Margarita II
Una chica un poco cochina tiene enamorado perdido a su pareja. Sus juegos de scat ya llevan muchos años y siguen sin aburrirse
Corría el año 2005 cuando os hablé por primera vez de Margarita, de sus urgencias, de su abundancia y… alguna que otra cochinada.
Si os releéis el relato que subí por aquellas fechas os haréis un idea precisa de como era. Pero bueno, tampoco tiene demasiada importancia. Mejor que os relate como es ahora:
Sigue siendo abundante, un poco más que antes como es natural, anda en los cuarenta años, pelirroja, empieza alguna que otra cana que ella se cuida muy mucho de teñirse, con un coño peludito que también se arregla a conciencia pero que a mi me encanta porque los pelos se estiran hasta el culo, un culo con un ojete pequeño, redondo, rosado, nada de esos ojetes que parecen agujeros negros, es como si su culo no hubiera madurado con ella. Y como es natural sigue siendo un poco cochina. Solo a veces, eso es cierto.
Sabe que me gusta que en casa vista provocativa y lo hace. Por ejemplo hoy iba con una batita de esas que se sujetan solo con un cinturón, sin sujetador, con esas tetas que tiene transparentándose, pero que todavía se mantienen firmes y que solo se bambolean un poquito al caminar, eso sí, hoy llevaba braguitas. Unas braguitas de hilo, blancas, nada provocativas pero que en ella son toda una provocación.
Sigue con las urgencias, urgencias como la que os describí en ese relato que os conté hace tantos años.
Ahora vivimos en un piso, cambiamos de ciudad por motivos laborales y ya no estamos en la casita con jardín. Un piso amplio, soleado, caliente, con luz.
Era domingo, no había despertador.
Nos despertamos casi al mismo tiempo, me rodeo con un brazo y me beso en la mejilla. Con el otro buscó mi polla.
- Ummm me gusta tu polla tiesa, por las mañanas estás apoteósico.
-jajajajaj… Venga que te veo venir con una de tus urgencias. Espera un momento que voy a mear.
-No vayas
-Pero si me estoy meando mujer y tu seguramente también
-No vayas, yo no iré por el momento - Y apareció una sonrisa picara de las que sabe poner cuando quiere conseguir algo o cuando tiene una de sus urgencias.
Se levantó, se quitó el camisón, se puso las braguitas que antes mencioné y la batita.
-Venga levántate tú también, no seas vago y vamos a desayunar - me dijo con toda la tranquilidad del mundo.
Yo bajé con ella a la cocina. No lo había dicho, el piso es un duplex con las habitaciones arriba y una escalera de caracol de lo más majo.
-¿Qué quieres para desayunar? Le pregunté
- Uhmmm, una naranjada, tostadas con mermelada de naranja, ciruelas secas con un vaso de agua y un poquito de chocolate.
-Margarita, con todo eso y conociéndote seguro que vas al baño disparada
Volvió a sonreír y me miró a los ojos, luego su mirada bajo hasta el bulto de mi polla que se marcaba en los pantalones del pijama.
-Prepárame un buen vaso de agua, por favor - Me pidió
Se lo preparé. Un buen vaso de agua fresca. Y se lo tomó de un trago
Le puse las ciruelas pasas en otro vaso con agua, puse una tostada para cada uno y empecé a exprimir las naranjas.
-Una naranja sola no basta para llenar el vaso
-Pues exprime dos, me lo voy a tomar igual. Volvió a sonreír y pasear la mirada desde mis ojos hasta el bulto de mi polla.
-Tendría que ir a mear, Margarita
-Yo no voy ¿Por qué vas a ir tu?
-Porque me estoy meando contesté
-Bueno, yo me estoy meando y cagando y no digo nada. La sonrisa volvió a acompañar sus palabras.
-Ya me parecía a mi que el vaso de agua en ayunas sobraba, le indiqué.
-Oh ya verás como no hay nada que sobre
La verdad es que mis ganas de mear empezaban a convertirse también en una urgencia.
No sentamos en dos taburetes que tenemos dispuestos con una especie de pequeño mostrador frente a una gran ventana por la que entra gran cantidad de luz. Ella empezó por tomarse el vaso de agua con las ciruelas, luego literalmente las devoró, atacó la tostada y terminó con el vaso de naranjada.
-Tendría que haber sobrado un poco de zumo de la segunda naranja, pónmelo también por favor.
Yo andaba todavía con la tostada. Iba a morder cuando vi que levantaba un poco las nalgas del taburete, se inclinó un poco hacia adelante y oí un siseo: SSSSssssssfffffff
-Huy, lo siento cariño pero no podía más. Ya se que todavía estás con la tostada.
La miré con toda el ansia del mundo, sonrió de nuevo y un olor espeso me rodeó.
-Tengo otro… - Me miraba con esa sonrisa suya, picara, llena de urgencia y cochina - fffssssss…ssssss . Ya me siento mejor jajajajajaj
Yo todavía estaba con la tostada a punto de morder.
-Te has quedado embobado, venga termínate la tostada.
-Tengo que ir a mear - Le dije - Sin falta, o me lo hago encima.
-Aguanta solo un poquito más. Mira como aguanto yo y no me quejo.
Ella siempre sabía como manejarme y hacer lo que ella quisiera, sin violencia, de la forma más dulce y hacer que todo acabara en una explosión por ambas partes.
- ¿Recuerdas que te pedí un poco de chocolate?
Me levanté y rompí un trocito de chocolate negro que siempre tenemos.
- Un poco más, esto es muy poco cariño
Cuando se lo alcancé, cogió mi mano, volvió a mirarme y sonreír, se levantó del taburete, se puso de espaldas a mi y llevó mi mano con el chocolate dentro de sus braguitas de hilo blanco, justo en el raja del culo, me la bajó un poco hasta que este quedó encajado a la altura del ojete.
-Ahora solo hay que esperar a que funda un poco.
Volvió a ponerse frente a mí, me besó, me cogió de nuevo la polla, como para asegurarse que seguía a punto de follarla, se separó un momento y volvió a soltar un pedo, esta vez, fue sonoro y largo. Luego dijo:
- Es para ayudar a que funda más rápido.
Yo ya estaba como un burro. Ella lo sabía. Sabía que, aunque no era frecuente que se pusiera cochina, en estas ocasiones me ponía loco. Qué haría cualquier cosa que me pidiera.
Entonces se arrodilló, con calma, me sacó la polla, la puso frente a su cara y dijo:
- ¡Mea!
Y yo meé, vaya si meé, salió un chorrito pequeño al principio, luego fue haciéndose más potente, más… me sorprendió incluso a mi. La estaba mirando a los ojos y ella a mí y al mismo tiempo veía como mi meada le golpeaba con fuerza la cara y aparecía en ella una sonrisa de felicidad.
Cuando hube terminado se levantó volvió a besarme, se subió sobre el mostrador, se puso de cuclillas con el coño frente a mi cara, apartó las braguitas a un lado y se subió la bata hasta la cintura.
-Van a verte desde la finca de enfrente, le dije.
- Me da igual - contestó - Se apartó aun más bragas y pegó el culo a los cristales de la ventana, cogió de nuevo mi mano, la colocó entre sus piernas hasta que llegué al ojete con el chocolate fundido, soltó otro pedo, esta vez si que fue largo, inacabable y empezó a mear. Ahora era mi cara la que se mojaba con sus meados. Ahora otro pedo, con todos los indicios de ser un pedo húmedo anunció el fin del chubasco.
-¿Crees que te mereces el postre? Me dijo
-¿Y cuál es el postre? Contesté
-¿Que va a ser? el chocolate.
-Eres terrible Margarita
Ahora se giró, con el culo hacia mí, se puso de rodillas y se apartó la bata de las tetas.
-Quiero que me vean las tetas mientras me comen el culo
Yo ya estaba con la cara pegada a su culo lamiendo el chocolate.
-Creo que con el último pedo me ha salido algo de caca ¿Lo notas?
Sentí como se reía
-La verdad es que el chocolate está muy rico
Oí como decía: ahora lo estará más. Y noté como empujaba, como ese ojete redondo, rosado, hermoso que tenía empezaba a abrirse. Me daba igual, seguí lamiendo como un perro y por fin lo noté: Un mojón no muy duro empezó a abrirse paso, a empujar mi lengua que ya no distinguía que chocolate estaba lamiendo. Sentí como meaba de nuevo, otro pedo acompañado de mierda y un nuevo mojón algo más duro volvió a intentar separarme de su culo. Entonces me di cuenta. Se estaba haciendo un dedo, un dedo salvaje, la sentí gemir, luego un pequeño grito, otro mojón pequeñito y se relajó. Había terminado.
Giró la cabeza, sus ojos buscaron los míos, bajó al suelo, se puso de rodillas con el culo hacia mi y me dijo:
Puedes follarme por donde te apetezca, me da igual si es por el coño o por culo. Te lo has ganado. Te quiero tanto.