Maria Elena

Una habitación, una cama, unos pensamientos y mi amor en ellos figura, me regocijo, me entusiasmo, me gusta... Feliz cumple Maria Elena.

Son las diez de la noche, el sol hace tiempo que se oculto, dejo paso a una esplendida luna llena de belleza, sensualidad, mi mente subyace en un tumulto de indecisiones, pensamientos que a veces nos hace extremar nuestros sentimientos, confundirlos, adorar lo que es por lo que es.

Ahora estoy en mi ordenador, mirando las fotografías de mi amor, María Elena, sencillamente divago en mis pensamientos, en cada una de las texturas de su cara, sus ojos, profundos y penetrantes, su boca sensual, ardiente en deseo, ávido de tomar su sexo, mis bajos imperios se retuercen y estiran, mientras contemplo esos pechos, grandes, contorneados por una aureola que terminan en un pezón, ¡¡ummm!!, esas fresas las imagino, las siento, las recorro, con cada uno de mis dedos, haciendo mas insaciable su tacto, mientras mis manos aferran con suavidad esta verga, la cual acaricio y acaricio, poco a poco, hasta llevarla a un estado de estimulación, esa fotografía despierta en mí algo que hace que mi cabeza viaje lejos, en los umbrales de la locura, mientras mi pequeña calentura va creciendo, y creciendo, según la intensidad y la sensualidad que yo destino a mis propias fricciones, esos roces de manos que vulgarmente llamamos masturbación, pero que para mí es algo más, es un encuentro con ella, en mi cabeza, la imagino desnuda, su clítoris húmedo, muy húmedo, su piel erizada, ardiente, fogosa, mis pensamientos vuelven a ese cuerpo de lujuria, adornado por besos, humedecidos por ese músculo, carnoso que hace las delicias de los lugares a los que penetra, dejando su rastro lascivo de calor, calor húmedo, lluvia esplendorosamente rica, mis dedos se separan de mi miembro por un momento detengo mi vaivén para pasar a la siguiente foto, aún mas caliente si cabe, más atractiva, mas sensual, en ella veo su sexo, sexualidad húmeda, mortificado por la ausencia de mi verga que no puede penetrarla aún, ni tan siquiera rozarla, pero alimentada por mi imaginación, la cual rompe barreras, destroza los limites de lo real y se introducen en mi propio subconsciente.

Mi verga esta colorada, como un volcán que en sus últimos coletazos de vida, esperan que la expulsión sea inminente, que rocié con sus cenizas ese olor a sexo en esta solitaria habitación, mi mente la recorre, cada centímetro, cada poro es explorado, mis genitales se encuentra con los suyos en una encarnizada batalla que solo esta por comenzar, la introduzco fuertemente, el deseo se ha apoderado de mi, y mis sentidos se transforman en energía, que con fuerza y bravura realizan su diabólico movimiento, martilleándonos hasta encontrarnos, fundiéndonos en uno mismo con deseo, con pasión, con mucho sexo, el bombeo de mi sangre aumenta como un ruidoso tambor que acelera y acelera mi pulso, transforma mi ardor en agua y sal, mis ojos se desvanecen en mis propios sentidos ascendiendo y ascendiendo hasta llegar a ese punto en el cual no hay retorno, es especial, es natural, es sencillamente llevado al extremo del placer, el clímax en mi se hace aún mas intenso, mientras dibujo con mis ojos esas facciones que me hacen sentirme vivo, como si fuera electricidad sube y sube, con una intensidad al principio suave, pero que después hace que mi mente quede sumergida en esa extraña sensación que rompe en un dulzor inusitado que hace que termine mi acto en un salvaje alcance, fuerte y literal.

Con un beso me despido de mi amor cuyo nombre me transmite tanta tranquilidad, Maria Elena, ese es el nombre de la protagonista de mi encuentro amoroso de esta noche, apago el ordenador, miro por la ventana la luna, con un brillo incandescente que me hace imaginar sus ojos, lanzo un beso al viento y le digo hasta pronto mi amor, feliz cumpleaños.