Marco y su ansiosa boca 3

Como se los prometí, queridos lectores, en esta ocasión les relataré el tercer encuentro con Marco, resultó mejor de lo que había imaginado, hubo penetración mutua, espero que les ponga la verga tan tiesa que tengan que masturbarse, o mejor aún, hallen algún agujero en dónde vaciar su leche.

MARCO Y SU ANSIOSA BOCA - III

Como se los prometí, queridos lectores, en esta ocasión les relataré el tercer encuentro con Marco, resultó mejor de lo que había imaginado, hubo penetración mutua, espero que les ponga la verga tan tiesa que tengan que masturbarse, o mejor aún, hallen algún agujero en dónde vaciar su leche.

Como ya éramos amantes, decidí citar a Eva (Marco), en el mismo hotel al que habíamos ido, todo con la intención de que nadie en la oficina se diera cuenta de nuestra relación, sin tener nada en especial, me preparé para cualquier cosa que pudiera presentarse, quizá repitiéramos el rico 69 como la vez anterior, posiblemente las penetración fuera más rica, o, lo que sería mejor, que también él me metiera su herramienta.

Mientras llegaba la hora, nuevamente entré a Internet para ver algo de pornografía, solo que es esta ocasión vi únicamente de contenido gay, realmente me sorprendió la enorme cantidad de material que hay sobre el tema, pero lo que más me excitó fueron los travestís y los transexuales, ¡cómo me gustaría que Marco hiciese algo así!, sería como tener ambas parejas al mismo tiempo, un apretado culo para coger y una sabrosa verga para mamarla y metérmela por detrás, ya estaba bastante caliente cuando el reloj marcó la hora de salir, con mi mente inundada de pensamientos excitantes y obscenos, me dirigí hacia en nido de amor.

Encontré a Marco 2 calles antes del hotel, abrí la puerta para que subiese al auto, en cuanto estuvo a mi lado, me besó tiernamente en la boca, su mano acarició mi espada por encima de la ropa, al tiempo en que decía:

  • Qué bueno que eres puntual, eso me encanta.

  • Sabes que no te haría esperar, especialmente conociendo tu ardiente temperamento – dije sonriendo.

  • Cuando hay alguien que me importa, nada ni nadie me puede distraer – fue su respuesta.

Sin agregar nada más, partimos directo al hotel.

Como la vez anterior, tomó su maleta y se dirigió al cuarto de baño, supe que me daría una nueva sorpresa, esperé mientras preparaba unas bebidas para ambos, encendí el televisor para ver las películas que tanto me gustan, las pornográficas, pasaron algunos minutos antes de que la puerta se abriera, al voltear, mi asombro fue enorme, la visión de una real prostituta recargada en el quicio de dejó ver, maquillado perfectamente, peluca de color castaño claro, blusa roja perfectamente ajustada, una mini, qué digo mini, era una falda minúscula color blanco que apenas cubría su pubis, bajo ella, sobresalían los rojos tirantes del liguero, las medias del mismo tono que la blusa contrastaban con su falda, su transparente tanga dejaba adivinar que, bajo ella, se hallaba un semi-erecto pene, las zapatillas blancas completaban su atrevido atuendo.

Sin acertar a decirle algo, simplemente lo tomé por la cintura y nos unimos en un apasionado beso, sus manos buscaron a tientas mi pene, al encontrarlo, lo acariciaron de una forma tal que hicieron que se levantara listo para la batalla, por mi parte toqué cada parte de su cuerpo como queriendo aumentar su, de por sí grande, excitación, el espacio entre nosotros quedó reducido a nada, nuestros penes se frotaban cono en un encuentro de esgrima, la calentura nos invadía por dentro y por fuera, nuestras ropas comenzaron a caer descubriendo los cuerpos ansiosos de sentir placer.

Al cabo de varios minutos, mientras nos desnudábamos parcialmente, pude por fin decirle:

  • ¡Qué barbaridad!, ¡ésta sí que ha sido una sorpresa fabulosa!, si no supiera que eres hombre, pensaría que eres toda una puta…

  • Lo seré para ti, si quieres – respondió con voz entrecortada por la excitación, solo que no te voy a cobrar.

  • Claro que serás mi puta exclusiva – respondí -, tienes un cuerpo delicioso que quiero tener en la cama siempre.

  • Pues no pierdas tiempo y hazme disfrutar – dijo entrecerrando los ojos.

Obedeciendo a su petición, le quité el sostén, lamí sus pechos como si fueran los de una mujer, luego, fui bajando lentamente su tanga (le dejé el liguero y las medias para gozar con la vista) al tiempo en que iba lamiendo cada centímetro de piel, tomé su garrote y lo metí nuevamente entre mis labios, un ligero suspiro escapó de su boca, producto del placer que estaba sintiendo, conforme continué bajando, sus bolas recibieron el mismo tratamiento, mi lengua se paseó por entre sus piernas hasta llegar a los dedos de los pies, en ese momento Eva, estaba totalmente excitada, así que me detuve y le dije:

  • Ahora es tu turno de prepararme para la cogida.

  • Lo que tú ordenes papacito – dijo mientras comenzaba con su tarea -, no dejaré que tengas ni un momento de reposo, ya lo verás…

Sus expertas manos terminaron de descubrir lo poco que aún quedaba cubierto de mi cuerpo, también acarició, lamió, chupó y mamó todo lo que tuvo al alcance de su inquieta lengua, en cuanto quedamos sin prenda alguna, nos besamos nuevamente, tomando entre las manos el miembro del otro, en esta ocasión lo sentí más grande que en nuestra cogida anterior, pensando en lo que me había prometido, pensé que me haría gozar de lo lindo con tal medida, pensé que tendría unos 10 o 12 CMS, de longitud (el mío mide 14), no lo tiene tan grueso como yo pero con eso me bastaría, con tal de que no se venga muy rápido, me hará disfrutar, pensé.

  • Te lo siento más grande – dije mientras le daba unos ligeros apretones en su herramienta.

  • Es que me estás calentando mucho papacito – respondió fingiendo inocencia -, y será más cuando te penetre.

  • ¿Me quieres poseer? – pregunté con un poco de asombro -, pensé que no me lo pedirías

  • Claro que sí – confesó apresuradamente -, desde la vez pasada no dejo de pensar el ti y tu culo, creo que se nota… - finalizó señalándose el pene.

-Pues si eso quieres, eso es lo que tendrás – dije mientras me acostaba boca abajo sobre la cama -, ¡hazme gozar rico!

Se acercó para acariciarme desde la nuca hasta los talones, puso especial atención en mis nalgas, las cuales estaban a su merced, tomó el tubo de lubricante y vació suficiente cantidad entre mi trasero, los expertos dedos de una de sus manos prepararon mi anillo para recibir su trozo de carne, con la otra, me masturbaba suavemente evitando mi orgasmo con profundo conocimiento de los asuntos sexuales, me dejé llevar por las placenteras sensaciones y me dispuse a que descubriera mi más profunda intimidad…

En cuanto de colocó el preservativo, se acomodó entre mis piernas, las abrió totalmente dejando al descubierto mi oscura entrada posterior, se fue acostando suavemente sobre mí mientras la punta de su verga encontraba el inicio de su camino hacia mi interior, en cuanto la cabeza del pene entró, levanté un poco mis nalgas para facilitar la penetración, no me lastimó en lo más mínimo, con una lentitud exasperante fue clavando su pequeña estaca dentro de mí, en cuanto la tuve hasta el fondo, moví mis nalgas en forma circular haciendo que el placer nos colmara a los dos, sentí sus manos recorre mi cuerpo por todas partes, su lengua se paseaba por mi cuello, nuca y hombros, verdaderamente me puso demasiado caliente, apreté una y mil veces mi culo para aumentar su excitación, cosa que logré puesto que en poco minutos se vino abrazándose a mí fuertemente.

En cuanto su pene dejó de contraerse, lo sacó suavemente, y, mostrándome el inundado condón, dijo:

  • Mira que rico me vine, me sacaste tanta leche que casi no lo creo, tienes un culo delicioso.

  • Eso no es nada – le respondí -, en cuanto veas cuánta tengo yo, sabrás que estoy que exploto.

  • Pues déjame comprobarlo papacito, ¿cómo quieres meterme tu rico camote? – preguntó.

  • Sabes que me encanta que me cabalgues – le dije mientras lo hacía que me diera una buena mamada -, así es como más lo disfruto.

Me acosté con las almohadas bajo de mi trasero, forró mi caramelo con una funda de látex, y, derramando lubricante sobre la punta, me dio la espalda y se dispuso a ser empalado, en cuanto sintió la punta dentro de su cueva, se dejó caer para que la penetración fuera total, sus manos apretaron mis muslos,, denotando que el dolor era grande, en un segundo recobró en control y, meneando su cintura, me transportó a un mundo de placer, no pude apartar mi vista de su culo, disfruté cada entrada y salida de mi pene en su culo, su trasero subía y bajaba a una velocidad impresionante, de vez en vez, hacía movimientos circulares, haciendo que la estaca que tenía clavada, encontrara hasta los más recónditos rincones de su ano, sus dedos acariciaban mis bolas aumentando mi gozo, en cierto momento alcanzó mi culo y metió uno en él, en cuanto lo sentí hurgando mi trasero, fui incapaz de retardar más mi orgasmo, lo sujeté fuertemente por la cintura y vacié mi abundante esperma en el condón, Eva (Marco) no dejó de moverse y apretar el culo hasta que mi flácido miembro se salió se tan rica funda, se levantó rápidamente y me despojó del preservativo, lo puso a la vista de ambos y comentó:

  • Mira cuanta leche traías dentro, no mentiste cuando lo dijiste, para la próxima vez me dejas beberlo ¿si?

  • Lo podrás tomar cuantas veces lo desees, sabes que es para ti – respondí con dificultad.

  • Cada vez que quieras estaré contigo, buscaré formas para sorprenderte y trataré de que no me dejes nunca.

Como no quise proseguir platicando, lo acerqué a mí y lo besé tiernamente en la boca preparándonos para una nueva cogida…

Dentro de poco continuaré platicándoles nuestros encuentros, estimados lectores, ¡hasta pronto!

Espero sus comentarios en mi correo.

Don Pato

fotografo7@yahoo.com.mx