María está de compras.
- Me encantan tus pezones, ¿puedo verlos? Ana la miro aturdida y se desabrochó la blusa para bajar una de las cazoletas de su sujetador y enseñar su pecho
Continuacion se:
Nos vemos
Fragmentos de vida
Los orgasmos de maria
Salieron del local y María estaba toda roja el sentirse observada. La había producido mucha
excitación, pero también cierta vergüenza, aunque su coño aún palpitaba.
Entraron en una mercería que vendía ropa interior masculina y femenina.
Tienes que conseguir poner caliente a la dependienta, me la quiero follar.
Vale amo así lo haré.
La dependienta era una mujer de unos 50 años o un poco más joven. Estaba de muy buen ver y
con un bonito pecho de una noventa, noventa y cinco. Unas buenas piernas y un precioso culo
que hoy iba apretado en una falda de tubo azul marino.
María escogió unos conjuntos de sujetador y braga con muchas trasparencias y en varios
colores, sobre todo en negro y blanco. La dependienta le dio unas bragas de algodón para que
se la pusiese por debajo para poder probarse la ropa. María ya sabía que iba a comprar todo y
empezó su juego. Se quitó el vestido y se puso las bragas de algodón, encima se puso un
precioso tanga blanco, que de no ser por las bragas dejaría su coño perfectamente a la vista.
- ¿Ana, puedes venir a ver cómo me quedan?
Ana miró a Pablo y este la dio un signo afirmativo. Mientras Ana entraba en el probador, Pablo
se acercó a la puerta y echó el cartel de cerrado.
Ana entró al probador y se fijó en la figura de María. La atrajeron enormemente las aureolas
de sus pechos, a ella siempre le hubiera gustado las suyas fueses más grandes, y el piercing del
pezón. Algo que ella nunca se atrevió a hacer. Se estaba excitando ante ese bonito cuerpo y en
teoría no la gustaban las mujeres.
- Te quedan muy bonitas, te realzan aún más las piernas. Ponte el sujetador a ver qué
impresión da.
María se probó el sujetador que la cerraba perfectamente el pecho y se lo levantaba
ofreciendo un precioso espectáculo. Su pezón asomaba por las trasparencias y daban ganas de
comérselo. Ana se estaba poniendo muy mala.
- Si entra alguien me dice, dijo dirigiéndose a Pablo. Tienes unos pechos preciosos.
María acercó su mano a los pechos de Ana y los acarició.
- Los tuyos tampoco están mal los tienes muy duritos
Una corriente eléctrica fue de los pechos al coño de Ana e hizo que esta se estremeciese de
placer.
- Voy a probarme el rojo.
María se quitó la braga y cuando fue a ponerse la tanga, Ana le dijo.
Si te la pruebas así tendrás que comprarla.
No te preocupes, creo que me quedará bien.
Tras la blusa de Ana se adivinaban unos prominentes pezones que María no tardó en tocar.
- Me encantan tus pezones, ¿puedo verlos?
Ana la miro aturdida y se desabrochó la blusa para bajar una de las cazoletas de su sujetador y
enseñar su pecho. Un pecho redondito y precioso terminado por esos pezones en punta que
parecían la tetina de un biberón. María no sé aguanto y juntó sus labios a ese pezón
succionándolo. Un suspiro escapó de la boca de Ana a la vez que la mano de María se
enredaba entre su tanga, tanga que ya dejaba notar la humedad.
La hábil mano de María rápidamente apartó la tela de la tanga y se apoderó de su clítoris.
Soltó su pezón un momento para buscar su boca. La apretó contra las paredes del probador y
este se movió, dando la orden de que el juego había empezado a Pablo.
Este descorrió la cortina y acercándose por detrás besó y lamió el cuello de Ana mientras
amasaba sus pechos.
- ¿Qué hace usted, por favor?
Las quejas de Ana no eran muy convincentes y Pablo siguió con el magreo sacando el otro
pecho también. Maria se arrodilló a los pies de Ana, que ya tenía enrollada la falda en la
cintura y la fue bajando lentamente la tanga. Se le quitó y se la dio a Pablo que la guardó en su
bolso.
María sacó su lengua y lentamente fue recorriendo los labios de Ana que se estremecía con las
caricias de la lengua y con los pellizcos en los pezones de Pablo. Poco a poco Ana se dejó ir y
quedó a merced de aquellos dos.
Se escuchó el rasgar de la bragueta de Pablo y Ana dio un paso al frente. La lengua de María la
dejaba sin fuerzas y la estaba dando un placer ya casi olvidado, se entregó a sus caricias. Pablo
le puso su polla en la mano, una polla dura y gorda que Ana recogió con agrado. Se la fue
acercando a su coño y ella sola se la metió.
- Siiiii jodeeer cuánto tiempoooo
Ana noto como esa polla llenaba su cuerpo y en un lento va y ven la iba trasmitiendo mil
sensaciones. Mientras la lengua de María ya se centraba en su clítoris sin olvidar de vez en
cuando la polla de su amo.
La lengua de María recorría el clítoris de Ana de izquierda a derecha, cada vez con más fuerza,
mientras la polla de Pablo apenas si había aumentado el ritmo. Esa cadencia que la volvía loca
y el tacto de la lengua en su clítoris consiguieron que tuviese un tremendo orgasmo que la
llevó a caer de rodillas en el suelo.
- Siiiiii jodeeer que corridaaaa siiiiii uhhhhmmmmm
María aprovecho esto para quitarse el tanga y llevar la cabeza de Ana a su coño. Ana sacó su
lengua y se propuso devolverla el placer que le había proporcionado.
Pablo metió su polla en María y esta sujetó la cabeza de Ana contra su coño . Ahora sí que
Pablo daba duro, muy duro. La boca de Ana de vez en cuando tocaba su polla. Pablo estaba al
borde, ya le faltaba poco.
- Sujeta su cabeza
María sujetó la cabeza de Ana, y Pablo de un golpe certero se corrió dentro de ella a la vez que
María gritaba y con los chorros de su coño le llenaba la cara y el pecho con sus jugos.
Pagaron la ropa e intercambiaron sus teléfonos. Despidiéndose con un morreo quedaron para otro
día