Marc y Bianca (1/2)

Una fantasía algo traviesa de una pareja muy erótica. Parte 1 narrada por la chica, llamada Bianca.

Una mañana cualquiera de un día cualquiera, te vestías para ir a trabajar. Acababas de recibir muy temprano una llamada de un tal Carles, y te vestías para salir raudo al trabajo, porque le urgía que te presentaras ya mismo. Te hablaba en catalán y como tal, tú le respondías que ibas pitando para la oficina. Llevabas vaqueros, unas deportivas Nike, camiseta y una cazadora, muy informal. Estando ya en la puerta de casa dispuesto a coger las llaves del coche e irte, cuelgas el teléfono y mientras te atusas el pelo y te colocas bien la cazadora, aparezco yo en el umbral de la habitación en la que horas antes habíamos pasado la noche. Llevo solo puesta una camisa blanca, de estas largas que parecen un vestido cortito. Desde el marco de la puerta te digo que no te vayas, que te quedes conmigo.

Pero te dejas llevar por la llamada del tal Carles, y que no, que no insista, que tienes que irte. Yo diciéndote "Quédate anda", mientras te miro picarona y me retuerzo un mechón de pelo y adelanto una pierna por delante de la otra. Tú, nervioso y con el móvil aún en la mano, te ríes por lo bajo ante la imagen juguetona de mí y me dices: "Quieta, Bianca, no vayas por ahí que la liamos".

Pero me acerco a ti, te hago pucheros y te digo "Por faaaaa Maaaaarc" mientras juego con los ojales de la camisa. Y tú, "Que no, que debo irme, déjalo". Y vuelves a reírte y hasta te pones colorado y miras hacia otro lado. En esas me acerco a tu oreja derecha, te muerdo suavemente el lóbulo y te susurro "¿Vas a dejarme así, bombón?" Voy caminando hacia atrás sin dejar de mirarte a los ojos, vuelvo al marco de la puerta y apoyo la espalda en él.

Y empiezo a desabrochar los botones, uno a uno y ves que no llevo nada debajo. Te quedas embobado y yo me muerdo el labio esperando tu reacción.

Y reaccionas soltando un "ufff" y dices "A la mierda".

Tiras el móvil en la mesita cercana a la puerta donde cogiste las llaves, te quitas la cazadora y vas a por mí. Te abalanzas y me empotras contra la pared, sin quitarme la camisa, y empiezas a besarme sin parar: cuello, boca, pecho... No puedes ni quieres parar. Yo te quito la camiseta, desabrocho la hebilla del vaquero y bajo la cremallera y mientras lo hago tus manos están firmes sobre la pared, tu respiración se agita. Te bajo el pantalón, luego el bóxer, me coges por la cintura, pones las manos en mi culo y yo te abrazo con las piernas. Y atinas a penetrar.... Así un rato, hasta que me sueltas y vuelvo a quedar de pie, sin dejar de besarnos.

Y en estas suena el móvil, te salta el WhatsApp varias veces: tienes mensajes de Carles, cabreado porque tardas. Yo te insto a coger el insistente teléfono que me tiene frita, pero tú sigues besándome y dices "No, no, noooo". La excitación te puede, estás duro de pelar, y te hace olvidar que minutos antes tenías que irte con urgencia.

Así que te aparto de un empujón que tu lumbago choca de bruces con la mesita donde están el móvil y las llaves de tu coche y te quedas exhausto, con el pelo revuelto y mirándome extrañado. Te miras la entrepierna, frunces el entrecejo y me diriges una mirada de "¿Y ahora qué?" Yo me cierro la camisa, me acerco a ti, te beso profundamente y te digo nuevamente al oído: "Que tengas un buen día, bombón".

Y desaparezco de escena mientras contoneo las caderas hacia la habitación.

Jamás supe si fuiste a trabajar aquella mañana...

Continuará...