Maratón sexual de una pareja de a tres

Mientras empezaba a quejarse por el dolor, Daniela me dijo que le iba a agrandar el agujero, a lo que yo respondí embistiendo una y otra vez contra ese culito delicioso que me hacía gozar como los dioses. En eso se acercó Alejandro, y Dani le manoteó la poronga y se la empezó a sacudir haciéndole una paja de aquellas.

Maratón sexual de una pareja de a tres.

Por Leocapo

En mi anterior historia ("Una pareja de a tres") les conté como había nacido el triangulo amoroso entre Daniela, Alejandro y yo, y como nos amamos desde ese momento como una verdadera pareja, aunque en la vida cotidiana la relación no resultó tan sencilla. Si existía algo que mantenía siempre encendido el fuego del amor esa era Daniela. Dani no tenía grandes pechos, pero su cintura y su culito eran perfectos. Su pelo negro, su sonrisa y su piel morena terminaban de dar forma a una mujer a ser deseada y amada sin tapujos. Aunque de día podía ignorarte y hasta despreciarte de la forma más cruel, en la cama era una explosión de pasión. Era una fiera en celo que se entregaba totalmente al sexo y al amor, sin importar si era con Alejandro, conmigo, o con los dos.

Una noche que trabajó hasta tarde, por la sola espera de pensar en ella, Alejandro y yo estábamos completamente al palo y por pura coincidencia nos cruzamos en el dormitorio. Nos miramos y, sin hablarnos, ambos descubrimos nuestra calentura.

Es así que estábamos tan excitados que por primera vez decidimos no esperarla y empezar sin ella.

Sutilmente comencé a mirar la entrepierna de Alejandro queriendo confirmar mis mejores deseos de que su pija estuviera bien parada. Desde la primera vez que la había visto, y sentido, no había podido borrar de mi mente esa terrible y deliciosa poronga, no por casualidad un hembrón como Daniela se había hecho tan adicta al sexo.

Tomé a Alejandro y lo acosté en la cama, rápidamente le bajé la bragueta y le saqué el pantalón jean. Una vez que quedó en slip y remera, pude ver su tronco haciendo presión contra el calzoncillo y comencé a morirme de ganas de comérselo todo. Le saqué desaforadamente el slip y pude ver ese terrible pedazo con su enorme cabeza roja a punto de estallar, entonces me abalancé sobre sus veinticinco centímetros hundiéndolos hasta el fondo de mi garganta. Mientras se la chupaba enloquecidamente Alejandro empezó a gemir y gozar. A la vez que le sacudía la poronga con mi boca y con la mano derecha le agarraba los huevos, Alejandro me tomó del pelo y empujó mi cabeza más y más contra su miembro viril que llenaba toda mi boca y chocaba contra mi garganta. En un momento, luego de frotárselo entre mi lengua y mis dientes, lo saqué de mi boca y lo tomé con mis dos manos para comenzar a masturbarlo mientras le chupaba el glande. Estaba ansioso por ver como ese cañón me largaba todo su contenido. Cuando Alejandro me pidió que me la volviera a tragar toda, expulsó su leche en mi boca como un verdadero semental.

Luego de limpiarme con la sábana, mientras yo seguía al palo, pensé que era mi oportunidad y le dije que mi pija estaba pidiendo conocer su culo por adentro, pero me dijo que por ahora no, y que quería agradecerme practicándome sexo oral a mí.

Entonces me puse de pie y bajé mis pantalones y calzoncillos. Miré mi chota erecta y roja, a punto de estallar. Alejandrito se arrodilló frente a mí, me la agarró con la mano derecha y empezó a tomar la mamadera con mucha pasión. Su barbita me hacía cosquillas en los huevos cada vez que se la tragaba hasta el fondo. Mientras me la chupaba yo le seguía masajeando su verga fláccida con mi pie derecho. Entonces me pregunta si me gustaba más que me la chupe él o Daniela. Yo le dije que Daniela lo hacía mejor pero que había una cosa que ella no podía hacer y él sí, y entonces le pedí que me culeara. Quería que esa verga me penetrara antes de acabar. Me acosté en la cama en cuatro patas, mientras Alejandro iba a la cocina a buscar manteca, que a los pocos segundos ya estaba untando en mi orto. Una vez enmantecado mi culo como a un pollo al que se lo espera devorar con fruición, se puso un poquito de manteca en la punta de su verga y me la ubicó en posición contra mi culito. Enseguida empezó a presionar con su glande en mi ano, me abrazó y en un sacudón sentí como su verga se abría paso en mi orto y empezaba a penetrarme. Con cada centímetro que sentía de ese tronco dentro de mí, emitía un quejido de dolor, hasta que la sentí toda adentro. Era tan larga y me produjo un dolor tan intenso que parecía que nunca iba a terminar de entrar. Sentí un enorme dolor, pero que al mismo tiempo me daba un gran placer. Me encorvé más hacia delante apoyando mi cara contra el colchón para poder sentir una penetración verdaderamente profunda. Alejandro me agarró de las nalgas y me abrió los cantos para clavármela hasta el fondo, de forma que sentía como sus huevos chocaban una y otra vez contra mi culo. Estuvimos así como cinco minutos. Alejandro me tiraba del pelo, me apretaba los glúteos y me metía y sacaba su pija cada vez con más fuerza. Alejandro me decía que era el mejor orto que había hecho en su vida y en eso siento como pega un grito y lanza toda su caliente leche en mi interior. Cuando me saca la pija, me doy vuelta y quedó recostado en la cama boca arriba con mi orto ardiendo, y mientras miro su pene fláccido, que no por eso dejaba de ser enorme. Alejandro me agarra la verga con su mano izquierda y me hace la paja muy suavemente hasta que derramo todo mi semen sobre su mano y mi abdomen.

Mientras estábamos los dos tirados en la cama completamente enlechados, escucho como Daniela entra al departamento. Tenía puesto una musculosa verde y un pantalón rojo de su confección, que se ataba a la espalda con un moño.

Apenas entró, Alejandro se levantó en pelotas y se le abalanzó en el living. Mientras Dani le decía que hoy no quería, porque estaba muy cansada, Alejandro le desató el moño y su pantalón cayó al piso, dejando ver una tanga azul oscura impresionante y sus medias al tono con ligas de encaje.

Alejandro la tomó por atrás y le sacó la musculosa, quedando Daniela en conjunto de lencería, y mientras le besaba el cuello le empezó a sacar el corpiño. "Con tanto encaje me dan muchas ganas de encajarte", le dijo Alejandro con la delicadeza que lo caracteriza. Con los pechos al descubierto Alejandro se los comenzó a acariciar mientras le seguía besando el cuello y la espalda y Dani ya parecía entrar en ritmo. En eso Alejandro baja su mano y se la mete bajo sus braguitas. Al instante Daniela hierve de pasión. Entonces Alejandro le saca rápidamente la tanga, quedando vestida únicamente con las medias con ligas, la pone contra la pared con las manos en alto y le abre las piernas para poder verle bien la concha que deseaba penetrar. Se toma la pija con la mano izquierda, se la coloca en su vagina y empieza a empujar hasta que se la pone hasta el fondo; Dani emitió solamente un quejido haciendo parecer que estaba ya bastante lubricada. Alejandro la toma de las caderas y la levanta un poquito como haciéndola sentar sobre su poronga. Luego acarició sus pechos mientras repasaba toda su espalda con la lengua.

Yo ya estaba nuevamente al palo y me senté desnudo en una silla del comedor para observar ese delicioso espectáculo de Alejandro cogiéndose desaforadamente a Daniela. Entones mientras ella no dejaba de gozar y jadear, Alejandro se da vuelta y la coloca frente a mi. En ese momento Daniela se inclina, sin perder un centímetro de la pija de Alejandro que le sigue entrando y saliendo de su concha, y toma mi verga con las dos manos para llevársela hasta su boquita que ya estaba pidiendo carne. Con cada empujón que le mete Alejandro, Daniela pega unos saltitos justos como para sacudir mi verga que ya la tenía entre sus dientitos. Habremos estado unos cinco minutos así: mientras Alejandro serruchaba a Daniela tomándola de las caderas por detrás, ésta me practicaba una fellattio espectacular, agarrando mi verga y mis huevos y llevándoselos a su hermosa boquita sin ningún prejuicio, una y otra vez. Antes de que le pueda largar toda mi leche a la negra, Alejandro ya se había echado su tercer polvo de la noche. En ese momento Dani se incorporó al tiempo que Alejandro, casi levantándola por el aire, terminó de vaciarle su poronga en su vagina.

Yo quedé solo, sentado en la silla, con mi chota en una perfecta erección a la que nadie parecía prestarle atención.

De pronto Daniela viene hacia mi de espaldas y me muestra su culo que lo pone contra mi cara. Lo tomo con mis manos y se lo empiezo a besar y chupar mientras juego con sus glúteos y recorro su esfínter anal con mis índices y pulgares. Daniela se saca las medias y ligas y luego la abrazo con fuerza, mientras empiezo a acariciar su chochito. Así termino hundiendo mi nariz entre sus nalgas, explorando su ano con mi lengua traviesa. Yo seguía sentado en la silla y mi verga seguía tan rígida como antes, mientras Daniela estaba parada de espaldas a mí. En eso se empieza a encorvar hacia delante y baja su orto permitiéndome ver su concha abierta a la espera de recibir su próximo bocado. La muy puta se ubica ella misma en posición y se me sienta en la verga, que le entró hasta el fondo de la concha sin ninguna dificultad. Se apoyó con sus manos en mis piernas, y comenzó a levantarse y sentarse sobre mi pija una y otra vez haciéndome entrar en un frenesí impresionante. Su suave bamboleó sobre mi verga me daba un placer increíble, como solo una hembra como Daniela puede darle a un hombre. Al tiempo que subía y bajaba, su hermoso culo rozaba con mi abdomen y podía ver toda su preciosa espalda transpirada. La tomé de la cintura y las caderas para ayudarla en su recorrido y cada vez que bajaba y se enterraba mi verga hasta el fondo de su vagina pegaba unos gritos y gemidos como pareciendo querer mostrarle a todo el edificio cuan excitada podía estar. Estaba tan húmeda y lubricada que parecía que yo nunca iba a acabar. Entonces la agarré de la cintura y al tiempo que me incorporaba la arrodillé en el piso. Con Daniela en cuatro patas, me arrodillé y apunté mi poronga hacia su culo. Aca si voy a poder acabar, le dije. En eso Alejandro me pregunta si necesito manteca y yo le digo que no. Tenía la pija tan mojada que con solo presionar contra el ano de Dani ya la tenía medio adentro. La agarré de las caderas y de un solo golpe su ano ya estaba dilatado como para gozar de una perfecta penetración. Mientras empezaba a quejarse por el dolor, Daniela me dijo que le iba a agrandar el agujero, a lo que yo respondí embistiendo una y otra vez contra ese culito delicioso que me hacía gozar como los dioses. En eso se acercó Alejandro, y Dani le manoteó la poronga y se la empezó a sacudir haciéndole una paja de aquellas.

En pocos minutos sentí como mi verga lanzaba toda su leche e inundaba el culo de la negra. Mientras yo sacaba mi pene, bastante dolorido y cansado ya de tanto cabalgar, Alejandro aprovechó y la acostó en el suelo a Dani para clavársela por adelante.

Estaba exhausta, recostada en el piso con las piernas bien abiertas, los brazos hacia atrás, mientras Alejandro de rodillas en el suelo le tomaba las piernas y le metía la verga una y otra vez en una concha que parecía incandescente de tantas penetraciones, buscando su cuarto polvo en la noche.

En un momento se recuesta sobre Daniela y le empieza a "clavar sus colmillos" en su cuello mientras le chupa las tetas y Dani vuelve a gemir como nunca. Yo me inclino y metiendo mis narices en el culo de Alejandrito, le empiezo a chupar los huevos que chocan una y otra vez contra la entrepierna de Dani. Luego subo con mi lengua y empiezo a pasársela a Alejandro por el orto. Mientras Alejandrito sigue dándole a la matraca yo sigo lubricándole su peludo y redondito culo con mi lengua, y casi sin que se de cuenta le meto dos dedos en su ano. Al principio hace un movimiento como sintiendo una molestia, pero sigue follándose sin cesar a Daniela.

Con mi verga completamente al palo decido tomar la posta y lo agarro a Alejandro de la cintura, mientras con la mano derecha le voy colocando mi verga contra su ano. Alejandro se queja y me dice que ni se me ocurra, pero no termina de decir la frase que ya tiene mi cabecita adentro de su culo. En ese momento saca su pene del chochito de Daniela y sacudiéndoselo un poco le acaba sobre su pancita, llenándosela de leche caliente. En un segundo, con otro empujón le meto diez centímetros más de verga en el orto y empiezo el mete y saca.

Alejandro no lo podía creer, pero por primera vez a ese macho sodomizador profesional alguien se lo estaba culeando. Mientras metía y sacaba mi pija, le acariciaba las nalgas con mis manos, y le abría un poco el esfínter anal para que mi verga pudiera entrar fácilmente

Con una sonrisa irónica en el rostro, Daniela presenció todo el espectáculo, hasta el momento en que Alejandro, gimiendo de placer, se dejaba penetrar sin ningún prejuicio. Es más en un momento mandó su mano hacia atrás y empujo mi verga más adentro de su orto, como queriendo desafiarme. Entonces empuje su cabeza contra el piso dejando su culo bien paradito para encajarle una penetración profunda que me llevó al clímax, y a que los tres quedáramos completamente agotados en el piso.