Maria
Un deseo anhelado largo tiempo hecho realidad.
- "Podemos quedar?"
Fue el primer mensaje que recibí de María después de no se cuento tiempo.
- "Claro que si, cuando quieres?"
Fue lo que le contesté.
- "En un par de días, si te parece bien en tu casa".
Coincidía que en un par de días no tenía ningún problema para poder quedar así que le contesté afirmativamente quedándonos emplazados para vernos.
Sonó el timbre, al mirar la hora vi que era tan puntual como de costumbre. Al abrirle la puerta vi que había otra cosa que no cambiaba en ella, estaba preciosa. Allí estaba con su pelo eternamente corto del color de la noche llevando puesta una camisa de color blanco que inevitablemente translucía el sujetador negro que cubría sus pechos. Aunque la transparencia ya era de por si provocativa María le daba su toque sexy desabotonando los suficientes botones como para ver el nacimiento de su canalillo pero sin llegar a mucho mas. Más abajo llevaba puesta una falda negra corta que sin llegar a ser mini seguro que hacia suspirar a más de uno por el espacio que se perdía en la oscuridad de tus piernas.
Nos dimos dos besos y le hice pasar. Fueron unos besos extraños, casi como si fuéramos niños chicos que aun no han aprendido a darlos, pero ambos sabíamos que no era que no supiéramos como darlos, era sencillamente que en mucho tiempo estando los dos solos era la primera vez que nos saludábamos de esa forma en vez de con un cálido beso y nuestro subconsciente nos traicionaba.
Tras las preguntas de rigor de dos amigos que hacía tiempo que no se veían y que tenían mucho que contarse el uno al otro la notaba inquieta, nerviosa, sin llegar a entender por qué. Que yo lo estuviese era normal, cuantas veces no la habría deseado en secreto como para que su presencia no me turbara, cuantas veces no me habría masturbado pensando en cómo había poseído su cuerpo o como su cuerpo poseía al mío, cuantas veces al verla no la habría desnudado con la mirada como antaño la desnudaban mis manos. Pero eso era yo, esos eran mis demonios, lo que me hacia preguntarme cuales eran los suyos para estar así, acaso se arrepentía de haber venido, o era que estaba tan alterada como yo por compartir la misma estancia sin ojos acusadores de nuestra falta.
Pasamos al salón, le puse algo de comer para picotear y algo de beber mientras que seguíamos hablando. Creo que así nos pasamos una hora poniéndonos al día, después de tanto tiempo era normal que hubiera muchas cosas que contar, aunque en nuestro caso quizás alguna más de lo normal. Una vez más éramos animales de costumbres, solo la bebida hacía que nos diéramos cuenta del paso del tiempo al irse acabando. Oírla era tan placentero como siempre y si ya de por si la conversación con ella era agradable el hecho de que sus dedos juguetearan con la abertura de su escote hasta que un nuevo botón se desabotonara de forma accidental sin que se preocupara en cerrar la abertura de su camisa hacia que me sintiera agitado. Mientras que sus dedos resbalaban por sus pechos mi respiración se detenía volviendo a bombear aire mis pulmones cuando sus dedos remontaban en dirección hacia ese cuello que tantas veces había besado.
En un momento en el que estaba rellenando nuestras bebidas María me preguntó si tenía ordenador, al responderle que si me pidió permiso para usarlo porque necesitaba mirar un momento su correo. Al irnos hasta la habitación donde tenía el ordenador, lo encendí y se lo deje usar. Cual no fue mi sorpresa cuando mientras que lo usaba me preguntó si usaba el ordenador para ver videos porno. La pregunta me sorprendió al tiempo que me agradaba puesto que significaba que ella estaba relajada al preguntarme algo que sin ningún pudor me hubiera preguntado antiguamente. Al decirle que claro me miró picarona y me dijo que si le podía enseñar cuales eran tres de los videos que mas me gustaban. La situación estaba empezando a descontrolarse y no daba crédito a que mis deseos pudieran verse cumplidos una vez más.
Poniéndome a su lado, evitando mirarla para que no pudiera ver el fuego que me consumía por dentro, teclee las letras correspondientes a una página porno que visitaba de vez en cuando. De entre los distintos videos que había elegí como primero uno en el que el chico grababa cámara en mano como su chica le hacia una mamada increíble. Eran 10 minutos en los que la chica hacia con su boca todo tipo de juegos con la verga del muchacho. Lo mismo lamia el glande, que chupaba el cuerpo del pene por fuera, haciendo una mamada de la verga a distintos ritmos y profundidades, casi parecía un video educativo de cómo se debía de hacer sexo oral, aunque el final de correrse el uno en las tetas de la protagonista quizás no sería muy del gusto de la asociaciones de padres más conservadoras.
Sin embargo, aunque era un video que se podía ver una y otra vez sin cansarse uno de él, en esta ocasión apenas si le prestaba atención al video puesto que lo que veía en la pantalla poco era con el espectáculo que María me ofrecía. Parece ser que no era solo a mí a quien le alegraba ver el video puesto que ella a los pocos momentos de meterse la chica la verga en la boca empezó a tocarse la cara interna de sus muslos abriendo y cerrando las piernas como si algo en su interior no la dejara estar tranquila, parecía que el fuego que ya derretía mis entrañas también abrasaba su intimidad.
Sus manos cada vez necesitaban ascender mas por sus piernas cediendo su falda a la lujuria de mi mirada ávida de contemplar íntegramente su cuerpo despojado de las ropas que la cubrían. Las manos resbalaban por sus muslos, apretaban la carne de los mismos, se perdían en sus ingles y reaparecían para seguir su ruta hasta que en un momento una de las manos no retorno. Se había quedado estancada en su entrepierna pero por su antebrazo era claro que la mano no se contentaba con la quietud y que sus dedos se ufanaban en acariciar los labios de su vagina sobre la prenda que los cubría. La otra mano no podía ser menos que su hermana y se deslizó hasta uno de sus pechos para acariciarlo por encima de la ropa que aun lo cubría.
Al finalizar el video con una de sus manos aun entre sus piernas y la otra desabotonando su camisa me pidió que le pusiera el segundo de los videos con una amplia sonrisa en sus labios. Mientras que buscaba el segundo de los videos me preguntó si me importaba que se masturbara delante de mí mientras que lo veía. No le conteste pero pose durante largo rato mis labios sobre los suyos tal y como deseaba desde el mismo momento que la vi aparecer al otro lado de la puerta. Después del beso quedo tan claro que me tenía a su merced para lo que quisiera que moviendo su silla la puso de forma que me dejara ver cómo iba a seguir tocándose mientras que veíamos el segundo de los videos.
El video que elegí era más corto que el anterior y en esta ocasión lo que se veía era una chica a la que el novio la penetraba por el ano en distintas posturas. No había romanticismos, ni tampoco juegos previos ni nada que se le pareciere, nada más empezar el video la chica puesta en la postura del perrito ofrecía su culo directamente para ser penetrado, cosa que apenas tardaba unos instantes en suceder.
De la misma forma María no demoro mucho el momento en que me volvió a ofrecer contemplar la raja de su concha puesto que ahora sus caricias habían dejado de ser por encima del tanga que llevaba, el cual había desplazado a un lado para dejarme una perfecta visión de cómo sus dedos acariciaban sus húmedos labios. El video seguía avanzando, después de haber sido penetrada por detrás la chica había tomado las riendas de la situación siendo ella quien sentándose sobre el chico controlaba la manera en que era penetrada siempre por el mismo lugar. Mientras, las manos de María seguían acariciando su cuerpo sin descanso, una ufanada en separar los labios vaginales para centrarse mejor en su clítoris, mientras la otra metiéndose por debajo del sujetador que aun aprisionaba sus pechos, maldita prenda que no me permitía ver como los cogía y de qué forma se acariciaba el pezón.
Al final, en el video la chica se terminó tumbando boca arriba elevando las piernas para que el vigoroso amigo la siguiera penetrando por detrás hasta que su corrida se termino dispersando sobre ella. Como dije el video fue corto lo que la dejo a ella con ganas de terminar lo que estaba haciendo, así que me conmino para que sin demora pusiera el video que falta.
Por muchas ganas que tuviera de tocarla, de tomarla o como poco de tocarme yo al par que ella, estaba tan embelesado observándola que mi cuerpo apenas si acertaba a reaccionar si no era a su reclamo para cambiar de un video a otro. Tan pasmoso aquietamiento sin embargo era radicalmente opuesto al frenético movimiento de mis ojos en un intento de no perder detalla de mi preciosa amiga, así como de la insoportable erección que aquejaba mi miembro arrastrada desde el sofá y aumentada con cada nuevo vislumbramiento que me proporcionada. Tanto era así que ni siquiera cuando María se desprendió de todas las ropas que llevaba ofreciéndome una vez más la visión de todo su esplendido cuerpo desnudo seguí quieto por completo entendiendo que todavía no era el momento de hacer nada, tenía que dejarla acabar lo que ella sola había empezado.
Con mucho esfuerzo y alguna risa por parte de ella logre centrarme en poner el último de los videos. En esta ocasión seria un hombre y una mulata en la playa paradisiaca que tras unos arrumacos previos terminarían fornicando en la misma arena de la playa de todas las formas posibles en que sus cuerpos les permitían, es decir, desde las caricias que sus bocas podían dar al sexo de su amante hasta la penetración de la mujer en todas las posturas y por todos los orificios que su anatomía ofrecía para tales fines, finalizando felizmente para ambos amantes con una generosa corrida del hombre en la boca de su compañera.
Tal y como me imaginaba la elección de video fue muy del agrado de María. Sin dilaciones lo que antes eran caricias superficiales por sus labios exteriores se tornaron en la introducción de sus dedos en la vagina con la ayuda de su otra mano que, o bien acariciaba el exterior de su sexo remplazando la labor de su hermana, o bien pellizcaba sus pezones alternando tan excitante tarea con unos buenos agarrones de cualquiera de sus pechos. Sinceramente, no se cual de las dos cosas me producía más excitación, ni tampoco acertaría a decir cuál de las dos le gustaba más a ella por sus gemidos. Como el video en esta ocasión era más largo, ella dejó que sus manos se gustasen acariciándola sin prisa en busca del orgasmo. Su excitación era más que evidente habiendo momentos en los que apenas repara en la forma en que el hombre penetra a la mulata en la playa debido a la excitación que como una descarga eléctrica recorría todo su cuerpo y que solo terminó cuando con espasmos su cuerpo me dijo que ya había alcanzado el orgasmo.
Después de esperar a que su cuerpo se tranquilizara dejando que el video terminara del todo María me pidió que si se podía darse una ducha. Le dije que si acompañándola hasta el cuarto de baño. En ese momento no iba a perder la oportunidad de alimentar mi vena voyerista viendo como se lavaba todas las partes de su cuerpo. Ella no me decepciono en modo alguno dejando abierta la mampara de la ducha. Tras abrir el grifo del agua dejo que la misma resbalara por todo su cuerpo dejándola bien mojada, lista para que sus manos enjabonaran su cuerpo. Era tanto el placer que me ocasionaba ver la forma tan sensual en que iba limpiando sus pechos, sus brazos, las piernas, que ya no pude aguantar más la necesidad de desvestirme colocándome en frente de ella empezando a masturbarme. Mientras que lo hacia ella se mordía el labio inferior de su boca dejando que una vez más su mano se deslizara por su entrepierna. Pero esta vez no duro mucho en esa zona puesto que dándome la espalda e inclinándose para que no perdiera detalle, me mostraba como deslizaba uno de sus dedos dentro de su ano aprovechando que el jabón facilitaba la entrada. Viéndola hacer mis caricias se volvieron más rápidas a lo que ella me respondió metiendo un segundo dedo. Era increíble ver como adentraba y sacaba los dedos para volver a adentrarlos más una y otra vez, tanto que con toda la excitación que tenía notaba como me iba a correr, cosa que al decírsela no dudo ni un segundo en ofrecerme sus pechos como diana para mi corrida, ofrecimiento que gustosamente acepte.
Tras repasar una vez la limpieza de su cuerpo y secarse María se despidió de mí diciéndome que en cuanto pudiera volvería otra vez en el mismo día. Igual que acepte el regalo que me acababa de ofrecer dejándome verla mientras que se tocaba acepte también que se fuera sin poner objeciones, teniendo la incertidumbre de si realmente volvería después o si habíamos llegado tan lejos como era posible. Tras su marcha los segundos me parecía que transcurrían como el movimiento de las estrellas, sabía que se desplazaban pero para mi percepción permanecían inmóviles. El sabor de su boca aun estaba impregnado en mis labios y su imagen permanecía grabada en mi retina como si de una instantánea fotográfica se tratara, había robado su imagen una vez más para dejarla impresa en mi memoria. Trate de descansar sin éxito, tampoco las distracciones habituales funcionaban, solo tenía la incertidumbre de si volvería a verla en aquel día o no, a ese espacio temporal se reducía mi mundo en aquellos instantes.
Afortunadamente mi temor resulto ser infundado. Algo después de pasadas dos horas María volvió a llamar al interfono acelerándome el pulso como si acabara de correr con todas mis energías los cien metros. Al abrirle la puerta apenas si deje tiempo para ver que su conjunto lo había sustituido por un vestido de color negro, algo más largo en la falda pero más pegado a sus pechos, los cuales deduje que solo quedaban ocultos a mis ojos por la tela del vestido pues sus siempre firmes pezones allí estaban acusadores de la falta de sujetador.
Me abalance sobre ella para besarla mientras que con mis brazos la alzaba fácilmente. Al beso me respondió con pasión, a mis brazos correspondió abrazando mi cintura con sus piernas para apretarme aun más contra ella. Estaba claro que el muro que antes había separado nuestros cuerpos evitando casi cualquier contacto entre nuestras pieles había desaparecido, ya no teníamos temor ni reparo de nuestras acciones, solo la lujuria cabía entre los dos y no había limites para dejar correr los deseos carnales que nuestros cuerpos nos exigían.
En vilo la lleve hasta el salón donde sentándome en el sofá la deje encima de mí. Los besos se mezclaban con los tocamientos y el ansia que ambos teníamos por desvestirnos. Parecía que fuera hace años que no nos hubiéramos visto desnudos en vez de ser hace un par de horas cuando el uno contemplaba al otro completamente desnudo. Quitarle el vestido fue fácil, con lo que comprobé que no solo tenía razón en cuanto a que no llevaba ropa interior que cubriera sus pechos sino que tampoco llevaba ninguna prenda que ocultara su sexo. Igual de fácil fue también que me quitara la camiseta que llevaba en esos momentos, pero mis pantalones era otra cuestión. Para quitármelos ella se puso de pie delante de mí tirando de ellos hasta dejarme tan desnudo como lo estaba ella. Sin embargo, una vez hecho esto no volvió a ponerse encima de mí sino que se arrodillo a mis pies de tal forma que su boca rápidamente alcanzo a engullir mi ya preparado falo.
Si fuera la primera vez que me hubiera hecho tales menesteres hubiera podido caer fácilmente en la tentación de pensar que había tomado buena nota del video que habíamos visto esa mañana, sin embargo bien sabía que ella no necesitaba clases de ningún tipo para hacer gozar a cualquier persona con los quehaceres de su boca y lengua. Era increíble como ascendiendo desde la base de mi falo con su lengua llegando hasta la punta y desde allí hundía tanto como podía la verga en su boca sacándola solo hasta que el glande quedaba aprisionado por sus labios y a merced de todo lo que su lengua me quería hacer, que decir de cómo me excitaba el sentir como hacía que su boca fuera rápidamente penetrada por mi falo y al instante siguiente apenas si se movía unos milímetros a cada segundo. Cada cosa que me hacia me gustaba más que la anterior y solo me hacia desearla más aun.
Cuando así lo creyó oportuno dejó de jugar con su boca conmigo volviendo a ponerse encima de mí, pero esta vez procurando dejar bien insertado dentro de su vagina todo mi falo. Había olvidado después de tanto tiempo la calidez que desprendía el interior de su sexo pocas veces experimentada con otras mujeres. Antes de que empezáramos a mover nuestros cuerpos, antes de que dejáramos atrás la razón humana para dejarnos llevar por nuestros instintos primarios de satisfacer el deseo de nuestra carne, antes de que me derritiera dentro de ella y ella tomara el fruto de nuestra pasión, antes de todo aquello simplemente me abrace a ella dejando que la fragancia de su piel se pegara a la mía. Nuestras respiraciones se acoplaron como lo estaban nuestros cuerpos, volvimos a besarnos una vez más durante largo rato, siendo el momento en que nuestras bocas se separaron como el aviso de que nuestros cuerpos estaban listos para darse el uno al otro.
María se movía de adelante hacia atrás mientras que con mis manos sujetando sus nalgas le ayudaba a realizar aquel movimiento. Con mi boca aprisione por completo uno de sus pechos reduciendo el aprisionamiento hasta dejarlo en un pellizco que mis labios daban a su rico pezón. Para zafarse de tan dulce tortura comenzó a cabalgar sobre mí subiendo y bajando sobre mi falo. Sin dudarlo ni por un instante alce mis manos hasta sus pechos cubriéndolos mientras que ella continuaba usándome de montura al tiempo que arqueaba su espalda para mejorar la penetración. Una vez más cambió de postura puesto que me quería sentir más dentro de ella así que tumbándose boca arriba en el sofá, echando las piernas hacia atrás, me ofreció todo el esplendor de su sexo para que ahora fuera yo quien me montara sobre ella. Si bien lo hice con suavidad deje que toda mi verga se adentrara en su interior hasta que mi pelvis no me dejaba empujar más contra ella. En aquella postura me dejé llevar acometiéndola de una forma casi salvaje, sin descanso ni tregua hasta que una vez que alcanzo el orgasmo me pido un descanso para que la sensibilidad de su vagina no la hiciera estremecerse con el más leve roce.
Sin embargo, la idea de descanso que yo tenía resulto ser distinta de la idea de descanso que ella había previsto. Mientras que me sentaba en el sofá después de abandonar la calidez de su vagina ella apenas recuperado el resuello se levantó saliendo de la estancia hacia la entrada de la casa. Al volver traía en sus manos un bote que al verlo sabía que era de lubricante por haberlo usado en otras ocasiones. Inmediatamente me aplicó la loción sobre mi falo pidiéndome que la extendiera bien por toda la superficie, cosa que hice gustoso mientras que ella se colocaba a cuatro patas encima del sofá haciendo lo propio con la entrada de su ano. Sin ninguna prisa espere a que fuera ella la que me dijera en qué momento debía de ponerme manos a la obra y así, a su señal, me puse por detrás suyo enfilando la entrada de su orificio con mi verga.
Notaba como no era una costumbre suya el practicar habitualmente el sexo anal puesto que mi verga se iba abriendo paso en su interior a duras penas. Ella no me pedía que fuera de una determinada manera pero notaba como al ir metiéndome poco a poco no estaba siendo muy de su agrado la experiencia por lo que una vez que introduje por completo el glande en su interior apenas si me movía para no dañarla, solo cuando empecé a notar que iba dilatándose retiré mi falo para volver a lubricarla retornando a penetrarla.
Podía notar como ya no le resultaba tan molesto a ella el hecho de que fuera introduciéndome en su interior, poco a poco iba penetrando más adentro su ano haciendo más amplio el recorrido con cada empujón. Con su cada vez más acentuada dilatación aumentaba su disfrute dejándome llevar por el placer que tan angosto orificio me estaba proporcionando, a cada instante iba aumentando el ritmo de mis caderas al empujar hacía ella.
No obstante, María no quería perder el dominio que sobre mi había tenido durante todo el día así que tumbándome boca arriba en el suelo ella se coloco sobre mí en cuclillas. Una vez que retorno mi verga a su ano era ella la que ahora decidía el ritmo y la profundidad de cada una de las penetraciones mientras que yo disfrutaba con cada una de ellas a la par que viendo como su cuerpo entero se movía para proporcionarme aquel placer. Habiendo superado los primeros momentos de dolor notaba como ella también estaba gozando con lo que hacíamos imprimiendo un buen ritmo a cada una de las penetraciones que ya casi hacían que toda mi verga estuviera por completo dentro de ella. Aun a pesar de haberme corrido anteriormente, así como del hecho de no querer que aquello terminara, tanto placer como el que me estaba proporcionando el penetrar tan angosto orificio hizo que en un breve espacio de tiempo estuviera a punto de explotar mi verga. Al notarlo María en su interior rápidamente me descabalgo y asiendo con su mano mi verga continuo moviéndola frenéticamente hasta hacer que descargara toda la lefa en su boca, que previamente había situado justo en frente de mi verga. Ahora era yo el que me estremecía de tanto placer y satisfacción. Ambos estábamos exhaustos quedándonos tendidos en el suelo el uno junto al otro. De esa forma, con algún beso fugaz y más de una caricia, nos quedamos dormidos.
Al día siguiente la luz del sol me despertó, extrañamente estaba acostado en la cama de mi habitación solo. Era extraño pues recordaba todo lo que había sucedido en el día anterior con absoluta claridad pero ni en mi casa ni en mi mismo pude encontrar ninguna evidencia de que María había estado allí. Era posible que todo lo que pensaba que había sucedido solo fuera un sueño, una mala pasada de mi subconsciente, era posible que María no hubiera vuelto a estar entre mis brazos ni que yo me hubiera entregado a ella. El teléfono sonó, era un mensaje, al cogerlo vi que era un mensaje de María que decía "podemos quedar?"