Margaret

Como mi amiga Margaret se lió con su asistente de 22 años en Panamá. Me lo contó ayer.

Explicación: Luego de haber hecho varias publicaciones, mucha gente se ha comunicado conmigo tanto por el messanger como por el email. Así conocí a una compatriota que después de mucho chatear tuvimos oportunidad de vernos en vivo y en directo. Ella es una destacada Abogada, con un importante Buffete, casada por más de 20 años con un colega y socio en ese Bufete. Nos hemos confiado muchas cosas y antes de ayer me enteré que ha viajado a Panamá para atender un asunto profesional y por esas extrañas circunstancias del destino ha tenido una noche de apasionado y desbordante amor con un joven de 22 años que es su Asistente. Ellos están ahora en ese país, en una paradisíaca isla llamada Contadora, gozándose mutuamente y sin ganas de volver. Les cuento la historia como Margaret mi amiga, me la contó.

MARGARET

Margaret empezó a jadear, mientras sentía como el joven y poderoso pene invadía su vagina, que solo conocía, hasta ese momento, el de José, su marido por casi 20 años. Hacía mucho que no sentía el correr desbocado de su corazón como ahora. El hacer el amor semanal con la calma, con la suavidad que el conocer a la pareja depara no significaba nada en este momento. Ahora no solo estaba jadeando, de su garganta salían gemidos de placer y sus caderas empezaban a rotar descontroladamente, empujando hacia la pelvis de Raúl. Sus piernas se abrían para permitir al joven que profundizara más en ella y sus manos recorrían el torso del muchacho con desesperación. Este placer no lo había sentido nunca antes y se sorprendió cuando de su boca salían entre gemido y gemido las palabras: "más...dame más...mas fuerte.....así papito, así..."

La boca de Raúl se apoderó de la suya y se entregó a un beso avasallador, pasional, de lucha sin cuartel de lenguas que intercambiaban fluidos.. Sus piernas atenazaron la cintura del muchacho y un orgasmo poderoso y vital, empezó a levantarse como una ola furiosa en un mar embravecido....era delicioso venirse así..delicioso. Se escuchaba a sí misma gritar y pedir más, mientras la boca de Raúl estaba agasajando sus pechos que parecían reventar...sentía como se engolosinaba con sus pezones, la forma como los sorbía y luego esos labios ardientes en su cuello, en sus orejas y nuevamente en su boca la hacían ondular más su cuerpo. Margaret era todo nervio, todo pasión en ese momento... no pensaba, solo quería las sensaciones maravillosas y casi ignoradas por una rutina marital, suave y lánguida, que le había hecho olvidar por muchos años que existía esto. Ahora sentía la ola de un nuevo orgasmo y se perdió en esa vorágine. Que delicia sentir a Raúl moverse sobre ella, como si fuera un martinete eléctrico metiendo y sacando su sexo y sintiendo que en cada acometida ella recibía en sus profundidades tamaña cosa que la hacía liberar sus flujos....el placer era tanto y tan intenso que sintió que se desmayaba ya no daba más, pero de lo más profundo sintió las nuevas convulsiones de un infinito placer y se abandonó a él, mientras las maravillosas manos de Raúl recorrían sin pudor alguno todos los rincones de su cuerpo.

Estaba en ese Nirvana que el placer sexual pleno produce y una nueva ola empezó a crecer en ella... no recordaba cuantos orgasmos le había provocado su joven amante a cada cual más delicioso y cuando estaba en la cresta misma de la ola, el placer se acrecentó al sentir la caliente y abundante leche de Raúl que la llenaba plenamente. No solo gritó, sino soltó lágrimas de placer, de felicidad infinita...tocaba el cielo y jugaba con las nubes....era increíble que se pudiera sentir todo ello, pero allí estaba ella deshaciendose de placer y más aún cuando comprobó que pese a la descomunal vaciada, Raúl seguía tan enhiesto y duro como al principio, metiendo y sacando su gran instrumento, hasta que pocos minutos después volvía a depositar su leche en ella, rebalsando su sexo y corriendo por sus piernas...inundándola toda. Margaret, firmenente abrazada a su joven amante se abandonó a esas increíbles sensaciones....luego sintió que Raúl se deslizaba a su lado y el sueño la invadió...

Cuando Margaret despertó, abrió lentamente los ojos y le costó ubicarse en el lugar y el tiempo. Luego se percató que estaba en la amplia cama de la suite de un hotel de lujo y recordó...recordó el infinito placer que había sentido con Raúl, su joven amante, su practicante de Derecho que ahora yacía a su lado, desnudo y hermoso como un Adonis, entregado al sueño reparador después de los momentos de pasión y sexo que habían tenido. Oh Margaret, que has hecho, pensó. Esto no puede ser...cómo así me he enredado con este chico que podría ser mi hijo? y lo peor, cómo he disfrutado con él en esta cama?, cómo hemos gozado mutuamente de esta noche de pasión?. Oh Margaret, que pensarían si se enteraran tus colegas del Foro, tus socios en el Buffete de Abogados que tienes...que diría Pepe, tu marido, colega y socio del Buffete.... tu familia....tus amigos..... Esto no puede ser... debe terminar aquí....nunca más, resolvió y se incorporó en la cama. Miró a Raúl aun dormido y contempló su hermosa desnudez. Alto, casi 1.82 de estatura, blanco, de cabellos rubios ligeramente largos, con una cara de rasgos definidos y hermosos...era un chico apuesto. A sus 22 años y casi terminando la carrera de Derecho no solo era inteligente, sino muy medido y cauto en sus opiniones. Era un chico inteligente y astuto. Ella y también su marido Pepe, le habían enseñado en la universidad y dadas sus cualidades decidieron llevarlo a su estudio profesional como practicante y planeaban luego que se graduara incorporarlo como Asociado. El chico estaba allí, con los cabellos revueltos y desnudo durmiendo. Margaret apreció que en sus desesperaciones orgásmicas, había arañado la espalda del muchacho... no se había dado cuenta de ello, pero allí estaban las señales...recorrió con la vista ese musculoso cuerpo y se detuvo en el sexo del joven, que yacía en reposo, era enorme, ni comparación con el único que conocía que era el de su marido... todo eso había entrado en ella y su vagina lo había acogido con placer.

Margaret salió del lecho y se dirigió al baño. Desnuda como estaba, se examinó ante el espejo. Sus 41 años no eran tan evidentes. Mantenía un buen físico, le gustaba su cuerpo. Mantenía erguido su busto, no era exagerado, sino muy proporcionado a sus medidas y estatura. Recientemente la modista le había dicho que mantenía sus medidas de sus 25 años: 90-60-92.... sus piernas largas y estilizadas, remataban en unos delicados y bien cuidados pies. Su cintura quebrada que resaltaba sus nalgas duras y turgentes. Su abdomen plano no revelaban para nada sus dos embarazos...se acarició los pechos, sentía algo de dolor en ellos por el tratamiento que Raúl les había prodigado y luego prestó atención a su cara... Pepe, como le decían a su marido, le decía siempre que tenía una cara de chiquilla y era cierto... estaba en ese interregno entre la joven y la mujer madura, los ojos claros y el cabello castaño prolijamente cepillado enmarcaban una cara hermosa... los labios finos y la boca sensual con un inconsciente rictus muy sexy que daba la impresión de intentar un beso, pero sobretodo sus ademanes tan propios y delicados, hacían de ella una hermosa mujer, deseable, apetecible. Suspiró profundamente y se estiró...no quería pensar en su marido, ni en sus hijos, ni en nada...solo deseaba pensar en los momentos que un joven de 22 años la había hecho pasar en la cama de esta suite de hotel de lujo. Decidió bañarse. Cubrió sus cabellos con el gorro plástico y se metió a la ducha. Enjabonó su cuerpo y disfrutó de un baño caliente que la relajó completamente.

Puso especial énfasis en la higiene de su vagina y sintió como cantidades impresionantes de esperma salía de ella ....nunca había visto tanta savia varonil en una sola sesión. Realmente este chico era un semental. Le ardía un poco su apreciada gruta y la sentía que estaba sumamente ensanchada. Pensó: si Pepe le hiciera el amor esta noche ni lo sentiría. El pequeño pene de él, no resistía la mínima comparación con el de Raúl y esbozó una malévola sonrisa por ese pensamiento. Terminado el regaderazo, se secó vigorosamente y se puso la bata de felpa. Regresó a la habitación y contempló nuevamente a Raúl, continuaba dormido en su hermosa desnudez. Margaret decidió vestirse y dar por finalizada la aventura...pero algo más fuerte que ella la hizo sentar al bode de la cama y acariciar el cuerpo del efebo. Estiró la mano y recorrió el contorno de su cara, sus hombros, sus piernas y una fuerza superior a ella llevó su mano al ahora flácido pene de Raúl...le atraía sobremanera ese portento y al tenerlo en sus manos, no resistió la tentación de besarlo.

Había hecho la fellatio con Pepe, más por contentarlo a él, que por placer de ella...pero esta vez por primera vez en su vida le provocaba tener en su boca, lamer, chupar y adorar esa portentosa verga y así lo hizo, abrió la boca y se acomodó semejante pedazo de carne. Desde el primer momento le gustó el sabor...luego pensó que en esa pija también estaba impregnada de sus flujos y de pronto sintió que esta empezaba a crecer bajo el influjo de sus caricias linguales. A duras penas le empezaba a caber en la boca....sintió también que las manos de Raúl enredadas a sus cabellos empezaba a marcarle el ritmo adecuado a la caricia....entregada como estaba a su tarea, casi no se percató que Raúl la atraía más a él y con una hábil maniobra la despojaba de la bata y hundía su cara en las intimidades de su entrepierna. Al fin conocía lo que era un verdadero 69 y empezaba a disfrutarlo. Le maravilló la habilidad de Raúl para posicionarla, disfrutaba en ese momento de la rugosa y ardiente lengua de Raúl que lamía con dedicación sus labios mayores, para luego adentrarse en su rosada vulva y llegar a su clítoris...sentía como ese apéndice pocas veces tocado en 20 años de matrimonio empezaba a dilatarse y a darle deliciosas sensaciones... se sentía liberada quería que esa sensación jamás acabara. La lengua de Raúl no solo se quedaba en la succión de su clítoris, sino que avanzaba y se adentraba en su grieta como si fuera un pene y en ese momento empezó a formarse la ardiente ola de otro orgasmo que le aceleraba el corazón y la hacía deshacerse de placer. Quería gritar, pero al mismo tiempo no quería abandonar el pene que tenía en la boca y cuyas estocadas le llegaban a la garganta...que rico prenderse de ese apéndice que tanto placer le había deparado..finalmente y con los espasmos de su orgasmo, soltó la pija y se dedicó solo a lamerla como si fuera un helado y a gemir nuevamente.

Raúl parecía incansable....había perdido la cuenta de los orgasmos con que la había obsequiado y seguía él allí, taladrando con su lengua todos los ámbitos de su entrepierna. En un momento, sus piernas atenazaron el cuello de su joven amante y eso pareció gustarle a él, que con renovados bríos siguió follándola con la boca.... Margaret tenía conciencia de las cantidades de fluidos que liberaba y que se tomaba Raúl sin cesar. En ese momento resolvió probar la leche de él. Nunca lo había hecho con Pepe, pero ahora lo necesitaba...así como él se tomaba con fruición sus néctares, así ella quería probar y tomarse la leche del joven. Se introdujo con algún esfuerzo la enorme verga de Raúl y empezó a chuparla con singular empeño, en tanto sus manos acariciaba los huevos del muchacho que estaban nuevamente a punto de reventar. La batalla no duró mucho y cuando ella estaba a punto de desmayarse en la cresta del enésimo orgasmo, Raúl empezó a llenarle la boca de leche que ella tragó... le sabía a gloria ese bálsamo lechoso y espeso y tragó todo lo que pudo. Sin embargo las cantidades de esperma que liberaba eran tales que le rebalsaban por la comisura de los labios...luego se dejo llevar por el placer y disfrutó de los estertores de su nuevo orgasmo hasta quedar laxada al lado de Raúl.

Estaba en ese estado de agradable somnolencia que te invade después de una buena cogida y sintió que los labios de Raúl vagaban por sus piernas..sentía su lengua recorrer sus rodillas y ascender por sus muslos...la volteó ligeramente y sintió los labios del joven recorrer sus nalgas, al tiempo que sus manos la recorrían entera. Cada avance le erizaba la piel. Ella, la fina y recatada señora, la destacada abogada, la polemista temible, disfrutando allí en esta cama de hotel de lujo, de las caricias y embates de un joven Adonis de 22 años, que le mostraban en esa memorable tarde, los placeres sexuales desconocidos para ella y en los que al parecer Rául tenía un doctorado con mención honrosa. La lengua de Raúl estaba llegando a la división de sus nalgas y suavemente sintió como esa gloriosa lengua invadía su rosado y delicado ano. Una vez Pepe le había metido un dedo cuando jugueteaban haciendo el amor, de esa manera pausada y calma con que solía hacerlo con su marido, pero no le gustó y le pidió que no lo volviera a hacer, orden que el esposo acató. Pero ahora, sentía que Raúl exploraba ese lugar prohibido, separando suavemente con sus manos, sus firmes y blancas nalgas. Sintió que su ano se cerraba con la caricia, pero la maestría de él era tal, que empezó a relajarse y a disfrutar cómo esa maestra lengua ingresaba a su anillo virgen. Parecía un pene que entraba y salía de su anito y empezó a temblar. Una mano de Raúl acariciaba ahora su clítoris y la otra masajeaban alternadamente sus senos que nuevamente empezaban a endurecerse.

La lengua siguió por su espalda y llegó al cuello, produciéndole cosquilleos imparables que la hacían temblar y gemir manteniéndola en una creciente excitación. Raúl se acomodó en la cama y como si fuera una muñeca sin peso, la acomodó encima de él y nuevamente frente a frente se besaron. Un beso profundo y pasional, que la hizo temblar. Ella con inmenso afecto acarició la varonil cara y redobló su pasión en el beso. Estaba a horcajadas sobre Raúl, quien poco a poco la fue situando convenientemente hasta que su pene estuvo a las puertas de su lubricada vagina. Con las rodillas a los lados de la cintura de Raúl, Margaret tomó conciencia que su propio peso influía en la introducción del pene del muchacho. Disfrutó de esa forma de ser penetrada. Con Pepe, su esposo, siempre estaba ella abajo, pero esta nueva pose le encantaba, le permitía regular a ella la penetración. Tenía el mando y realmente empezó a disfrutar de esa forma de acoger en sus entrañas esa deseada masa de carne. No había duda, la fortaleza y juventud de Raúl le permitía una rápida recuperación y allí estaba, enhiesto, duro y dispuesto a la nueva batalla. Margaret apoyada en sus rodillas elevó su cuerpo y empezó lentamente a descender y su vagina a tragar la enorme polla de Raúl. Margaret se deleitaba con esa penetración y repitió varias veces la operación, mientras sentía que las manos de Raúl la acariciaban toda, sin reparos y finalmente dejó caer todo su peso y le pareció que la verga le llegaba al estómago...la tenía toda dentro y se quedó quieta. Raúl la acompañó en tal quietud y luego la atrajo hacía sí para besarla...las lenguas batallaban y luego un lento y suave mete y saca que empezó a hacer Raúl, la motivaron para rotar sus caderas, que al cabo de unos instantes se alocaron completamente y ya sin control empezaron a jugar con la mole de carne que tenía dentro.

Margaret empezó a gemir y al rato se dio cuenta que estaba hablando "sigue mi amor, sigue..no te detengas...me alocas....dámela, dámela toda..." Si, allí tomó conciencia de la serie de cosas que le decía a Raúl y este respondía " Doctora, la amo, la amo....siempre...desde la primera vez que la vi la amé....deseaba este momento....la amo...." La voz, roca y grave del muchacho y las cosas que decía la llevaron al delirio y empezó a orgasmear...el techo y el suelo de la habitación parecían unirse y tuvo conciencia que gritaba como loca disfrutando un orgasmo largo e intenso ....que se hizo más fuerte cuando sintió que Raúl la llenaba toda con su ardiente leche...los estertores de la soberana cogida dejó exhaustos a ambos. Margaret cayó totalmente desmadejada y jadeante sobre el pecho de Raúl...se abrazaron y quedaron así...sin moverse....felices...saciados por el momento. Al tiempo, Margaret se deslizó al lado de Raúl y abrazados..frente a frente....descansaron...durmieron...se abandonaron.

Margaret despertó y sus ojos se clavaron en el techo de la habitación, se sentía relajada... casi feliz...cansada físicamente por las noche de sexo tenida con este maravilloso muchacho que dormía a su lado y sobretodo, no sentía ni cargo de conciencia ni culpa alguna, por el desenfrenado ejercicio sexual que había tenido. Qué rápido había sucedido todo. Hacia un par de días que estaba en su despacho de su Estudio de Abogados y si le hubiesen dicho que dos días después iba a estar revolcándose en una cama con su practicante de derecho y asistente, no lo habría creído. Pero allí estaba, desnuda, saciada y relajada, satisfecha sexualmente después de tan ricas cogidas. Si, hacía un par de días que tuvo que tomar la decisión de viajar a Ciudad de Panamá para constituir una empresa "Off Shore" en ese paraíso financiero. Coordinó con Pepe, su marido y luego de concertar cita con un importante Estudio de Abogados de Panamá, abordó el avión de Copa Airlines. Estando en las elegantes oficinas del Edificio Bancomer de la Calle 50 de Ciudad de Panamá, reparó que con el apuro, había olvidado un documento de salvaguarda para formalizar una delicada operación financiera, complementaria de la constitución social. Este documento era de tal importancia y confidencialidad que no convenía enviarlo por fax, email o con cualquier courier. Así decidió con Pepe, que una persona de confianza viajara con el documento. Esa persona fue su asistente Raúl.

Así fue que el destino dispuso que Margaret y Raúl, en un momento de sus vidas, coincidieran en un punto fuera de Lima, Perú, lejos de las miradas y la maledicencia de la gente. Raúl se hospedó en el mismo hotel de Margaret: el Ruanda Hotel, un lujoso hotel cerca de la Avenida España en el mismo centro de Ciudad de Panamá. A poco de arribar, Raúl se encontró con Margaret y le entrego la confidencial documentación que portaba y ella decidió que el joven la debía acompañar al Estudio de Abogados con quienes estaba tratando. La mañana y parte de la tarde fueron de trabajo duro, con los letrados panameños, que quedaron muy bien impresionados con la madurez y desenvolvimiento de Raúl. Hacia las 3 de la tarde, los anfitriones mandaron por emparedaos y refrescos y siguieron trabajando hasta cerca de las 6 de la tarde en que todo quedó listo para que el Notario del Circuito Quinto de Panamá procediera a notarizar todo e inscribiera en el Registro Público a la nueva compañía. Ahora solo faltaba esperar el trámite burocrático y luego a una cita con el Cónsul Peruano, para que legalizara los documentos. Cansados, pero satisfechos Margaret y Raúl se despidieron de los abogados panameños y regresaron al hotel.

Margaret decidió y Raúl aceptó regresar a pie al hotel, en realidad estaba muy cerca, ya que solo tenían que seguir por la calle 50, llegar a la Av España y cruzar esa importante vía, girar a la derecha una cuadra y luego a la izquierda para llegar al Ruanda. Conversaron mientras caminaban ... el calor de la tarde había amainado y una suave y agradable brisa acariciaba sus rostros. Comprobó así, que el chico tenía una agradable conversación y que conocía la ciudad, pues el padre había trabajado en la Zona del Canal, cuando este estaba en poder de los americanos. El muchacho, había viajado por gran parte del mundo con el padre y tenía ese aplomo y esa madurez que da el hecho de haber vivido en otras latitudes. Le contó que desde chico, había alternado más con gente madura que con chicos de su edad y de allí que no solo había aprendido mucho, sino también apreciar una buena conversación y en gran parte sus gustos musicales y literarios, pues gustaba del Jazz, la música clásica y sobre todo la ópera, el teatro clásico y las novelas de Hemmingway y Joyce. A Margaret le parecía curioso todo ello y disfrutó de la conversación del chico. Llegaron al Hotel y quedaron en verse más tarde a eso de las 8 de la noche, para cenar.

Margaret entró en su habitación y se despojó de sus ropas...necesitaba un buen baño y dejando todas sus ropas por el suelo fue a tomar una ducha refrescante. Le había gustado dejar sus ropas regadas por el camino. Era como una liberación hacer algo que jamás haría en su casa...lo disfrutó, como también recibir en su cuerpo el roció de la regadera. Después secó vigorosamente su cuerpo desnudo y se admiró en el espejo..... se aplicó abundante crema humectante y se secó el cabello con la secadora eléctrica adosada a la pared... cepilló sus cabellos concienzudamente y se maquilló con especial dedicación..pocos minutos después comprobó que había hecho un buen trabajo... los tonos claros en los labios y en las sombras, la hacían verse más juvenil, mas ligera. Le encantaba transitar por toda la habitación totalmente desnuda, nunca lo hacía, pero ahora sola...sin un marido que le dijera que se cubriera o con el temor que las criadas o sus hijos la observaran, disfrutaba de sentirse liberada de ropas. Encendió la radio y sintonizó una emisora que propalaba música suave...se sentía una mujer bonita y bailó a los compases de esa música lenta y agradable. Se paró nuevamente frente al espejo y mirando la figura de esa agradable y deseable mujer desnuda atinó a decir: "Margaret...eres una loca..." y se rió de su ocurrencia.

Al salir del cuarto de baño, pidió una larga distancia y habló con Pepe, su marido, se demoró unos 15 minutos en la llamada con la conversación de rutina y una explicación breve sobre lo hecho. Después busco en su equipaje la ropa interior, encontró el calzón tradicional y un sujetador ambos de color blanco...No .-dijo.- esto me hace muy tía y riéndose de lo dicho los guardó .....siguió hurgando entre sus cosas encontró en un pequeño estuche un juego de braguita y corpiño de media copa de encajes de color beige, que se apresuró en colocárselos...el ajuste era perfecto ..ese calzoncito le hacía más abultado su Monte de Venus y el sujetador le armaba divinamente sus pechos. Se veía rica y ahora pensó qué ponerse encima escogió un vestido verde, que destacaba la blancura de su piel. La seda resbalaba agradablemente por su cuerpo y ese contacto, fue como una pequeña corriente eléctrica que la hizo vibrar. El vestido le quedaba exactamente a la altura de sus rodillas... le hubiese gustado que le quedara ligeramente más arriba de las rodillas... se sentía ligera y fresca y se le ocurrió que podría combinar el vestido, con un cinturón de metal retráctil de color dorado....así lo hizo y gracias a ello, pudo subir el vestido....ahora, lucías sus rodillas redondas y suaves y le gustó verse así. Miró el reloj de la habitación y este marcaba las 8 y 10 minutos. Raúl debía estar esperándola en el lobby del Hotel. Se apresuró en salir y fue al encuentro de su joven asistente.

Allí estaba Raúl, mientras salía del ascensor y caminaba hacia el lobby, lo examinó rápidamente: vestido con un terno beige de verano, camisa celeste y una corbata de combinaciones azul y beige...zapatos marrones brillantes y sonriéndole mientras ella se acercaba. Tenía el chico una sonrisa franca y abierta, los hoyuelos de sus mejillas se hundían con el gesto. Los ojos de un azul acero se alegraban con la sonrisa...la nariz recta y definida y los cabellos casi dorados, hacían de este joven hombre, en conjunto una personas muy atrayente. "Doctora, que diferente se le ve.- dijo el muchacho.- estoy acostumbrado más a verla con sus conjuntos muy serios, que con esa tenida casual me he sorprendido gratamente.- terminó. Sin saberlo y se sorprendió por ello, replicó casi sin pensarlo : " Y, te gusta lo que ves?.- al decirlo se sonrojó por su audacia . " Si Doctora, usted está bellísima".. respondió el joven. Margaret quiso enfriar la conversación y mientras se dirigía al Desk Front a entregar su tarjeta magnética que hacía las veces de llave de la habitación y preguntó: Bueno, a donde iremos a cenar, podría ser aquí mismo no?". "Doctora.- dijo Raúl.- me he permitido hacer una reservación en un Restaurant muy típico, donde además hay un show con bailes panameños, espero que acepte mi invitación, le aseguro que no se va a arrepentir".- dijo el joven con su mejor sonrisa. Margaret aceptó.

"Las Tinajas", así se llamaba el Restaurant Turístico y estaba bastante cerca del hotel, casi todas las mesas estaban llenas. Al bajar del taxi que los había llevado allí, la mano de Raúl se extendió solícita para ayudarla a bajar. Era una mano cálida y fuerte; al caminar por un sendero para llegar a la puerta del local, lo irregular del piso la hizo trastabillar y allí estaba la mano de Raúl para auxiliarla...terminaron de caminar el pequeño trecho juntos, su mano apoyada del brazo del muchacho y así subieron las gradas. Casi todas las mesas estaban llenas, era un Restaurant típico, decorado con artesanía panameña, amplio y bien distribuido. Al fondo, había un espacio con luminarias, era el proscenio, seguramente para los bailes. Se sentaron y ordenaron unos cócteles. Raúl le explicaba como un experto los platos autóctonos de la carta: la ropa vieja (una especie de salpicón con carne de res deshilachada), los moros y cristianos (frejoles negros con arroz). Ella prefirió no experimentar y escogió del Menú Internacional una ensalada ligera y ternera a lo Rossini, Raúl pidió un lomo a la plancha con verduras salteadas. Ambos coincidieron al escoger un vino Comte de Valmont.

Hablaron mucho en la cena y entre broma y broma despacharon la botella de vino y con el permiso de Margaret, Raúl pidió una segunda botella. Se enteró que de muy niño quedó huérfano de madre y que había recorrido gran parte del mundo con su padre. Finalmente habían recalado en la tierra paterna, el Perú donde él había empezado sus estudios de derecho en la Universidad Católica de Lima. Ahora, a punto de culminar la carrera, estaba planeando hacer una maestría en Harvard y estaba preparando su currículum, para tentar suerte en esa prestigiosa Universidad. Se dió perfecta cuenta Margaret, que el chico disponía de una muy buena posición económica, mucho mayor de la que ella presumía y ello quedó evidenciado cuando al final de la cena, después del espectáculo, él pago la cuenta con una American Express Platinium. Estaban en lo mejor de la conversación, ella se sentía relajada y su joven acompañante con su amena charla la divertía, la hacia reír, cuando empezó el show: la famosa Parranda Panameña se hizo presente. El colorido de la ropa, lo modoso del baile y la alegría de la gente afro-panameña, le resultó divertido. Allí acabaron la segunda botella, casi al mismo tiempo que culminaba el show. Margaret estaba radiante, hacía mucho que no se sentía así y quizás por la sucesión de danzas y música recientemente espectadas, le habían entrado ganas de bailar.

Algunas parejas salieron a la pista de baile y Raúl la invitó a danzar. Ella dudo un instante, pero en lo más profundo de su cerebro escucho la frase " y por qué no?" y salió a bailar con su joven amigo. Era un ritmo animado, parecido a una salsa y le gustó como el joven la llevaba, le daba vueltas y giros y a ella le divertía ese momento de relax. La música sin detenerse varió y empezó una balada lenta y allí se encontraba, acunada en los brazos de Raúl, por primeras vez aproximando su cuerpo al del muchacho. Margaret empezó a sentir el peligro y trató de detenerse, pero algo más fuerte que ella se lo impidió. Una pareja detrás de ella trastabilló y la empujaron. Raúl la acogió y quedaron muy pegados, moviéndose lentamente al ritmo de la balada. Los pechos de Margaret incrustados al pecho de Raúl, la mano de él, apoderándose de su breve cintura y sintiendo que la pierna derecha del joven se adentraba entre sus piernas. Haciendo un gran esfuerzo y cuando sentía el revolotear de mariposas en su bajo vientre debido a la fricción de la pierna del joven, Margaret se detuvo y le pidió volver a la mesa..se sentía acalorada, inquieta, sentía que las mejillas iban a reventar: "Raúl, es mejor que nos retiremos, mañana tenemos un largo día" .- dijo tratando de ser natural. "Si Doctora, nos vamos".- respondió Raúl. Pagó la cuenta y salieron.

Pero nuevamente el piso irregular y cierta tenue embriaguez de Margaret la obligaron a detenerse apoyándose en la pared. Raúl se acercó y con gran naturalidad la enlazó de la cintura y la llevó hasta el taxi que los esperaba. Mientras caminaban, a Margaret le provocó un ataque de risa la situación, pero era consiente que al tenerla así, su pierna izquierda se frotaba a la pierna derecha del joven. Llegaron al auto y subieron a él. Ya dentro, y mientras el chofer maniobraba para salir a la avenida, Margaret, comentó: "creo que he tomado mucho vino, estoy coloradísima y mi cara parece reventar", "Doctora, eso tiene un arreglo inmediato aquí en Panamá es necesario que reciba la brisa del Pacífico" señaló Raúl. Señor, dijo dirigiéndose al chofer, llévenos al monumento a Balboa un momento". Volviéndose hacia Margaret le dijo "Ya verá Doctora, cuando lleguemos al malecón, la brisa del océano la curará inmediatamente". En realidad llegaron en unos pocos minutos y se apearon. Estaban en un hermoso malecón iluminado vistosamente y al centro de ese paseo, el monumento a Balboa, que hierático con la espada levantada señalaba al Océano Pacífico...el Mar del Sur... que hacía más de 500 años había descubierto.

En un gesto espontáneo Margaret se colgó del brazo de Raúl y caminaron lentamente sin decir nada hasta la baranda, mirando al océano. Frente al imponente mar, respiró profundamente...era cierto, se sentía despejada, se sentía mejor.. de pronto un escalofrío la sacudió y de inmediato Raúl se despojó de su chaqueta y se la puso sobre los hombros. Ella se lo agradeció y caminaron de regreso al auto. Raúl, para protegerla pasó un brazo sobre sus hombros y abordaron nuevamente el taxi. Dentro del vehículo, Raúl siguió abrazándola así y ella, dócil apoyó su carita en el pecho de él y cerró los ojos. Llegaron al hotel, así, abrazados y en silencio. Entraron y pidieron las tarjetas magnéticas para entrar a sus respectivas habitaciones. Raúl la acompañó hasta la puerta de su suite y esperó a que ella abriera, al entrar, se dio vuelta y le dijo: "Raúl, ha sido una noche muy linda....gracias y hasta mañana....". "Gracias a usted Doctora...realmente disfruté mucho de su compañía....hasta mañana". Cerró la puerta y en ese momento se dio cuenta que tenía aún la chaqueta del muchacho, abrió nuevamente la puerta y lo llamó...."Raúl, Raúl...la chaqueta"....Raúl volvió y sonriendo extendió la mano para recibir la prenda.... "Gracias.- dijo entregando la chaqueta.- Algo pasó en Margaret y también en Raúl...... se quedaron mirando a los ojos, con sus sonrisas congeladas y sin saber ambos cómo, se fueron acercando....de pronto estaban juntos ...Raúl tocando sus manos atrayéndola hacia él y el beso en esas circunstancias fue inevitable.....

Nadie antes la había besado así, con devoción..con extremada delicadeza. Era un beso puro, distinto...era una boca distinta a la de su esposo que por 20 años había sido el único que posara unos labios sobre los de ella. Tuvo conciencia que mientras estaban en ese beso Raúl, con suavidad la llevaba hasta su habitación y cerraba la puerta. Sintió que él se apoyaba en la puerta y sin saber cómo allí estaba ella, enlazando sus brazos al cuello del joven y entregándose al beso voluptuoso y sensual. Ahora esa caricia era de fuego, tuvo conciencia que las manos de Raúl llegaban a sus nalgas y las estrujaba suavemente. Margaret tenía un torbellino en la cabeza... No podía ser...no podía ser...lo que estaba haciendo era una locura....pero su mente quedó en blanco, cuando sintió las suaves manos de Raúl acariciando sus piernas...subiendo hasta su delicada braguita y apretándola a su cuerpo...debido a la posición que recostado a la puerta tenía el joven... Margaret sintió que su pelvis se juntaba a la protuberancia que Raúl tenía en la entrepierna ....qué era eso....no...no podía ser lo que pensaba... El beso seguía y Margaret solo reaccionaba ante la fricción que sentía en sus genitales. Sintió que como una pluma, Raúl la levantaba del suelo y avanzaba lentamente hacia la amplia cama...

La depositó suavemente en la amplia cama y ambos estaban abandonados al beso. Margaret disfrutaba de la caricia...era besada como nunca antes recordaba....Tuvo conciencia que las manos e Raúl la despojaban delicadamente del vestido y ella en un gesto que la asombró empezó a desabotonar la camisa del muchacho... a pasar sus manos por el velludo pecho mientras sentía que su brassiere caía al suelo alfombrado y sus pechos eran besados, sorbidos, adorados por la ávida boca de Raúl. Este se quitó el pantalón y mientras volvía a besar en los labios a Margaret, junto su cuerpo al de ella y nuevamente sintió en vivo y en directo la barra, la herramienta de Raúl apoyarse en su monte de Venus. Margaret en braguita y él en slip. Ella abrió las piernas y estuvieron en una deliciosa fricción que humedeció como nunca la vulva de Margaret. Raúl beó su cuello, sus pechos ...su plano abdomen y mientras bajaba, despojó a la bella del diminuto calzoncito...luego los labios de Raúl, explorando y hurgando en su sexo y la delicia de un orgasmo enorme y largo la hizo temblar toda. Las manos de Raúl se multiplicaban por ese delicioso cuerpo y la recorrían sin cesar, causándole increíbles y deliciosas sensaciones.... De pronto, tenía los labios de Raúl sobre los suyos nuevamente y su miembro viril a las puertas de su apreciada gruta.

Lo demás ya era historia....una deliciosa historia......ignoraba como seguiría..pero ahora que había conocido el éxtasis no quería dejarlo....necesitaba l droga que era Raúl, sus caricias, sus besos, sus manos....su pija....