Marcelita, por fin fue mía
La chava de mi sueños es mía despues de desearla por tanto tiempo.
Desde que estaba en la prepa mi mayor fantasía, mi máximo anhelo, tiene nombre, se llama Marcela, es una chava que fue mi compañera desde la secundaria, pero que en ese entonces me era totalmente indiferente, ya que yo era de lo que se denomina, chavos locos de la escuela y ella pues siempre fue muy estudiosa.
Además de que por lo mismo de que nunca estaba ni siquiera cerca de ella, nunca pude apreciar lo buena que estaba desde entonces.
Bueno, a decir verdad, Marcela no es una chava que enloquezca a todos como parecen ser todas las mujeres en las historias que aquí encuentra uno, es decir, no es muy bonita de la cara, usa lentes, lo que la hace ver bastante ñoña, sus piernas son muy delgadas, y mi gusto son las piernas gruesas, que hacen que los pantalones se vean llenos, pero bueno, son delgadas pero bien formadas, su punto débil son sus nalgas, que casi no hay. Está bastante plana, y aunque usa ropa favorecedora, se nota que su trasero brilla por su ausencia.
Tiene una cintura marcada, lo que es bueno, y me encanta su color de piel, que es un poco pálido.
Entonces deben preguntarse porqué alguien así fue mi mayor deseo desde hace tiempo, pues bien la razón es sencilla, tiene los pechos mas increíbles que he visto en toda mi vida. Faltan palabras para describir esos enormes pasteles de crema que tiene por senos, son enormes, redondos, firmes, bueno, no se si tan firmes porque en ocasiones parece que le llegan al ombligo, pero vaya que son hermosos. Ella, como sabe que es lo único bueno que tiene, les saca provecho al máximo, usando playeras de licra pegadísimas, que hacen que sus pezones se vean paraditos en medio de aquellas montañas, o utiliza playeras igualmente pegadas y transparentes, cubriendo sus pechos con un top debajo, lo que hace que se vea muy deseable. Y los escotes, ni se diga, son de lo mejor.
Había días en los que terminaba con la mano cansada y el pene rojísimo de tantas chaquetas que me hacía en su honor, imaginándome metiendo mi pene entre esos dos biberones gigantes. Siempre quería decirle algo y nunca me animaba.
Ella es muy amiga de uno de mis mejores amigos, se llaman por teléfono, cuando se ven se abrazan, siempre le digo que aproveche pero el dice que solamente son amigos, lo cual me parece absurdo pero bueno.
Un día estaba con este amigo y Marcela llegó, y se abrazaron efusivamente como siempre, después me saludo, y platicamos un rato. Como siempre surgió la idea de ir por las caguamas a la tienda, nada raro, así que fuimos a tomar unas cervezas y una botanita. Platicamos acerca de la escuela, el novio de Marcela, que es un pendejo, etc etc.
Después nos quedamos sin dinero y muy picados, así que mi amigo sugirió que fuéramos a su casa, ya que podría sacar mas dinero. Llegamos a su casa y nos metimos en su recamara, mi amigo regresó al cuarto con dos cervezas mas y un vaso con vodka, así que solo tendríamos que ir por refresco o jugo. Yo desde el principio dije que no quería vodka, porque tenía que llegar a mi casa y no quería ponerme muy borracho, así que tomé una de las cervezas, mi amigo dijo lo mismo, pero Marcela tenía ganas de tomar y agarró el vaso de vodka y empezó a beberlo derecho, sin jugo ni nada, le dijimos que se le iba a subir pero no le importó, y lo bebió.
Al cabo de un rato, como era de esperarse, estaba borrachísima, yo me sentía mareado pero nada comparado con el estado de ella, no podía ni hablar bien, y discutía a lo loco. Yo estaba muerto de risa, porque al caminar se caía e incluso se cayó de la cama cayendo de pura carota en el piso, la levanté y me moría de risa, la cual se me fue de golpe cuando se quitó el suéter, ya que por el alcohol tenía calor. La blusa que traía era impresionante, blanca, casi transparente, y dejaba ver sus pechos apretadísimos, sus pezones marcados, súper excitante, yo de inmediato tuve una erección, ya medio caliente por los tragos, no podía dejar de ver sus senos hermosos, enormes, aplastados y bamboleándose al ritmo de la peda de Marcela.
De repente, ella se recostó sobre la cama, balbuciendo tonterías y vomitó de improviso, manchando toda la cama, y las cobijas. Mi amigo se enojó y la tuve que levantar y llevarla al baño, ella me hizo a un lado diciendo que ella podía sola, y después de caerse dos veces entró al baño con una almohada, que supuestamente iba a lavar, estando en el lavamanos volvió a vomitar manchándose toda la playera y la almohada, que mejor le quité.
La acerqué al lavamanos para enjuagarle la cara y la playera y le mojé la playera, y sus pechos se marcaron aún mas a través de la delgada tela de su ropa, la sostuve por la espalda, y aprovechando la situación coloqué mis manos sobre sus pechos, empecé a sobarlos y ella no podía ni hablar, los comencé a sobar en círculos y como se me caía la senté en la tasa de baño, y ahí seguí acariciando sus pechos sobre su blusa mojada, no pude más y metí mis manos por debajo de su blusa, estirándola al máximo, sobé sus pechos y cuando saqué mis manos su blusa estaba toda aguada así que se la quité, y empecé a mamar sus senos, mi mayor sueño se estaba haciendo realidad, aunque ella no cooperaba por su estado era igualmente increíble, sentir sus enormes globos en mis labios, los apretaba con fuerza, y los lamía una y otra ves. Sabía que si mi amigo me veía se iba a enojar muchísimo, así que la vestí, solo pude acariciarle las nalgas y las piernas, y tuve que aguantarme el deseo de ir más lejos.
Salí del baño y la sentamos en un sillón a que se le bajara un poco, ya que su novio iba a recogerla cerca de la casa de mi amigo en una hora y media. Pasó el tiempo y ella empezaba a recuperarse, no recordaba nada, por suerte, y dijo que se tenía que ir. Mi amigo no podía ir a dejarla así que yo me ofrecí a acercarla caminando.
Salimos de la casa de mi amigo, no tuvimos problemas de andar tomados en la calle ya que es un fraccionamiento de ricos y casi nunca hay gente en la calle. Antes de llegar a donde íbamos yo la iba abrazando y la acariciaba como accidentalmente, ella aún caminaba muy chueco y una cuadra antes de llegar a la salida me desvié del camino, la lleve al final de la calle a unos departamentos, y la senté en la escalera, le dije que esperáramos a que se sintiera un poco mejor pero se puso nerviosa, la abracé para tranquilizarla y toqué su seno, ella quitó mi mano pero yo la volví a poner firmemente sobre su pecho, se quiso levantar pero se lo impedí, la abracé y la bese aunque olía a vómito, metí mi lengua en su boca y la besé por largo rato, la puse delante mío y acariciaba sus pechos con fuerza, diciéndole, que sabrosa estas Marcela, y agarraba sus nalgas, la puse en los escalones de espaldas a mí y empecé a jalar su pantalón hacia abajo sin desabrocharlo, por lo que me costaba trabajo, pero se rompió el botón y el pantalón cedió, tenía la cadera marcada por los jalones del pantalón y de un tirón también le bajé la pantaleta que era muy poco sexy.
Vi sus nalgas pálidas, ella solamente se quejaba levemente, y la tomé de la nuca, y con la otra mano me saqué el pene, lo coloqué entre sus nalgas y lo froté suavemente, buscando su entrada, cuando sentí húmedo empujé fuertemente y mi miembro chocó contra su cola, eso me excitó y volví a empujar con fuerza, le dolió pero no pude entrar, así que empuje mi pene un poco más abajo y encontré su vagina, donde me fue fácil meter mi verga hasta el fondo, no se la metí fuerte sino despacito, disfrutándola, y como sabía que no tenía mucho tiempo empecé el mete y saca violentamente, ella se agarró de los barrotes del barandal y apretaba las nalgas mientras la empujaba con fuerza a cada metida de verga que le daba, me vine adentro de su deliciosa vagina, y acariciando sus pechos recuperé inmediatamente la dureza, subí mi pene y esta ves no iba a dejar de empujar hasta meterlo en su cola y así lo hice, eso si le dolió, e intentó levantarse, quería golpearme con sus manos pero no me alcanzaba y mientras yo la perforaba cada ves más hondo, no dejaba de moverse y para entrar mejor en su culo la jalé del cabello, como domando un toro salvaje, le jalaba el cabello fuertemente mientras se la metía, le di un tirón fuertísimo al descargar mi leche hasta sus intestinos.
Se la saqué de golpe y le dije que se vistiera, la ayude y le llevé afuera del fraccionamiento. Donde le dije que no me importaba si decía lo que había pasado, ya que yo diría que ella me había dado las nalgas por la borrachera, y como estaba toda sucia de vómito, sabía que me creerían a mí. Y se fue totalmente en silencio. No se si le dijo algo a su novio pero supongo que no porque no me ha reclamado nada.