María e hija en el Charlie Privee

Hoy os presentare a María, una veterana amante del buen sexo y del alcohol a partes iguales y a su adorable hija, que va por el camino de ser el relevo perfecto de mami

Siempre que voy por la avda. dels quinze, en Barcelona, me dejo caer por el apartamento de María. Es una hembra de cincuenta años, de aproximadamente metro setenta, pelo rubio y rizado, con una tetas normalitas y ya algo caídas por efecto de la edad, pero con unos pezones grandes como una falange, típicos de las madres que han dado de comer teta a su descendencia. Su coño, depilado a laser, tiene unos labios menores que le sobren de los mayores y gracias a esta característica, no han sido pocas las pinzas de la ropa que le he colocado en ellos y en los propios pezones.

María, pese a la edad, se cuida y acude tres veces por semana al gimnasio, donde suda la poca grasa que le sobra. Bueno… la grasa y el alcohol que ingiere en grandes dosis. La vida de casada con un pez gordo de la industria automovilística que le proporciona todo el dinero que necesita sin tener que trabajar, pese a su carrera universitaria y el aburrimiento de tener solo un reducido grupo de amigas la había ido echando poco a poco al vicio de la bebida, que al principio consumía con moderación pero que poco a poco fue incrementándose.

El primer error fue empezar a beber y es segundo, confesárselo a un viejo amigo con el que compartió universidad, porros y sexo. Entre ellos siempre había habido una gran complicidad y cuando María vio que necesitaba ayuda, hablo con Alberto. Hablar con él de su problema fue como pedirle un litro de gasolina para apagar un pequeño fuego. Alberto, conocido de los dos, era un hombre tremendamente liberal, que pese a estar casado, llevaba una vida disoluta gracias a su empleo, con el que se ganaba bien la vida y que le permitía tener mucho tiempo libre. Hacía años que frecuentaba los clubs más sórdidos de intercambio de parejas de Barcelona. Un día se juntaron el hambre con las ganas de comer y Alberto llevo a María a uno de los históricos de la ciudad, llamado “Anys 20”, donde la madre ejemplar y esposa modelo hasta ese momento descubrió el lado salvaje de la vida. Allí dentro podía combinar el alcohol que tanto le gustaba con una necesidad que tenía y que, por mucho dinero que tuviera su marido, no le podía satisfacer: el sexo.

Pese a su nivel de vida, María y su marido no tuvieron a Lucia hasta que ella acababa de cumplir los 32. En parte porque querían disfrutar de la vida, en parte porque él, al ser quince años mayor que ella, no tenía una carga genética suficiente como para embarazarla a la primera. Dicho de otra manera: que follaban bastante poco.

Fue toda esa combinación de factores (la bebida, el gusto por el sexo y el aburrimiento) lo que hizo que mami empezara a traer a casa a “amigos” para “jugar” con ellos.  O al menos eso le decía a la pequeña Lucia desde que alcanzaba a recordar y miraba desde la cuna, quien asimilo que no tenía que contar nada a papi porque a él le gustaba menos “jugar” que a mami. Y un día, hace muchos años y sin recordar bien como fue, la pequeña Luci se convirtió en compañera de juegos de mama y entendió porque ella se divertía tanto. Algún día, en “petit comité”, os contare como fue ese paso.

En aquella ocasión era una tarde calurosa de mediados de junio cuando a media mañana termine unas gestiones profesionales cerca de la casa de María, así que decidí subir a hacerle una visita. Baje por la calle Costa i Cuxart i cuando me cruce con la avenida, me metí en el segundo portal. “si este portal hablara” pensé mientras subía en el ascensor, con una vecina. Aquel portal había sido testigo del sexo mas sórdido que se pueda imaginar cuando devolvía a María a su casa totalmente ebria, solo o acompañado de un grupo de amigos. Cuando llegue al quinto, me baje del ascensor y mientras la señora abría con sus llaves mientras me miraba de reojo, yo, llame a la puerta de mi amiga.

Para mi sorpresa, me abrió la puerta Lucia. Era una copia de su madre, con treinta y tres años menos. Rubita, con el pelo rizado, recogido en una coleta y unas tetas de un tamaño más que aceptable, si bien las suyas, a diferencia de las de su madre, que tenían más edad, se aguantaban duras y firmes. Bajo la camiseta se marcaban dos enhiestos pezones que se empeñaban en luchar con la ropa para sobresalir.

Carlos! Que sorpresa! – Dijo Lucia mientras sonreía. Cuando vio a la vecina, me agarro del brazo y me hizo pasar – Es una cotilla – me dijo en voz baja antes de besarme en la boca, haciendo que nuestras lenguas juguetearan mientras cerraba la puerta.

Después del intenso morreo, durante el cual le toque el culo sin ningún reparo, le pregunte donde estaba su madre. Me explico que había ido a llevarle la compra a su abuela, que vivía relativamente cerca y que no tardaría en llegar.

Perfecto – le dije mientras dejaba mis cosas en el recibidor. – Me tomare una cerveza mientras la espero.

Pese a ser gente de dinero, no eran ostentosos, así que aquella casa tenia la habitación de matrimonio después del recibidor, un pequeño distribuidor pegado a la izquierda y un par de habitaciones, entre las que se encontraba la de Luci. La cocina y los dos baños se encontraban al final del pasillo, así que tras entrar, la hija de mi amiga, fue hacia la nevera y trajo consigo una cerveza, que abrió y me sirvió en una copa fría, dejándola en la mesita que tenía yo al lado de donde me había sentado.

Con la experiencia que dan los años de práctica, tras avisarme de que su padre estaba de viaje de negocios en Madrid, tiro uno de los cojines del sofá ante mí y se puso de rodillas encima del mismo. Luego, me desabrocho el botón y la cremallera del pantalón y libero mí ya morcillona polla, junto con mis depilados cojones. Tras acariciarla un poco y olerla (era uno de sus fetiches. El olor de mi polla le encantaba y mas, si se mezclaba con algún otro, procedente del coño de otra hembra) se la introdujo en la boca mientras yo degustaba la bebida.

¿Qué tal fue la selectividad? – le pregunte mientras me quitaba los pantalones para ponerme cómodo y dar más libertad de acción a la hija de María.

Pues la verdad es que ha sido un palo – me dijo después de sacarse mi rabo de la boca y pasar su lengua por los cojones – había que estudiar un montón, pero me he partido el culo y me parece que entrare en la carrera que quería papa que hiciera – comento mientras me masturbaba, sobándome los huevos y mirándome a los ojos. Al terminar de hablar, se la volvió a meter en la boca y siguió con la mamada mientras empezaba a soltar pequeños gemidos de placer.

Lucia era una mamona vocacional. Le encantaba notar como una polla se iba poniendo dura en su boca y como iba creciendo en tamaño hasta casi no poder con ella. Meterla en su boca, junto a las cerdas de mi piara y a mi mujer, era una de las mejores experiencias a nivel sexual que podía tener un macho. Adiestrada en el francés desde hacía más de una década, conocía perfectamente mi miembro, mis cojones e incluso mi ojete y que tenía que hacer con él para darme el máximo placer posible. Como no podía ser de otra manera, agarre la cerveza y echándome hacia atrás, deje que me trabajara mientras disfrutaba de la bebida.

¿Sigues con tu novio, el músico? – le pregunte un buen rato después. Su trabajo había tenido efecto y mi polla estaba dura como un picahielos

¿Raúl? Si! Es un amor. Me quiere muchísimo – dijo la rubia mientras me volvía a lamer los huevos, llegando hasta la entrada del culo – y yo a él… Me ha ayudado muchísimo con los exámenes… y algunos no los habría… aprobado sin su ayuda… además, está el tema… de los cuernos… - Decía entre lamida y lamida.

La verdad es que encontrar a un cabrón consentido como él, que te pague los hoteles para que te follen, es complicado – le dije mientras me ponía algo más al borde del sofá para que pudiera trabajarme bien el ojete

Bueno… digamos que en eso también ha ayudado… a que apruebe el bachillerato… fue él quien pagaba los… hoteles donde me llevaba… a los profes para que me aprobaran… con buena nota si… el examen no había ido muy bien. Ellos me… follaban y después, al marcharse… entraba Raúl y me… limpiaba sus corridas del fondo de mi coño…

Jajajaja. Menudo cabrón traga leches… - reí a gusto - estoy seguro que esta tremendamente agradecido que tu madre te regalara la implantación del DIU en tu primera menstruación.

Oh! Si! Eso si es un regalo… - Dijo mientras se golpeaba ella misma la lengua con mi mas que enhiesta polla - y no las mierdas que me regala… papa. Con la regla ya me podíais dejar preñada y… eso lo ha evitado… por ahora…

Bueno… - Le dije mientras le acariciaba el pelo, notando su caliente lengua en mis huevos - sabes que cuando toque, te lo quitaremos y le daremos a tu madre una nieta para que la eduque tan bien como a ti.

No veas… - exclamo mientras volvía a lamer mi polla - que ganas tengo de transmitir… todo lo que me habéis enseñado… entre mama, tu, el tío Alberto, la piara y todos vuestros amigos…

Unos minutos después, escuche la puerta y apareció María en el comedor. Iba con una minifalda a cuadros y una blusa de color blanco. Calzaba unos zapatos de tacón de aguja, nada apropiados para ir a la compra, pero su estatus hacia que tuviera que estar siempre “divina de la muerte”.

Carlos!!! Cariño!!! – Me dijo María mientras dejaba las llaves y las gafas sobre la mesa, acercándose a darme un beso mientras su hija se había vuelto a meter el rabo en la boca y lo chupaba como una autentica virtuosa – Que alegría de verte ¿Qué te trae por aquí?

Pues mira… estaba por la zona y me apetecía clavarte la polla – conteste sinceramente a mi amiga, mientras deslizaba una mano bajo su falda. Como era habitual, iba sin bragas y tenía el coño empapado y listo para ser follado - Hmmmmmm. Ahora los cojones otra vez, pequeña.

Ya sabes que nos encanta que nos visites, cielo – dijo la madre tras quitarse la ropa, dejándola sobre el sofá y arrodillándose al lado de su hija para ocuparse de mi polla tras besar con lengua a su aprendiz.

Tener a dos expertas mamonas a mis pies es algo que me encanta y que procuro disfrutar siempre, pero en ocasiones, ni la mejor boca del mundo puede competir con la calidez y la lubricación de un coño conocido, así que hice que María subiera a horcajadas encima mío para que su hija guiara mi polla hasta el coño de su madre. Una vez ensartada, María empezó a cabalgar mientras yo le separaba las nalgas y su hija le comía el agujero del culo a la vez que se masturbaba. El coño de la hija era una monada, pero la experiencia es un grado y la veterana tenia muchísimas horas de vuelo.

Joder, Carlos… Qué bueno… ufffff – Decía María mientras montaba – como la niña ha estado con la selectividad, hemos sido buenas, pero ahora que se ha terminado, ni te imaginas… oh… lo que necesitábamos un poco de distracción… uffffffff… métele un dedo a mami en el culo, cielo…

Lucia no se hizo de rogar y sacándose los dedos del coño, le metió primero uno y después otro en el ojete de su progenitora que no ofreció ninguna resistencia. María, muy aficionada a las dobles penetraciones, se empezó a mover más rápido y a gemir y resoplar como una cafetera. Su hija, conocedora de sus gustos, empezó a follarla cada vez más rápido con los dedos hasta que, soltando un gruñido de cerda, la matriarca de la familia se corrió abundantemente sobre mis huevos, dejando mi polla, los cojones y parte del sofá, empapados. Su hija, bien conocedora de su obligación, dejo el ano de su madre y procedió a limpiarme el estropicio que había organizado su progenitora.

Joder, como lo necesitaba, Carlos… - Me dijo la veterana besándome en los morros – Va, cielo, sube tu ahora, que te sentara bien – le dijo a su hija mientras desmontaba.

Lucia se incorporo y en lugar de montar como su madre, se dio la vuelta y lentamente se sentó sobre mi rabo. Mi polla, totalmente rebosante de flujo hubiera entrado sin problemas en el perfumado coño de la vástaga, pero en el último momento, la madre agarro mi polla por la base y la retiro unos centímetros, haciendo que su hija se empalara a si misma por el culo, lo que no supuso un problema para la chavala, ya que lo tenía tan entrenado como el coño.

Lo siento, cielo – le dijo su madre mientras rodeaba mis piernas y se ponía de rodillas entre ellas, ocupando el lugar que hasta hacia poco tenía su hija – he pasado por la panadería y he olido a mantequilla. Ya sabes cómo me pone la mantequilla… sobre todo cuando la usábamos como lubricante para tus agujeritos antes de que supieras pronunciar tan siquiera bien tu nombre… – y empezó a comerle el coño a Lucia.

Unos minutos después, sonó el teléfono de mi amiga. Era una llamada especialmente estridente, como la de un cerdo gruñendo, así que María despego los labios del coño de su hija, que seguía cabalgándome moviendo el culo, clavándose mis 20 cm de polla con gran placer para los dos y fue a por el teléfono, oculto en su bolso.

¿Sí? Ah! Hola cariño – Dijo María mientras volvía a ponerse de rodillas ante el coño de su hija - ¿A qué hora llega el puente aéreo?... Vaya… Que mal… aja… - Mi amiga mantenía la conversación con su marido mientras le iba pasando la lengua por el coño a su hija, alternándola con los dedos, con los que la follaba y usaba como cucharilla para rebañar mas flujo – Vale, mi amor… si… muy bien, cielo. Pues mañana nos vemos. Besitos… sí, yo también a ti… Si… De tu parte. Besitos… -  y colgó, volviendo a meter la lengua en el coño de su hija y hasta después de un buen rato no nos conto que al cabrón se le habían complicado las negociaciones y que, al no firmar el acuerdo, se tenía que quedar una noche más en Madrid para poderse volver a reunir al día siguiente - ¿Te quieres quedar a “dormir” Carlos?

Tengo una idea mejor – les dije a las chicas, mientras le daba una fuerte palmada en el culo de Lucia, para indicarla que desmontara -  poneros algo sexi. Nos vamos al Charlie Privee. Después cenaremos por ahí y esta noche, la remataremos en el Training Pedralbes. Pero antes, cómeme la polla, Luci. Creo que no tenías el ojete tan limpio como debías y ya sabes que lo que una ensucia, ha de limpiarlo.

Que malo eres, Carlos – Dijo Luci bajándose de mi polla y dándose la vuelta para limpiar con la boca los rastros de flujo, liquido pre seminal y su propia suciedad que tenía mi rabo. No le hizo ascos… de hecho, hacía muchos años que no le hacía ascos a comerse una polla recién salida de cualquier agujero

El Charlie Couple es uno de los clubs de parejas más sórdidos y con más solera de toda Barcelona. Abierto hacia más de treinta años, nunca había visto una reforma y eso hacía que tuviera una estética peculiar. A ello se unía el hecho de que el dueño, para no tener que cerrar el local por falta de clientela, dejara entrar a hombres solos que, en busca de carne fresca, pagaban las copas a precio de oro. En aquel club, María había recibido un sinfín de pollas por todos sus agujeros y durante una época, tuvo una taquilla reservada para ella, ya que era casi diaria su asistencia al local. Sin embargo, para Lucia era la primera vez que asistía a un local, ya que todavía no podía legalmente, pero en un club que se alimenta básicamente de hombres en busca de follar, nadie iba a poner problemas.

Una de las ventajas de este club es que abre a las cuatro de la tarde y desde esa hora hasta las tres o las cuatro de la mañana, siempre hay ganado dentro. A veces solo tíos, otras, parejas que buscan sexo duro y ocasionalmente, alguna chica sola, en busca de pollas para satisfacer su hambre. Cuando bajamos del taxi y nos metimos en el pequeño portal que hay antes de llegar, llame al timbre y me abrió el portero, que me saludo con efusividad. José era un hombre de unos cincuenta y pocos, musculado de gimnasio, rapado y con aspecto de haber vivido épocas mejores como boxeador.

Coño! Carlos! Cuanto tiempo – Me saludo efusivamente el portero, tras darme un abrazo – María!!! ¿Qué pasa, cacho de zorra? ¿Vienes a buscar pollas? – le dijo con la familiaridad que da una clienta habitual a quien le gustaba que la tratasen duro, mientras le metía la mano bajo la falda y le palpaba su babeante coño - Pues pasa, pasa, que hay unos cuantos machos en la barra que te van a dar lo tuy… - y José se quedo callado al ver la presencia de Lucia, que estaba espectacular con una falda de colegiala que apenas le llegaba a medio muslo y una camisita blanca a juego, abotonada justo por encima de sus prietas tetas – la hostia!!! ¿Y esta quién es? Pero si es un bocadito!!! Seguro que le huele el chocho a Nenuco!!!

José, te presento a Lucia. La hija de María – presente a la pequeña al portero.

JODER!!!! ¿Y la traes a que se la follen? – me pregunto a mi directamente, ignorando a la chica. Aquel animal sabia de mis dotes de Amo y sabia que si traía a una hembra a aquel local no era para estar a solas con ella.

Primero venimos a que su madre se folle a unas cuantas pollas, que va muy necesitada y el cabrón pichafloja de su marido no le da lo que necesita – dije yo mientras desabrochaba la blusa de mi amiga y se la daba al portero para que la guardara en el guardarropía. Después, le quite la falda y también se la di. Era una vieja costumbre que María fuera totalmente desnuda por el local, para que todo el mundo que quisiera, le metiera mano o lo que le viniera en gana. María era una de las hembras que no saben decir que no a nada que le proponga un macho con cualquier tipo de rabo entre las piernas – y luego, veremos si se anima la conejita de su hija y a cuantos es capaz de vaciarles los huevos. Por supuesto, si te portas bien, serás uno de los primeros – dije mientras también la dejaba desnuda.

Pero que hijo de puta eres, cabronazo – me dijo colgando la ropa de la hija junto a la de su madre - Sabes que tienes barra libre. Solo has de pedir lo que necesites… - dijo mientras olía la falda de la pequeña. Tanto ella como su madre hacía muchos años que no usaban ropa interior.

Las comparativas siempre son odiables, pero hacerlo con ellas dos, lo era particularmente. Mientras que Lucia tenia las carnes prietas y dispuestas para ser tratadas, María acusaba el paso de los años, pero la cara de vicio y la desenvoltura que tenia la madre era algo que todavía tardaría muchos años en desarrollar su hija.

Así pues, con las dos hembras desnudas y agarradas por la cintura, atravesé la cortina que separa el pasillo de entrada de la barra del local. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad relativa, pude ver que había unos cinco hombre, de entre treinta y sesenta años, sentados en la barra en forma de “L” del local, tomándose una copa mientras esperaban a ser invitados (con suerte) a la parte privada. También vi a una de las asiduas del local, una mujer de unos sesenta años, que diariamente acudía para que se la follaran dos o tres tíos. No era una chica joven, ni tenía un gran cuerpo, pero los asiduos del local la llamaban Esperanza. Y no porque ese fuera su nombre, si no porque era la última esperanza de follar antes de marcharse del club con los huevos llenos.

Como he dicho antes, hace tiempo, María era asidua al local, así que tal como entro, reconoció a dos de los hombres sentados en la barra y se fue a saludarlos. Tal como esperaba, se acordaban de ella y en poco menos de un minuto, todos los hombres del local estaban a su alrededor, manoseándola, tirándole de los pezones o metiéndole los dedos en sus agujeros mientras ella sacaba las pollas de las braguetas y jugaba con ellas con la misma naturalidad que daba los buenos días en la entrada de la iglesia a la que acudía cada domingo.

Joder… - Me dijo al oído Lucia, mientras nos mirábamos la escena desde el final de la barra. Yo había puesto a la jovencita de tal forma que esta quedaba expuesta a todas las miradas mientras que mi espalda quedaba en contacto con la pared del local – sabia que a mami le iba el sexo guarro, pero no me la imaginaba rodeada de tíos tan poco… atractivos.

Pues espérate, que esto no ha hecho más que empezar. Tu madre es capaz de follarse cualquier macho que tenga la polla dura. Y cuando digo cualquiera, no me limito a los humanos – le dije mientras deslizaba mi mano por su cadera, hasta llegar a su coño. A diferencia del de su madre, los labios menores todavía no abultaban más que los mayores y por tanto, su coño tenía un aspecto de “hucha” que tanto agrada a los machos y me dedique a acariciarlo con los dedos. Cuando hice un poco de presión, los labios se abrieron y dejaron vía libre para que notara su calor y una abundante humedad, que manaba de su interior. En ese momento, la otra mano subió hasta sus pechos y empecé a pellizcarle suavemente los pezones.

María, encontrándose en su salsa, ya había abierto las piernas, para que los que le metían los dedos lo tuvieran más fácil y estaba agarrando una polla con cada mano, mientras se comía los morros con un tío que tenía delante mientras le sobaba las tetas. Poco menos de un minuto, el mismo hombre puso la mano sobre la coronilla de María e hizo escasa fuerza para que bajara la cabeza, metiéndole la polla en la boca. Aquel movimiento hizo que su culo quedara expuesto y uno de los que se encontraban detrás suyo, poniéndose una goma, se la metió por el coño, empezando a bombear mientras la agarraba de las caderas. María, recordando viejos tiempos, redoblo los esfuerzos e incremento el ritmo de las pajas que hacía a los tíos a quien les agarraba las pollas. De hecho, ese era el único movimiento que controlaba, ya que tanto el hombre que le follaba el coño, como el que le follaba la boca, llevaban ellos el ritmo y usaban sus agujeros tan como les convenía sin prestar demasiada atención al placer de María, que pese a todo, gemía y resoplaba.

Lucia soplaba, miraba a su madre con sorpresa

¿Qué pasa, cielo? ¿Tienes envidia? – Le dije mientras hacía que se apoyara en el taburete que tenía delante, dejando sus tetas colgando y exponiéndome su trasero. Luego, me saque la polla del pantalón y casi sin esfuerzo, se la metí en su lubricado coño – Eso lo podemos solucionar… José ¿Puedes venir un momento?

Dime, maquina ¿Qué necesitas? – comento solicito el musculitos.

Bueno… este es el primer club de Lucia y cuando ha visto a mami tan… “entretenida” ha empezado a mojarse de manera abundante – le dije a mi amigo mientras entraba y salía sin prisas del coño de la adolescente – y puesto que estoy seguro que ahora mismo tiene envidia de su madre, he pensado que seguro que conoces a alguien  que fuera tan amable de sentarse en el taburete que tiene delante y dejar que le coma la polla mientras yo le follo el coñito…

Coño, claro!!! Yo mismo!!! – Dijo José, acariciándole los pechos – pero si me pongo delante, no va a poder ver como usan a la cerda de su madre, así que… - Y de un salto, se sentó en la barra – así la zorrita podrá ver cómo le dan caña a su “mami” a la vez que me come la polla mientras la enchufas tú

Vamos, pequeña – le dije a Lucia mientras empezaba a acelerar la follada – sácale la polla a mi amigo y chúpasela. Haz que mami se sienta orgullosa de la educación que te dio…

Por supuesto que no era el primer trío de Lucia. Con su madre habíamos montado infinidad de fiestas y junto a Alberto, quien me la presento, nos la follabamos de forma habitual hacía muchos años.  Pero era la primera vez que salía a un club y que se la chuparía a un completo desconocido que no era ni uno de sus profesores ni uno de sus compañeros de clase. Lucia desabrocho la bragueta del portero y se encontró con una polla dura, con las venas marcadas y de un buen grosor, si bien era de una longitud de apenas 17 cm. Cuando empezó a lamerla, el portero le acarició el pelo, casi con cariño, pero cuando la chica abrió la boca y le engullo el miembro, soltó una exclamación de sorpresa. Lucia era una excelente mamadora. Llevaba muchos años practicando y unas cuantas docenas de rabos mamados pese a su pronta edad, así que cuando se puso en serio con la del portero, este se tuvo que esforzar para que no pareciera que el novato era él.

Quince minutos después, yo le estaba taladrando el agujero del culo a la niñata mientras José la agarraba por la nuca y le follaba, literalmente, la garganta. Alguno de los machos que había por allí se dio cuenta de que había más de una cerda en la barra y edad por edad, eligió a la más joven, así que cuando María levanto la cabeza, después de hacer que se corriera el tercer tío, vio que su hija estaba siendo “atendida” por tres machos, lo que le provoco un nuevo subidón de morbo.

Ponme un Gin tonic, por favor – le dijo la veterana al camarero tras terminar de tragarse la corrida que le acababan de soltar en la boca  y de la que todavía tenía restos en la barbilla – no es que quiera quitarme este gusto delicioso de la boca, solo tengo sed – le dijo acariciando la cara del macho a quien acababa de vaciar los cojones – y mientras le servían la bebida, se giro, miro al macho que la estaba follando duro y le sonrió – no pareces, cielo. Me encanta que me den caña. Y si te apetece usarme por el culo, ahí lo tienes – dijo mientras se separaba las nalgas con ambas manos, a la espera de su combinado.

El tío, un cincuentón habitual en el local, cambio de agujero sin pensárselo dos veces. El flujo de María hizo de lubricante y su entrenado ojete se trago aquella polla de tamaño medio sin ni siquiera enterarse. Ahora, las dos hembras estaban recibiendo polla por detrás

¿Te gusta el sitio, cariño? – pregunto la madre a su hija mientras esperaba a que otro macho se sentara delante para poder seguir comiendo polla.

Joder, mama!!! Es brutal!!! – la respondió Lucia a su madre, casi fuera de si - Que morbo que te usen tíos que ni conoces!!!

Pues espera a que te empiecen a follglops!!! – dijo la rubia antes de ser interrumpida por la introducción sin ningún tipo de educación de otra polla en su boca

Hostia puta, Carlos!!! Que bueno!!! Como me gust…. – solo alcanzo a decir la cría antes de que el portero volviera a clavarle la polla hasta la garganta. No te distraigas, cooooño!!! Que os pierde a la boca, joder…

Un rato después, la madre había finiquitado a los dos tíos a los que les estaba trabajando la polla y, falta de machos, se unió a nosotros. Primero le comió los huevos a José, que tuvo que pensar en ovejas para no soltarle todavía el chorro de leche en la cara a la pequeña puta de Lucia y más tarde, cuando noto que su hijita empezaba a acelerar la respiración e iba a correrse, se metió entre sus piernas. El masaje en las ubres del chaval, la follada de garganta de José, mi enculada y la lengua de su madre en el clitoris, hacían que las ganas de la chavala por correrse fueran tremendas. Y cuando le llego el orgasmo no puedo evitar mearse en la boca de su madre, que se lo trago todo: corrida y meada. Al terminar, se puso en pie y sacándole la polla del portero de la boca, le dio un tremendo morreo después de escupirle lo que tenía en la boca.

Eres una cerda, cariño – le dijo la progenitora a su hija después de sacarle la lengua de la boca, dejándole el gusto a sus propios fluidos y pegarle una torta – y ahora, haz que este mas orgullosa de ti y vacía los huevos a José, que veo en sus ojos que está cerca – y uniendo el acto a la palabra, la agarro por el pelo y le incrustó el miembro del portero en la garganta, empezando a follársela casi con saña mientras le comía la boca al macho.

La follada de garganta que le estaba haciendo María a su hija con la polla de José mientras le comía los morros fue más de lo que el pobre portero podía soportar y resoplando mientras retorcía fuertemente los pezones de la madre, se preparo para descargar sus huevos. Con unos cuantos cientos de corridas a sus espaldas de aquel hombre al que estaba masturbando con el cuerpo de su hija, mi rubia amiga reconoció los espasmos y apretó la nuca de la bastago para que se introdujera el mayor cacho de carne posible en la garganta al tiempo que el currante vaciaba los huevos en lo más profundo de la garganta de la pequeña mientras él, a su vez, también la agarraba por la nuca y hacia que su barbilla tocara sus babados cojones.

Recibir leche era algo que siempre le había gustado a Lucia. Seguramente porque le recordaba a su infancia y a los biberones que todos los amigos de mama le dimos en su día, así que cuando noto que la carga de semen del portero empezaba a salir y bajar por su garganta, apretó las piernas para disfrutar de un nuevo orgasmo que contrajo todos sus agujeros, incluido el ojete donde yo estaba bombeando.

Aquel agujero, si bien tenia muchísimas horas de experiencia, debido a su tierna edad todavía era muy prieto, así que entre las contracciones de su nuevo orgasmo y las ganas que tenía yo de vaciarme en ese culo hicieron que llamara la atención de la madre con un cachete en el culo. Ella, buena entendedora de mis deseos, se volvió a agachar entre las piernas de su hija y esta vez dedico sus esfuerzos con la lengua a mis cojones.

Así pues, entre los gemidos de la pequeña, la presión ejercida por su ano sobre mi polla y la lengua de su madre en mis testículos, la corrida que le introduje a Lucia fue abundante y tremendamente satisfactoria, disfrutando de todos y cada uno de los chorros de lefa que metí en ese agujero tragón.

Una vez terminada la inseminación de aquel ano, la madre se giro para limpiarlo y aprovechar hasta el último ápice de mi crema de macho mientras que la pequeña se metía nuevamente mi polla en la boca.

Parece que al final vas a tener el ojete limpio esta noche – le dije mientras le acariciaba las tetitas a Luci mientras ella limpiaba los restos de semen y mierda de mi polla – y parece que mami está encantada en ayudarte…

María, tras tomarse su segunda copa antes de unirse a nosotros, ya estaba “entonada” y en ese estado, no había nada que le produjera rechazo, ni un ano relleno de semen con restos biológicos ni la polla de un camionero después de 14 horas de volante y cuando dejo reluciente el agujero trasero de su hija, se levanto y compartió parte de lo extraído de su ano con ella, dándole un potente morreo que puso alguna polla dura en la sala.

Mientras el portero, la jovencita y yo comentábamos la jugada, María aprovecho esas pollas duras y se fue a la cama principal, arrastrando tras ella a todos los clientes del club, incluida Esperanza, que viendo que aquella tarde no la iba a follar nadie mientras estuviera María, decidió que a falta de polla, una buena lengua en su coño era algo aceptable.

Una hora después y tras pasar todos por la ducha donde María había recibido algunas lluvias doradas, nos vestimos y nos fuimos a cenar a un restaurante de la zona antes de encaminar nuestros pasos a otro de los clubs de Barcelona.