María en el peepshow.
Una pareja en una complicada situación financiera se busca la vida para salir de sus problemas.
María estaba en ese momento a cuatro patas en medio del escenario, por detrás Mario la sodomizaba mientras ella agitaba con ganas un vibrador de gran tamaño en el interior de su coño. María ponía cara de puta mientras ambos cilindros entraban y salían de sus agujeros. Su sodomizador tiraba de sus pechos y ella movía el culo para recibir la penetración más profundamente. Lo de siempre.
En cada ventana un viejo agitaba su polla observando como un musculado fornicaba con ganas a mi novia y esta disfrutaba con el asunto.
Como cada tarde llegué un poco antes de que María acabase su trabajo, me acomodé en una de las cabinas libres y sencillamente saqué el libro con el que estaba y empecé a leer.
De vez en cuando levantaba la vista y por la postura que la pareja estaba practicando me hacía una idea del tiempo que faltaba para que mi novia saliese y pudiésemos irnos.
Mario se corrió abundantemente en la boca de mi novia y con ello acababa su sesión.
Salí de mi cabina tras guardar el libro y esperé en el descansillo. Julián el novio de Mario me saludó amablemente como todos los días de los últimos dos años.
La pareja salió del camerino salió del camerino y se despidió con dos besos.
- corre María que no llegamos – le dije a mi novia con cara de insistencia.
Salimos a la calle.
- joder José, me tengo que despedir de mi compañero de trabajo.
- Ufff como me joden estos mariquitas.
- Como eres, son buenos chicos.
- Seguramente, pero arderán en el infierno.
- Sin duda.
Entramos en la iglesia a tiempo. La sagrada misa aún no había empezado. Ambos nos arrodillamos y esperamos el inicio de la misma.
María y yo salíamos desde segundo de BUP, la conocí en una convivencia organizada por la Obra de Dios. En seguida conectamos.
Empezamos a vernos, al principio al cine y a tomar coca colas. Según pasaron los años pasamos al cine e incluso a tomarnos unas copas.
Yo me gradué en económicas y María en magisterio. Ese verano estábamos seguros que el futuro era nuestro.
Intenté entrar en un gran banco gracias a sus contactos en la Obra, María gracias a ellos entró como profesora en un colegió de la organización.
Lo mío no salió, finalmente me colocaron como contable en una gestoría. No era lo que yo esperaba, pero estábamos seguros que era un pase hacía las grandes empresas. Contactos no le faltaban.
Pasaron los años y empezamos hablar de casarnos. Dos sueldos nos daban como para hacer planes.
Aun estábamos buscando fechas cuando María me convenció para meternos en un piso, iríamos justos pero lo normal es que nuestros sueldos subiesen.
Estaba esperando a María para ver salones de bodas, la iglesia lo teníamos claro, cuando llegó cubierta en lagrimas. Le habían informado que no le renovarían su contrato, off the record se había enterado que su puesto se lo iban a dar a una niña que estaba a punto de salir de la universidad y pertenecía a una familia de la obra de toda la vida. Dios nos mandaba una señal.
Suspendimos la boda esa misma tarde, no nos la podíamos permitir.
Las cosas se pusieron difíciles con la hipoteca, mi sueldo no daba para pagarla mes a mes. María buscaba trabajo como loca, pero nada. No queríamos reconocerlo, pero los miembros de la Obra solo se ayudaban si eres de una familia de dinero, pero para los que éramos de clase media a nivel económico, algún gesto, pero poca cosa más.
La verdad es que María tuvo mucho merito, no se le cayeron los anillos por aceptar un puesto de trabajo en una empresa de limpiezas. Yo, la verdad estaba un poco horrorizado, pero ella no solo le quitó importancia sino además me decía que algún día nos reiríamos de lo que habíamos tenido que hacer para consumar nuestro amor.
Estuvo tres meses limpiando unas naves industriales, dos una cadena de tiendas y por último acabó limpiando una serie de locales por Malasaña.
Todas las mañanas muy temprano empezaba por una tienda de ropa y acababa ya pasada la una del mediodía por un sexshop. El sexshop de marras fue lo único que le daba un poco de palo. No porque nadie la viese, nuestras amistades no iban ni a esos sitios ni a esos barrios, sino porque cuando estaba acabando ya había clientela y la miraban con deseo.
El sexshop aparte de la tienda tenía cabinas individuales, tanto de video como un peep show. Las cabinas de videos, eran sencillamente unas cabinas privadas en la que los degenerados metían monedas y veían un rato de película porno. Según me decía estaban en decadencia pues con internet la gente se la machacaba en casa. El peep show era una serie de cabinas en forma circular que daban a una tarima donde una pareja, o una chica sola hacían guarradas en vivo y desde la cabina, previo pago, la gente se la meneaba mientras veían las porquerías que allí se celebraban.
Las cosas fueron rápido. La encargada del sexshop se fue de vuelta a su país, era polaca, y el dueño, un chino de Lavapiés, viéndola allí pasando la fregona, le ofreció el puesto. No le dio ni tiempo ni a pensarlo, o si o no, el chino no esperaba. María dijo si. El sueldo era un 20% más alto que limpiando 10 horas diarias y desde luego más descansado.
María debía de organizar los pedidos, vender, organizar el peep show y gestionar todo lo relativo a la contabilidad.
A pesar del producto, y de la clientela. María estaba contenta. Vendía cosas que jamás había usado, pero se le daba bien. María seguía siendo virgen, como dios manda, pero eso no era un impedimento.
En nuestros círculos no podíamos decir donde trabajaba mi novia, ni siquiera yo me atrevía a ir a buscarla a su lugar de trabajo, era humillante, pero todo fuese por la hipoteca y por nuestro trabajo. Con todo el paro que había en España no podíamos permitirnos perder ninguno de los dos trabajos, y aunque vergonzoso podíamos darle gracias al altísimo.
El sr. Chan, que así se llamaba el dueño del sex shop entro una mañana en la tienda. Había oído que Isabel, la chica que protagonizaba los pases de pareja junto a Mario dejaba el trabajo. Por lo visto cansada de que no llegase su oportunidad como actriz, se volvía a su pueblo con su novio de toda la vida, el cual todo sea dicho no sabia a que se dedicaba su amada.
- María, he decidido que a partir de la semana que viene pases a la cabina en sustitución a la desagradecida de Isabel.
- Lo siento sr- Chan, mis labores como encargada no incluyen ese tipo de actividades.
- Bueno, te voy a explicar, a partir del lunes dejas de ser encargada y pasas a ser la chica del peep show. Hay dos razones para ello, primero, vas a ganar el doble, segundo o lo aceptas o a la calle. Encargadas hay muchas, chicas con tu cuerpo y que conozcan el negocio pocas – le dijo mirándola fijamente.
- Pero yo no lo conozco.
- Lo conoces de sobra – se levantó y se fue.
María al principio no me dijo nada. Nuestra situación personal era desesperada, mi sueldo no daba como para cubrir los gastos en los que estábamos metidos.
No me dijo nada pero ese fin de semana cogió prestados de la tienda una ristra de juguetes sexuales y se los llevó a casa. Sus padres se iban a la sierra a pasar el fin de semana y ella se quedaba sola. En condiciones normales hubiésemos cenado juntos nos hubiésemos visto una película y dado unos besos. Ese fin de semana en cambio me comentó que no podía quedar porque iba a cambiar de puesto en la empresa y tenía mucho que estudiar. Yo lo acepté.
María llegó a casa pronto, sus padres ya no estaban. Miró la bolsa negra donde había dejado los juguetes sin abrir. Dio un suspiro y sin pensar demasiado en ello se puso manos a la obra.
Lo primero que hizo fue meterse en pornhub, una pagina porno americana sobre la que había oído hablar a distintos clientes. Buscó masturbaciones.
Por primera vez en su vida María vio la vulva de una mujer en otra cosa que no fuese una foto. Una chica de no más de 20 años abierta de piernas se masturbaba en la pantalla como si el mundo se fuese a acabar, a María le dieron arcadas pero continuó observando. Le dedicó más de una hora a ver videos de chicas queriéndose a si mismas, confesó a posteriori que lo que al principio le repugnaba ver, según iba avanzando le empezaba a provocar sudores. Cuando se desnudó apartando el portátil sus pezones estaban duros como si un tremendo frio hubiese invadido la habitación. Imitando a las distintas chicas se tumbó en la cama, abrió sus piernas y tímidamente empezó a frotar su vagina, la cual estaba inundada de fluidos, algo que nunca antes le había pasado. Pasó su mano por su raja hasta que se dio cuenta que cuando esta pasaba por su clítoris el gustito que estaba sintiendo se convertía en destellos de placer. Medía hora después y ya dedicándole una espacial atención a su botón del placer tenía el primer orgasmo de su vida arqueando su espalda y tensando todos los músculos de su desnudo cuerpo.
Dedicó lo que quedaba de tarde y parte de la noche a perfeccionar sus artes onanistas. No se lo creía, pero aquello de masturbarse le estaba gustando. Se corrió en innumerables ocasiones hasta que se sintió cómoda y agotada. En su vida se había sentido así de relajada. Una increíble mancha de flujo quedó marcada de las sabanas.
Cenó un poco, vio un poco la tele, se dio cuenta que sin querer su mano se iba a su clítoris el cual tocaba sin casi darse ni cuenta. Vista la situación y percibiendo que era el momento volvió a su portátil y empezó a buscar videos en los que las chicas jugaban con penes de goma, ni pestañeaba mientras los miraba, pero sobre todo cuando encontró uno titulado – my firt time with a dildo (mi primera vez con un dildo) – lo vio un par de veces.
Se sentó en el sillón desnuda de cintura para abajo. Había dejado el vibrador a su lado con las pilar a estrenar. Imitando a la chica del video, al principio se dedicó a jugar con su rajita y con su clítoris, cuando se acercaba el momento de su orgasmo apartó sus manos de su zona rosa y cogió el cacharro. Sin perder de vista la pantalla empezó a pasar la punta vibratoria por su hipersensible coño y a acercándolo poco a poco a la entrada de su coño. Fue algo por instinto, sencillamente empezó a meter el mango poco a poco en su dolorido coño, era la primera vez que le entraba un cipote y la cosa no era fácil. María se dio cuenta que si se tocaba el clítoris la cosa era más fácil, su cuerpo aceptaba mejor el objeto extraño. La polla se topó con algo que impedía la entrada, pero María hizo un poco de fuerza hasta que la totalidad de aquello se alojó en su interior. Le dolió una barbaridad pero mantuvo el aparato en su interior hasta que su coño se fue acostumbrando. Sus primeros movimientos fueron torpes, al principio lo movía despacio y con cuidado, pero ayudada por los videos que observaba cuando empezó a tocar su ya receptivo clítoris como por arte de magia empezó a agitar el consolador con fuerza. Fue una descubrimiento para ella conectar el botón del rabbit que rápidamente empezó a masajear su botoncillo del placer. María estalló en un orgasmo como jamás hubiera imaginado. Se quedó dormida sudada, agotada y con el coño ardiendo. Una ligera mancha de sangre marcó la cama.
Cuando despertó se tocó su vagina, el dolor había pasado e incluso disfrutó del tacto de sus dedos, no se lo pensó dos veces y corrió a buscar el novedoso aparato. La penetración fue mucho más sencilla a pesar de algo de dolor. Dos horas después María ya llevaba más de media docena de orgasmos imitando las imágenes que veía en la web. Aquello era pecaminoso, pero necesario.
Pasó el resto del sábado desnuda acostumbrando su cuerpo a los orgasmos y penetraciones. Miró cientos de videos y se masturbó innumerables veces, lo que no había hecho de cría lo estaba haciendo en una sola sesión.
Cenó sin poder quitarse de la cabeza los juguetes que le quedaban por usar. Decidió hacerlo antes de acostarse.
Busco en la bolsa negra y sacó el llamado “lady dildo”, un vibrador de pequeño tamaño sin masajeador clitorial. Aplicó una cantidad exagerada de lubricante al aparato y a su recto. EN la pantalla veía como chica como ella reccibian enculadas por pollas gigantescas y como estas disfrutaban. El video “My first annal round” le sacó de dudas y a falta de un hombre negro que le aplicase el lubricante empezó a meterse un dedo en el culo estando a cuatro patas. Le daba noseque, le parecía ridícula la situación, estaba jugando con su agujero del culo algo que nunca hubiese hecho en una situación normal. En menos de media hora y no sin esfuerzo llegó a meterse tres dedos en su medio dilatado bull. Lady dildo entro como la seda. Era una situación extraña, pero placentera. Solo le quedaba el domingo y debía darse prisa, y los caminos se acortaban cambiado de calibre. Sobre la media noche un consolador de importante tamaño le taladraba el recto dándole un placer nunca pensado. Lo que al principio fueron molestias y vergüenza habían pasado a ser una cosa que le estaba gustando.
Durmió con el culo destrozado, pero el esfuerzo iba a valer la pena. El domingo le iba a traer su graduación en lo referente a sexo.
Desayuno rápido pues no tenía tiempo que perder, no se había vestido en todo el fin de semana, y hasta le hacía gracia como sus pezones se ponían en punta en cuanto empezaba a jugar.
Con cuidado abrió la caja, era un aparato muy caro y que encima lo tenían en una vitrina cerrada, imposible de justificar su desaparición.
Desenrolló los cables con cuidado, apartó las protecciones de polispan y enchufó el bicho. Por primera vez en su vida tenía a su disposición una maquina de follar, ¿quién se lo iba decir a ella?
Acercó su coño a la punta de la polla del aparato estando a cuatro patas y con más agilidad de la que ella misma esperaba se la metió hasta el fondo. Con un poco de miedo puso uno de los programas, la polla empezó a moverse adelante y detrás una y otra vez, cuando gritaba de placer diez minutos después, la polla tenía una velocidad de escandalo. Aquel apéndice no paró hasta que María se desconectó de él muerta de placer.
Esperó un poco antes de la graduación anal. La diferencia fue los fuertísimos orgasmos que aquella polla mecaniza llena de venas artificiales le provocaron. Creía que moría, moría de placer.
Siguió entrenándose hasta las seis, hora en la que tenía que aparecer en la tienda para su nuevo trabajo. Sus padres afortunadamente habían ido directamente a trabajar desde su casa en la Sierra. La casa olía a sudor y sexo cuando salió por la puerta.
Iba cagada por la calle, aunque la tensión se aflojó cuando cruzó la puerta y saludó a su nueva jefa. Chu-Li le acompaño hasta los vestuarios, aquellos que había visitado cientos de veces pero sin pensar que algún día ella los usaría. Allí ya estaba Mario, su compañero de trabajo, un tipo al que aborrecía por ser gay. Mario fue del todo amable, le dio dos besos y le enseñó en reloj. En 10 minutos debían de estar preparados.
María se desnudó intentando tapar sus vergüenzas, Mario sonrió.
- ¿La primera vez?
- Ya te cuento…
- No te preocupes, esto es como si lo hicieses con tu novio, en seguida te olvidas que te miran.
- Ya…
Mario le acompañó a la tarima, la cual era como una gran cama. Le hizo ponerme a cuatro patas, ella estaba horrorizada mostrando toda su intimidad. De repente cuatro tapas de las cabinas se abrieron, cuatro pajilleros la estaba viendo desnuda y en esa posición.
Mario se agachó y empezó a comerle el coño. Jamás se le hubiese podido ocurrir que alguien le pudiese hacer eso a ella. No podía concentrarse mientras una y otra y después otra ventana se iban abriendo, la verdad es que no estaba mal sentir una lengua ahí, pero podía más la vergüenza, a pesar de llevar una mascara, que el placer.
Fueron cuatro horas de sexo duro. Por primera vez sintió como una polla de verdad le rasgaba su coño, ano, e incluso boca. Le dieron arcadas al sentir el sabor de su ano y de la polla de Mario en su boca. Chupó como pudo y se imaginó. Durante la primera hora no alcanzó ningún orgasmo, pero tanto va el cántaro a la fuente que al final… acabó su jornada laboral llena de orgasmos.
Salió a las 10 y media de la noche, yo la esperaba en mi viejo coche a un par de manzanas de la tienda. No me gustaba su lugar de trabajo, aunque era un mal menor. Me besó, tímidamente como siempre hacía.
María me pidió pasar por la iglesia de los Jesuitas, según me contó necesitaba confesarse. Pasó allí más de media hora, no entendía muy bien porque con un jesuita y no un cura del opus dei, pero me alegró que quisiese confesarse por sus pequeños pecadillos.
El aumento de sueldo de María nos venia de maravilla, en mi gestoría yo no conseguía el ansiado aumento y la verdad es que el dinero de María nos venía de fabula, a pesar de salir ahora mucho más tarde.
Fue en septiembre cuando se me estropeó el coche y me pasé andando a recogerla. Llegué una hora pronto por lo que a pesar de mis dudas entré en la tienda. Una chinita atendía, me dirigí a ella.
- hola, venía buscar a María.
- Si, aun no ha acabado. Acaba a las 22.
- Ya, ¿podría esperarla por aquí?
- Bueno si te quieres sentar, hay una cabina estropeada que no cierra y que esta libre, toma la llave y espérale sentado allí. Es la 23.
Busqué la numero 23 y usando mi llave entré. Un sitio extraño, una banqueta, un rollo de papel higiénico, una papelera y una ventana. Acerqué mi cabeza y me quedé de piedra. Una pareja con mascaras fornicaban como si el diablo estuviese entre ellos. La chica tenía la polla del chico ensartada en su coño mientras de su ano salía una especie de cola de caballo, la chica gemía y se tocaba los pechos apretándose los pezones con fuerza. Estaba paralizado, el lunar del cuello de la furcia era el lunar de María, María era la fornicada. Vomité sobre la papelera, creí que caía redondo, salí dando un portazo, ni me despedí de la china al pasar por delante de ella. Salí corriendo.
Cuando María salió la china le comentó que un chico había venido a verla pero había salido corriendo. María se puso a llorar cuando supo que Chu la había pasado a la cabina rota y allí la habían visto en acción.
María me llamó durante siete días. Siete días de llamadas perdidas, sms’s, whatsapps. Finalmente por un acto de caridad cristina y para poder abandonarla como debe de hacer un caballero, quedé con ella.
- Jose por favor perdóname, tienes que entenderlo.
- Jamás podré entender que te prostituyas.
- No me prostituyó, es un espectáculo.
- Es fornicar.
- Bueno, es un espectáculo erótico. Pero bien pagado.
- El dinero no lo es todo
- No, pero era eso o el paro.
- Esperaba que los dos llegásemos vírgenes al matrimonio como dios manda.
- Jose, yo soy virgen. Jamás me he acostado con nadie, esto es una farsa.
- Farsa en la que te penetran y disfrutas.
- Pero no es ni por amor ni por lujuria, es por trabajo.
- Ya, pero otro hombre a probado tu cuerpo.
- El tampoco lo disfruta
- ¿Cómo que no?
- Es gay
- Encima con un sodomita. Odio a esa gente que arderá en el infierno.
- Es buen chico, pero ha perdido la senda de dios.
- ¿Y tu?
- ¿yo?
- Si, tu.
- Yo me confieso cada mañana sobre esto.
- ¿Con un jesuita?
- Uno del opus no lo entendería
- ¿Y dios?
- Dios, por supuesto.
Fueron horas de discusión. Yo no estaba muy seguro de aquello, pero María me pidió una oportunidad y yo se la di, muy a mi pesar.
Procuraba no pensar en el tema. María era follada 5 días a la semana y yo la recogía cada día en la puerta de su trabajo. Me costaba mucho hacerme a la idea.
Los meses iban pasando. Nuestra vida había vuelto a la normalidad. Había intentado conseguir trabajo para mi novia pero era cierto que lo que conseguía representaba un tercio de lo que ella ganaba dejándose hacer inmoralidades en su virginal cuerpo.
Todo se desarrolló casi en la misma semana. Sucedió que yo me di un golpe con el coche que quedó siniestro total, sencillamente me había quedado sin coche y el dinero que ganábamos se iba a la hipoteca. A su vez un día mientras María salía de su trabajo, Chu, la china, le comentó que un cliente habitual quería hablar con ella. Le dio un teléfono. A María le costó llamarle, pero cuando lo hizo el tío fue muy directo.
- Te llevó viendo desde hace meses y quería pedirte un servicio privado.
- Lo siento, no me prostituyo.
- ¿Cómo que no?¿Y que haces en las cabinas?
- Eso es un espectáculo.
- Te haré una oferta que no podrás rechazas.
- No creo.
- 3000 euros.
- He dicho que no.
El cliente mensajeaba a María continuamente hasta que una subida del MIBOR hizo que nuestra hipoteca y por tanto nuestra situación financiera se viniese abajo. María aceptó
- aceptó. ¿Como, cuando y donde? – inmediatamente entró la respuesta en su teléfono.
- Hotel Jazmín – mañana, doce de la noche habrá una sorpresa. Espérame desnuda en la habitación 415.
María paso el peor día de su vida, por primera vez en su vida con una polla dentro del coño no se corrió como hacia a diario presa de sus pensamientos.
Ando desde el sexshop lo más despacio que pudo, se tomó un coñac antes de subir y cuando era menos cuarto, saludó en recepción y subió en el ascensor.
Llamó a la puerta y para su sorpresa fue Chu quien abrió.
- Pero Chu, ¿qué haces aquí?
- El señor Benítez es cliente desde hace mucho. Ni una palabra a mi padre, me saco unos euros con esto de vez en cuando.
- ¿Y que hago yo aquí?
- El cerdo quiere un trio.
- ¿Con las dos?
- Si, desnúdate.
Se fijó en el cuerpo de la oriental. Tetas pequeñas y puntiagudas, poco culo y un coño totalmente rasurado. Me desnudé y dejé su ropa doblada en una silla.
- ¿Y ahora?
- Esta al llegar. Ponte a cuatro patas mirando al cabecero de la cama – eso hizo. María veía los pequeños pechos de la oriental colgar mientras la miraba.
La puerta se oyó y alguien entró.
- así me gusta mis dos putas favoritas dispuestas para mi, - y le dio un cachete en la nalga a cada una. Chu mi vida lame el culo de tu amiga un rato que os quiero ver.
La chica se levantó y se puso detrás suya. Abriendo sus cachetes empezó a pasar su lengua por su ano. Mario nunca lo había hecho, le dio mucho corte. Chu empezó a sobar su coño mientras le chupaba el ojo del culo. Por alguna razón María empezó a disfrutarlo. Estaba totalmente mojada cuando el cliente apartó la cabeza de su compañera y tras pasar su capullo por su boca se la metió en el culo a mi novia de un seco estacazo.
- goza golfa. Goza como gozas en las cabinas – cogiéndole por las caderas empezó a machacar su coño como si lo fuesen a prohibir – Chu, ponte delante de ella.
Chu dejó mi retaguardia y apoyando su espalda en el tablero de la cama abrió sus piernas dejando a la vista de María su depilado sexo
- chúpalo zorra – María se quedó petrificada, pero eran 3000 euros y el cliente mandaba.
Metió su boca en la entrepierna de la amarilla y cuando esta cogió su cabeza con sus manos mi novia empezó a lamer más por instinto que por otra cosa.
Chu se corrió antes que el cliente gracias a las lamidas de mi novia. El cliente seguía fornicando el ano de María como alma que lleva el diablo.
Chu estaba realmente caliente y pidió con la típica educación oriental que dejase el culo de María y se la metiese a ella. El cliente no se hizo rogar, sacó su dura polla del ano y apartando a mi novia hizo tumbarse a Chu, que abierta de piernas y pasándose un dedo por su pepitilla esperaba ser embestida con fuerza.
Por primera vez María vio a su cliente, un hombre entrado en los 50, delgado y calvo. Con una polla grande y venosa. El cliente mordía los prominentes pezones de Chu mientras le aplicaba polla a fondo.
- Tu, guarra, lámeme el culo – se quedó perpleja, pero lo hizo. Su primer culo.
El cliente se folló a Chu durante más de media hora, saco su rabo del coño de la china y se la metió en la boca a María, le pidió a Chu que le comiese el coño a mi novia, cosa que hizo provocándole un increíble placer, jamás le habían comida el coño nadie más que Mario y la estaba matando de placer.
El cliente las puso ponerse a las dos de rodillas y eyaculó en sus caras. Era la primera leche que entraba en su boca.
María volvió a casa de sus padres con el alma llena de remordimientos pero con la cartera llena. Tres mil euros eran tres mil euros.
María siguió con su trabajo y aunque miraba con otros ojos a Chu, nada cambió.
El siguiente mensaje de su cliente al principio fue rechazado, pero después de hacer cábalas se sentó conmigo dispuesta a hacer números.
- Jose, vamos a ver que dinero necesitamos para organizar una boda, creo que una amiga me lo puede prestar.
- ¿estas segura que es un buen momento?
- Si, como no lo hagamos ya, no lo vamos a hacer nunca. Además se como te sientes cuando te paro los fines de semana y no quiero hacer el amor contigo pues no estaría bien. Quiero ser tu mujer y que hagamos el amor todos los días. – eso me puso la polla dura y no me quedó más remedio que aceptar.
- Hombre si nos vamos a casar podríamos hacerlo ya.
- Mira Jose, ya hemos hablado del tema, hasta casar ni tocar.
Necesitábamos 24.000 euros para la comida, baile, vestido y viaje de novios. María llamó a su cliente.
- 3000 euros, tres horas. ¿dónde y cuando?
- Mañana mismo hotel, misma hora, misma habitación.
Ese día María llegó bastante más decidida. Tenía un objetivo y estaba camino de conseguirlo. Iban a ser 8 sesiones pero con eso pagaríamos la boda. Yo no sabía nada.
María espero desnuda mostrando su increíble coño. El cliente cuando entró y la vio a cuatro patas no dijo nada. Cogió una de las muñecas de María y le puso una esposa, luego al otra y la dejó esposada con su cara pegada al colchón. Sin decir una palabra metió su polla de un solo golpe en el acostumbrado culo de mi novia, la cual ya se había pasado la tarde recibiendo la polla de Mario por esa cavidad.
El cliente gemía con fuerza mientras con la misma fuerza martirizaba el culo de mi amada. María empezó a entrar en éxtasis cuando un escalofrió recorrió su espalda y entre gritos se dejo ir.
- dame fuerte – escapó de su boca.
Y el cliente le dio de lo lindo fornicándola durante las tres horas prometidas en todos sus agujeros y corriéndose finalmente en su boca.
María se fue de allí 3000 euros más rica.
Desde ese ultimo mensaje hasta le día de nuestra boda, María vendió su cuerpo al Sr. Benítez en siete ocasiones más. La última el día antes de nuestra boda. En esas sesiones de sexo María fue sometida a toda clase de barbaridades. El cliente se la folló en todas las posturas posibles, le metió toda clase de juguetes y objetos del día a día como cepillos, pepinos, plátanos. Cada sesión se imponía en fuerza a la anterior y María disfrutaba de ellas como si ni hubiese un mañana. Lejos de escandalizarse y dejarse hacer María paso de poner sus agujeros a ser parta activa de los polvos incluso pidiendo posturas o actividades.
La ultima en particular fue la más dura. A María se la folló Benítez con un amigo de su misma pinta y edad. María se sorprendió cuando en la habitación vio entrar a dos hombres. Ella estaba desnuda, abierta de piernas y expectante. Nadie dijo nada, el invitado como si esto fuese du día a día, sacó su polla y se la metió en la boca, el Sr. Benítez metió su cabeza entre sus piernas. Se la follaron sin descanso durante horas. Ambos le dieron por todos sus agujeros y le hicieron chupar sus grandes falos a la vez. Cuando notó que uno le inundaba la vagina y el otro el ano María estalló en un último orgasmo, más potente incluso que cualquiera de los recibidos hasta entonces.
María se despidió de la pareja con un tierno beso en cada una de las puntas de las pollas de sus clientes. Intentó cobrar 6000 por la sesión, pero Benítez se negó en redondo.
María llegó cansada a casa donde su madre la esperaba con cara de cabreo.
- pero hija, son las cuatro de la mañana y mañana te casas a las doce- le decía después de esperarla toda la noche en vela
- Lo siento mama, lo estaba celebrando con unas amigas.
- Que amigas serán esas. Bueno, no te preocupes, mañana va a ser un gran día. Pruébate el vestido por última vez y a la cama.
- ¿A estas horas?
- Ale, calla y hazlo, por cierto. Don Felipe esta enfermo, quien va a oficiar la misa va a ser Don Ramiro, el cura más importante del opus en Madrid, es un honor para todos.
María se probó por última vez el vestido y se fue a la cama a la espera de su gran día.
Se levantó pronto, la peluquera ya la esperaba. La maquillaron y se vistió, todo eso le llevó tres horas. Un mercedes alquilado la esperaba en la puerta de casa, María era todo nervios.
El coche dio una vuelta a la manzana esperando que todos los invitados estuviesen sentados en sus asientos.
Cuando entró estaba radiante. Se acercó a mi con su padre de la mano y me dio un beso en la mejilla. Cuando se quitó el velo tanto ella como el cura como el cura asistente se quedaron de piedra.
La boda fue corta y por primera vez en la historia, el cura rechazó el asistir al convite, aún así, el ordenante quiso hablar un momento con mi ya mujer a solas.
- no sabias que eras tu la novia.
- Ni yo que usted fuese el cura.
- si me la chupas en la sacristía vestida de novia te doy ahora mismo 6000 euros.
- Ni loca.
- Piensa en la luna de miel que os podéis pegar tu marido y tu con ello.
María miró a los ojos al cura, se puso de rodillas, levantó la sotana, abrió la cremallera y sacó esa polla que tan bien conocía. Le dio una lengüetada y se la metió hasta la garganta mientras empezaba a meneársela. Lo que María pensó que iban a ser tres minuto se convirtieron en quince en los que mi mujer lamió y lamió pollas sin cesar. Cuando se corrió, María hizo lo imposible por que ni una gota le manchase el vestido y dejó que todo aquel espeso liquido bajase por su garganta. Tenía sus falda y enaguas levantadas y una mano jugaba con su coño, Hasta que Benítez sacó su polla de la boca de mi esposa ella no de dio cuenta de que estaba masturbando.
Cuando salió de la sacristía, le dio el dinero a su madre para que se lo guardara y salimos de la iglesia a recibir el arroz lanzado por los invitados. Nadie sospechó lo que había hecho mi mujer a solas en una habitación con el cura.
Abandoné a María cinco años después, ya ascendido a contable jefe de la gestoría y con tres hijos.
Un día descubrí por error un diario de mi mujer, por lo visto llevaba escribiéndolo desde que nos conocimos, y no lo sabía. Lo leí a ratos furtivamente. En él contaba todo lo aquí contado, y lo que era peor, como siguió acostándose con Don Ramiro Benítez y como con el paso del tiempo amplió su cartera de clientes con los que según declaraba se sentía mujer y además de llenarme el bolsillo, al contrario de lo que consigo con el picha floja de mi marido. Del dinero que ganó por cierto, ni rastro, lo debía de conservar escondida previniendo ser descubierta en su segunda actividad.