Mara

Como buen amigo cumplí un deseo.

MARA

Esta historia comenzó hace algunos meses atrás, conocí a una familia hace algunos años con una hija no muy atractiva por aquel entonces, bueno no para mi. Con el paso del tiempo la vi crecer pero aun así no despertaba en mi interés alguno, más que el que nos unía a su familia y a mí.

Como decía al principio, hace algunos meses atrás que comenzamos a acercarnos más Mara y yo, platicábamos de todo, de sus novios, sus amigos, de sus gustos, de sus padres, de todo. La confianza comenzaba a crecer demasiado, los secretos que ella guardaba me los empezó a revelar. Uno de ellos es que cuando besaba a su novio sentía como un calor se apoderaba de ella y ardía en deseos de sentir algo dentro de ella.

Me dejo sorprendido tal revelación, pero no me dijo más por falta de tiempo. Como el fin de semana no trabajaría por ser mi día de descanso, le dije si quería ir a desayunar y terminar con nuestra platica. Ella acepto aprovechando que sus papas no estarían. Desayunamos en un restaurantito cercas de mi casa, nos divertimos mucho; casi al final me dijo:

  • Quiero decirte algo, espero y no te enojes

  • Adelante, dime que es.

  • Quiero hacerlo, sentir lo que mis amigas me han platicado – me dijo ruborizada.

Esto me dejo medio sacado de onda, solo acerté a decir: orales esta bien

Pague la cuenta y salimos rumbo a la casa, caminamos pero no decíamos nada. Hasta que se me ocurrió decir:

  • ¿Quieres hacerlo ahora?

  • Si – fue su respuesta.

No tardamos mucho en llegar a la casa. Nos acomodamos y sin mediar palabra alguna, nos comenzamos a besar. Lo hacia muy rico, mordía mis labios y yo jugueteaba con su lengua. Despacio mis manos recorrían su espalda, su blusa corta no era obstáculo, ni su faldita holgada de color negro tipo colegiala. Era todo un bombón y hasta ese momento no me había dado cuenta que estado seduciendo a una adolescente de 16 años. En ese momento me dijo:

  • ¿Qué pasa?

  • Nada, solo estoy disfrutando – mentí para no decirle que me estaba dando un lapso de remordimiento.

Ella ante mi respuesta me dio un beso que me dejo extasiado. Fue suave, dulce, tierno. A continuación la tome de la mano y fuimos directos a la habitación, mas por solicitud de ella que por gusto mió. Nos recostamos sobre la cama, besándonos intensamente. Mis manos parecían tener vida propia, por que recorrían cada parte de su cuerpo; su cara, su pecho, sus piernas, todo. Estaba con un calor tremendo en el cuerpo, y ella estaba igual o más ardiente que yo. Su lengua parecía querer más, sus manos no me dejaban separarme de ella, ni quería hacerlo. Su cuerpo de pegaba cada instante más a mi.

Ella estaba totalmente excitada, lo pude sentir al acercar mi mano entre sus piernas y percibir humedad en su ropa interior. Sus piernas se separaron lentamente dejándome llegar hasta su ropa interior, de tela delgada. Mis dedos rozaban su conchita por encima de la tela, sentí como palpitaba, como se estremecía a cada roce. Ya quería penetrarla y hacerla mía pero quise disfrutar al máximo ese momento. Aun no había tocado su piel directamente cuando sus piernas aprisionaron mi mano y sentí como comenzaba a mojarse de manera abundante, mi dedos unto con parte de mi mano quedaron empapadas de su dulce humedad. Después de esto me abrazo y me dijo:

  • Te amo!!! Gracias por cumplirme mi deseo… quiero ser tuya. Se levanto con las fuerzas que le restaban y en un delicado y sutil baile se desnudo por completo tapando con sus manitas su pecho y su conchita. Me levante y me desnude para ella. Nos recostamos en la cama y nos cubrimos con una sabana, la luz que entraba por la ventana penetraba tenuemente por la sabana dejándome ver su figura.

La bese, nos acariciamos, nos besamos con lujuria, mis manos acariciaban su cabello, mis labios lamían su cuello, pude acariciar, besar y morder esos pezones virginales, mientras mis manos acariciaban sus nalgas, bajé mis labios a si vagina besándola, lamiéndola, succionando su clítoris, ella tubo su segundo orgasmo cuando me jalo de los pelos pidiéndome que parara. Descansamos unos segundos, nos acomodamos y coloqué mi pene en la entrada de su vagina, lo metí despacio, sin brusquedad, mientras nos besábamos mi pene entraba lentamente en su conchita, nos unimos tiernamente moviéndonos suavemente.

Los movimientos se hicieron por momentos más cadenciosos, más rítmicos, para luego hacerlos mas pausados pero fuertes. Por momentos mi pene lo sacaba y lo volvía a meter nuevamente en su totalidad, su conchita me apretaba sentía sus paredes vaginales palpitar alrededor de mi pene. Cambiamos de posición ella se coloco arriba mío y con cierta excitación tomo mi pene y lo coloco en su conchita dejándose caer lentamente. Sus movimientos eran lentos, en ocasiones dejaba de moverse, así que la tome de la cintura y la auxiliaba con los movimientos. A cada movimiento ella comenzaba a tener más confianza y a tomar el control. Llego un momento que ella sola se movía a su ritmo y mis manos las puso en sus senos, los cuales acaricie con pasión, los chupaba, los mordía, y a cada mordida ella respondía con un gemido y apretaba mas mi pene con su conchita.

En un momento se levanto y me dijo:

  • Espera, quiero que me lo hagas oral, que me beses mi vaginita.

No me hice del rogar, la tome de las nalguitas y la acerque a mi boca, mi lengua recorría cada rincón de su conchita, desde su ano hasta su clítoris. Sus gemidos se hacían más fuertes. De pronto me sujeto del cabella y me apretó contra su vagina, sentí como su líquido mojaba mi cara, con mi lengua chupe su conchita, disfrutando de su orgasmo. Debo decir que casi me ahogo pero fue algo maravilloso.

La tarde comenzaba a terminar y la noche hacía su presencia. Ella había disfrutado ese momento tanto como yo, por lo menos así parecía. Yo aun no había terminado. Ella me miro y me dio un beso largo.

  • Me tengo que ir, pero quiero hacerlo una última vez antes de irme.

Me acaricio mi pene hasta que estuvo nuevamente listo, me llevo con sus manos hasta su conchita aun húmeda y calientita y la penetre. Ella levantaba su cadera para sentir más adentro mi pene, me apretaba con sus piernas, y casi gritaba a cada penetración. Fueron minutos excitantes, placenteros, mi pene entraba y salía, ambos gemíamos de placer hasta que llegamos al final… descargando mi lechita dentro de ella y sentir como su conchita apretaba mi pene para sacarme hasta la última gota.

Nos recostamos uno junto al otro, en silencio disfrutamos de todo cuanto había sucedido. Después de unos minutos nos levantamos, nos vestimos, nos dimos besos y caricias. Cuando nos despedimos (la lleve en un taxi a la esquina de su casa), me dijo que nunca nos separaríamos, que me quería, que me comenzaba amar.

Ahora nos vemos con regularidad, no lo hemos hecho nuevamente por que esta en tratamiento, pero me hizo una promesa… al terminar el tratamiento nos perderemos un fin de semana en la playa… por cierto el tratamiento es anticonceptivo.