Mar y Viento (I)

Olivia es una joven nueva en el pueblo. Pablo es incapaz de seguir ignorándola y le propone una cita. Ella acepta pero...A veces encontramos a la persona indicada en la situación menos indicada...¿Qué hacer? ¿Seguir la razón o al corazón?

Olivia era nueva en el pueblo. Ya hacía unos meses que había llegado de la capital y conocía a poca gente. Pasaba de mediodía cuando se dispuso a darse un baño, sonaba una de las canciones de moda en la rádio mientras ella se desabrochaba el albornoz. Se dió un baño largo pues no tenía planes para aquella tarde. Al salir y secarse escuchó un ruido que emitía el telefono desde la habitación. Salió del baño secandose el pelo con una toalla, cogió el teléfono y abrió un mensaje de WhatsApp.

-¡Hola! Espero que no te moleste, un compañero de trabajo me ha dado tu número de teléfono y...nada, quería invitarte a dar un paseo. Soy Pablo, por cierto. Un beso, espero respuesta

¿Pablo?! Pablo era un chico del pueblo, algo más mayor que Olivia. Algo así como 10 años. Moreno, 1'80, ojos oscuros, de complexión fuerte y acstumbraba a llevar barba cuidada de dos o tres días. Se puede decir que desde que ella había llegado al pueblo ya se fijó en él pero creyendo que no tenía posibilidades se dedicaba a saludarle y a hablarle cuando se lo encontraba. Así que apenas cruzaban palabras pero eso a ella le bastaba...Para ser sinceros no, no le bastaba y ella ya le había preguntado sobre el chico a un amigo suyo que era compañero de trabajo de él pero este chico no supo decirle sobre la situación sentimental de Pablo. Ella prefería pensar que estaba en pareja o casado y así se evitaba otro chasco.

Así era Olivia, un tanto insegura. Medía 1'65, morena, pelo rizado hasta los hombros, ojos oscuros...no era delgada pero tampoco tenía un exceso enorme de peso. Tenía "dónde agarrar" como se suele decir. La joven paseaba por el puerto cada fin de semana. Siempre le había atraído el mar pero desde el atardecer en que se encontró a Pablo era una costumbre ya adquirida la de ir a la zona de pesca. Si, Pablo tenía un hobby y este era la pesca.

-Hola Pablo ¿Dónde nos vemos?....A Olivia la despertaron de sus pensamientos sus propias manos respondiendo a aquel mensaje y preguntando a qué hora y dónde se encontrarían. Tiro el teléfono sobre la cama y se lanzó a rebuscar en el armario. ¿vestido? ¿falda? .... ¿pantalón?....

Pablo la había citado en el mismo puerto. Lugar perfecto para una cita. Olivia eligió un vestido blanco bastante sencillo pero sensual con unas sandalías azules y un pequeño bolso de mano también azul. Sencilla en sí pero formal. Cuando quedaba un rato para la hora pactada la joven salió de casa con una mezcla de incertudumbre y nervios que le duró hasta entrada al puerto.

El viento tocaba la cara de la joven y le despeinaba el pelo, dió las gracias de que no hiciera tanto viento como para tener una malajugada con su vestido. Sumergida en pensamientos dejó a su lado derecho el restaurante, ya cerrado, que habñia sido un icono en aquel lugar. Unos metros más allá divisó La Lonja, a la izquierda otro restaurante y al fondo la zona pesquera. Antes de llegar pasó por la parte donde los pescadores dejaban las redes extendidas. Olivia sintió el olor a mar y a puerto, el ruído del agua repiqueteando contra el casco de los barcos y luego la presencia de alguien...de él.

Apoyado en su coche la esperaba Pablo. El chico lucía un pantalón blanco, un polo azul de manga corta y unos naúticos oscuros. Con una inmaculada sonrisa recibió a Valeria.

-Oli, espero no haberte asustado ni haber sonado muy acosador pero hacía tiempo que no nos veíamos y bueno, vi a Marcos y le pregunté por ti.

-No te preocupes, tengo que confesar que yo también le pregunté un par de veces, me extrañó no verte cuando iba a recogerle.

Marcos era amigo de Olivia desde hacía mucho tiempo, por eso cuando Valeria salió huyendo de la capital Marcos no dudó en darle un trabajo en su pueblo. Marcos y Pablo eran abogados. Olivia era asistente de Marcos por lo que le llevaba la agenda y las cuestiones de su casa, almenos hasta que ella encontrara otro trabajo.

-Tengo algo preparado pero antes...-le dijo sacando una caja pequeña del coche.

Olivia abrió el paquetito, era un pañuelo de seda de colores azules suaves. Pablo lo tomó e hizo que Olivia girase sobre si misma acompañandola con su mano posada en la cintura de la joven. Con el pañuelo tapó los ojos de la chica y le dió la mano guiandola hasta dónde la esperaba la sorpresa.

Olivia sintió el tacto de las manos de Pablo, era un tacto suave y seguro. Ya no recordaba una caricia igual, ya hacía demasiado que nadie la tocaba, demasiado que un hombre no la invitaba a dar un paseo o a salir...demasiado pero eso quedaba para Olivia, no quería recordar. Sólo disfrutar de Pablo.

Caminó hasta notar que ya no había más asfalto, en ese momento Pablo la tomó de la cintura y la llevó a través de lo que a ella le pareció una plataforma o algo suspendido. Era madera y rechinaba a su paso. Luego llegó a suelo que le pareció más firme y Pablo le quitó el pañuelo de los ojos.

Estaban sobre un barco, uno de los barcos del puerto que Olivia siempre contemplaba. No era grande, no era lujoso pero denotaba caracter y fuerza. Le recordaba de alguna manera a Pablo, con fuerza, decisión...En popa había una pequeña mesa preparada para dos, con rosas y cava.

-He preparado salmón acompañado de una ensalada fresca y ligera. ¿Te gusta? Sino en el barco hay cocina, puedo preparar otra cosa...

-No no, me encanta...el salmón es de mis preferidos. Perfecto. Pero ¿has cocinado tu?

-Si, a parte de pescar me encanta la cocina...

Recordar a Pablo pescando, concentrado y preparando sus utensilios le provocó un rubor en sus mejillas que para el chico no pasó inadvertido. Cenaron entre risas y confesiones, en alguna ocasión se entrelazaban las manos y a ambos les brillaban los ojos. Después de cenar Pablo la invitó a pasar a proa, dónde habían unos cojines a modo sofá improvisado. Se sentaron a disfrutar de sus copas de cava, brindaron por ellos, por el mar y por el viento.

-¿Por el mar y por el viento? - Preguntó Pablo, sorprendido.

-Si, eternos e ilimitados como pocas cosas...

Pablo dejó su copa sobre la madera del suelo y se inclinó hacia Olivia, ella no puso resistencia y recibió sus cálidos labios. Lo que desde hacía tiempo había estado deseando, lo que le había pedido al mar y al viento sentada cada tarde en aquel puerto...

-Olivia-la despertó en un susurro- antes quiero que sepas algo...

-Estoy casado-sentenció en aquel momento Pablo, algo que sabía que odía condenar su deseo y poner el broche a aquella noche.

Olivia se quedó quieta, sorprendida...por la edad de él era algo probable y de hecho ella había imaginado aquella confesión muchas veces. Le miró a los ojos, no sabía que hacer, levantarse, irse...o quedarse...