las mujeres que ligo, hasta el día de hoy. Con mis dedos hice un lado el calzón y comencé a palparlo estaba peludito, y muy húmedo. Ella empezó a soltarme los botones de mi camisa y comenzó a besarme el cuello y mi pecho, lo que me estaba volviendo loco. Mis dedos estaban ya ubicando su clítoris, por lo que me puse a jugar con el, ella gemía haciéndome ver su grado de excitación. Nos soltamos y nos empezamos a quitar la ropa, tendiéndonos en la cama, ella me hizo acostarme de espaldas e introduciendo mi pene en su boca, comenzó otra vez una mamada como la del día anterior.  De nuevo, sus labios lo recorrían de la base a la punta una y otra vez, besaba mis testículos, los chupaba, yo estaba de nuevo en el cielo. En un momento determinado le dije que quería mamarla yo y entonces ella se puso de espaldas en la cama y abrió sus piernas. Yo me puse frente a su conchita, y con mis dedos busqué sus labios vaginales, y empecé a separarlos, palpando su humedad interior. Empecé a meter uno de mis dedos en ella para sentir su clítoris. Busqué mas adentro y empecé a palpar su interior presionando parte de mi dedo contra su clítoris, ella gemía como loca y se contorsionaba en esa cama. Saqué mi dedo, y metí mi cara, comencé a besarle su zorrita e introduje mi lengua, ella gemía y su respiración era entrecortada, se revolcaba aún más en la cama, observando a veces como me comía su conchita y le lamía todo. Se incorporó y me dijo ya no puedo mas penétrame por favor. Le pregunté como quería hacerlo, y ella me dijo que me acostara de espaldas. Ella pasa las piernas sobre mi y toma mi pico con sus manos y lo dirige hacia su mojada conchita, y comienza a sentarse, refregando mi pico contra ella, comienza a penetrarse lentamente, hasta dejarse caer con todo su peso, enterrándola entera en su concha, haciéndola gritar de placer. Comenzó a moverse aceleradamente arriba-abajo y adelante-atrás, como saltaba sobre mi, moviendo su pelvis, y yo mientras la recorría entera, sus tetitas, su maravilloso culo, sus tetitas, su culo, mi boca la besaba y mi lengua la lamía, escuchaba sus gemidos. Sentía como su humedad salía de su vagina y me bañaban por debajo. En un momento me dice que ya no da mas y que acaba, lo que me hizo a mi acabar junto a ella, llenándole su conchita de mi semen muy adentro.

Ella bajó de mi y se acostó a mi lado, yo estaba seco como una pasa, estaba exhausto. Ella quedó mirándome el pene mientras disminuía sus dimensiones, diciéndome éste no da más. Eso es lo que ella creía.

Conversamos un rato mas, nos tomamos unas cervezas que habíamos pedido a la habitación, fumamos unos cigarrillos, y de inmediato nos pusimos a besar nuevamente, comenzamos a tocarnos, y empecé a acariciar sus pechitos y a jugar nuevamente con sus pezones con mis dedos. Ella estaba nuevamente muy excitada.  Nuevamente con mis dedos comencé a masturbarla palpando nuevamente su humedad interior. Ella me hizo hacia atrás y comenzó de nuevo a mamarme el pico que de nuevo estaba a full, con la maestría ya demostrada. Seguimos por unos minutos más hasta que yo le dije que quería penetrarla de nuevo, que quería sentir mi pico adentro en su zorrita. Ella se puso de espaldas y abrió sus piernas,  y me puse encima. Coloqué mi pene a la entrada de su conchita y lo introduje de una sola vez, hasta el fondo, ayudado de lo húmeda que se encontraba. Ella al sentirlo emitió un gemido muy fuerte y empezó a balbucear sigue siiii sigue siiiii más. Levanté sus piernas y las puse sobre mis hombros. Comencé a bombearla a un ritmo frenético, ella seguía mi bombeo con un exquisito movimiento de pelvis, que me estaba haciendo acabar. Durante unos minutos este mete y saca lo hicimos a un ritmo muy acelerado, mientras mis manos la recorría entera  sus tetitas, mi boca besaba la suya, le besaba el cuello, le besaba sus tetitas, las lamía y ella gemía moviendo su cabeza de un lado a otro, escuchaba sus gemidos y balbuceos. En un momento le digo que ya no doy mas y que voy a acabar, ella me dice si mi amor yo tampoco doy más, acabemos juntos, y así lo hicimos, sintiendo un río de leche que le inundó su zorrita. Me bajé exhausto y me acosté a su lado.

Ella de nuevo quedó mirándome el pene mientras disminuía sus dimensiones, diciéndome de nuevo éste no da más. Yo en mis adentros me reía nuevamente.

De nuevo nos pusimos a conversar, fumamos nuevamente, comencé a besarla  y tocarla, y empecé de nuevo a acariciar sus pechitos y a jugar nuevamente con sus pezones con mis dedos. Ella al igual que yo estaba nuevamente muy excitada.  Nuevamente con mis dedos comencé a masturbarla palpando nuevamente su humedad interior. Ella me hizo hacia atrás y comenzó de nuevo a mamarme el pico que de nuevo estaba como un mástil de bandera. Seguimos por unos minutos más hasta que yo le dije que quería penetrarla de nuevo. Ella me preguntó si yo quería que me montara de nuevo y yo le dije no. La guié para que se pusiera en cuatro, e introduje mi cabeza  por detrás y comencé e besarle y lamerle su zorrita desde abajo. Sentía nuevamente  como sus juguitos caían sobre mi boca, ella gemía hasta más no poder, y me dijo por favor hazlo de una vez que estoy que acabo. Centré mi pico y apunté a su zorrito húmedo. Lo metí de una sola vez y comencé a bombearla con un mete y saca fuertísimo. Mientras yo estaba en esa faena, le dije que quería su culo, que quería meterla por ahí, y que yo nunca lo había hecho, cosa que era verdad.  Ella me dijo que si, que le gustaba pero me dijo que esperara un poco. Me hizo salir, y en esa misma posición, comenzó a meter uno de sus dedos en su ano. Introducía el dedo en su conchita y luego en su ano, dilatándolo un poco. Estuvo así un par de minutos hasta que me dijo ya ahora si.  Me dijo pon el pene a la salida del ano y comienza a meterlo despacito, yo te ayudare moviéndome. Así fue lo puse ahí y empecé a presionar, ella se movía como levantando y haciendo para atrás el culo, cosa que ayudó a mi entrada, aunque sentía dolor en la punta de mi pene. En un momento determinado ya estaba entero adentro, y yo empecé a bombear. Ella mientras tanto empezó a masturbarse con sus dedos por debajo al ritmo de mi bombeo. Era exquisito el sentir ese estrecho agujerito presionando mi pico, hasta ese día nunca lo había hecho tan rico, no quería acabar, quería mantenerlo al máximo. Mi bombeo siguió con un mete y saca por varios minutos, hasta que ella me dijo que iba a acabar, cosa que me encendió más y como que se lo metí hasta el fondo y le llené todo su culo de mi semen. Sentí cuando éste golpeó las paredes de su intestino y como que se quiso rebalsar contra la salida y mi pico. Saqué el pene bastante adolorido pero con una sensación muy pero muy rica. Lo que más me impactó fue ver el agujerito totalmente dilatado y chorreando de leche, ya que eso nunca lo había visto.

Ahora si que mi pene disminuyó sus dimensiones y no quería más. Vimos la hora, ya eran las 9 de la noche, y me dijo tengo que volver a casa ya que mis hijos están solos.

Me fue a dejar a mi casa y nos despedimos con un gran beso. Desde ese día en adelante, Nos vimos por lo menos dos o tres veces por semana, y todos los viernes y sábados por cuatro meses. Lo hicimos en todas partes en su auto, en la camioneta de mi papá, en parque públicos, en hoteles y moteles, en su casa, cuando sus hijos pasaron las vacaciones con su ex esposo, en su cocina, en su baño, en su habitación, en la habitación de sus hijos, en su comedor sobre la mesa, en su living, en la alfombra, en todas partes, parecíamos locos desatados, pasábamos toda la noche juntos teniendo sexo una y otra vez, en la que las mamadas mutuas y el sexo anal, nunca estuvieron ausentes. En ese período ella terminó su tratamiento dental, cosa que ayudó a hacer más exquisitas sus mamadas y besos.

Un día me dijo que quería hablar conmigo, nos juntamos a tomar un café en la cafetería del hospital. Ese día me dijo que su ex esposo le había pedido que volvieran a vivir juntos, y que después de pensarlo bien había decidido hacerlo, por el bien de sus hijos, ya que éstos estaban sufriendo mucho por la falta de su padre, y que era conveniente que dejáramos de vernos. La verdad es que ese día me apené mucho, pena que me duró mas o menos un mes, ya que conocí a la que ahora es mi esposa.

Aunque yo no quisiera, no se el recuerdo de ella quedó como bloqueado en mi subconsciente, no tengo claro el por qué, quizá por la forma que acabó todo, me dio demasiada pena, pero ahora después de 17 años cada día pienso en lo importante que fue en mi vida, fue mi primera madura, ha sido la mujer que mejor me ha mamado en mi vida y fue mi estreno en el sexo anal, realmente María Inés, esa mujer que no veo hace casi 17 años, fue realmente algo muy importante en mi vida, y ahora lo valoro más que nunca, y me encantaría verla de nuevo.

Espero les haya gustado mi relato me encantaría conocer a mujeres mayores, entre los 40 hasta los 60, ojalá de Chile, favor contactarse a mi correo electrónico.

Gusto_de_madurasw@yahoo.es

Maduro Amante