Marcos y familia, la otra cara de la moneda.

El destino hay quien dice que depende de una misma, quizás tengan razón, pero ahí tantos factores que juegan y de los cuales dependemos,

Este relato demuestra que siempre hay dos versiones como mínimo de una historia, para entenderlo les recomiendo que también lean “UN HERMANO Y UNA SANTE” Y “MARCOS Y FAMILIA”

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El destino hay quien dice que depende de una misma, quizás tengan razón, pero ahí tantos factores que juegan y de los cuales dependemos, no tenemos control sobre los actos de la gente que nos rodea, y muchas veces no somos conscientes que sus decisiones afectaran tanto a ellos como a nosotros, simplemente dejamos que pasen sin saber el daño que producirán a corto o largo plazo.

Mi vida dio un giro inesperado, el paso de ser una mujer cerrada en su mundo y prácticamente enterrada, a vivir en un remolino permanente de sentimientos, amor, ira, morbo, deseo y celos todos ellos metidos en una botella, imaginen cuando la botella fue agitada.

Parte de mi historia comenzó un Julio en la casa de campo que tenemos, les diré que soy casada con Antonio, en la época teníamos cuarenta años el y yo treinta y ocho, padres de dos hermosos hijos, Daniel de dieciocho y Marcos de dieciséis años, ese verano tuve relaciones sexuales con ambos, ya sé que dicho así suena un poco frío, pero permitan que les explique cómo llegué a eso, para entenderlo les contaré lo que sucedió en mi vida que me hizo tener ese comportamiento, para ello retrocederemos en el tiempo, la losa que tuve que cargar por el resto de mi vida se construyó cuando yo tenía veintidós años, Antonio veinticuatro y mis hijos cuatro y dos años respectivamente, era un mes de Junio, teníamos una crisis de matrimonio, nada importante, simplemente nos habíamos enfadado por las horas que Antonio dedicaba a su trabajo dejándome a mi parecer abandonada, lo malo es que tanto él como yo somos muy orgullosos y no damos nuestro brazo a torcer, y lo que empezó como una simple tontería se encalló haciendo que el silencio mandara en casa, las comidas eran más cortas pues ambos deseábamos acabar rápido para desaparecer, el a su despacho y yo a la cocina o al salón, si poníamos tierra de por medio menos culpables nos sentiríamos de esa absurda conducta, hubiera sido tan fácil, simplemente un "lo siento" o " un perdóname" dos sencillas palabras, cuantas veces las decimos sin darnos cuenta pues es parte de nuestra educación y sin embargo cuando las tenemos que decir de corazón nos cuesta tanto.

Los pequeños detalles de pareja se dejaron de lado, los abrazos, las muecas de cariño y las miradas perdidas buscando el lado morboso sin que nuestros hijos se percataran, quedaron aparcadas como un coche abandonado, aquel en el cual solo usan los borrachos y las parejas deseosas de un polvo rápido, aquel que ya no se moverá del sitio hasta que no venga alguna grúa para retirarlo.

Y como gasolina al incendió, se juntó la boda de una amiga de la infancia en la cual estábamos invitados los dos, el problema era decírselo, apenas nos hablábamos, recuerdo que me armé de valor, y quizás también estaba un poco cansada de la situación, mis hijos notaban el ambiente de casa, así que una noche después de acostar a los niños, decidí dar el paso e intentar romper el hielo.

Antonio se quedó en el sofá mirando la tele y yo mientras tanto intentando crear mi guión mentalmente, pues no sabía cómo comenzar, hasta que me lancé.

-Antonio, Marta nos ha invitado a su boda.- Le dije sentándome en el sofá al lado de él, mis manos se frotaban intentando entrar en calor, pues los nervios hacen que sienta frío en mi cuerpo, da igual a qué temperatura este, puedo estar en una sauna y estar helada.

-¿Y?.-Contestó sin dejar de mirar la televisión.-Yo conocía ese tono de soberbia.-

-Bueno, pues tenemos que decirle si vamos o no, ¿para reservar mesa, quizás? ¡Digo yo!.-Mi fallo, mi ironía, cuánto dolor me ha costado en mi vida.

-Conmigo no cuentes, no estoy de humor para tus fiestas.

-¡Mis fiestas!, ¿qué parte de que es una boda no has entendido Antonio?

-Mejor vas tú con tu hermana, la familia al completo, yo tengo que trabajar, por mucho que te moleste.-Dijo levantándose sin darme opción de replicar.

-Pues mejor, así no tendré que ver tu cara de amargado, pero piensa que es en Barcelona.-Grite, mis ojos se llenaron de lágrimas, no entendía como habíamos podido llegar a esa situación.

Esa noche tanto él como yo no dormimos mucho, nos preocupamos en darnos la espalda, un simple hecho que en cualquier situación no significaría nada, pero en ese momento significaba mucho. Me levanté y me vi sola en la cama, otro pequeño detalle, normalmente nos levantábamos bañados en besos, las caricias tanto de él como mías se habían convertido en rutinas, en actos que marcaban como un termómetro la calidad de nuestro matrimonio.

Al llegar a la cocina Antonio estaba tomándose su café, nuestras miradas se encontraron, por un momento, un segundo, una décima, estuvimos a punto de terminar toda esa historia que no nos llevaba a ningún sitio, pero otra vez el orgullo venció y cada uno se sentía con la razón, tenía que aclarar lo de la boda, no me podía ir sin que él fuera consciente de que me pasaría tres días en Barcelona.

-Bueno, al final no vienes ¿Verdad?.-Le dije mirándolo a la cara, me di cuenta que mi tono no era muy amigable.

-Me parece que quedó claro ¿No?-Otra vez la soberbia.

-Sí, no te preocupes, quedó muy claro,¿ te apañarás con los niños?

-Por supuesto, no te preocupes de nosotros, sobreviviremos, te puedes ir tranquila... de fiesta.

-Eres...eres increíble. ¡Vete a la mierda!-Lo de la fiesta había rebasado el borde del vaso, me fui sin decirle nada más, me duche haciendo tiempo hasta que se fuera, no podría estar con él en ese momento, no sin hacer más honda la herida.

Durante la semana anterior a irme a Barcelona estuve a punto de volver a intentar hablar con el, pero cada vez que estaba dispuesta había algo que me echaba hacia atrás; su tono de voz, una mueca de hastío, una respiración más pronunciada, etc.cualquier detalle hacía que retrocediera, por su parte, supongo que le pasó lo mismo, cualquier cosa hacia que nos distanciáramos, éramos como una tira de goma estirada por ambas partes, que en cualquier momento se rompería golpeándonos a ambos, era cuestión de tiempo, al final creo que empezamos una pelea por qué ambos habíamos dejado de querernos, simplemente necesitábamos una excusa que aprovechamos para poder abordar un divorcio, pero ninguno de los dos se atrevía a formularlo, ¡por dios! teníamos dos hijos pequeños, el divorcio no era una salida viable, eso nos castigo a los dos, éramos conscientes de que por ellos no podíamos optar por ese camino, pero a esa conclusión llegue pasados unos años, analizando los hechos objetivamente me di cuenta de nuestras conductas llegando a esa conclusión.

LA DESPEDIDA

Llego el día de irnos, había quedado con mi hermana en Atocha, todo el camino a Barcelona me lo pase pensando en Antonio, mi hermana se percató de que algo pasaba entre los dos e intentó consolarme, un par de viajes al bar del tren lo suavizó un poco, al llegar a Barcelona Marta mi amiga nos estaba esperando, nos llevaría a su casa, una torre en las afueras de Barcelona donde haríamos la cena despedida de soltera, su suegra Belén y su cuñada Susana se habían encargado del catering, era una casa enorme rodeada de jardín, ya estaban  Belén y Susana, Belén tendría sobre los sesenta y Susana unos treinta años, habían adornado todo el jardín, habían seis mesas de esas que tiene forma de seta, al no ver ninguna silla entendí que estaríamos de pie, pensé que entre que estrenaba los zapatos, no había sillas y que era césped, no quería pensar cómo acabaría esa noche,  Sofía y yo nos arreglamos, mire mi falda y al ponérmela me volvió a la mente Antonio, era su preferida, me negué a amargarme esa noche por Antonio, mi falda de tubo negra me estaba esperando estirada en la cama, me quedé mirándola como si me pudiera hablar, al salir pude apreciar una brisa que venía del mar, agradecí ponerme la blusa que aunque era casi transparente me daba sensación de calor.

El catering llego sobre las nueve de la noche, lo dejaron todo preparado y desaparecieron, al poco fueron llegando las demás invitadas, casi todas amigas del trabajo de Marta, estarían entre los veinte y los treinta años, en total debíamos de ser unas treinta, nos fuimos repartiendo entre las mesas, Sofía y yo al no conocer a nadie salvo a la homenajeada decidimos ponernos en una esquina, coincidimos con dos chicas, de unos treinta años, enseguida descubrimos que eran pareja, supongo que por eso escogieron la misma mesa que nosotras, para estar alejadas de los cuchicheos, se unieron Susana y su madre Belén, le pasaba lo mismo, todas las invitadas eran o bien del trabajo de Marta o amigas del novio, con lo cual se juntaron con nosotras.

La cena transcurrió entre brindis, bromas típicas y regalos tradicionales de las despedidas, consoladores, ropa interior picante, etc...

Después de las presentaciones de las dos chicas, Verónica e Isabel, la primera llevaba un vestido de cuerpo entero negro pegado a su cuerpo, su escote era provocador, no había que poner mucha imaginación para saber la talla de dos hermosos pechos, sus zapatos de tacón alto no tardaron en quedarse debajo de la mesa, Isabel iba vestida con unos tejanos rotos ajustados y un corpiño blanco, sus tacones hicieron compañía a los de su amiga, tanto Sofía como yo esperamos dos copas para perder la vergüenza y seguir sus pasos, la sensación del césped en los pies era maravillosa, habían puesto música, la gente se animó, por no decir que fue la bebida , la suegra de Marta se despidió pues estaba destrozada, mientras los brindis y los licores iban en aumento, la temperatura era ideal, una ligera brisa recorría los cuerpos haciendo más llevadero el calor de Junio, no me di cuenta que Sofía se me había perdido, la busque por el jardín sin encontrarla entonces pensé que estaría en el lavabo, con lo cual entre a buscarla, el salón estaba a oscuras lo que hacía difícil andar sin tropezar con ninguna silla o mesa, conseguí llegar al pasillo que llevaba a las habitaciones, enseguida oí el típico ruido que hacen dos personas dándose el lote, me acerqué, era la habitación donde en teoría tendríamos que dormir, la puerta estaba abierta. los gemidos ya se escuchaban claramente, Verónica estaba sentada en los pies de la cama, podía ver que estaba desnuda por completo, sus pechos eran apretados con una mano, apretaba sus pezones, mientras tenía la otra mano apretando la cabeza de Sofía que estaba lamiendo su coño, Verónica me vio, pero no hizo ningún gesto que pudiera indicar a mi hermana que está allí, mis manos se movieron instintivamente a mis tetas sobándolas por encima de mi camisa, sentía como mi coño se mojaba, yo había tenido relaciones con mujeres, pero desde que me había casado nunca más se habían repetido, veía los pechos como eran amasados por Verónica.

-Que bien lo haces Sofía,¡ por dios!, sigue, sigue.-Le decía sin dejar de mirarme.

Se oía el chapoteo de la lengua de Sofía recorriendo cada rincón del coño, metió dos dedos follando a la vez que mordía el clítoris, unas manos me empezaron a acariciar por la espalda, la verdad es que estaba tán caliente que me daba lo mismo quién fuera, necesitaba que me tocaran, me besaran, llevaba demasiado tiempo sin relaciones, las manos me desabrocharon mi falda sin dejar de besar mi cuello, yo continuaba tocando mis pechos, mi falda se reunió con mis tobillos, luego fue mi tanga que le hizo compañía dejándome desnuda de cuerpo para abajo, mire hacia atrás y descubrí que era Susana, me busco la boca la cual encontró abierta deseosa de entregarme a ella, sus dedos jugaban en mi húmedo coño, no tenía que luchar para poder introducirlos, estaba lubricada de sobras, entraron hasta sus nudillos, mientras los movía nuestras lenguas llevaban el mismo ritmo que aquellos dedos, oía los gemidos de Sofía, la verdad es que no se lo que hacía pues Susana me había sacado al pasillo, estaba apoyada de cara a la pared mientras ella inspeccionando mi ano con uno de sus dedos a la vez que tres estaban ocupando mi coño, me sentí venir, sentía como me vaciaba en su cara, a pesar de ello no dejo de lamer y succionar mi coño, se levanto y besándome pude sentir el sabor de mis fluidos.

Al volver a la fiesta descubrí que solo quedábamos apenas diez mujeres, serían sobre las cuatro de la mañana, cuando pensaba que la fiesta había acabado aparecieron tres strippers, tres chicos vestidos de policía, había sido Susana la cuñada de Marta la que se había encargado de llamarlos, luego me enteré que conocía a uno de ellos y al ver que quedábamos pocas lo llamo de urgencia, había dos morenos y un chico de color, colocaron una fila de sillas, comenzaron su actuación desnudándose delante de Marta, mientras uno estaba fijo con ella los otros dos se repartían entre las demás, la cosa se estaba poniendo muy caliente, pusieron a Marta sentada entre dos hermosas vergas ,pasaron un trapo de manera que no se veía lo que estaba haciendo, cuando de golpe lo quitaron apareció esta con una de ellas casi completamente dentro de su boca, en ese momento la cosa se desmadró comenzaron a pasar por cada una de nosotras con su verga en la mano, de las Díez que éramos cinco nos apuntamos a chupar, entre ellas mi hermana Sofía, Susana, Marta, Verónica e Isabel, el descontrol era el que mandaba, de diez mujeres nos quedamos al final las cinco, las otras se iban despidiendo, yo sabia como iba a acabar aquello, si juntamos el morbo, el deseo y el alcohol al final sale lo,que sale.

En un momento me fije y vi cómo a Marta la estaban follando por ambos agujeros, desde luego tenían aguante, el negro estaba con mi hermana, esta le estaba haciendo una limpieza de sable, la gula con la que se la estaba comiendo hizo que me mojara otra vez, giro la cabeza Sofía para mirarme, se la saco de la boca e hizo un gesto para que me uniera, ni me lo pensé, me arrodillé quedando las dos a la misma altura nos fuimos pasando aquel monstruo, mientras una la mamaba la otra se encargaba de sus huevos, aquello se puso duro como una piedra, nos hizo un gesto que entendimos perfectamente, nos colocamos a cuarto patas, nuestras ropas en algún momento había prácticamente desaparecido, su verga entro primero en el coño de Sofía mientras yo mordía mi labio inferior deseando que llegara mi turno, mis dedos estaban jugando con mi clítoris, lo sentía hinchado y húmedo, podía ver las sacudidas que le estaba dando, mi hermana permanecía con los ojos cerrados y la boca abierta intentando cojer aire, se retorcía chillando del placer que estaba recibiendo, se corrió mirándome, al momento se salió de ella y sujetándome por las caderas me la introdujo hasta el final sin remilgos, agarrándome del pelo como si de una yegua se tratara comenzó a follarme secamente, se oía como chocaban sus testículos en mi culo, me estaba llenando por completo, estuvo dándome como quince minutos hasta que me la saco y poniéndomela en mi cara se corrió llenándomela, sentía su semen corriendo por mis mejillas e incluso llegando a mis labios, seguimos intercambiando a los chicos, tampoco quiero agobiar pues ya se imaginaran, tres pedazos de hombres y cinco tías muy calientes, a parte tampoco quiero que se queden con esa parte de mi, pues no es el principal tema por el que escribo.-

A la mañana siguiente nos despertamos sobre las doce, por mi parte el dolor de cabeza no me dejaba levantar la cabeza de la almohada, era como si todas las agujas del mundo estuvieran clavadas en ella, al mirar al lado contiguo de mi cama me encontré con Susana completamente desnuda, estaba dormida boca abajo dejándome ver su hermoso culo, una sensación extraña me invadió, fui consciente de lo que había pasado, que no fue un sueño, realmente le había puesto los cuernos a Alberto, en una sola noche lo había hecho con ambos sexos, no era mi primera experiencia con mujeres pero si desde que me había casado, me levante intentando que Susana no se despertara, Sofía y Marta estaban en el jardín desayunando, al salir las descubrí riendo, supongo que recordando la noche pasada.

-Buenos días Ana.-Saludo mi hermana, con su mirada de sabueso, estaba midiendo el efecto que me hubiera producido lo sucedido.

-Buenos días Sofía.-Le conteste sin culpabilidad

-¿Un café?.-Dijo Marta levantándose para servirme.

-Si por favor, ¿ no tendrás una aspirina?.-Dije mostrando una sonrisa.

-Claro, ahora te la traigo.-Marta se perdió en la casa en busca de mi necesitada aspirina.

Una vez que se había ido me quedé mirando a Sofía.

-Tranquila, lo que pase en Barcelona, en Barcelona se queda.-Dijo adivinando mi pensamiento. Nos abrazamos sintiéndonos compenetradas.

A parte de la despedida, tengo que decir que el día del banquete Susana se lo montó para llevarme a los lavabos y volver a comernos las dos, pero no me quiero entretener en ello, si no se haría muy pesado.

EL RETORNO

Lo malo fue al volver a Madrid, al pisar Atocha me invadió la culpabilidad, no sabía cómo actuar delante de Antonio, repase toda mi ropa por si hubiera algún rastro que pudiera demostrar lo que había pasado, al llegar a casa vi a mis dos hijos jugando con su padre, parecía que Antonio estaba bien, incluso me ayudó con las maletas y un beso en los labios me recordó lo sucedido en Barcelona, en ese momento hubiera deseado no haber ido a esa boda. Pero todo estaba bien, Antonio parecía más cariñoso, mis hijos eran felices, pero todo tiene un fin, pasaron dos años en los cuales todo iba bien, la vida de un matrimonio normal, hasta un Martes al llegar Antonio le dijo a Daniel que llevará a Marcos a su habitación, cuando nos quedamos solos se quedó mirando con cara de odio, las lágrimas comenzaron a manar de sus ojos, yo estaba aterrada pues me imaginaba que algo había descubierto, no sabía cómo, pero estaba segura que lo sabía.

Saco un sobre de su americana y abriéndolo entendió unas fotos como si de una baraja se tratara, allí estaba yo con Sofía comiéndole la verga a uno de los estrippers, habían como diez fotos, no sabía qué decir, me quedé blanca mirándolo.

-No sé qué decirte Antonio...

-No hace falta que digas nada. El problema es que no sé qué hacer, si echarte de casa, o no se... la verdad, pero sí que no te puedo perdonar, esto no puedo.-Yo seguía el movimiento de sus labios pero a penas lo escuchaba, solo pensaba en mis hijos.-De momento seguiremos como estamos, por el bien de Daniel y Marcos, a no ser

que te quieras ir, pero los niños se quedan aquí, estas fotos creo que me ayudarían ante un juez.

Y así pase a ser un fantasma en mi propia casa, Alberto cada vez me ignoraba más, mis hijos iban creciendo, sé que Antonio se corría sus juergas con putas, pues no lo ocultaba y yo he de decir que tuve un par de aventuras esporádicas, pues tenía miedo que me descubriera y quisiera quitarme a mis hijos.

MANEL

Una de ellas quizás la que mas duró fue con un muchacho de treinta años, en la época yo tendría unos treinta y seis, me dije a mi misma que tenía que hacer algo, si seguía en casa me volveria loca, así que decidí apuntarme a unos cursos de secretariado, era lo que había estudiado con dieciocho años, pero lo tenía oxidado y pensé que no me iria mal volver a los estudios.

Manel era uno de los profesores, era atractivo y él lo sabía, desde el primer día noté como se fijaba en mí, aprovechaba cualquier excusa para rozarse conmigo, en mi defensa tengo que decir que intenté no hacer nada para que el se creyera que podía haber algo entre nosotros, pero las cosas no siempre salen como tu quieres, cada vez mi resistencia era mas débil, me descubrí arreglándome mas cada día, quería ir más atractiva, desde hacía mucho tiempo me sentía deseada por un hombre, eso y si además sumamos que él era un treintañero pues más me llenaba,  empezamos tomando café antes de las clases.

Un día que no había clases me llamó para quedar en el centro, quería invitarme a cenar.

-No sé si será buena idea.-Mi mente ya estaba pensando en lo que eso suponía.

-Tan solo una cena de profesor y alumna.-Dijo riendo, yo sentía las pulsaciones de mi corazon, mi cabeza decía que no, pero mi cuerpo decía ¿por qué no?, lo necesitaba, necesitaba darle un poco de color a mi vida.

-Pero no puedo llegar muy tarde.- Ya había cedido.

-Tranquila, te devuelvo a las doce a casa, como cenicienta.-No pude más que reír del comentario.-Te paso a buscar dentro de media hora.

-Vale.-Le dije haciendo mentalmente inventario de mi armario.

Le dije la dirección y escribí una nota diciendo que había salido, les deje la cena preparada y me dispuse a vestirme, era otoño y parecía que iba a llover, con lo cual escogí unos legins negros, una camisa blanca y una chaqueta de punto larga.

A la media hora pasada lo encontré aparcado enfrente de la portería, en el trayecto hasta su coche sentía una mezcla de emociones, nerviosa por si me veían alguno de mis hijos aun sabiendo que eso no era probable pues estaban en casa de sus respectivos amigos y Antonio no llegaba hasta las diez, pero ese cosquilleo que sentía me hacia estar viva, al montarme en el coche descubrí ese brillo en sus ojos que hacían mas difícil resistirse, no lo dudo al darme dos besos en las mejillas, estuve por besarlo en los labios y acabar con los preliminares.

-Estas preciosa Ana.-Dijo sin dejar de mirar mus piernas.

-Gracias, pero mira hacia delante, si me sigues mirando creo que no llegaremos al restaurante.-Dije sintiendo el calor en mis mejillas.

-No dejaría de mirarte.

-Bueno, si solo me has invitado para mirarme, ya me siento mas segura.- Le dije con malicia, dibujo una sonrisa tímida apartando la vista de mis piernas, creo que en el fondo no se creía que pudiera tenerme a su alcance.

Escogió un restaurante a las afueras de Madrid, tenía una vista preciosa, se podia ver Madrid iluminado, las luces de los coches indicaban en la dirección que iban, yo no lo sabía, estaba con un joven que me deseaba, yo tenía ganas de que alguien me deseará, una mezcla explosiva.

La cena estuvo llena de frases de doble sentido, cada vez lo veía mas seguro, yo seguía su juego esperando el momento en que se decidiera a dar el paso.

Eran las once cuando salimos del restaurante, sentí frío me frote los brazos con las manos para entrar en calor, bueno más bien fue una maniobra para que el diera el paso, por suerte lo entendió, me abrazó y caminamos hasta el coche juntos.

Una vez dentro nos miramos, los dos sabíamos lo que venía, nuestros labios se juntaron, sus manos se movían nerviosas, lo deje disfrutar de mi cuerpo, su mano se coló entre mis legins, pero lejos de lo que me esperaba, sus dedos se movían lentamente, como reconociendo ese terreno, me desabroche la camisa, quería qye le fuera facil acceder a mis pechos, su boca comenzó a besar mi cuello, toda la impaciencia de anterior se convirtió en deseó, sentia sus dedos jugando en mi interior, mis pezones duros esperando su boca, mis manos se movieron hacia su entrepierna comprobando su excitación, lo separé de mi para poder desabrochar sus pantalones sin dejar de besarnos, se levantó un poco del asiento permitiéndome poder bajárselos, apareció su verga completamente dura, lo separe para que me mirara a los ojos, quería ver su cara mientras lo masturbaba, sentía el calor de su verga en mi mano, su puel bajando y subiendo mientras que su cara se iba transformando en placer, lo bese en los labios y me dirigí a su verga, sentí la tensión de su cuerpo cuando sintió mi lengua en su glande, lo lámina despacio, su mano se coloco en mi cabeza pero sin presión, sentía como sus venas se hinchaban dentro de mi boca, sabía que si seguía se correría, necesitaba que me follara, así que me levanté y comencé a desnudarme, le veía en sus ojos el deseo de tenerme, echo el asiento hacia atrás y colocándome encima de él  guie su verga a mi coño, comencé a moverme el simplemente se dejo hacer, era yo quien me lo estaba follando, entré la fase de desenfreno, cada vez hacía más fuerza contra el para sentirlo con más fuerza, conseguí correrme una vez antes de que sintiera como ne llenó, por suerte tomaba anticonceptivos. Nos quedamos abrazados, nuestros sudores se mezclaron.

Esa fue nuestra primera relación, en casa todo seguía igual, mis hijos volcados en sus estudios y Antonio cada vez mas alejado de mí, ya éramos dos extraños conviviendo.

Con Manel la cosa fue en aumento, cada vez nos veíamos mas a menudo, siempre le estaré agradecida, puso luz en un momento que todo era oscuridad, me sentía muy agusto con el, incluso llegué a pensar en pedir el divorcio, pero como todo en la vida, llegó a su fin, de un día para otro cambió de trabajo o de ciudad, no lo sé, sus llamadas dejaron de sonar, tampoco me cogía el teléfono, me sentí engañada y usada, pero en el fondo sabía que eso podria suceder, yo estaba casada y con dos hijos, demasiado para el.

DANIEL

Pasaron un par de años en los cuales me dediqué a cuidar de mis hijos, sus estudios y que no les faltara nada, Daniel era clavado a su padre en todo, su cuerpo sin grasa, y sobre todo su soberbia, así como Marcos salió a mí, cariñoso y con una bondad extrema, creo que eso fue lo que provocó un distanciamiento entre los dos.

No sé en qué momento sucedió ni el porqué, Daniel hizo un cambio, había desarrollado su cuerpo, era todo un hombre para lo bueno y lo malo, su ironía se acentuó, note como su comportamiento hacia mí era distinto, ya con diecisiete años sus miradas eran diferentes, pero no le hice caso, pero al llegar a los dieciocho ya eran notorias, sus roces eran habituales, por cualquier motivo me abrazaba o me besaba, no aquello no era normal en el, no es que nunca fuera cariñoso, pero no de aquella manera.

Pero lo verdaderamente cambio fue una tarde, al llegar a casa oí ruidos en la habitación de Daniel, golpes extraños y gemidos, enseguida supe lo que sucedía, un sudor frío me recorrió el cuerpo, por un momento pensé en Alberto, no me podía creer que se hubiera traído a su fulana a casa, al acercarme a la habitación descubrí que era Daniel, estaba con una chica en su cama, la tenía tumbada y la estaba follando por encima, él no me vio pues me daba la espalda, me quede quieta viendo esos cuerpos sudados, su culo veía duro, sus músculos marcados dando fuerte a aquella chica, por mi situación no pude ver si la estaba penetrando por la vagina o por el ano, mi cuerpo se tensaba viéndolos disfrutar, me di media vuelta y me marché de casa.

Al cabo de una hora volví a casa, Daniel estaba duchándose, salude avisando que estaba en casa, me dirigí a mi habitación sin saber si decirle algo o dejarlo pasar.

El halcón y la Paloma

Era el mes de Marzo, aniversario de mis suegros, normalmente venían a casa, siempre las mismas costumbres, a pesar de la situación nunca quise que afectará al resto de la familia, Sergio y Paquita mis suegros siempre se portaron bien conmigo, así que hicimos la celebración en la casa de campo, aún hacía frío pero prometía día de sol, podríamos asar carne en la barbacoa y comer dentro, Antonio y su padre se ocupaban del fuego mientras Paquita me echaba una mano con las ensaladas, Daniel y Marcos aprovecharon para visitar a sus amigos, Marcos no es que tuviera muchos conocidos pues no era e salir mucho, Daniel siempre tenía a quien visitar, o en muchas ocasiones lo venían a ver tanto chicos como chicas, ese año Marcos estaba en casa de los vecinos, habían venido a echar una ojeada pues normalmente solo venían para la época de verano.

Vi que Paquita estaba nerviosa, me miraba como queriéndome decir algo pero no se atrevía, ya hacía muchos años que nos conocíamos.

-¿Que pasa Paquita?.-Le. Dije cogiéndola de sus frías manos.

-Ana, tú sabes que nunca me he metido en vuestro matrimonio, ¿verdad?.-Su rostro me indicaba que lo estaba pasando mal, aquella situación le sobrepasaba.

-Si lo sé, siempre te lo he agradecido.-Algo había notado últimamente, era de esperar, ni su hijo ni yo éramos los mismos, siempre internábamos disimular lo mejor posible, pero tantos años seguidos de un "no matrimonio" al final se nota.

-¿Qué os ha pasado?-Ahora era yo quien se quedó helada,

Siempre supe que llegaría el momento en que esa conversación saldría a flote, ¿cómo explicarle sin que supiera demasiado? o ¿por dónde comenzar?, si me sinceraba tendría que hablar de la despedida de soltera, o de las putas de su hijo, y eso ¿en qué le beneficiaria?, no, eso se tenía que quedar dentro de las cuatro paredes de casa, ni siquiera mis hijos sabían el porqué de aquella conducta entre su padre y yo, creo que se acostumbraron a esa situación, por supuesto que nunca les faltó la atención de sus padres, pero hay cosas que nunca pueden salir a la luz, es mejor enterrarlas e intentar que el tiempo las borre como las cenizas de un incendio.

-No pasa nada Paquita, es una mala época, ya sabes tonterías, pero de verdad no te tienes que preocupar.-Le dije frotando sus manos, e intentando transmitirle la mayor calidez que en ese momento podía dar.

-Cuando quieras hablar ya sabes dónde estamos Ana.-Me dijo mirándome a los ojos, ella sabía que no eran tonterías, pero tampoco se quería meter en nuestra vida, cosa que le agradecí.

Prácticamente la comida estaba preparada, el sonido del coche me indicó que Daniel había regresado y la sorpresa fue que no vino solo, se trajo a Maite, una chica nueva para variar.

-Papa, traigo a Maite a comer, ¿va bien?.-Oí como le decía a su padre.

-Claro, hola Maite.-Antonio estaba hinchado como un pavo, su hijo era un ligón, que egoístas son los hombres en eso, me pregunto cómo hubiera sido si de tener dos hijos hubieran sido hijas, ¿ la reacción hubiera sido la misma?

Al entrar Daniel vino a saludar a su abuela, Maite parecía algo mayor que el,melena rubia, de media estatura, ojos azules, llevaba unos tejanos ajustados, un suéter de lana y unas deportivas de bota blancas, Daniel se acercó a mí para abrazarme y darme dos besos, su abrazo me pareció exagerado, como si fuera fingido, por un momento pensé que había bebido, pero su aliento no me lo confirmó, Maite se acercó para saludarme, ese momento de cruces de miradas, suegra-futura nuera, tan viejo como el tiempo y tan usado, la note nerviosa, pero hice por romper el hielo, no era momento ni lugar para ello, la abrace y le di dos besos cordiales.

-Daniel, podías ir a buscar a tu hermano, está con los vecinos.-le ordene aprovechando que salía de casa con Maite, seguramente a ver si pillaba algo en la barbacoa.

-Voy.

-Maite ¿nos echas una mano?.-Sin darme cuenta me estaba comportando como una madre responsable de su hogar, hacía tiempo que no me notaba de aquella manera, era como tomar el control de mi vida, como si no hubiera pasado nada.

Maite estaba nerviosa, entre madre y abuela, no era una situación fácil, tumbe la suerte de que Paquita estuviera más interesada que yo en conocer a aquella chica, y sin querer le hiciera un tercer grado, tenía veintiún años tres más que Daniel, cosa que no le gustó mucho aunque lo disimulo bastante bien, era una especie de responsable en locales de ocio en Madrid, eso aún le gusto menos, yo me reía por dentro conociendo a mi suegra se estaba aguantando mucho sin decir una de sus verdades, pero otra vez se comportó sabiendo que si alguien tenía que decir algo esa era yo, desvíe la conversación como pude y no pasó a más, aunque en mi cabeza aparecieron las imágenes de Daniel con otra chica follando en casa, me preguntaba si ¿Maite sabría algo de eso?.

La comida paso tranquila, algunas miradas entre Daniel y Maite, la curiosidad de Marcos por la nueva conquista de su hermano y las historias de mis suegros, al acabar la comida Antonio llevó a sus padres a casa, pasaríamos la noche allí y al otro día iríamos a Madrid.

Marcos se volvió a ir a casa de los vecinos, algo de un juego con Pedro el hijo de estos, me quedé recogiendo la cocina mientras Daniel y Maite estaban en el sofá viendo una película, hubo un momento en el que el silencio reinó en la casa, no escuchaba la televisión, me asomé al comedor, no había nadie, una sensación extraña me recorrió el cuerpo, Daniel no sería capaz...salí al jardín, nuestra casa es una planta baja, con lo cual todas las habitaciones tienen ventanas al jardín, di la vuelta dirigiéndome a la ventana de la habitación de Daniel, mi cabeza decía que lo olvidara, que entrará a casa y disimuladamente lo llamara con cualquier excusa, pero mis pies lo obviaron, habíamos dejado las ventanas abiertas para ventilar la casa pues al no ir de continuo se acumulaba humedad, por suerte para mí Daniel no había bajado las persianas,  y allí estaba yo de voyeur.

Efectivamente, se había atrevido, Maite estaba de rodillas chupando la verga de Daniel, este le sujetaba la cabeza con fuerza con una mano, Maite parecía poseída por aquella verga, la miraba y automáticamente la volvía a meter en su boca aumentando la velocidad, no me di cuenta que un simple movimiento de la cabeza de Daniel me descubriría, y así fue, sus ojos se clavaron en mi, su madre lo estaba espiando, durante unas décimas nuestras miradas se cruzaron, instintivamente intente esconderme, pero el mal ya estaba hecho.

Entre de nuevo en la casa, con las imágenes de mi hijo mirándome mientras Maite le mamaba la verga, su mirada era de satisfacción, de placer mezclada de lujuria, me había visto y ni siquiera lo evitó, no creo que supiera que yo iría, pero su mirada me dijo que lo disfruto.

A la media hora llego Antonio, todo volvió a la normalidad, habíamos pasado la prueba con sus padres ya no hacía falta fingir, Marcos había vuelto, Antonio se puso a ver la televisión y Marcos se encerró en su cuarto a escuchar música, Daniel y Maite salieron como si no hubiera pasado nada, yo estaba aterrada de pensar en el encuentro con Daniel, no sabía cómo comportarme, pero Daniel no dio muestra alguna de que hubiera pasado nada, me sentí aliviada.

La cena fue muy rápida pues habíamos acabado de comer muy tarde y nadie tenía hambre, así que me acosté muy pronto, me puse a leer un rato, quería descansar del ajetreo del día, oí que Daniel se iba a llevar a Maite, me dormí con el libro en la mano, a eso de las dos de la mañana me desperté, tenía un poco de ardor de estómago, me pasa siempre que como demasiado, me levante para ir a la cocina, vi luz en el lavabo, pensé que se la habían dejado encendida uno de mis hijos, al llegar la puerta estaba entornada y al ir a entrar descubrí que en el reflejo del espejo a Daniel completamente desnudo, se estaba secando, sé que no suena muy bien pero sin pensarlo recorrí todo su cuerpo con la mirada, su pecho, su abdomen, su bíceps realmente tenía un buen cuerpo, y no puedo mentir me fijé en su verga que ahora descansaba, era mi hijo y sin embargo no podía dejar de pensar en que era todo un hombre, desvíe la mirada y me fui a la cocina a tomar algo de agua, note que mis pezones se estaban estimulando, negué con la cabeza, a pesar de llevar dos años sin relaciones aquello no estaba bien, decidí olvidar el tema.

LA CAÍDA

Pasó una semana desde aquel incidente, Daniel no decía nada del tema, era como si no hubiera existido, pase los primeros días nerviosa, pues no sabía si eso era buena señal, ambos sabíamos lo que había ocurrido y lo guardábamos haciendo que fuera un secreto entre los dos, simplemente una conversación hubiera bastado para romper aquel tabú, pero el silencio originó que cada uno entendiera lo que quería, y eso acaba por confundir.

Se acercaban las vacaciones y como de costumbre solíamos ir a la casa de campo a prepararla para las vacaciones, los últimos años pasaba los tres meses de verano con Daniel y Marcos, encuadró terminaban las clases nos íbamos y Antonio iba y venía del trabajo, al ser solamente sesenta quilómetros de Madrid le era fácil hacer el trayecto, el veinte de Junio ya estábamos instalados en ella, fue un año de mucha calor, según decían las noticias hacía más de cincuenta años que no se registraban esas temperaturas, con lo cual a pesar de tener los ventiladores no dejábamos de pasar calor, yo iba en bikini en casa y los chicos iban desde el bañador hasta con los slips, Daniel marcaba un cuerpo extraordinario, Marcos era diferente, no tenía un gramo de grasa pero su cuerpo no era tan musculoso como el de Daniel, nos pasábamos los días tomando el sol o encerrados en casa cuando esté ya se ponía insoportable.

Un día Daniel vino acompañado de Maite, al verlos los pelos se me pusieron de punta, otra vez volvía a recordar, intente disimular pero una mirada de mi hijo me hizo ver que él pensaba lo mismo que yo, Antonio no venía a comer, pues trabajaba todo el día y no le daba tiempo, con lo cual estábamos solo los tres menos ese día que éramos cuatro, le ofrecí a Maite si se quería quedar a comer, deseaba que dijera cualquier excusa para no quedarse pero no fue así.

Daniel se quitó sus pantalones y se quedó en slips, a pesar de que le dije que no eran formas, su contestación fue que Maite era como de la familia, que no se asombraría, con la consecuente risa de esta.

Me dirigí a hacer la comida; ensalada, pollo a la plancha, algo rápido.

-Mama¿Te ayudo?.-Era Daniel, se había quedado en el marco de la puerta, sus brazos estaban cruzados, hacía que su pecho se marcara más si cabe, al girarme no pude dejar de admirar su cuerpo, no me extrañaba que se llevará a muchas chicas, su desparpajo y su verborrea lo hacían irresistible.

-Mejor atiende a Maite.

-No te preocupes, está ayudando a Marcos con no sé qué estudio de mercado, la verdad es que es un coco mi hermanito.-Me reí por la expresión, lo único bueno que encontré en esos años en mi familia era que los dos hermanos se querían, para Marcos Daniel era su ídolo, y Daniel siempre protegía a su hermano, gracias a eso pudimos llevar aquel matrimonio " si se podía llamar así" adelante.

-Bueno pues limpia ensalada mientras yo preparo el pollo.-Le dije señalando la ensalada que estaba en una bolsa de plástico.

Allí estábamos los dos codo con codo, podía sentir el calor de su cuerpo, el olor de su colonia invadía toda la cocina.

-Por dios hijo, cuantos botes te has echado de colonia.-Dije frunciendo el ceño de broma.

-Jaja, a las chicas les gusta¿ Mira huele ?.-Acercó su cuello para que pudiera olerlo mejor, se mezclaron los sentimientos de madre con los de una mujer que llevaba casi dos años sin relaciones.

-Pues si huele bien, pero para mi gusto demasiada colonia.-Dije afirmando mi opinión.

-¿Te molesta que esté aquí Maite?.-Su pregunta me cogió de sorpresa.

-¿Porque lo dices?

-No se, te vi extraña cuando llegamos.

-No, no me molesta en absoluto, ya eres mayor, solo quiero lo mejor para ti.

-Mama...sé que me vistes el otro día con Maite en la habitación.-Parecía que era el día de las sorpresas.-También sé que me viste en el cuarto de baño, te vi a través del espejo.

-Bueno...no sé qué decir.-Notaba mi pulso a mil por segundo, el rojo debió de pintar mi cara por el calor que sentí.

-Se que lo estás pasando mal con papa, ya me entiendes, no me voy a meter en vuestras cosas, pero yo te ve como una mujer, y se de las necesidades... ¿me entiendes?

-Jaja, la colonia te ha subido a la cabeza ¿Qué insinúas ?.-Me sentía descubierta, pero intente hacerme la ofendida aunque como dije mi cara roja indicaba lo contrario.

-Tranquila, eso quedará entre nosotros, mi puerta siempre estará abierta.-Me besó en los labios dulcemente, se giró y desapareció de la cocina dejándome a cuadros, no sabía o no quería entender lo que me había dicho, " mi puerta siempre estará abierta" ¿qué había querido decir?.

La comida transcurrió entre miradas perdidas entre Daniel y yo, Marcos y Maite parecían ajenos a todo, Marcos continuaba hablando con Maite sobre el estudio y formas del mercado, a la hora del café Maite se sentó al lado de Marcos pues había sacado un libro y le mostraba su último trabajo, cosa que hizo que Daniel se sentará al lado mío, yo estaba tensa pues no conocía los pensamientos de este, todo iba bien hasta que sentí la mano de Daniel en mi pierna, creo que se me salió el corazón, intente retirársela pero hizo fuerza, la deje pues me daba miedo que se notara, intente cruzar las piernas pero él lo impidió metiendo rápidamente la otra mano, me separo las piernas y la volvió a subir a la mesa, Maite miró extrañada por el movimiento, Marcos seguía en lo suyo, Daniel fue directo a mi tanga, su mirada estaba clavada en su hermano, sus dedos separaron el tanga y se colaron dentro de mi coño, intente levantarme pero me lo impedía haciendo fuerza sobre mis piernas, cada vez sentía más sus dedos, entraban y salían hasta que ya no puse impedimento, separe más las piernas y deje que me penetrara, sentía el calor en todo mi cuerpo, mis fluidos empezaron a mojar sus dedos, incluso seguía el ritmo de estos con ligeros movimientos de mi cadera, hasta que no aguante y apretando esa mano que me estaba follando me corrí, el se retiró mirándome satisfecho, lo había conseguido, mis ojos estaban llenos de lágrimas, me cubrí el rostro levantándome, al llegar al lavabo me mire al espejo preguntándome¿ porque lo había dejado ?, me duche y deje que pasara el tiempo, necesitaba centrarme en mi, no podía perder los papeles, tenía que parar aquel absurdo estado en el que estaba, era una mujer madura ¡por dios! ¿En qué estaba pensando?, intentaba una y otra vez repetir la escena, quería descubrir el momento exacto en que se dejó, solo le venía a la mente la imagen de ella moviendo sus caderas para sentir más adentro los tres dedos de Daniel, eso era la imagen más clara que tenía, yo misma me había follado los dedos de mi hijo, pude haber gritado, o darle un guantazo pero en cambio de eso puse a Marcos y Maite como excusa para permitirlo.

De la ducha me fui a la cama, no tuve el valor de despedirme de Maite, sentía vergüenza, no me imaginaba cómo me vería ella, suponiendo que supiera algo, pero yo sabía que ella se había percatado del juego de Daniel, y no sé si hasta cierto punto estaban de acuerdo.

Sobre las dos me levante a beber agua, sentía mi estómago vacío pero mi estómago no me admitía comer, decidí calentarme un vaso de leche y volver a dormir, fui a la cocina sin hacer ruido, pues todos dormían, ya tenía mi leche caliente, pero las imágenes de lo acontecido necesitaban algo más que un simple vaso de leche.

-Buenas noches mama ¿No puedes dormir?.-Su tono de voz era extraño, escondía algo detrás de la pregunta. Tarde un segundo en girar mi cabeza para verlo.

-Ah eres tú Daniel.-Hice como si me hubiera pillado desprevenida.-Bueno ayer no comí demasiado.-Dije volviéndole a dar la espalda, no sé el porqué no me atrevía a mirarlo a los ojos, tenía miedo de que descubriera algo en mi, no sabía el que, pero sabía que tenía que guardarme o...

-¿Seguro que es eso?-Se acercó quedando pegado a mi espalda.

-¿A qué te refieres?-Sabía perfectamente la respuesta.

-No sé qué pretendes, pero no permitiré que...

-¿El qué mama? No permitirás ¿el qué?.-Yo misma me había delatado, le había dado a entender que quería tener algo con el. Puse una mano sobre la suya parando el movimiento sobre mi cintura.

Él cogió mi mano y sin apenas resistencia por mi parte la llevo a su entrepierna, estaba en pantalón de pijama, intente quitarla, comenzó a besar mi cuello y sin darme cuenta tenía mi mano apoyada sobre su pijama libremente, sus manos desabrocharon mi bata cayendo al suelo, yo dormía solo con unas finas bragas, con lo cual estaba prácticamente desnuda, acariciaba mis pechos suavemente, había perdido la batalla, no podía negar que me excitaba y la falta de relaciones hizo de gasolina.

-Aquí no Daniel, pueden venir tu padre o tu hermano.-Le dije en el momento que me bajaba las bragas y accedía a mi mojado coño.

-No te preocupes, vamos a mi cuarto, pero antes déjame verte así con las bragas en los tobillos.-Dijo apartándose para tener mejor vista de su madre en la cocina desnuda.

Me cogio de la mano, yo iba dando pequeños pasos pues no me dejo sacarme las bragas, en ese momento era como una puta, estaba deseando llegar a la habitación para disfrutar de él, y no me importaba nada el hecho de andar de esa forma, si él hubiera querido follar en la cama con su padre durmiendo no me hubiera negado.

Al entrar me empujó a la cama, separando mis piernas empezó a lamer mi coño, lo hacía fuerte pero no me importaba al revés me gustaba el dominio que hacía sobre mí, me giro para lamer mi culo, a la vez que me levantaba desde la cintura para poder tener mi coño a su disposición, sus dedos comenzaron a perforar mi ano, sentía como entraba despacio, el dolor se compensaba con el placer que recibía en mi vagina por parte de dos de sus dedos, escupía y ensalivaba sus dedos para poder meterlos, al final consiguió meter tres dedos y comenzó a jugar con ellos dentro de mi culo.

-No Daniel, por ahí no.-Le supliqué viendo que no se conformaba con meter solo los dedos.

-Si primero por aquí, me muero de ganas mama.-Dijo apuntando su verga al agujero.

Un pequeño movimiento permitió que poco a poco fuera entrando, sus dedos en mi coño se movían más rápido compensando el dolor, al final sentí como había entrado toda, despacio, despacio y comenzó el bombeo, sus huevos chocaban con mi coño, hacía mucho que no había tenido sexo anal, pero la verdad es que nunca me disgusto, aunque creo que es más para el hombre que para la mujer, yo me había corrido ya con la masturbación pero empecé a sentir un placer que me recorría por todo mi cuerpo, sentía su sudor en mi espalda, se oía el dúo de nuestras respiraciones, sus bufidos se mezclaban con mis gemidos, se salió y me la enterró en lo más profundo de mi vagina sin darme tiempo a reponerme de la penetración anal, se notaba que sus fuerzas comenzaban a flojear, sus bufidos cada vez eran más fuertes, pensé que nos escucharían, pero ya no había marcha atrás, su cuerpo se tenso y sentí como su semen me llenaba, uno, dos, tres chorros mojaron todas las paredes de mi vagina.

Me levanté, me sentía sucia, fui al lavabo dejando a Daniel rendido en su cama, me di una ducha rápida, no pude contener el llanto, no podría mirar a mis hijos a la cara sin sentirme culpable.

Amanecí con dolor en mi ano, no estaba acostumbrada a esos polvos salvajes y ni cuerpo me paso factura, me quede en la cama pensando en cómo afrontaría el día, Antonio ya se había ido a trabajar, oí como silbaba la cafetera, seguro que era Marcos, el siempre era el primero en levantarse, no sé de donde saque fuerzas y me dispuse a afrontar el día, pensé" Que la suerte me acompañe", me empuje a mi misma a salir de la cama, efectivamente era Marcos, al verme una sonrisa apareció en su cara, era una persona transparente, imposible de hacer daño a nadie, siempre creí que había salido a mí, pero visto mi comportamiento cada día lo ponía mas en duda.

-Buenos días.-Dijo acercándose para darme un beso en la mejilla.

-Buenos días cariño.¿ Me pones un café?

-Of course.-Dijo haciendo ver que sabía ingles, era una de sus costumbres, siempre y cuando estuviera de buen humor.

Al cabo de una hora apareció su hermano Daniel, venia con sus slips marcando la típica trempera mañanera, hasta ese día nunca le había prestado atención. No me di cuenta que Daniel me miraba descubriendo el destino de mi mirada, cruzamos los ojos y descubrí una sonrisa en mi rostro, el no tenía la culpa, solamente me había mostrado el abismo, fui yo la que salté sin paracaídas.

-Buenos días.-Dijo haciendo un remolino en el pelo de su hermano.

Al acabar de almorzar necesitaba ir a comprar al pueblo, cosa que odiaba pues tenía que aparcar en las afueras del pueblo, siempre que decía de que alguno me acompañara tenía problemas pues enseguida se buscaban deberes que hacer, pero aquel día fue diferente Daniel se ofreció a llevarme, sabía perfectamente el motivo de aquel ofrecimiento.

No me pude negar, pues parecería raro a los ojos de Marcos.

Me vestí con un vestido fino que me llegaba a las rodillas, unas chanclas con tacón. Daniel llevaba su bañador largo, camiseta sin mangas y unas chanclas, al montarme en el coche pensé que intentaría algo, no se tocarme las piernas, o insinuarse, pero no hizo nada, durante el trayecto cogimos retención, yo lo sabía habíamos salido demasiado tarde, al aer un pueblo pequeño se embotellaba enseguida.

-Mamá, respecto a lo de ayer.-Daniel hizo lo que tendria que haber hecho yo.

-Fue un error, no pue...no podemos volver a ni siquiera pensarlo. -Teníamos la vista fina en el coche que iba delante, como si el hecho de no mirarnos hiciera más fácil hablar.

-No estoy de acuerdo, se que te estarás comiendo la cabeza, remordimientos, porque lo hice bla, blablá, pero quiero que sepas que para mi no ha cambiado nada, eres la misma madre de siempre, ni mejor ni peor, ¿Entiendes lo que te digo?.-En ese momento descubrí que Daniel era mucho más maduro que muchos hombres de cuarenta años.

-A pesar de eso, no debemos repetir lo de ayer.-Agradecía esas palabras, pero no quitaba que era su madre.

-Se que lo deseas, te he visto todos estos años, hoy por un momento he visto una sonrisa limpia, dime si no valió la pena, o mejor pregúntatelo a ti misma.

Tenía razón, hacía mucho tiempo que no empezaba el día con una sonrisa, y eso fue gracias a él.

-Venga no le des más vueltas.-Dijo dándome una cariñosa palmada en la pierna, no sé lo que hacía pero a veces tenía ese punto de confianza que te subía a las nubes.

No volvimos a sacar el tema en todo el día, pasaron un par de días, Daniel siguió llevando sus slips por casa, me acostumbraé a verlo con los otros ojos, los de una mujer que ha probado el néctar y aún sabiendo que está prohibido no dejaba de pensar en el, he de reconocer que cada vez pensaba mas en el, cuando me duchaba alguna vez recordaba aquella noche, sin darme cuenta aparecía una sonrisa en mis labios, mis manos acariciaban mis pechos intentando sentir lo mismo que sentí y mis dedos se colaron en mi vagina intentando encontrar el mismo placer, no me enteré y caí en una red de araña, me sentía atrapada entre el deseo y el morbo, jamás me hubiera pensado llegar a ese extremo, me descubrí espiándolo en la ducha, incluso un día lo vi con Maite, estaban en su habitación, Maite estaba en la cama a cuatro patas, Daniel la tenía cogida de la cintura, estaban mirando hacia la puerta, con lo cual me vieron, permanecí a penas unos segundos, no pude evitar irme a mi habitación a masturbarme.

MARCOS

Marcos era diferente, apenas tenía malicia, a veces sentía miedo, miedo porque no lo veía preparado para la vida, a diferencia de Daniel dependía mucho de nosotros. Un día al poner la lavadora descubrí sus slips manchados de semen, era normal pues estaba en la edad, pero era la primera vez que lo vi, no me había dado cuenta que se había convertido en un hombre, quizás no quería verlo, era mi hijo pequeño y piensas que nunca crecerá, siempre piensas que es la frontera que denota tus años, mientras él fuera pequeño nosotros éramos jóvenes, con lo cual egoístamente siempre deseas que no crezca, que siempre esté ahí, por otro lado me reía visualizándolo masturbándose, no me lo podía imaginar, una sonrisa iluminó mi cara, una duda me vino a la mente, no sabía si tendría que tener una charla con el, aunque con Daniel no la tuvimos y no creía que la hubiera necesitado.

Todo cambio un día al entrar a casa, los descubrí sentados cuchicheando, pero lo que más me asombro fue la mirada de Marcos, tenía un brillo en sus ojos, no se diferentes, se quedaron los dos mirándome, en un principio pensé que estaba manchada o algo así, me mire pero no veía el porque, decidí ignorarlo, llevaba un ramo de flores del jardín, las últimas de la temporada, era la hora de preparar la comida, así que me dirigí hacia la cocina, me estaba lavando las manos cuando sentí a Daniel pegado a mi, su paquete estaba en mi culo, podía notar ese tamaño, me quede quieta por un segundo, pero pensé que Marcos estaba allí.

-¿En qué te puedo ayudar princesa?.-Preguntó Daniel con un tono galán, no entendía lo que estaba pasando.

-Me conformo con que me dejes hacer la comida, Daniel.- Le dije apartándolo.

-Bueno preciosa me voy a duchar.-Dijo saliendo de la cocina, Marcos estaba plantado en la puerta, vi como Daniel le dijo algo.

Seguí haciendo la comida, pero en mi cabeza sonaba "me voy a duchar" hacía días que no veía a Daniel desnudo, si se que suena sucio, pero realmente se había convertido en mi droga, me decía solo un vistazo, no me di cuenta cuando salí de la cocina y me dirigía a mi cuarto, bueno esa era la excusa que me daba para pasar por delante del lavabo, pase por delante de la habitación de Marcos, vi que estaba tumbado escuchando música, al llegar al lavabo vi a Daniel, estaba delante del espejo mirándose, podía ver su cuerpo desnudo, su verga estaba a medio camino, volví a mirar hacia la habitación de Marcos, pero no vi nada que me hiciera pensar que podría ser descubierta, empuje un poco más la puerta, Daniel ya estaba metido en la bañera, estaba silbando, había algo raro en todo, me dije que aquello no podía ser, pero me notaba caliente, necesitaba desahogarme, mis mallas estaban mojadas, fui a mi cuarto a masturbarme, me tumbe en la cama y jugué con mi clítoris, mis dedos entraron follando mi coño, me sentí ir, me arregle, cambie mis mallas y salí dispuesta a hacer la comida.

La comida la tenía preparada, comeríamos un gazpacho y poco de pollo. Antonio acababa de venir, los fines de semana se pasaba los días en el bar, con lo cual cuando llegaba a casa estaba ya un poco achispado.

Al bajar los chicos Daniel se sentó a mi lado, Marcos estaba diferente como nervioso, no dejaba de mirarme de reojo, yo lo miraba sin entender que es lo que pasaba.

-Oye ¿Qué pasó con tu novia? No la veo últimamente por aquí. -Dijo Antonio arrastrando las palabras, esa mañana la cerveza seguramente no le había faltado.

-Uff, me cansé de ella. Demasiado joven.-Me quedé helada, Daniel me miraba mientras contestaba a su padre.

-Jaja.¿Qué quieres decir?.-Dijo Antonio .-¿Qué pasa que ya no te van las de tu edad?.-Maite era mayor que Daniel, cosa que la cerveza hizo que se olvidará de ese detalle, normalmente todas las chicas con las que había venido Daniel eran mayores que el.

-Pues no, prefiero las mujeres con más experiencia.-Al decir esto Daniel colocó una mano sobre mi pierna, fue como si un rayo me hubiera cruzado todo el cuerpo, veía a Marcos que estaba pendiente de mi, sin duda se dio cuenta de la mano que su hermano había colocado sobre mis piernas, pero lo que vi en sus ojos fue que lo estaba esperando, como si supiera que algo pasaba entre Daniel y yo, Daniel iba subiendo su mano, un sudor frío hacía que me sintiera tensa, mis ojos se centraron en mi plato, no entendía que es lo que hacía Daniel, estaba su padre y su hermano delante, intente aguantar esa mano, por otro lado la calor iba creciendo, todavía tenía en la mente la imagen de Daniel desnudo en el lavabo.

-Y¿ cómo va la caza?-Antonio no se enteraba que estaba hablando de mi, su hijo tenía la mano por interior de mis muslos.

-Estoy en ello, tengo una entre ceja y ceja, se hace la dura pero en el fondo me está deseando.-Daniel tenía su mano rozando mi coño, el cual comenzaba a estar húmedo. Marcos me miraba, sabía lo que estaba pasando, le retire la mano, no podía seguir, solo pensaba en Marcos, aunque en el fondo hubiera deseado que esa mano entrará, recorriera mis labios y me llenará por dentro, ocupara todo mi espacio, romper todos las barreras del tabú, que Antonio se enterara que estaba viva, que no podia ser solo un mueble en su vida, que sentía, padecía e incluso lloraba cuando llegaba a casa con perfume barato mezclado con el olor del alcohol. Pero Marcos me lo impedía, el era lo mas puro de la casa, y veía que algo estaba cambiando en el; los slips manchados de semen, esas miradas perdidas siguiendo a su hermano.

-Ya me dirás cuando la consigas.-Antonio no se enteraba que era yo de la madura que hablaba su hijo, el seguía viendo la televisión y bebiendo, creo que en esos tiempos Antonio estaba mas perdido que yo, pero su manera de resolver sus problemas era con alcohol y con putas, en el fondo sentía pena por él, ese no era el hombre con el que un día me casé.

Seguimos comiendo, aunque la comida ya era lo de menos, Daniel me miraba y yo intentaba desviar la mirada, me sentía un cordero encerrado en una habitación con el lobo, ignoraba el momento en el que Daniel intentará volver a tocarme.

Me levante para recoger la mesa y traerr el postre, al entrar en la cocina sentí a Daniel pegado a mi espalda, puso sus manos en mi cintura, durante un segundo me hubiera gustado abrazarlo y besar su boca, que nuestras lenguas jugarán a aquel juego prohibido, pero todavía quedaba algo de fuerza en mi interior.

-¿Se puede saber qué haces?-Le dije aguantándome las ganas.

-Que quieres que te diga, te veo como a una mujer madura, una preciosidad a la cual mi padre no la atiende.-Decía sujetándome por la espalda, yo intentaba huir de sus brazos, Marcos estaba parado en la puerta observando todo, no podía dejar que me viera de esa manera.

-No sé qué te pasa, pero estás muy equivocado.- Le dije para disimular ante Marcos.

-Creo que no, pero tranquila cuando estés preparada vendrás por ti misma.-Era una frase premeditaría.

-Ni lo sueñes, y quiero que pares, o se lo digo a tu padre.-Esa era toda mi defensa, endeble como un castillo de naipes.

-Pues díselo a ver si así no te tienes que masturbar cada vez que espías a tu hijo. -Aquello cayó como una losa, me apretó la nalga, me quede sin saber qué decir.

Entro Marcos, hizo como que no se había enterado de nada, pero era mi hijo y sabía de sobras que había escuchado todo.

-¿Qué pongo de postre mama?-Preguntó.

Gire mi cara mirándolo, me preguntaba cuánto sabía el de lo mío con Daniel, estaba segura que sabía más de lo que aparentaba, él no era como Antonio, podría ser un crío pero no era tonto, Daniel salió de la cocina dejándonos solos, se oyó soñar el teléfono, era para Daniel.

-Hola Maite ¿cómo estás?. Pásate y vemos una película, no, no te preocupes mi padre se va a ver el fútbol al bar, así que la podemos ver en la tele grande ¿Verdad mama que no te importa que venga Maite?.-Eso no era una pregunta, pues sabía de sobras la respuesta, mi corazón empezó a latir con más fuerza, Maite y Daniel otra vez juntos, otra vez se la faollaría en su habitación dejándome la puerta un poco abierta, pues él sabía que iría a verlos, me había vuelto tan previsible que en cierta manera me daba asco yo misma.

A la tarde después de comer apareció Maite, sus mini pantalones y un camiseta que apenas le cubría el ombligo" estúpidamente perfecta “nos saludo y se sentó en el sofá quedando entre Daniel y yo, Antonio se había ido y Marcos estaba en la butaca, Daniel puso una película de espías ( no recuerdo el título), vi una mirada entre Daniel y Marcos, este al momento salió del comedor, me di cuenta que algo tramaban, eran críos jugando a mayores,  yo miraba a Maite preguntándome que debía de pensar ella de la locura que estaba pasando en esa casa, por qué estaba segura que ella estaba al tanto de todo, Daniel le pasó un brazo por encima de sus hombros apoyando su mano encima del pecho de Maite, no quería mirar pero mis ojos se iban detrás de aquella mano, comenzó a besarle el cuello, una mano la tenía en las nalgas de Maite, me levante quería saber dónde estaba Marcos, no quería que Daniel hiciera una escena delante de él, fui a su habitación y no lo encontré, tampoco en el lavabo, volví al comedor a preguntar a Daniel donde estaba su hermano.

-¿Daniel sabes dónde está tu hermano?.-Daniel ya estaba sobando el pecho de Maite sin contemplación.

-Seguro que habrá ido a casa de Manuel.-Dijo sin apartar la mirada de Maite, esta estaba besándole el cuello, me extrañó que Marcos se fuera a casa de Manuel sin avisar.

Sin darme cuenta me volví a sentar en el sofá, tengo que reconocer que estaba a mil por hora, intente ver la película, no podía echarme del comedor, era su madre, Daniel comenzó a frotar el coño de Maite por encima del pantalón, me descubrí acariciándome las piernas, mis manos se movían solas mientras mi mente seguía pendiente de los movimientos de la mano de Daniel, cruce mis piernas necesitaba parar mis manos, una de sus manos saco el pecho de Maite , tenía los pezones rosados, la mano intentaba agarrar todo el pecho pero le era imposible, sentía los míos duros, estaba perdiendo la cabeza, decidí abandonar el comedor, no podía seguir así, justo cuando me iba a levantar.

-Acompáñame a la cocina, vamos a hacer café.- Dijo Daniel tomando de la mano a Maite.

Mire hacia la ventana del comedor, efectivamente Marcos estaba mirando, intentaba ocultarse en un lado de la ventana, pero su reflejo se veía en el cristal, por un momento estuve por reírme, Daniel dejó la puerta entornada, sabía perfectamente que la había dejado para mí, estaba un poco harta de ese juego, estuve por irme al jardín y cantarle las cuarenta a Marcos, pero quería jugar, mi morbo ya estaba desbocado, así que seguí el juego, me asomé a la puerta, estaban de cara a la puerta, podía ver que Daniel miraba hacia el hueco que deja a la puerta con el marco de esta, mirándome a los ojos, estaba hablando para mí, solo para mí, eso hizo que un calor inundará mi cuerpo.

-Te gusta mi polla pedazo de puta, así cómetela toda, quieres leche, pues te voy a llenar, te voy a follar como nunca te habían follado.-Le decía Daniel a Maite, esta estaba con sus mini pantalones desabrochados, su mirada era de zorra.

Ya tenía bastante, mi tanga estaba mojado y mis celos aumentaban por segundos, me vi en el cuerpo de Maite, quería ser ella, la que fuera atravesada por la verga de Daniel, ¡ dios! lo que hubiera dado por ser ella, tenía que desahogarme, lo necesitaba, fui al lavabo me baje mis mallas junto al tanga, estaba mojada, solo pensaba en Daniel, quería ser Maite, no es que quería ser Maite, necesitaba ser Maite, mis dedos se movieron dentro de mi vagina, no necesite mucho tiempo mi orgasmo vino enseguida, salí del lavabo, mis mallas estaban mojadas, salí al jardín necesitaba estar sola, Alberto llego pasado de alcohol, ni tan solo ceno, fue directo a la cama, estaba muy nerviosa, daba vueltas a la cama, los ronquidos de Antonio y mis nervios me hicieron levantar de la cama, pase delante de la habitación de Daniel, estaba vacía, no se pero me sentí mal, salí al porche necesitaba algo de aire, unas luces me indicaron que Daniel llegaba supongo que dejar a Maite, lo vi entrar en el parking, una sensación entre calor y frío recorrió mi cuerpo, tendría que haber entrado e irme a la cama, pero no, lo espere, deseaba tenerlo, se que suena mal, pero es verdad tenía ganas de él, sentir su colonia, su cuerpo, sus besos inundando mi cuerpo, su verga jugando con mi coño, deseaba verlo, se hizo eterno el tiempo que tardó en guardar el coche.

Daniel venía sonriendo, al verme se sentó a mi lado.

-Buenas noches mama, ¿no puedes dormir?.- Dijo pasando su brazo por encima de mis hombros.

-No, entre el calor y los ronquidos de tu padre, es imposible dormir.-Dije deseando besarlo.

-¿Qué te parece si nos tomamos un cubata?.-Sus labios besaron mis mejillas, no podía aguantarme, lo deseaba, me estaba volviendo loca.

Entramos en casa, me llevaba de la mano como si fuera una de sus novias, me sentía flotar en el aire, sabía perfectamente cómo acabaría eso.

Al entrar hizo que me sentara en el sofá.

-Déjame que te sirva, ¿whisky o ron?-Estaba tan dulce, me sentía como cuando tenía dieciocho años, me recordó a su padre, ¡joder! ¿Dónde se había quedado Antonio?

-Me da lo mismo.-Le dije con una sonrisa que decía que estaba a su merced.

Daniel se ocupó en hacer los cubatas, apareció con dos vasos súper cargados de ron con cola.

-Brindemos.-Choco su vaso con el mío dirigiéndome su mirada.

-¿por qué brindamos?

-Por lo que va a pasar esta noche.

-¿y qué va a pasar?- De sobras sabía lo que iba a pasar, mi cuerpo lo pedía tanto como el suyo.

Se acercó y abriendo sus labios encontró los míos, nuestras lenguas se encontraron, me olvide que era mi hijo, mis manos sujetaron su cabeza apretando su boca, no lo quería dejar escapar, su olor, su tacto era mío, me daba lo mismo lo que ocurriera, ni Antonio ni Marcos me importaban en ese momento, solo quería estar con el, sentirlo dentro de mí, recorrer su cuerpo con mis manos, sentir como su pulso se mezclaba con el mío, el sabor salado de su sudor entraba en mis gandulas paliativas, sus manos jugaron con mis pechos haciendo que se pusieran duros, cambio mis labios por mis pezones, yo acariciaba su cabeza sintiendo sus labios en mis pechos, una mano se perdió buscando mi coño, me abrí de piernas, lo quería o mejor dicho lo necesitaba, necesitaba que me volviera a llenar con sus dedos, no tardaron en encontrar el camino de la cueva, mi coño se adecuó a sus dedos, mis fluidos comenzaron a inundar mis labios, estaba excitada, volvieron sus labios a los míos buscando el calor de mi boca, nos levantamos del sofá y sin decir ni una sola palabra me llevó hasta la habitación, al entrar hizo que me agachara, sacó su verga ya en su estado máximo.

-¿La quieres mama?-Me decía dándome con ella en mis labios.-Pídemela, pídele a tu hijo su verga.

-Dámela.-Mi voz temblaba, la quería, quería la verga de Daniel.

-Ya sé que te mueres por ella, abre esa boca zorrita, esta noche va a ser para ti.

Entro despacio, no tenía prisa, quería regodearse de la visión, su madre estaba arrodillada deseando tener su verga en la boca, mi lengua se movía intentando mojar todo aquel falo, empezó un movimiento lento de sus caderas haciendo que entrara y saliera de su boca.

-Así, lame toda, ya era hora que te decidieras, eso es toda dentro, eres una zorra mama.-No me importaba que me llamará zorra, es como me sentía, la zorra de mi hijo.

Agarro mis cabellos haciendo que me la tragara completamente, sentía sus huevos en mi barbilla, la sacaba de golpe y la volvía a meter, aquel falo estaba completamente duro, me levanto sacándome la fina bata, me empezó a lamer mis pechos jugando con mis pezones que pedían ser usados, su mano bajo hasta mi coño húmedo y abierto, uno, dos, tres dedos entraban, yo tenía agarrada su verga masturbándolo, sentía los latidos del corazón a mil por segundo, su verga húmeda por mi saliva hacía que su piel resbalase más fácilmente.

-Estas muy mojada ¡joder!, sácate las bragas quiero verte desnuda por completo.-Sus ojos estaban llenos de vicio.

Me separé y comencé a bajar mis bragas, un pie, después el otro.

-Ponte las bragas en la boca.-Era mi amo.

Me las metí por completo, estaban húmedas de mis flujos, se acercó y separando mis piernas me punteo con su verga, me la metió de un solo movimiento, me estaba follando de pie, ne subió un pie a la cama para poder penetrarme mejor, mis gemidos eran ahogados por las bragas de mi boca, cada vez me penetraba con más fuerza, me tumbó en la cama poniéndome lis pies sobre sus hombros y volvió a penetrarme, sentía mis pechos como se movían a la velocidad de su verga, era una muñeca en sus brazos, me giró haciendo que me pusiera agachada, saco mi culo, sus dedos jugaban con mi agujero mientras  me  seguía follando, cambio de agujero y poco a poco me la fue metiendo por el culo, yo jugaba con mi coño haciendo menos dolorosa la penetración anal, una vez dentro fue de menos a más, hasta aumentar al máximo que podía, se movía la cama con nuestros cuerpos encima, me saqué las bragas de la boca.

-Nos van a oír.-Mi voz salió entre gemidos, puse una de mis manos para que se detuviera.

Nos tumbamos quedando Daniel por detrás de mi, pasé mi pierna por encima de el para darle más ángulo, estuvimos follando casi hasta las cinco de la mañana, ya no me importaba si Antonio se despertaba, había quemado todas mis naves, ¿Que podía pasar? ¿Qué me pidiera el divorcio?, estaba dispuesta a pagar ese precio.