Maria cecilia

Todo el relato previo, es necesario, para entender que fue un amor infantil; que el deseo perduro por mucho tiempo. Es un relato que al principio puede cansar, pero la intensidad va subiendo.

María Cecilia, es hoy una mujer de 48 años, y la conozco desde hace muchos años, desde mi niñez, pues éramos vecinos.

A mí siempre ella me gusto, era bajita no más de un metro 45, tenía un pelo color miel, no era rubio, pero si claro y recuerdo que muy brillante. Y unos ojos entre verde y pardos, una pequeña nariz y un muy lindo cuerpo de acuerdo a su estatura.

Con María Cecilia nos unió desde pequeños una tremenda amistad y además nos gustábamos mucho, pero como éramos muy niños solo quedaba en jugar mirarnos y de repente decirnos que nos gustábamos mutuamente.

Llegando ya la época de la juventud empezamos a ir a fiestas, pero María Cecilia no siempre asistía con nosotros por su edad, al menos 4 años menor que el promedio de mi grupo, solo nos acompañaba su hermana.

Pasó el tiempo y María Cecilia creció y llego a los 15 años, yo tenía 17 y ya le declaré formalmente mi “amor”, ella lo siguió tomando como un juego y se dejaba querer, de vez en cuando, furtivamente le robaba un beso en sus labios maravillosos.

María Cecilia, estudiaba ya Enseñanza Media y era la fiesta de Aniversario de su colegio, y la única manera que le dieran permiso para asistir, era que fuera su mejor amiga y compañera de curso, por lo que era necesario buscar un acompañante para ella. Ese día comenzaría nuestro pololeo; empecé a pedirle a mis amigos y ninguno quería ir por la edad de la compañera; finalmente fui a la casa de un conocido y lo invite. Héctor que era su nombre, acepto y nos fuimos los 4 a la fiesta.

Ya camino a la fiesta, yo me había transformado en un perdedor, Héctor se sentó al lado de María Cecilia y el abrazo. Me la jugo sucia, a pesar que yo le había dicho que era a su amiga a quién debía acompañar, luego de la fiesta, su relación termino en pololeo y a los meses se casaron, siendo María Cecilia menor de edad.

Debo confesar que durante esa época yo estaba enamorado de María Cecilia, y el día de su matrimonio, su papá me puteo, diciendo que era yo quién debía estar ahí.

Bueno finalmente ellos se fueron del barrio, tuvieron una hija y siguieron felices por la vida.

Yo al tiempo me case y arrende un departamento en el mismo edificio donde vivía mi madre y veía a María Cecilia cuando visitaba a su familia, grande fue mi sorpresa cuando como a los 5 años, la vi embarazada de nuevo. Ya que a veces hablábamos y me decía que la relación con Héctor era pésima, y que solo quería separarse.

Llego el día del parto, y en plena operación le dio un paro cardio respiratorio, y tuvieron que abrirle todo su abdomen, además del estómago por la cesárea.

Estuvo gravísima y pedían dadores de sangre para ella, ese día su mamá fue llorando a mi casa a contarme y pedirme que le ayudara, pues Héctor no hacía nada por tratar de conseguir dadores para salvarla. Yo hice que la mayor parte de mis conocidos fueran a dar sangre, lleve gente de mi trabajo, conseguí con amigos y familiares mucho más gente. María Cecilia estaba en coma y permaneció así como 2 semanas, yo la visitaba casi todos los días, le tomaba sus manos y le hablaba que no soltara el hilo de vida que le quedaba y que siempre la había amado, y besaba sus manitos y su rostro. Finalmente un día María Cecilia despertó y pidió verme.

Yo fui un día como a las 11 de la noche, y como ya me conocían, pensaban que era un familiar cercano que no podía ir temprano, así que me dejaron entrar a verla. Ya le habían contado todo lo que yo había hecho por ayudar y me dio las gracias. Luego me preguntó si aun así la encontraba bonita, obvio que mi respuesta fue positiva, me dijo que viera sus heridas y se levantó el camisón, tenía una herida desde la base del cuello hasta su estómago en forma de “Y”, yo al verla me impresione, pero me agache y bese tiernamente todo su pecho en torno a sus heridas. Luego me acerque a su rostro y la bese en su frente.

María Cecilia me pregunto si al verla así con sus heridas, igual la amaba…

… Su pregunta me sorprendió muchísimo, le pregunte qué a que se debía, ella me dijo que una auxiliar le había contado que “su esposo” pasaba a verla y que era súper tierno y le hacía cariño y le decía que la amaba, ella quedo extrañada, pero hoy cuando llegué, la auxiliar le dijo que había llegado su esposo.

Ante tamaña noticia, no me quedó más que decir la verdad.

Así que le comente…

“María Cecilia, tu sabes que yo siempre he tenido sentimientos por ti, pero ambos tenemos nuestras propias vidas aparte, no quiero enredar las cosas y menos en este momento”

Me pidió que me acercara, y me dio un beso en los labios, yo lo correspondí, fue un momento eterno, luego sentí que una lágrima corría por su mejilla, le bese la mano y me fui.

A los 6 meses que la dieron de alta (tiempo en que solo nos cruzamos en los pasillos del edificio, y que nos saludábamos como siempre); me despiertan temprano con fuertes golpes en la puerta del departamento, era la mamá de María Cecilia que me pedía que la acompañara a la casa de ella, que algo horrible había pasado, Héctor – su marido – se había suicidado en el patio de la casa.

Llegamos a su casa, y la tragedia era evidente. Fuera de la casa estaba María Cecilia y sus hijos. Se abrazó a su mamá y le conto que su hija mayor había descubierto el cuerpo. Se abrazó a mí, y me dijo llorando que no sabía qué hacer, me dio las gracias, y llegó la policía…

… Luego de que todo pasó, no la vi durante mucho tiempo, yo me cambié de casa, mi madre también, no tenía sentido ir al antiguo barrio, salvo cuando cobraba la renta del departamento de mi madre, y rara vez la veía y nos saludábamos a lo lejos.

María Cecilia, también se cambió y no supe dónde. Perdimos contacto definitivamente.

La última vez que la vi, tiene haber sido hace 10 a 15 años atrás.

Hasta hace una semana, esto, porque tuve que ir a ver un problema que tenía el arrendatario con las cañerías, estábamos conversando con Ricardo afuera del departamento de mi madre, cuando veo que por el pasillo venía María Cecilia con sus padres, al parecer su papá estaba enfermo. Nos saludamos a la pasada, muy cariñosamente los cuatro, y su mamá me invito que pasara a verlos antes de irme.

Termine de hablar con mi arrendatario y pase a ver a María Cecilia, estaba ella con su mamá, su papá está muy enfermo y se había acostado. Conversamos los tres un rato y luego la mamá dijo que vería si su esposo necesitaba algo y nos dejó solos.

María Cecilia sigue siendo muy guapa, y mientras hablábamos de la vida, los dos nos mirábamos de una manera distinta, en un momento ella me comenta que yo me veo muy bien, que estoy más delgado, que las canas me quedaban bien y que la barba y el bigote me venía muy bien. Con tanto piropo, yo también me atreví a decirle que ella estaba igual, y además más guapa.

María Cecilia me dice que ya es hora de irse, porque no le gustaba andar en micro tan tarde, obviamente, me ofrecí a llevarla a su casa, y ella acepto, se despidió de su mamá y algo le dijo al oído que no alcance a escuchar, me despedí de la señora María, me abrazo y me cerro un ojo, diciendo que no nos fuéramos a perder por el camino.

Mientras caminábamos al auto, le pregunte por su nueva vida de casada, ella me comento que era lo típico, que su marido a veces se ponía odioso con el trago y que generalmente discutían y que ahora estaban enojados ya hace un par de días y que él andaba fuera de Santiago. Nos subimos al auto y le dije que fuéramos a tomarnos un café, María Cecilia me dijo que mejor un trago a un lugar discreto, así nadie nos vería.

Fuimos a un lugar cercano, donde las mesas están bastante separadas una de otra, ella se sentó y yo en lugar de sentarme al frente, me senté a su lado. Pedimos un par de tragos y seguimos conversando, hasta que le pregunte que si alguna vez había pensado en mí en todo este tiempo, María Cecilia me dijo que no recurrentemente, pero que sí lo hacía, especialmente en el último tiempo, pues me había visto un par de veces sin que yo me diera cuenta, y que en un par de oportunidades, hasta había fantaseado un poco.

En base a la conversación, le tome la mano y le dije…

Me acerque y le di un suave beso en su boca, María Cecilia me miro con cara de sorprendida y luego de un par de segundos, se acercó a mí y me beso de vuelta, ahora el beso fue largo, nos abrazamos todo lo que la mesa nos permitía.

Me levante, saque dinero y lo deje en la mesa, haciéndole un gesto al mesero, la tome de su mano y nos fuimos. Antes de subirnos al auto, nuevamente la bese y apretamos nuestros cuerpos, pudiéndonos sentir el uno al otro.

Estuvimos como 5 minutos besándonos y a cada momento se hacía más intenso. Le abrí la puerta para que subiera, y nos fuimos. Por el camino me fije que andaba con chaqueta y una falda casi arriba de la rodilla, debajo de la chaqueta solo con una blusa, y luego su ropa interior. Cada cierto rato nos mirábamos, y yo le tomaba su mano, me pregunto que si me había a arrepentido y yo le dije que no.

Me pregunto dónde iríamos, yo le dije que esperara. Finalmente, llegamos a un Motel y entre, me quedo mirando sorprendida, y le dije…

… Llevo años esperando este momento, casi una vida, y ahora lo aprovechare.

… Si es que te dejo, me dijo.

Entramos finalmente a la habitación, el lugar no estaba mal y la temperatura estaba muy agradable.

María Cecilia fue al baño, yo puse música, llegaron los tragos de cortesía, cuando volvió, la invite a brindar…

… Por un momento inolvidable, le dije

… Por un momento ansiado me contesto.

Dejamos los tragos en la mesa y la abrace y nos pusimos a bailar, la mire y ella a mí con unos ojos de ternura, la bese apasionadamente, en un momento me miró y me dijo…

… Por favor, suave, quiero que este momento sea eterno.

Nos seguimos besando apasionadamente mientras bailamos, le saque su chaqueta y metí mis manos bajo su blusa, desabroche su sostén…

… Empecé a desabrochar de a uno los botones de su blusa mientras nuestras miradas se encontraban, llenas de pasión, llenas de deseo…

… Saque toda la parte superior de su ropa, sus viejas heridas quedaron al descubierto, me agache, y en lugar de irme a devorar sus hermosos senos, empecé a besar sus cicatrices.

María Cecilia se estremecía a cada roce de mis labios, saco mi polera y nuestros pechos se apretaron fuertemente y nuestros labios también…

Con mis manos busque sus piernas, eran suaves, estaban levemente húmedas, luego de un rato desabroche su falda y la deje caer…

… María Cecilia se dejaba hacer.

La tome en mis brazos y la deposite sobre la cama, me pare entre medio de sus piernas que colgaban de la cama, nos miramos y volví a besarla, ahora empecé a besar su rostro, su cuello, su pecho, hasta que llegue a sus senos, los tome con mis manos y los empecé a masajear suavemente de abajo hacia arriba y de vuelta, los besaba por los lados de su aureola, no más grande que una moneda, hasta que finalmente, con mis labios me apodere de sus pezones ya erectos. María Cecilia se estremecía cada vez que apretaba sus pezones, luego de un rato de estar en eso, mis labios empezaron a bajar por su vientre, mi lengua también, llegue a sus braguitas, se sentía el olor de una mujer que estaba deseosa, me salte a sus muslos, los empecé a besar y a morder con mis labios; María Cecilia emitía pequeños gemidos…

Ahh!!!

Ahh!!!

Ahhhh!!!

Empecé a lamer sus labios por sobre su ropa interior, el aroma a mujer me excitaba, con un dedo, corrí la entrepierna de su calzón y mis labios, atraparon uno de sus labios húmedos sus gemidos eran ahora mucho más fuertes…

Ahhhh!!!

Ahhhh!!!

Ufffffffff!!!!!

Saque lo último de ropa que quedaba y mi cabeza se hundió entre sus piernas, jugueteaba con sus labios, saboreaba su excitación mientras ella con sus manos tomo mi cabeza y la apretaba contra su vagina, yo me saque los pantalones como puede y me levante volví a deshacer el camino a besos y también con mi lengua, pase nuevamente por sus cicatrices, me quede un rato apretando sus senos y mordisqueando sus pezones, llegue nuevamente a su cuello, su boca me la comí una vez más, pero ahora además de pasión, había mucho deseo, los besos eran con una fuerza desmedida, nuestra respiración estaba muy agitada, estábamos al límite del deseo.

Me acerque a su oído y le pregunte…

… ¿Cuál es el límite?

-          Hoy no hay límite, soy solo tuya…

-          Hazme el amor, hazme lo que quieras, pero entra, entra en mí por favor, quiero sentirte dentro de mí…

Nos besamos y lentamente la empecé a penetrar, de a poco, suavemente y me volvía a salir.

… Ahhhh!!!

… Ahhhh!!! Que rico, quiero más por favor, no te detengas, mételo, métemelo por favor!!!

Entre de un golpe hasta el final, sus quejidos eran cada vez más fuertes, debo haber entrado y salido unas diez veces, y María Cecilia exploto…

… Siiiiiiii!!!

-          Ufffffff!!!

-          Que riiiiiiico!!!

Abrió sus brazos en señal de haber terminado, yo aún no…

La giré, aún con sus piernas colgando de la cama, y suavemente penetre su vagina, viendo su trasero, saqué mi pene y lo puse entre sus nalgas húmedas con sus fluidos y mi líquido seminal, pase suavemente mi glande por su ano y lo volví a introducir en su vagina, uno de mis dedos llego a su ano, María Cecilia no dijo nada, lo empecé a introducir lentamente, su silencio era aprobación, saque mi pene de su vagina y lo puse a la entrada de su hermoso anito, empecé a forzar la entrada, no estaba fácil…

-          Por favor, suave me dijo.

-          Nunca lo he entregado, pero sé suave…

Nos miramos nuevamente, tiernamente, y empecé a empujar de a poco, su esfínter no ayudaba mucho, la hinchazón de mi glande tampoco…

… Entre la mitad de mi glande y María Cecilia pego un ahogado grito…

-          Quieres que pare?

-          No, me duele pero quiero ser tuya entera!!!

-          Suave, suavecito!!!

Ella levanto su cuerpo, empujo hasta que entro todo el glande, empujo otro poco y la mitad de mi pene estaba adentro, ella estaba haciendo el trabajo, yo solo la afirmaba de sus caderas.

Empecé un mete y saca, muy suave, y después de cada salida entraba un poco más.

Mi pene perforaba con cada empuje más ese hoyito virgen.

-          Ayyyy!!!

-          Ayayay!!!

-          Dale, dale, duele, pero es rico, dale, dale

María Cecilia, con una mano apoyada en la cama, llevó su otra mano a su vulva, yo podía sentir como se tocaba, sus quejidos de dolor cambiaron por gritos de placer…

-          Ahhhh!!!

-          Ahhhhh!!!

-          Que rico es todo!!!

-          Dale, dale. Mételo entero, dale!!!

-          Que riiiico!!!

En el momento en que yo empujaba desde la punta, ella empujo, mi pene entro entero, mis testículos golpeaban sus nalgas…

… Mete y saca, mete y saca ella también con sus dedos en su interior..

-          Ahhhh!!!

-          Ahhhhhhhh!!!!

-          Ahhhhhhhhh!!!!

Los dos al unísono, unas gotas de transpiración corrían por mi cara y se depositaban en su espalda, que también mostraban un poco de transpiración.

Sus caderas húmedas, hacían que mis manos se pegaran más a ellas, y seguía el entra y sale de mi pene…

… La contracción de mis músculos decían que se venía mi eyaculación, un montón de mis fluidos llenaron el interior de su trasero, ella gimió largo y también acabo, casi junto conmigo.

Quede tendido sobre ella, le besaba sus hombros, su espalda, le acariciaba el pelo, en ese momento me sentía en el paraíso.

Mi pene salió de su cuerpo, y me tendí a su lado, nos seguimos besando por un momento, la tome de su mano y la lleve a la ducha, nuestros cuerpos húmedos siguieron jugando bajo el agua nos enjabonamos, nos acariciamos, nos besamos durante un largo rato. Luego me salí y me tendí de costado en la cama, María Cecilia siguió un rato más bajo el agua, yo quería verla desnuda desde más lejos, ella salió envuelta en la toalla, le pedí que se la sacara, ella accedió, camino lentamente hasta la cama, camino alrededor de esta, hasta que llego donde yo tenía mi cabeza, se agacho, me beso, y me dijo…

-          Gracias, fuiste muy lindo!!!

Se acostó inversa a mí, se acurruco en mi muslo y empezó a acariciar mi pene, a besar mis testículos, frente a ese estimulo, mi cuerpo reacciono con una erección, acerco su boca a mi pene y comenzó a besarlo, suaves besos con un poco de succión, luego bajo todo mi prepucio y pude sentir su lengua lamiendo y succionando como si fuera un cono de helado.

Luego pasaba su melena por mis testículos y seguía lamiendo y chupando, era una maravilla…

… Su pierna paso sobre mí, su entrepierna quedo al alcance de mi boca, empecé a lamerla lentamente, desde su clítoris hasta su perineo, mientras María Cecilia tenía toda su boca en mi pene, su lengua giraba en torno a mi glande, primero hacia un lado, luego al contrario; no sé si sabía cómo una experta o estaba improvisando, daba lo mismo; era y se sentía maravilloso.

Pase mis manos por fuera de sus piernas, desde sus caderas hacia abajo, quedó prisionera de mis brazos. Mientras me comía su vagina con toda mi boca y lengua. Tenía ante mí la visión completa de su sexo, de su ano, de sus glúteos, me los comía como desesperado. Como si hubiese esperado 30 años…

Puse mi mano entre sus glúteos, mi dedo pulgar entro en su vagina, entraba y salía, mientras mi lengua hacia su trabajo en su clítoris, apoye mi índice sobre su anito recién desvirgado y empecé a introducirlo suavemente; en un momento, mis dedos se tocaban entre si al interior de María Cecilia, mientras ella se comía con más ganas mi pene, en un momento ella tomo un ritmo muy veloz en su forma de chupar, yo succionaba con más fuerza su clítoris y mis dedos entraban y salían de ella…

-          Ahhhhhhhh!!!

-          Ayyyyyyyyyy!!!!

-          Ufffff!!!!!

-          Ayyyyyyy voy a terminar!!!!!

-          Ohhhhhhhhhhh!!!!!

María Cecilia había terminado, y no tuvo fuerza para seguir comiéndome, desfalleció encima de mí, su espalda estaba absolutamente mojada, sus glúteos y piernas también. Se dio vuelta, y su cara estaba demacrada por el placer recibido. Se acurruco en mí, me miro, me dio un suave beso en los labios y me dijo…

-          Lindo, te pasaste, nunca había hecho tanto en tan poco tiempo.

-          Lo repetiremos, le pregunte.

-          Cuando quieras.

Nos quedamos acurrucados dándonos besitos y acariciándonos un rato. Luego nos duchamos juntos nuevamente, la seque, la vestí, lo mismo hice conmigo. Salimos de la habitación tomados de la mano.

La fui a dejar a su casa, María Cecilia se fue acurrucada en mi hombro, una cuadra antes se separó de mí, nos despedimos con un beso en la mejilla…

-          Hasta la próxima. Te llamo a tu trabajo.

-          OK. Le guiñe el ojo, espere que entrara a su casa y me fui.

Hasta ahora, no puedo borrar cada instante que estuvimos juntos.