Marcela La Doc: reencuentro con mi viejo amante

Es una nueva aventura sexual de la Doctora Marcela Rodriguez, una rubia argentina cuarentona super fogosa que por casualidades de la vida se reencuentra con su viejo amante y no duda en ponerle los cuernos a su marido.

Me llamo Marcela soy una mina cuarentona, casada, físicamente me mantengo bien y recién a esta altura de mi vida estoy disfrutando mi sexualidad a pleno.

Les voy a contar un reencuentro sexual con mi viejo amante, un hombre mayor que yo que sabe hacerme gozar y estallar de placer.

Así que nos volvimos a encontrar por esas casualidades de la vida, ni él ni yo lo buscamos, simplemente se dio,  con un hambre mutuo que teníamos nos dimos como en la guerra. Fogosa como pocas, sólo basta un rico y profundo beso de lengua para ponerme a gemir, sintiendo cómo su cuerpo se me pega y se entrega a mis antojos.

Le gusta verme desnudarme, poder apreciar mi piel, sus colores y sentir ése perfume natural de mi cuerpo, llamémosle mi olor a mujer.  Nuestros besos muy húmedos le abren el camino a mi lengua y se manda como un loco a mi cuello. Sus chupones siguen en mi oreja  y van bajando hacia mis tetas. Le bajo el bóxer, el cual ya tiene manchas de humedad y guarda una pija que parece como de piedra. Mi mano se aferra con fuerza al tronco y, mientras le miro a los ojos, le hago ver como mi boca comienza a devorárselo todo. Siento su glande en la campanilla de mi garganta, me la trago toda a tal punto de atragantarme.

Me gusta ésa sensación intoxicante del sexo sin ataduras, sin los "me da vergüenza que me hagas”. Quiero ver y sentir todo y ahora quiero que él lo sienta. Me pide que me acueste boca abajo en la cama y sus manos se dirigen a la parte interna de sus muslos, me pongo un almohadón abajo dejando mi concha mojada y más que nada mi culo a la altura de su boca.

Decir que me chupa la concha es un eufemismo, nunca nadie me la deseó así. Intercala labios, lengua y dientes dejando a mi clítoris gordo mientras mi dedo mayor se va para adentro de mi conchita entregada, con la yema del mismo, me acaricio justo por debajo del  punto de placer mientras que por fuera, su boca succiona mi rosado capuchón.

"Cómo te voy a coger Doctora Rodríguez" me dice mientras masturba mi agujero mojado con la cabeza de la pija. Me frota allí la cabeza, le gusta hacérmela desear, me la mueve suave y en círculos y, justo en ése instante me la entierra hasta el fondo. Mi gemido es casi de dolor, eso lo vuelve loco. Empiezo a moverme con más ritmo y siento el tope del cuello de útero en su glande. Puedo sentir cómo laten las paredes de mi concha en su pija. "Eso no se vale, me vas a ganar por goleada" le digo mientras me sonríe satisfecho.

Tengo bien claro que mi culo lo enloquece, le gusta decírmelo, sabiendo que mis ratones se van a la Estratósfera, y yo como buena taurina calentona me gusta entregarlo todo. Además si ya estamos en este round sexual con sexo oral y vaginal es imposible que falte un buen anal, al menos para mi gusto y piacere. Mi culo está listo para ser enfiestado. Al verme así de excitada se le hace agua a la boca.

Mordisquea mis cachetes y va recorriendo su contorno con labios y lengua bien mojados. No quiero saber el momento preciso en que va a tomar por asalto mi puerta trasera, se interrumpen sus pesadas manos en mi traste, me metió tanta mano que me dejo coloradísimos los cachetes. Su lengua se posa en mi orificio, lo recorre en círculos y empieza a cogerlo muy suavemente, un poco más adentro cada vez. Es consciente del terrible placer que me provoca, es un maestro y sabe que a pesar de que estoy casada y lo hago por allí con mi marido, quien es dueño de mi traste es él.

Es una delicia sentir cómo se va abriendo, desde nuestra primera vez me confesó que mi sabor y mi olor lo vuelven un loco apasionado y mi calentura aumenta. Para resumirla diría que mi olor lo enloquece, es como un fetiche y para mí la primera vez que escucho que un hombre se calienta con el olor a culo de su mujer. Su lengua le inyecta saliva con cada embestida, ya estoy extasiada de placer y le pido que me chupe el orto hasta hacerme acabar, mis 95 centímetros de cola están a su merced, mi  agujero trasero esta muy dilatado y brilloso a esta altura.

Sus manos me agarran de las caderas y me llevan hacia él, siento el glande en la puerta del mi ano. Es como que se lo que me va a suceder y estoy entre el metémela ya y el please no lo hagas. Es una delicia lo que se siente, esa pijota de a poco está entrando y yo respiro hondo, la tiene re clara. Sabe bien que en esto no existe el apuro y se detiene justo en el umbral, justo en ése lugar en el cual un empujón más y el culo es todo para él. Un empujón firme y la mitad que quedaba afuera ya no se ve más, mi dilatado culo parece haberse tragado toda su pija. Me coge el culo con ganas. El ritmo y la profundidad de penetración, cambia de acuerdo a sus antojos. Desde nuestra primera vez cada vez que me hace la cola le gusta verme el agujero bien abierto y me saca sin aviso toda la pija, se pone como loco al verme así súper abierta y me dos dedos en mi cráter por un buen rato. Me vuelve a meter toda la pija y sus embestidas ya no son brutales, no me demuestra ni un poco de piedad. Me la manda hasta el fondo y se me queda quieto ahí, muy adentro. La leche viene con fuerza, yo aguanto todo lo que puedo y siento un liquido caliente entrar en mis intestinos.

El primer chorro explota y el gime de placer cual semental insemina a su yegua sabiendo que me está llenando. Me llenó de leche tanto que cuando me la sacó chorreaba ese líquido blanco entre mis cachas y tuve que correr al bidet. Fue un round sexual increíble, nos duchamos y quedamos un rato mas hasta que se cumpliese el turno del hotel alojamiento, me trajo hasta el centro y volví a retomar mis actividades laborales muy bien cogida y feliz.-

Marcela la Doc.