Mari, la vaquita III (La degradación)

Camino de regreso Mari se dobló sobre sí misma, tapándose la cara, llorando desconsoladamente.

Amanecía, la luz del nuevo día entraba ya en la habitación cuando Belén se despertó. A su lado aquel cuerpo, aquel cuerpo al que acariciaba. El cuerpo de su vaquita.

  • Señora… ¿De verdad va a marcarme?

  • Sí. Así nunca te olvidarás de mí y sabrás que debes venir a mis pies cuando te desee.

  • Hay más ¿Verdad? ¿Cuántas llevan su marca señora?

  • Tú serás la quinta. Pero solo lo haré si tú lo aceptas. Te dolerá, aunque solo por un corto espacio de tiempo. Antes aún tengo que hacer algunas cosas contigo… Quiero ser la primera en hacerlas. Antes que ellos.

Mari quedó un largo tiempo en silencio, mientras agradecía, calladamente sus caricias.

  • Señora…Cuando se canse de mí me dejará como ha hecho con las otras. ¿Verdad?

  • Probablemente antes te irás apartando tu de mí. no eres como yo, ayer vi cuánto te gustan las pollas. Pero sí, te dejaré. Ahora prepara café y unas tostadas para las dos. Hoy es sábado, llamaré a tu padre porque quiero pasar el día contigo.

  • Gracias señora.

  • No hace falta que te vistas, te quiero así.

Ella sí se vistió, mientras le preparaba el desayuno, aunque solo con una blusa blanca, larga, que le cubría la mitad de los muslos y unas botas de caña, de cuero negro y tacones altos, unas botas que en contadas y excepcionales ocasiones se ponía.

No podía dejar de mirar aquel cuerpo joven mientras desayunaban, aquel cuerpo que pronto mancillaría. Marí, desnuda, se sorprendió de ver a su señora llevando aquellas botas, que nunca había visto.

  • Quítate el collar y túmbate en el suelo. Tócate, Tócate mientras piensas en su polla. Quiero ver cómo te corres de nuevo.

-Señora…

  • Haz lo que te digo. Sabes que no me gusta repetir las cosas.

No tardó mucho en jadear. Veía a Belén acercarse a ella, colocarse encima de su cara con las piernas abiertas, mostrando su sexo.

  • Córrete cerdita, quiero ver cómo te corres.

Gemía, con su cuerpo temblando, su cara una vez más transfigurada, cuando sintió aquel líquido caliente en su rostro, en sus labios, aquella lluvia salada, úrica. Abrió su boca, tragando todo lo que podía. Belén sonreía. Era la primera meada que recibía, antes de que cualquier hombre lo hiciera.

  • Ahora dúchate y limpia todo esto - Se levantó aún temblorosa, humillada- Te espero en mi habitación. ¿Sabes lo que es un arnés? ¿Verdad?.

  • Si…sí señora…

Belén la aguardaba, aún con sus botas puestas y aquel arnés amenazante.

  • Pronto podré marcarte, pero antes tengo que abrir tu agujero virgen. Abrirlo para que ellos puedan usarlo, aunque con tus enormes nalgas no les será nada fácil. Te dolerá, pero pronto te viciaras a ello. Ponte sobre la cama, arrodillada y ofreciéndome tu culo de vaca.

Tuvo cuidado en poner un preservativo en el arnés y lubricarlo. Le mandó abrir sus nalgas. Entró con suavidad, despacio, ella gemía de dolor, las lágrimas resbalaban por su cara.

  • ¡Dios! ¡Cómo duele!

  • ¿Quieres que pare? ¿De verdad lo quieres?

  • ¡NO! ¡NO! Sé que tiene que hacerlo…Señora.

  • Nunca olvidarás quien te lo abrió por primera vez. Muerde la almohada. Los vecinos van a oír tus gritos de cerda degollada.

Lo movía dentro de sus entrañas, despacio, con cuidado. Mari no se había sentido nunca tan humillada como aquella mañana. Cuando salió de ella no podía ni moverse. La ayudó a levantarse.

  • Descansa un rato y luego te vistes con el vestido rojo, iremos a comer fuera.

Aún le dolía cuando se sentaron en aquel restaurante.

  • Observa cómo te miran los hombres. ¿Qué crees que pensarán de ti?

  • Que…que soy deforme…señora…

  • ¿De verdad crees que piensan eso? ¿No crees que te desean? Tendré que demostrarte que es así. Cuando regresemos a casa te haré unas fotos desnudas y sabrás lo que realmente piensan.

  • ¿Unas fotos señora? ...Pero…no me haga esto señora…

  • ¿No confías en mí?

  • Si…pero...pero ¿A quién las mostrará señora?

  • Ya lo verás. Ahora come y confía. Venga.

Cuando regresaron al piso le mandó desnudarse. La fotografió en todas las posturas imaginables, de frente, a cuatro patas, en el sofá abierta de piernas, de espaldas, apoyada en la pared, sacando su culo, tocándose…

  • Es hora de que vuelvas a casa.

  • Pero…las fotos…

  • El lunes te las mostraré cariño. El lunes sabrás que piensan de ti.

“Vaya hembra y sin nada de barriga, no suelen encontrarse mujeres así” - “JODER QUE TETAS”- “¿Cuantos años tiene la zorra?” - “Se me ha puesto dura” - “¿Por qué no muestra su cara? Tiene labios de mamona” - “Podría ser mi hija” - ''UF. Que nalgas. Fantásticas para azotar” - “Le llenaría sus tetas de mi leche” - “Me estoy pajeando” - “¿De dónde es?” - “Que ganas de chapárselas” - “Vaya puta” - “¿Come polla?” - “Como para chuparle los pezones” - “¿Es sumisa la vaca?” - “¿Cuánto quieres por ella?” - “Si fuese mi hija la follaba a diario” - “Me he corrido” - “Vaya ubres. Preciosas” - “Me meaba en ellas” - “Quiero conocerla” ...Belén contestaba algunas preguntas otras, directamente, las ignoraba,

Marí estaba leyendo aquellos mensajes, sentada al lado de Belén. Había observado como su señora subía aquellas fotos en un "unsee", algo totalmente desconocido para ella, con su cara casi completamente tapada por un recuadro negro, para, posteriormente, poner un mensaje en un chat: “Mi vaquita” y un enlace para que pudiesen ver y comentar sus fotos.

Nunca había imaginado ser vista como un objeto de deseo. Los leía con sentimientos contrapuestos: avergonzada y a la vez excitada, cada vez más excitada. Sintió la mano de su señora en su muslo.

  • Ahora sabes lo que piensan los hombres de verdad cuando te miran.

  • Pero señora, las cosas que dicen…

  • Las cosas que dicen te gustaria que te las dijeran de viva voz, no te hagas la estrecha conmigo. Estás deseando sus pollas, tanto como ellos tu cuerpo.

  • Señora…

  • ¿Señora? Estás chorreando. Deseando tocarte. Te gusta saber que los excitas. ¿Crees que no se cuánto deseas sus penes? Ahora cuando algún jovencito se ría de ti sabrás que aún no es un hombre.

Belén se había colocado de pie detrás de ella, acariciando sus enormes ubres por dentro del vestido. Los mensajes obscenos, pero llenos de admiración y deseo por aquella hembra se sucedían. Belén sonrió cuando vio  que su vaquita se tocaba su sexo, con las piernas abiertas, mostrando sus grandes muslos.

  • Ay…señora….

  • Esta será tu semana. No la olvidarás.

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¿Dónde vamos señora? . Era viernes y estaba anocheciendo. Le había ordenado que se pusiera su vestido de punto, sin sujetadores ni bragas y unos zapatos de medio tacón, sin olvidar, naturalmente, su collar. Ya llevaba su marca, en el omoplato derecho, la herida producida totalmente curada, una pequeña marca, una B dentro de un círculo. Le dolió, pero agradeció aquello, saber a quién pertenecía. No tardaron en llegar al lugar de destino. Un pequeño bosque cercano a la ciudad. Paró el coche dejando los faros abiertos.

  • Relájate amor, relájate y tócate, Así, con las piernas abiertas, Sabes muy bien cómo hacerlo.

Ni siquiera oyó los pasos de aquel hombre acercándose, sólo tomó conciencia de su presencia cuando sintió su mano bajando por la parte superior de vestido, acariciando sus pechos, sobándolos.  No veía su rostro, solo aquellas manos que habían penetrado por la ventanilla. sus pezones reaccionaron pronto. Solo se oía el canto de los grillos. Y después aquella voz ordenándole que bajara.

  • Tranquila, estoy yo para protegerte - Belém salió del coche situándose a su lado.

Pronto estaba agachada, apoyando us manos sobre el capó del coche, con las piernas abiertas, mostrando su coño depilado y completamente lubricado, esperando, deseando, ser penetrada, Vió como Belén entregaba un condón a aquel hombre.

  • Con condón o nada.

  • Sí, está bien, Joder. Vaya nalgas que tienes puta y como las mueves - Sus manos se cebaban en sus ubres colgando, pellizcando sus pezones. Ella gritaba y no era de dolor. - No grites tanto zorra, que van a venir todos, claro que seguro es lo que estás deseando ¿Verdad perra?

Vió a dos hombres más, parecían esperar su turno, tocándose las pollas, ya fuera de sus pantalones. Estaban muy excitados.

Le pusieron las nalgas rojas. Las tetas doloridas, pero cada vez más sensibles., fallándola, humillándola. Ya no le molestaban las palabras que le decían, en realidad la excitaban aún más.

  • Se corre como una cerda, esta puta. Espero que vuelvas con frecuencia.

Había aparecido un cuarto macho.

  • Guárdate el condón. Quiero una cubana. Vega arrodíllate, perra.

Marí solo conocía aquella práctica por videos, pero parecía que lo hubiese hecho toda la vida. Apretando sus tetas, cubriendo aquella polla, de la que solo veía, miraba, su punta, con ganas de tenerla llenando su boca. Pronto tuvo los pechos llenos de leche,

Sintió la mano de su señora agarrando su brazo y poniéndola de pie. - Por hoy basta, ya has disfrutado suficiente, ¿No crees?

Camino de regreso Mari se dobló sobre sí misma, tapándose la cara, llorando desconsoladamente. Su señora paró el coche. Acariciaba su cabeza.

  • ¿Qué te ocurre preciosa? ¿No lo has pasado bien? ¿Querías más?

  • Señora… ¿No ve en que me he convertido? No soy más que una puta, una vaca sumisa. Cualquiera que adivine lo que soy podrá hacer conmigo lo que quiera.

  • Sí. Así és. pero ya lo eras. ¿O no? Solo vigila en no caer en malas manos o terminarás mal, como muchas. Ahora tranquilízate, eres lista y sabrás muy bien cómo llevarlo, estoy segura de ello y si das un mal paso, siempre me tendrás a mi para sacarte de él.

  • ¿De verdad señora? Gracias. Gracias, señora.

  • Hoy te dejaré dormir conmigo, después de ducharte, claro. - Dijo sonriendo.

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Habían pasado tres meses de la conversación que tuvo con Marino. Aquella mañana lo llamó a su despacho. Le invitó a sentarse.

  • Ya está lista Mariano.

  • Te refieres a… ¿Seguro? Lo cierto es que en este tiempo ha cambiado mucho, se la ve una mujercita segura, incluso coquetea con los hombres.

  • ¿A que me iba si no a referir? . Disculpa el lenguaje, pero lo cierto es que está totalmente emputecida. Ahora ya es cosa tuya saber escoger el momento y la situación, para que no te rechace y hacer que se sienta bella y deseable al tiempo que perra. Yo te recomendaría que la dejes volar y no le exijas exclusividad, creo que te equivocarás si lo haces, pero esto allá tú. Ella no es como yo, le gustan más los hombres que los coños.

Voy a pedirte algo; que le propongas que no deje los estudios, creo que le quedan dos años. ¿No? La verdad es que le gustan los hombres, sería mejor que se fuera apartando de mí y por mi parte ya sabes que me gusta renovar la cuadra. - Dijo sonriendo - Que venga solo un día a la semana, si quiere, el sábado por la mañana, claro que no ganará lo mismo, pero suficiente para sus gastos. Pero quiero que sea ella quien me lo planteé, no me gustaría que pensase que me la quiero sacar de encima. Cuando la desee, la llamaré, porque de alguna forma siempre me pertenecerá

Aquella misma noche, Mariano entró en la habitación de su hija mientras ella dormía, acostada, de espaldas al colchón, cubierta solo con un camisón negro, semitransparente y su collar en el cuello, le gustaba llevarlo cuando dormía. Se acercó a ella, al lado de su cama y empezó a acariciar uno de sus muslos, con sumo cuidado, con deseos de tenerla para si y a la vez algo temeroso de que se despertara, de cuál podía ser su reacción. Después de todo era su padre.

  • Papa…Papa..¿Qué haces?...

  • Lo que llevo deseando desde hace tiempo, hijita.

  • Pero papá…Papá… ¿De verdad te gusto?

  • Nadie me ha gustado tanto como tú. Nunca he deseado tanto a una mujer, a una hembra, como a ti

Marí, despacio, muy despacio, empezó a separar sus piernas, mientras sonreía.