Marco... En busca de su propia identidad (5)

¿No que no estabas excitado? –me dijo Diego mientras su mano comenzaba a recorrer el largo de mi pene y comencé a experimentar la sensación más gratificante de toda mi vida, era un gozo increíble de describir y de explicar, mi mente de inmediato me llevo a un lugar único y maravilloso, una agradable sensación recorría todo mi cuerpo de los pies a la cabeza y no pude hacer nada ni decir nada para evitarlo.

Capitulo Quinto

Mi primera masturbación

Diego coloco de pronto su mano sobre mi trasero dejándome sorprendido y sin saber como reaccionar, la comenzó a mover lentamente sobre mis nalgas y esa sensación lejos de incomodarme me ponía nervioso, pero me agradaba sentir el contacto de su mano y continuaba escuchando sus gemidos y un sonido de fricción que me causaba mucha curiosidad, quería voltear a ver que era lo que estaba haciendo mi primo.

Me mantuve sin moverme unos minutos que me parecieron una eternidad hasta que de pronto comencé a sentir una enormes ganas de ir al baño, me imagino que a consecuencia del exceso de refresco que estuve tomando durante toda la fiesta. Me sentía, para variar nuevamente confundido, por un lado quería seguir sintiendo la sensación del contacto de su mano en mi trasero y por otro lado me aterraba lo que sentía, no era posible que me gustara que me tocaran, no era posible que mi piel ardiera con su mano. Finalmente hice lo que pensaba que en ese momento era lo correcto y a pesar de lo agradable de sus caricias, el miedo pudo más que toda la gama de nuevas sensaciones me invadían.

Así que para salir de este conflicto en el que me encontraba, fingí que me estaba despertando moviendo mi cuerpo y haciendo un poco de ruido con mi garganta y de inmediato Diego retiro su mano de mi trasero y cubrió con la cobija hasta el abdomen de su cuerpo:

¿Qué te pasa? –le dije con mi voz adormilada

¿Qué me pasa de que? –contestó Diego como si nada pasará

Es que… me pareció escuchar que te estas quejando… no se… ruidos extraños –le dije mientras observaba hacia su entrepierna como si yo estuviera buscando algo

Mmm… no lo creo… a lo mejor estaba soñando… no se –me dijo dándome la espalda para ocultar la erección que cubría bajo la cobija

Supongo que… estabas… soñando –le dije mientras me sentaba sobre la cama para ponerme de pie e ir al baño

¿A dónde vas? –me pregunto de espaldas a mí

Y me percaté que Diego no se había tapado bien y toda la espalda y parte de su trasero se encontraba completamente descubierta y al observar su trasero deduje que estaba totalmente desnudo y fue en ese momento cuando por fin me di cuenta de lo que Diego estaba haciendo antes de despertarme: se estaba masturbando y a pesar de que yo nunca antes lo había practicado, sabía perfectamente de lo que se trataba.

Al baño… -le dije mientras pasaba encima de sus pies para ponerme de pie

Me levanté, camine y prendí la luz y camine hacia el baño y antes de entrar, me invadió el morbo y la curiosidad, gire mi cabeza hacia la cama y de inmediato dirigí mi mirada hacia el vientre de mi primo y pude darme cuenta que su mano se movía debajo de la cobija, acariciando su miembro sin importarle que yo lo pudiera descubrir.

A pesar de nunca antes me había llamado la atención practicarla, de pronto sentía la curiosidad de saber que es lo que se sentía y lo que pasaba y aún más la curiosidad por ver a mi primo haciéndolo.

Me metí al baño y a propósito no cerré bien la puerta del baño, baje mi bóxer y me senté sobre la taza a pesar de que solo deseaba orinar, terminé de hacer mis necesidades y seguí sentado intentando poner en orden mis ideas y no podía creer que mi primo se estuviera masturbando ahí en la cama conmigo a su lado y que sobre que estuviera acariciando mi trasero mientras lo hacía.

Obviamente no pensaba decirle nada por temor y vergüenza, así me levanté de la taza y camine hacia la puerta y cuando me disponía a salir por completo sin saber porque o traicionado por mi subconsciente, solo asome mi cabeza y mi primo estaba totalmente destapado y desnudo y sus dos manos se encontraban acariciando su miembro y a pesar de que deseaba mirar su pene, el miedo me invadió y me oculte nuevamente. Le baje la palanca a la taza para hacer ruido y de esa forma avisarle mi primo que estaba a punto de salir del baño.

Cuando salí del baño mi primo tenía nuevamente cubierto su cuerpo nuevamente acostado boca arriba, apague la luz y todo el cuarto quedo en total oscuridad, ni la claridad de la luna entraba por la ventana del cuarto como otras veces. Así que con mucho cuidado para no caerme o tropezarme con algo me dirigí a la cama para acostarme, llegue a la cama y sosteniendo mi cuerpo con la pierna derecha incline mi cuerpo con el fin de pasar hacia el otro lado de a cama, apoye mi mano izquierda sobre el colchón y cuando elevaba mi pierna izquierda e intentaba apoyarme sobre mi mano derecha, perdí de inmediato el equilibrio de mi cuerpo y caí sobre el cuerpo de mi primo, afortunadamente la rodilla de mi pierna izquierda quedo en medio de las piernas de Diego, pero mi mano derecha fue a parar sobre su miembro erecto, que se encontraba acostado sobre su vientre y sin saber porque mi mano lo apretó sobre la cobija. De inmediato me di cuenta que lo estaba apretando era el pene erecto de Diego:

Ahh… disculpa… no fue mi intención… disculpa –le contesté sumamente nervioso acostándome sobre la cama y por supuesto apartando mi mano de su polla

No… te preocupes… fue un accidente… -contestó Diego avergonzado de que había descubierto lo que estaba haciendo –discúlpame tu a mi…pero es que tu sabes… de repente a uno le dan ganas… y pues como estabas profundamente dormido

¿De que hablas? –le contesté disimulando que no sabía lo que intentaba decirme -¿de que te dieron ganas?

¿Cómo de que? ¿Acaso no sentiste cuando perdiese el equilibrio que me apretaste con tu mano mi pene? –me dijo en medio de la oscuridad que envolvía cuarto

Bueno… -le dije avergonzado –si… me di cuenta… pero no… creas… que fue… a propósito… fue un accidente

Claro… que fue un accidente… o a poco ya te habías dado cuenta de que me estaba masturbando –me dijo Diego

No… por supuesto que no… -le dije de inmediato para que no se diera cuenta que yo ya lo había descubierto

Esta bien… no te preocupes… como te decía… no podía dormir y pues se me comenzó a parar sin ninguna razón... pero que te puedo decir a ti… tu mejor que nadie sabes a lo que me refiero… ¿no es así?

Pues… -le dije dudando en contestarle con la verdad, de que hasta el día de hoy no había tenido mi primera erección consciente y sobre todo que nunca me he masturbando

¿Como? A poco no te masturbas… yo a tu edad lo hacía mas de tres veces al día… dime sin pena… estamos en confianza… los dos somos hombres ¿no? –me decía Diego

Bueno… si… pero para serte sincero nunca he hablado de esto con nadie más y me mola un poco hacerlo contigo ahora… -le decía mientras mis nervios se incrementaban al igual que mi respiración

Si te comprendo… tu no tienes al igual que yo… ningún hermano mayor que te ayude, que te aconseje en todas tus dudas y miedo –me contestó muy sereno y dándome mucha tranquilidad –a mí me pasó lo mismo que a ti… pero afortunadamente llegue para ayudarte y yo seré ese hermano mayor que te puede ayudar cuando lo necesites ¿estas de acuerdo?

Claro… muchas gracias –le contesté con mucha felicidad, pensé que su llegada sería de mucha ayuda para mí y aún no sabía cuanto bien me haría pero por desgracia también cuanto daño me causaría su presencia.

Bueno… entonces ¿qué? ¿te masturbas o no? –me dijo tocando nuevamente ese tema que me seguía poniendo muy nervioso

Esta bien… seré muy sincero contigo… -le dije aún dudando lo que estaba a punto de decir –pero tienes que… prometerme que nunca se lo dirás a nadie

Te lo prometo primo… hermano –me decía mientras se llevaba una mano a su corazón –no te preocupes ¿a quien se lo podría decir? Aquí no tengo amigos… apenas el día de hoy conocí a la familia y a tus amigos… pero dime ¿con que frecuencia te masturbas?

Mmm… la verdad nunca lo he hecho… nunca me he masturbado –le dije avergonzado tanto que a pesar de que no me veía por lo oscuro del cuarto, tape mi rostro con la cobija totalmente avergonzado esperando algún tipo de burla o un mal comentario por parte de Diego

Diego se percató de mi reacción tan infantil y mientras esperaba un comentario de su parte, con sus manos bajo la cobija de mi rostro y me di cuenta que su rostro se encontraba a escasos centímetros del mío:

Sabes Marco, no te quería decir esto para no sonar cursi o que lo fueras a mal interpretar pero durante toda la fiesta te estuve observando y a pesar de tener unas cuantas horas de conocerte me he dado cuenta de que ya eres un hombrecito pero aún tienes un alma de niño, de verdad espero que nunca pierdas eso

Sus palabras me dejaron en shock, eran las palabras más hermosas que alguien me había dicho, a pesar de los muchos elogios que he recibido por mis excelentes calificaciones, pero estas palabras me conmovieron tanto que de pronto sentí un escalofrío en todo el cuerpo y solo una lagrima salia de mis ojos. Me quede mudo sin saber que contestarle, un nudo en la garganta se me había formado. Diego talvez se percató de mi estado, porque ya no volvió decir nada al respecto y se recargo nuevamente sobre la cama.

Mira no pasa nada si nunca te has masturbado… ya veras que todo llega a su tiempo.. ahora dime algo con toda la sinceridad… -dijo Diego muy sereno en su tono de voz y en su platica

Si… dime… -le dije intrigado

¿Has tenido erecciones? –me preguntó

Bueno… he tenido algunas pero que no las provoco yo… solita se pone dura … -le decía avergonzado

¿Y cuando esta así dura, te tocas, te acaricias? –preguntaba Diego y su tono de voz me daba una tranquilidad para contestarle

No… nunca lo he hecho… porque… -seguía contestándole avergonzado

¿Por qué? –me apuraba Diego sin presionarme

Mmm… porque siento… que es malo… que no esta bien... hacer eso –le contesté

Mira Marco masturbarse no es malo, al contrario es malo si no lo haces porque tu cuerpo lo pide… es algo tan natural como comer, ir al baño… mira no tienes porque sentir todo eso… debes de relajarte y olvidar toda esa basura y veras que de malo no tiene nada

¿En serio? –le pregunté dudando de sus palabras

Así es Marco –dijo Diego –píensalo y tu decides que es lo mejor para ti

Esta bien… tomare en cuenta tus palabras –le contesté con dudas pero con la intención serie y firme de pensarlo con más calma

¿Sabes? Me doy cuenta que eres un chico muy inteligente y maduro a tu edad, no eres como todos lo chicos… eres muy especial

Y nuevamente sus palabras fueron algo mágico para mí y algo dentro de mí comenzaba a nacer.

De verdad píensalo bien y recuerda que tu y solo tu eres quien debe de decidir sobre tu cuerpo –me dijo Diego con su voz tan varonil y agradable

Gracias… Diego –le contesté con dificultad porque nuevamente sus palabras habían provocado un nudo en mi garganta

Bueno… creo que yo también voy al baño… porque esto no se me baja… -dijo Diego con toda la tranquilidad y normalidad del mundo –tendré que empezar a masturbarme nuevamente como un jovencito de tu edad

¿Por qué dices eso? –le contesté intrigado

Bueno… porque aquí entre nos… desde hace ya unos años que no tengo necesidad de recurrir a eso… porque pues he tenido novias y

Entonces ¿ya ha tenido relaciones sexuales? –le pregunté sorprendido

Así es… se podría decir que desde los 16 años he tenido relaciones… ahora ya tengo 23 años… entonces tengo como siete años que casi no recurro a masturbarme –me dijo Diego con un tono de voz lleno de orgullo y que a mi me impresiono

Bueno… ¿te puedo preguntar algo? –le dije avergonzado

Si… claro… me puedes preguntar lo que quieras… -dijo Diego

Bueno… tengo curiosidad por saber que se siente cuanto te masturbas… ¿Cuándo eyaculas? –le dije y si me hubiera mirado al rostro de seguro hubiera visto mi cara toda roja de la vergüenza que sentía por hacer por primera vez este tipo de preguntas

Mmm… es difícil de explicar eso con palabras… tendrías que vivirlo… lo único que puedo decirte es que después de que eyaculas o te corres como se dice vulgarmente, sientes que tu cuerpo se relajaba

Ahh… -no sabía que responderle

¿Te puedo contar un secreto? –me dijo Diego logrando intrigarme

Si… claro… -le contesté ansioso por escucharlo, su manera de platicar me cautivaba y me tenia impresionado

Bueno… este si es un secreto muy personal que solo lo saben las chicas con las que he salido ji…ji… ji… -lanzó pequeñas risas de picardía –resulta que yo tengo una pequeña bolita en un lugar donde no debería estar

¿Una bolita? –le contesté intrigado

Si… una bolita pequeña… -dijo Diego

¿Pero donde? –le pregunté

La tengo en mi pene –me contestó

¿En tu pene? ¿Cómo es posible eso? –le dije intrigado

Desde la primera vez que tuve una erección me apareció y nunca le dije nada a mis padres por vergüenza… ni a mis amigos porque no quería que se burlaran de mi o cosas por el estilo

¿Pero no te duele? –le pregunte

No… para nada… después ya cuando tenía como 19 años me arme de valor y fui a ver a un doctor y le explique de mi problema y me aclaro todas las dudas

¿Pero que te dijo? –seguía muy intrigado por "su bolita en el pene"

Me hizo unos estudios un poco desagradables... imaginate tener que enseñar tu pene a personas desconocidas y luego en estado de erección para que pudieran analizarla... bueno fue algo muy bochornoso pero necesario… me dijeron que no me la podían operar y que no era nada malo… lo importante es que no me duele ni me afecta en mi vida sexual

¿En serio? –le dije

Claro… nunca me ha dolido… ni molestado para nada… es mas te puedo decir que mi novias varias veces han jugado con ella ¿quieres tocarla? –me dijo Diego

Y su pregunta me dejo aún más sorprendido que todo lo que habíamos hablado, mi primo quería que le tocara su pene. ¿Cómo era posible eso?

¿Quieres que te toque ahí? –le pregunté temeroso y nervioso

Mmm… no me vas a tocar el pene… solo la bolita para que la sientas… -dijo Diego

Pero… es que me da un poco de pena –le dije nervioso y talvez un poco ansioso

Y de pronto su mano busco una de mis manos y con un poco de fuerzas la estaba llevando hacia su entrepierna.

No pasa nada… ¿Por qué tienes miedo? Los dos somos hombres y tenemos lo mismo… no tienes porque sentir avergonzado

Pero… es que… -le decía y ningún argumento me llegaba a la mente, todos mis pensamientos estaban con Diego, mi miedo era tan superior como la curiosidad que me invadía por tocarle su pene.

Con su otra mano levanto la cobija para quedar los dos descubiertos y a pesar de que la claridad de la luna no era suficiente mi mirada de inmediato se clavo en su pene que estaba descubierto y totalmente erecto, por un segundo me quede como estatua contemplándolo pero el miedo y la vergüenza provocaron que desviara mi mirada hacia otro lado a pesar de las inmensas ganas que sentía por observar su pene.

De pronto mis dedos se toparon con algo suave y a la vez duro y de inmediato mi cuerpo se estremeció por completo al darme cuenta que mis dedos habían tocado con el pene erecto de mi primo, comencé a sudar considerablemente y mis nervios estaban a flor de piel, pero lo que mas me preocupaba era el hecho de a pesar de mi miedo, sentía unas enormes ganas de tocarlos, acariciarlo, sentirlo con mi mano.

Al mismo tiempo de que mis sentimientos se confundían segundo a segundo, Diego movió mi mano a su vientre y dándose cuenta de mi sufrimiento y ansiedad hizo mas larga la espera, jugando conmigo.

Con mi mano entrelazada con la suya, Diego comenzó a deslizarlas desde la base de su pene, percatándome de la abundante cosecha de vellos que acariciaban mis dedos proporcionándome una especie de cosquillas; las manos realizaban el recorrido hacia su tan comentada bolita despacio sin ninguna prisa, como si Diego quisiera volverme loco con la espera y lo estaba logrando, a pesar de estar hincado sobre el colchón de mi cama, mis piernas me temblaban, mi respiración fue haciéndose mas y mas agitada.

A través de la punta de mis dedos fui sintiendo la dureza de su miembro totalmente erecto, percatándome de su figura, de su contorno, mis dedos podían sentir sus venas y la sangre que las recorría, era una nueva experiencia para mí, ya que ni a mi propio pene lo había tocado como lo hacía ahora con el miembro de mi primo.

Entonces además de lo que mis dedos sentían, me percaté de algo que tampoco antes había experimentado: mi propio pene estaba erecto, duro, tan duro como nunca antes lo había sentido a tal grado de que comenzaba a molestarme, lo sentía prisionero debajo del pantalón de mi pijama.

De repente, Diego detuvo el movimiento y dirigió mis dedos hacia la bolita que tanto había estado mencionado y que se supone que era lo que únicamente tocaría y el único sonido que se escuchaba era el de mi respiración y fue interrumpido por la voz de Diego:

¿Puedes sentirla? –me preguntó Diego

Este… si… la… estoy sintiendo –le dije mientras mis dedos exploraban la pequeña bolita que se le formaba en su redigo pene. Era como un pequeño o diminuto globito, en medio de toda esa carne que cubría su enorme pene. Lo aplastaba con un poco de miedo -¿te duele si lo aplastó?

Para nada, al contrario como que siento más estimulo, cada vez que me la tocan se me pone más duro –dijo Diego

Y sus últimas palabras fueron las que me hicieron entrar en razón y a pesar de lo excitado que me sentía, aparte fuertemente mi mano de la suya y de inmediato me acosté cubriendo mi cuerpo totalmente con la sabana y mi pene seguía tan duro que ya sentía dolor desde en los testículos.

¿Te sientes bien Marco? –me preguntó Diego actuando con toda la naturalidad

Este… si… estoy bien… -le dije nervioso

Te vuelvo a repetir no tiene nada de malo, el hecho de que te sientas excitado es normal… no tienes porque reprimir esa sensación –dijo Diego con una voz que me llenaba de seguridad y de miedo a la vez, porque todo lo hacía ver tan sencillo.

Pero… yo no estoy excitado… estoy muy cansado… -le contesté sin creérmelo yo mismo

Sin contestar nada Diego igualmente se acostó metiéndose bajo la misma sabana que a mí me cubría y de repente sentí todo su cuerpo pegado a mi espalda, provocándome escalofríos desde la punta de mis cabellos hasta el último de los dedos de mis pies, el contacto fue tan rápido y embriagador que no pude reaccionar a tiempo y Diego de inmediato llevo una de sus manos a mi entrepiernas y la metió debajo del elástico del pantalón y se topo con el bóxer nuevo que traía debajo, pero su mano eran muy rápida por que de inmediato la metió debajo topándose con mi pene, por primera vez lo tocaban y no era mi mano quien lo hacía:

¿No que no estabas excitado? –me dijo Diego mientras su mano comenzaba a recorrer el largo de mi pene y comencé a experimentar la sensación más gratificante de toda mi vida, era un gozo increíble de describir y de explicar, mi mente de inmediato me llevo a un lugar único y maravilloso, una agradable sensación recorría todo mi cuerpo de los pies a la cabeza y no pude hacer nada ni decir nada para evitarlo.

Evidentemente mi primo Diego era un experto, ya que supo envolverme de tal manera que no dije ni hice nada, por ese momento mi mente se libero y me olvide mis miedos y frustraciones. Era tan grande el grado de mi excitación que mi primo no debió de tardarse más de dos minutos en jugar con mi pene, porque mi pene primera vez comenzó a lanzar chorros de liquido caliente que fueron a parar en la mano de mi primo.

La sensación fue tan especial y gratificante que hasta la fecha la tengo todavía grabada perfectamente en mi mente. Era mi primera eyaculación y podía sentir como mi pene lanzaba cada chorro de semen, como se desplazaba por todo su largo hasta que salía por la cabeza, para ir a parar a la mano de Diego. Recuerdo que tenía mis ojos cerrados me encontraba en un lugar tan especial que no quería regresar, de mis labios solo escapaban pequeños gemidos de placer, en estos momentos no existía nada, solo el sonido agitado de mi respiración y la voz de mi primo en mi oído diciéndome no se que cosas, palabras que no logro recordar, en estos momentos solo éramos mi primo y yo y después de esta experiencia me quede profundamente dormido, había sido un día lleno de fuertes experiencias y la corrida había terminado con mis fuerzas.

Esta historia continuará