MARÍA: HERMANAS (2 de 3)

No lo pensó dos veces y se sacó la braguita para bajar de su litera, y en el silencio con los pececillos reflectados en la pared, dando vueltas por allí, se subió a la cama de su hermana menor y tomó su mano, la llevó a su coño y comenzó a frotarse con ella.

Nota: Leer la primera parte para entender el contexto de la historia.


María no podía creer lo que había ocurrido, había tocado el cielo unos segundos y había vuelto para encontrarse a su padre, el ángel que tenía en la Tierra. Cuando lo vio marcharse se levantó la tela del pantaloncillo y las sábanas, se vio el coño como si fuera algo de otro mundo, con el vello púbico (que por ese tiempo no había aprendido a recortarlo aún), empapado de sus líquidos.

Alargó un dedo hasta su clítoris que tan sensible como estaba la hizo dar un brinco en la cama, sus pezones reaccionaron apuntando al techo de nuevo. Pero no era igual, quería otra cosa, no quería sentir sus dedos sino los de alguien más, quien fuese.

Se asomó a la litera de abajo donde Jaz dormía ahora boca arriba sin las sábanas, siempre fue muy loca para dormir, también dormía con una braga apenas y un corpiño de tela suave y sin varillas que le dibujaba sus pezones, tenía una mano extendida y otra sobre su abdomen. No lo pensó dos veces y se sacó la braguita para bajar de su litera, y en el silencio con los pececillos reflectados en la pared, dando vueltas por allí, se subió a la cama de su hermana menor y tomó su mano, la llevó a su coño y comenzó a frotarse con ella.

Jaz dormía como una piedra mientras María le llenaba la mano con sus flujos juveniles, su coñito desprendía un olor a humedad muy delicioso. La nena estaba loquita por volver a correrse, con las hormonas a tope se fijó en los pechos de su hermana, desparramados a los lados, con los pezones dormidos aún pero muy abultaditos y firmes. Llevó la mano sobrante a la teta de su hermana y lo amasó, le gustó como se sintió, comprendió porqué a su padre le había gustado tanto tocárselos a ella. Esto último le dio otra idea: Gerardo también le había dado a chupar los dedos, quizá el coñito de su hermana sabía igual de rico y le gustaba.

Liberó la mano empapada de Jaz, también su teta aunque no quería dejarla, quería chuparlos también, pero eso quizá al rato, por ahora se concentró en el coño de su hermana, se acomodó entre sus piernas y con lentitud las abrió un poco más. María se inclinó alzando el culo, en ese momento su padre hubiese podido fácilmente clavarla mientras ella olisqueaba el coño de la menor, olía tan bien como lo imaginó, lo tocó sobre la tela y pudo sentir la maraña de pelos que ella también mantenía. Sacó la lengua y lamió el bulto que podía adivinarse como el clítoris, pero como tenían coños abultados todas, con labios carnosos y marcados, pudo sentir también los labios mayores de su hermana.

Jaz no se movía, eso le daba vía libre para bajarle la braga poco a poco, hasta el momento todo le había gustado: el olor, el tacto, ahora faltaba la prueba final, el sabor. Fue bajando la braga y con ello los pelos castaños y rizados de su hermana, vio el clítoris y el nacimiento de sus labios, por fin le sacó la braga por los tobillos y tuvo su tesoro frente a ella. Primero lo tocó porque aparte de su coño nunca había tocado otro, pero tan pronto puso un dedo en los labios carnosos y velludos de su hermana decidió que le gustaba, acarició sus pelos de arriba abajo, apretó sus labios mayores unos con otros como ocultando su clítoris jugando con ella, luego con ambas manos los abrió y vio los menores de un tono más claro y lo más rosadito era el hoyito de su hermana. Inclinó su nariz para olfatearla y le encantó, olía muy distinto a cualquier otra parte del cuerpo, no desagradable como el sudor pero tampoco dulce como el cuello en un rico beso, Jaz era muy cuidadosa así que olía muy limpio y, de alguna manera, María supo que así olía una perrita. No lo hizo más largo y lamió por primera vez.

Como inexperta que era, daba lametones de abajo hacia arriba como a una paleta, pero más pronto se dio cuenta que era mejor sujetar el pubis y apartar un poco los vellos para poder enterrar mejor la lengua entre los labios de su hermana y chupar su clítoris como había hecho su papito con ella. Comenzó a sentir que Jaz se humedecía y su lengua tuvo el gusto de probar sus jugos saladitos y ricos recién salidos del coñito caliente, le fascinó aún más y comenzó a comer con más esmero, se estaba dando un banquete y ella misma estaba chorreando con el culo alzado. Pero Jaz tenía que despertar.

Cuando María sintió una mano sobre su cabeza dejó de comer y alzó la mirada, sus ojos castaños y felinos se encontraron con los de su hermana, muy parecidos, tenía la mirada dilatada y la respiración agitada, pero no cerraba las piernas ni había gritado, Jaz estaba en shock. María sonrío con los labios hinchados y las mejillas brillantes por los jugos de su hermana.

—Hola, hermanita —susurró con travesura—, ¿te gustó?

—Siempre supe que eras una zorra —espetó la otra con cierto rencor en sus ojos.

—Tienes un coñito muy rico —continuó María, pasándole un dedo sobre sus labios, Jaz echó la cabeza hacia atrás aún apoyada sobre sus codos, sin cerrar las piernas—. ¿Puedo seguir con mi merienda de media noche?

Pero no esperó respuesta y sin darle tregua a la fácil de Jaz continuó comiéndole el coño y jugando con su clítoris sintiendo ésta vez las contracciones que hacía su hermana mientras mordía una almohada para no gritar. Le metió un dedito poco a poco, chupándole el clítoris, hasta que lo logró meter hasta la mitad y Jaz comenzó a retorcerse, las paredes de su vagina apretaron más aun su dedo y sintió la humedad en sus labios mientras le daba lengua al clítoris de la otra. Continuó chupándola y dándole lametones hasta que se calmó, entonces trepó sobre el cuerpo de su hermanita y mientras ésta aún tenía la almohada sobre el rostro le bajó el top de un tirón y le comió las tetitas como lo había imaginado antes, metiéndoselas por completo en la boca, mordisqueándolas como su papi había hecho.

Sin estar satisfecha y viendo que Jazmin la miraba desde abajo con ojos desorbitados se acomodó abierta de piernas sobre el coño de su hermana y sintió el calorcito de la otra con el suyo, comenzó a frotarse muy rico contra la otra como lo hacía con el lavamanos o las esquinas de las mesas. Sintió las manos de su hermana sobre sus caderas y ella por instinto las llevó a los senos incipientes de la otra. Por el escaso espacio entre literas no podía erguirse por completo pero disfrutaba a horcajadas sobre el cuerpo de su hermana, pajeándose con su coño en unas ricas tijeras adolescentes.

María volvió a sentir esa urgencia que había sentido con su papito, se movió más rápido frotando esa mata de vellos castaños con otros, coño con coño, se encrespó y se sujetó de la parte superior de la litera mientras se frotaba con más fuerza a su hermana. Se mordió el labio inferior para no gemir y ésta vez se vino sujetándole la teta a la otra y los resortes del colchón superior. Jazmin la recibió en un abrazo cuando acabó rendida, las arropó a ambas con las sábanas y durmieron calientitas y desnudas.