Marcia, la insaciable (4)

Nuestra protagonista logra que su hijo se agregue a sus hijastros en sus orgías de sexo filial.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

Una madrastra muy especial ( IV )

Advertencia: Existen fotos de esta historia, que la complementan hermosamente pues muestran a la protagonista en toda su sensualidad y en plena acción con su hijo y sus hijastros, pero ella me pidió no publicarlas, por lo que le pido disculpas a todos quienes me las han solicitado. Espero que "Marcia" cambie pronto de opinión, para que puedan disfrutarla tanto como yo lo hago ahora.


José entreabrió sigilosamente la puerta del dormitorio de su madre y asomó con cierta precaución su cabeza. Le había llegado el rumor de quejidos y movimientos mientras dormitaba en su dormitorio y el pensamiento de que su madre estuviera follando con Fabrizio le motivo a ir a verla en plena faena.

Su hermanastro Fabrizio con sus 26 años era todo un ejemplar al que su madre no desaprovecharía para satisfacer su insaciable sed de sexo. Con sus 16 años, José estaba siempre en estado de excitación y, lógicamente, su madre con su hermoso cuerpo y toda la sensualidad que de el emanaba, fue su primer objetivo. Sus primeras masturbaciones fueron dedicadas a ella, a sus piernas que andaba espiando en todo momento hasta lograr vislumbrar sus muslos, lo que alimentaba su imaginación cuando se refugiaba en el baño a dar rienda suelta a sus actividades solitarias.

Al andar permanentemente en celo, buscando la manera de solazarse con las piernas de su madre, pronto se dio cuenta que ella era una mujer predispuesta al sexo, a la que no le bastaba con las atenciones de su esposo, su padrastro. Primero fue Ariel, su hermanastro, el que se refugiaba en su dormitorio con ella durante horas, produciendo alborotos que no dejaban lugar a dudas respecto a lo que hacían a solas. El turno de Fabrizio llegó al tiempo después, cuando vino de vacaciones. Fue evidente desde el principio que su madre deseaba repetir con el las actividades que llevaba a cabo con Ariel. Y al parecer Ariel estuvo de acuerdo en compartir los favores de su madrastra con su hermano pues cada vez que Fabrizio se refugiaba con ella su hermano desaparecía de escena toda la tarde.

Y esa era una de esas tardes en que Ariel desaparecía de casa.

Hacía una semana que José había sucumbido a los encantos de su madre, en una tarde similar a esta, en que ella le invitó a su dormitorio a ver televisión acostados en la cama matrimonial. La idea era hacer llevaderas las horas de ese día en que los dos estaban solos en casa.

Cuando su madre se levantó para ir al baño, José tuvo una visión fugaz de las formas exquisitas del cuerpo de Marcia, que se traslucían por la seda de su bata. Ella se percató del efecto producido en su hijo y cuando volvió a la cama, se acostó adoptando una pose sensual mientras le hablaba mirándole con esos inmensos y verdes ojos que encandilaban a los hombres, sin atreverse a sostener su mirada. José sintió el poder de su mirada y se turbó, aunque su excitación siguió en aumento.

La conversación derivó a tópicos que a Marcia le interesaba abordar: los amoríos de su hijo, las relaciones que tenía y la experiencia que había adquirido en materia de sexo. Cuando comprobó por las respuestas del muchacho que este no había tenido relaciones sexuales aún, se hizo el propósito de seducirlo y convertirse en su maestra.

Cuando vio que su hijo estaba totalmente caliente, que su verga estaba por explotar del deseo, decidió hacerse la dormida, pero en una pose tal que dejó a la vista de José gran parte de su cuerpo. Lógicamente, el muchacho no pudo resistir la tentación y empezó a pasar su mano por la piel de su madre, pasando por sus senos que apretó con delicadeza, para seguir por su estómago, su cintura y llegar a sus muslos. Estas caricias infantiles lograron que Marcia llegara a un punto de excitación sin retorno y se hizo la que despertaba para encontrase con la mano de su hijo sobre su paquete, el que apretaba con deleite mientras ella se movía con sensualidad.

Le miró y tomó su mano, apretándola sobre su vulva, indicándole con ese gesto que estaba dispuesta a todo. Y para que no le quedaran dudas al muchacho, abrió su bata y quedó completamente desnuda, abriendo sus piernas e indicándole a su hijo que subiera y pusiera su verga en la entrada de su vulva. El muchacho se desprendió rápidamente de sus ropas y se subió sobre su madre, poniendo su herramienta donde esta le pedía, empujando apresuradamente, hasta meter completamente su verga en el interior de Marcia, que subió sus piernas sobre la espalda de José y empezó a mover su cuerpo, con tal maestría que el muchacho acabó después de un par de movimientos.

Marcia se apoderó de la verga de su hijo y le dio su primera mamada, logrando que esta adquiriera nuevamente las dimensiones que la hacían apta para meterse en la vulva materna. Le pidió ponerse de espalda y ella se subió a horcajadas sobre José, dejando caer su cuerpo sobre la verga juvenil, que se metió completamente en el túnel materno, empezando un movimiento de subida y bajada que hacía aparecer y desaparecer la humeante herramienta de su hija desde su interior. Finalmente ambos acabaron y quedaron abrazados reponiéndose de tan agradable ejercicio.

El ruido de la puerta de calle les volvió a la realidad e José abandonó el dormitorio de su madre para refugiarse en el suyo, presa de una alegría incontenible por la exquisita experiencia que su madre le había brindado. Los días siguientes los pasó presa de una permanente excitación, pensando en la posibilidad de poder vivir nuevamente los momentos increíbles que su madre le había hecho experimentar.

Esa tarde José andaba particularmente excitado, por lo que esperó un rato prudencial en su dormitorio antes de acudir a espiar al de su madre. Y cuando asomó la cabeza la vio acostada en la cama, completamente desnuda, con las piernas abiertas, abrazada a Fabrizio que, montado sobre ella, la follaba furiosamente. A decir verdad, los dos parecían enajenados por la fogosidad con que ponían en sus movimientos. Sus cuerpos sudorosos se movían con tal ímpetu que la cama parecía a punto de desplomarse, en tanto intercambiaban expresiones lujuriosas para aumentar la excitación del momento.

Si, así mijito

Toma, mami, toma

Ricoooooo

Tomaaaaaa

Cuando Marcia besaba a Fabrizio vislumbró la cabeza de José asomada. Su primera reacción fue de sorpresa, pero cuando se fijó en la expresión de lujuria del muchacho sintió renacer en ella el deseo dormido por su hijo. Cuando lo sorprendió por vez primera en una inequívoca actitud de estar haciendo cosas prohibidas en su dormitorio, el bichito del incesto se le metió en la cabeza. Y cuando le viera cambiándose ropa interior tuvo un acercamiento a las condiciones que engalanaban a su muchacho, lo que alimentó su fantasía, la que se encontraba en estado latente en su subconsciente. Estado del que salió para hacerse realidad hacía ya una semana, cuando le hizo conocer las delicias del sexo entre sus brazos, en una fogosa tarde de amor que quedó a medio hacer por la llegada de su esposo. Creía que lo empezado con su hijo ameritaba ser continuado y estaba dispuesta a facilitarle al muchacho las condiciones para que gozara nuevamente de su cuerpo y le regalara ese pedazo de carne que a ella le había dejado muy satisfecha.

Ahora que lo veía a la entrada del dormitorio, con un gesto de indudable calentura su fantasía se hizo patente su deseo por José y sintió que el momento era adecuado como para gozar también de su hijo. Sabía que el niño andaba permanentemente tras de sus piernas y que se había masturbado pensando en ella en muchas oportunidades después de esa tarde en que le hizo hombre sobre la cama matrimonial, por lo que no le sería difícil lograr que cayera en sus brazos nuevamente.

Con su cara movida hacia la puerta, mientras aumentaba los movimientos de su cuerpo, no dejaba de mirar a su hijo mientras la lujuria se apoderaba de ella y le daba mayor fuerza a sus palabras.

Dame, dame, hijo

Toma, mami, toma

Siiii, hijito mío, dameeee

Toma, mijitaaaaaaaa

Métela, métela

José no pudo aguantar la fuerza erótica del espectáculo que se desarrollaba frente a sus ojos, en tanto su madre, con una sonrisa de satisfacción no dejaba de mirarle mientras imprimía más fuerza a sus movimientos. El muchacho sacó su verga sin apartar la vista de los dos cuerpos que se revolvían furiosamente en la cama, para empezar una furiosa masturbación. Marcia, feliz, veía a su hijo hacerse una paja viéndola follar con Fabrizio. Segura de sus encantos sabía que su hijo era una presa fácil y el hecho de tenerlo ahí en la puerta con su instrumento entre las manos, era la prueba palpable de ello. Si ya habían tenido sexo ahora podría lograr que se incorporara a un trío que podría darle mayores satisfacciones a ella.

José se dio cuenta que a su madre le gustaba lo que el hacía y decidió mostrarle su herramienta en todo su esplendor, parándose sin vergüenza en la puerta, mientras su mano aumentaba sus movimientos sobre el tronco de carne que exhibía impúdicamente a Marcia, a la que miraba descaradamente con su pedazo de carne al frente, a punto de estallar.

Ninguno de los tres se percató de la llegada de Ariel.

A Ariel le bastó una rápida mirada para darse cuenta de la situación: su madrastra cogiendo con su hermano y su hermanastro espiando en la puerta del dormitorio haciéndose una paja de miedo mientras ella le miraba, sin dejar de follar. Cuando Marcia vió a Ariel le miró de tal manera que este comprendió de inmediato de sus intenciones y haciéndole un movimiento afirmativo de cabeza le dio a entender que entendía la situación y que él se haría cargo. Marcelo sonrió y esperó.

¿Te gusta como coge tu mami?

José se sorprendió con la presencia de su hermanastro, pero su actitud era de complicidad y muy pronto se sintió en confianza, ya que Ariel parecía comprender y aceptar de buen grado el que estuviera masturbándose mientras veía follar a su madre.

Sssii

¿Y por qué no entramos?

¿Cómo se te ocurre?

Tranquilo, déjame a mí

Pero

¿Quieres hacerlo con ella?

Marcia escuchó la conversación y decidió intervenir

Cariño, ven con mami

Vencido por el deseo, José terminó aceptando y gustoso acompañó a su hermanastro, uniéndose a la pareja que estaba en la cama. Marcia, fascinada por la rapidez con que Ariel había comprendido sus intenciones, llevándolas a cabo, se aprestó a recibir a los dos muchachos, mientras Fabrizio a su lado descansaba de la reciente follada buscando recuperar fuerzas.

Con temblor en todo su cuerpo, producto del estado de excitación en que se encontraba, Marcia tomó la verga de Ariel y empezó a darle una mamada de maestra, en señal de agradecimiento por lo que había logrado al incorporar a su hijo a la orgía. Con delicadeza sus labios subían y bajaban por el grueso tronco de Ariel mientras sus hermosos ojos verdes se posaban en José, que sintió el poderoso influjo de la mirada de Marcia, que lo desarmó completamente. Cuando la verga de Ariel quedó en condiciones de ser usada en trabajos mas íntimos, decidió dejarla de lado por el momento, sin dejar de mirar a su hijo, lo atrajo. Se apoderó de su verga y se la llevó a la boca, empezando a mamársela con furia. El muchacho estaba parado a un costado de la cama, mientras su madre completamente desnuda sobre la cama le daba su segunda chupada de la vida.

Después que José hubiera acabado en la boca de su madre, la que tragó todo el semen que el muchacho le regalara, ella le desnudó y le pidió que la montara. Y así fue que José se encontró en el mismo papel que hasta hace poco estaba desempeñando su hermanastro Fabrizio. Ella tomó su herramienta y la llevó a su vulva, que se la tragó en un santiamén, mientras sus piernas rodeaban el cuerpo de su hijo. Su madre le había regalado sus primeras pajas, su primera mamada, su primera follada y ahora su primera cogida en grupo. Toda una maestra.

José acabó más pronto de lo que ella hubiera querido, pero no sacó la verga del interior de su madre y al cabo de un rato estaba nuevamente en condiciones de librar otro combate, por lo que ella estiró sus piernas y esperó las nuevas arremetidas del cuerpo del muchacho, mientras le pedía a sus hijastros que se pusieran uno a cada lado de la cama, de manera de poder tomar sus vergas con cada mano. Marcia se encontró ensartada por su hijo, que la cabalgaba furiosamente, en tanto ella se aferraba a las herramientas de sus hijastros, a los que empezó a pajear con lentitud, de manera de dilatar el final de tan increíble espectáculo.

Cuando Fabrizio y Ariel iban a acabar, ella les pidió que se acercaran y lo hicieran sobre su cara, mientras José terminaba por rendirse nuevamente e inundaba la vulva de su madre con otra gran cantidad de leche.

No habían alcanzado a recuperarse cuando Marcia se puso boca abajo en la cama y les dijo:

  • ¿Cuál de ustedes quiere hacérmelo por el culo?

Fabrizio e José decidieron darle el privilegio a José, ya que sería su primera vez en encular a una mujer. Y la privilegiada sería su propia madre. Ni corto ni perezoso, el muchacho se puso detrás de su madre, la que había recogido sus piernas para facilitarle la tarea. Le hundió su verga en el hoyo y Marcia sintió una sensación indescriptible al saber que era la herramienta de su propio hijo la que tenía ensartada en el culo. Este pensamiento la envolvió en un manto de lujuria y su cuerpo empezó a moverse con desesperación atrás y adelante, con lo que el pedazo de carne de José entraba y salía por las nalgas maternas.

Asi, mijito. Lléname de leche

Ayyyy, mami, rico

Si, mi amor, dame por el culo, fuerte

Rico mami, siiiiiiiii

A tu madre le gusta que la folles, mi amor

Toma, toma

Asiiiii, dame fuerte, más, más

La fuerza de sus propias palabras aumentaban la excitación de Marcia y su cuerpo se movía como impelido por una fuerza desconocida, mientras su hijo, aferrado a su cintura, metía y sacaba su verga del culo de su madre.

Marcia le pidió a Ariel que se pusiera por debajo, de espalda en la cama, de manera que ella pudiera montarlo, lo que su hijastro hizo de inmediato, metiendo su cuerpo por entre las piernas de su madrastra, que se tragó completamente la verga que éste le regaló, de manera que Marcia se encontró con la herramienta de Ariel ensartada en su vulva, que subía y bajaba, mientras su hijo José le enterraba su instrumento en el culo. Fabrizio no pudo contenerse por la fuerza de lo que veía y de rodillas sobre el cuerpo de su hermano le puso su propia verga en la boca de Marcia para que esta se la tragara y le hiciera también a el una mamada.

Entre chupada y chupada, Marcia aprovechaba de poner más calentura en el ambiente con frases nacidas de la excitación a que estaba sometida con las tres vergas que estaba disfrutando.

Què ricooooo. Mis tres hijos le dan leche a mami

Niños, alimenten a su madre

Fóllenme antes que llegue Alberto, mis niños

Denme más leche, massssss.

Huyyyy, qué rico sentir a mi hijo por el culo

Ariel, hazme gozar más, más, más, cariñito

Fabrizio, dame tu leche en la boca, mijito.

Ya, háganme gozar antes que llegue Alberto

Si, asíiiiiii.

Rico, cójanse a su madre, mis niñitos

Asíiiiiiii. Por el culo, más, másssss.

Mis hijitos, fállense a su madre.

En medio de frases cargadas de erotismo, los cuatro terminaron por sucumbir y dejaron la cama manchada de semen, que corría del cuerpo de Marcia para ir formando un charco en las sábanas. Sus cuerpos completamente agotados quedaron tendidos en la cama.

Estaban descansando cuando sintieron abrirse la puerta de casa. Era Alberto, el esposo de Marcia, que volvía. Se vistieron apresuradamente, mientras ella se tapaba con una bata y se quedaba acostada, diciéndoles que estuvieran calmados, que ella se haría cargo de la situación.

Cariño, traje unas masitas para que nos las sirvamos con leche.

Gracias, pero los muchachos ya me trajeron leche y quedé satisfecha

Solamente ellos sabían a qué leche se refería Marcia.