Marco y su ansiosa boca 1
Las deliciosas mamadas y cogidas que le dia a Marco cuando pude concencerlo que que me diera las nalgas
MARCO Y SU ANSIOSA BOCA-I
Estimados lectores, en la oficina hay un compañero que, como lo sospechaba, es homosexual, les voy a platicar cuando me dio unas ricas mamadas estando escondidos en el cuarto donde se guardan los artículos de limpieza, espero que sea de su agrado.
Un día, ya casi todos los compañeros se habían retirado y, cuando estaba a punto de salir de trabajar, me encontré a Marco, comenzamos a platicar de asuntos generales, hasta que solamente quedamos él y yo en la oficina, como sabía de su condición de gay, forcé la conversación al tema sexual, sin mayor preámbulo le pregunté:
- Marco, ¿te gustan los hombres?
Con algo de asombro en el rostro, debido a que nunca le había dicho nada el respecto, me respondió con una pregunta:
¿Por qué quieres saberlo?
Porque me he dado cuenta que algunas veces me miras con insistencia, y no es a la cara – aclaré -, fijas tu mirada en mi pantalón.
Con algo de vergüenza contestó:
Para ser sincero, sí me gustan, y tú me llamas mucho la atención… - finalizó bajando la vista.
Entonces, ¿por qué no me has insinuado nada? – pregunté con toda la intención de ver si podría tener un rico encuentro con él.
Me da pena, nos conocemos de hace mucho tiempo, eres amigo de mi familia y… - quedó en silencio.
Tomé suavemente su cara por la barbilla y le dije:
- No debes apenarte, tú eres así y debes de seguir adelante, si deseas conocer mi verga, con solo decírmelo te la mostraría.
Noté una mezcla de asombro y deseo en él, antes de que pudiera asimilar lo que acababa de escuchar, me acerqué a Marco y, tomando su mano, la puse sobre mi pantalón a la altura de mi pene, trató de retirarla pero no se lo permití, a modo de respuesta me dijo:
- Pero… alguien podría venir y nos encontraría juntos, no debemos…
Acallé sus protestas presionando más su mano contra mí, poco a poco vencí su resistencia hasta que, por su propia cuenta, comenzó a acariciar con agrado mi garrote, dejé que lo hiciera hasta que se me puso totalmente tieso, cuando se dio cuenta que ya estaba a tope, me dijo con ojos de esperanza:
- Si quieres podríamos ir al cuarto en donde guardo los artículos de limpieza, solo yo tengo la llave y nadie nos molestaría.
Sabiendo que acababa de conseguir mi objetivo, que era de excitarlo, acepté diciéndole:
- Pues ahora vas a conseguir lo que tanto deseas, mi caramelo.
Para evitar miradas indiscretas, primero me cercioré de que la oficina estaba vacía, con agrado descubrí que el último de los compañeros iba saliendo por la puerta, entonces, nos dirigimos hacia el sitio en donde, sabía que podría recibir unas deliciosas chupadas en mi miembro.
Al llegar, Marco abrió la puerta dejándome pasar al pequeño recinto, encendió la luz y comento:
- Éste es el lugar en donde podemos hacer lo que queramos, voy a cerrar con llave para que me des tu cosota.
Puso el seguro de la cerradura y, volteando hacia mí, se arrodilló para descubrir el bulto que se escondía dentro de mi ropa, con mucha calma me bajó el pantalón, me acarició el pene sobre los calzoncillos, luego, fue bajando con exagerada lentitud lo último que ocultaba mi trozo de carne, al hacerlo, mi pene saltó hacia su cara, en cuanto lo tuvo frente a su rostro, exclamó:
- ¡Que rica verga tienes!, te lo voy a chupar hasta dejarte vacío de leche.
Antes de que comenzara a chupar mi estaca de carne, le pedí:
- Lámeme los huevos, así me pondrás más caliente y luego puedes meterte mi verga en donde quieras.
Me senté en una desvencijada silla que estaba en el reducido cuarto y, como si fuera mi esclavo, obedeció a mi orden, comenzó por abrir mis piernas para poder alcanzar el objeto de su placer, lamió mis bolas suavemente, luego bajó un poco para hacerlo debajo de los testículos, casi llegando al culo; no se a ustedes, pero a mí eso me enloquece; luego de que se entretuvo en esa parte tan sensible, abrió la boca para ir metiéndose mi espada, comenzó chupando la cabecita como si quisiera recordar las dimensiones por siempre, con la lengua paseándose por toda la piel de mi pene, a continuación, se lo fue metiendo con lentitud hasta que desapareció por completo en su boca, mientras, una de sus manos acariciaba mis bolas para aumentar las sensaciones, en cuanto sentí que se acababa de tragar todo mi garrote, le dije en voz muy baja:
- Papacito, que rico me lo estás mamando, sigue metiéndolo hasta el fondo de tu garganta…
Por tener la boca ocupada con mi trozo de carne, asintió con la cabeza y, subiendo la vista para encontrarse con la mía, repitió la tragada de mi verga, como es de suponerse, el placer que me estaba dando era enorme, entrecerré los ojos motivado por las mamadas y para disfrutar de aquella caricia,.
Realmente Marco sabe dar placer al mamar, en cierto momento, llenó de saliva todo mi garrote, metió solo la cabecita en la boca y, con la mano inició una masturbación muy excitante, lo hacía girando la mano al mismo tiempo que la movía de adelante a atrás, es algo increíble, jamás me habían hecho algo así, únicamente lo había visto en las películas porno, su lengua rondaba por el capullo sin dejar de mover la mano, por momentos retiraba la mano para metérselo hasta el fondo, cuando mi excitación estaba llegando al límite, le pregunté:
- ¿Todavía se te para?
Detuvo sus chupadas para contestarme:
Sí, aún tengo erecciones.
¿Te gustaría que te cogiera mientras te masturbo? – pregunté con voz entrecortada por la excitación.
Para mala suerte mía me respondió:
No traje condones hoy, pero para la siguiente vez te prometo que no se me olvidarán, lo que pasa es que me tomaste por sorpresa y no vine preparado, nunca pensé que hoy podría estar contigo.
Y – continué preguntando -, ¿te gusta que te la mamen?
Vas a pensar que te miento – dijo -, pero nunca me la han chupado.
Pues para la siguiente vez vamos a intentar de todo, haremos el 69 para ver si te gusta tanto como a mí, también te quisiera meter todo esto – dije mientras me agarraba el garrote.
De acuerdo – respondió sonriendo -, pero mientras déjame acabar lo que tengo pendiente.
Acto seguido reinició con las mamadas a mi hinchado pene, solo que ahora lo hizo muy despacio, como queriendo retardar mi orgasmo, el placer que yo estaba sintiendo me hacía desear lo mismo aunque no lo comentamos, Marco saboreaba mi pene como si se tratara del un dulce delicioso, lamía, chupaba, besaba y mordía suavemente todo lo largo de mi tranca, ocasionalmente se lo introducía totalmente hasta tocar con sus labios mi vello púbico, cada vez que lo hacía, mis gemidos de placer llenaban el pequeño recinto, también me cimbraba involuntariamente, como si quisiera llegar con la punta del pene hasta casi ahogarlo, más de una ocasión Marco tuvo arcadas porque sentía que le faltaba la respiración, seguimos así por espacio de varios minutos, él hincado frente a mí, chupando el objeto de placer que tenía a su disposición, y yo, tomándolo por la nuca, buscaba hacer mis movimientos para hacer que mi caramelo entrara totalmente en su boca, cuando sentí que mi explosión de placer estaba cerca, le dije:
- ¡Trágate toda mi leche!, no dejes que se escape nada.
Deteniendo por unos instantes las chupadas que me daba, respondió:
- ¡Dámela toda!, es lo que ansío, déjame saborearla…
No bien terminaba de decirlo, cuando me la mamó de una forma casi desesperada, lo hacía rápidamente como queriendo adelantar mi venida, cuando sintió que mis manos se crispaban en su nuca, adivinó que solo quedaban unos instantes para poder deleitarse con mi semen, mis contracciones y espasmos incontrolables hicieron presa de mí, comencé a vaciar mi leche en aquella húmeda cueva, Marco, por su parte, movía su mano a todo lo largo y ancho de mi virilidad, repitió los movimientos que había hecho al principio, con esto, me succionó hasta la última gota se semen que pudo, no retiró su boca de mi garrote, continuó chupando hasta que comenzó a ponerse flácido, cuando por fin dejó que mi pene saliera de entre sus labios, me dijo:
¡Que rica leche tienes!, me gustó tanto que podría beberla todos los días.
No se te olvide que la próxima vez te la voy a meter por el culo – dije yo.
¿Haremos todo lo que dijiste? – preguntó con sin asomo de pena.
Claro que sí – contesté inmediatamente -, posiblemente lo disfrutes más que con tus otros amantes, recuerda que no te la han mamado y yo lo voy a hacer, si en verdad quieres disfrutarlo plenamente, hay que hacerlo en el lugar adecuado, ¿qué te parece que lo hagamos en una cama?, creo que sería mejor que estar con los nervios alterados por si nos descubren.
Entonces dime cuando podríamos ir a coger y dejar el la calentura nos lleve por los caminos del sexo sin límite, si gustas nos vamos a un hotel.
Lo haremos la próxima semana – dije solamente pensando a dónde podríamos ir y en lo que haríamos.
En mi siguiente relato les describiré lo que pasó cuando las mamadas fueron mutuas, la forma que me cogí a Marco, y cómo nos venimos los dos, hasta pronto.
Espero sus comentarios en mi correo.
Don Pato