Manuela (06)
Manuela (06)...
"¿Se puede?; Consuelo, ¿estás en casa?. Voy a entrar, soy Charo".
Me despiertan las preguntas medio gritadas en la planta baja. "¿Quién es?, Consuelo se marchó anoche. Un momento, ahora bajo".
Consigo anudar una bata que es corta para mí y bajo las escaleras intentando despertar. "Hola, eres su prima, creo. Me llamo Luis".
"Hola. Vivo aquí al lado. Mi prima me contó que te quedas en la casa, pero no me dijo que se fuera a marchar tan pronto. Venía a tomar un café y a charlar con ella":
"Deja que me vista y nos acercamos al bar de la otra calle. Tengo hambre. Arriba hay unas letras de Consuelo para ti, las bajo ahora."
Mientras devoro un bocadillo, Charo lee con atención los folios que le ha dejado su prima. Los guarda con expresión que me parece divertida y pasamos a hablar de Consuelo, de anécdotas de adolescencia, de la época de estudios; en realidad, lugares comunes para romper el hielo. No puedo evitar fijarme en ella con detenimiento y quizás descaro, es guapísima, preciosa, verdaderamente hermosa.
"Te estoy observando y la verdad es que no os pareceís fisicamente en nada tu prima y tu".
"Somos primas lejanas, nos llevamos pocos años y estuvimos muy unidas de adolescentes. Supongo que a ti te gusta más ella, como a casi todos. Siempre he tenido celos de sus impresionantes tetas y de jovencita era verdadera envidia por el éxito que tenía entre los chicos".
"Se hace difícil pensar que tu no tengas éxito con los hombres, eres tan guapa y estás tan bien. Eres impresionante, la mujer más guapa y atractiva que he visto nunca".
"Gracias, tengo demasiado éxito en ocasiones. Te ruego que no seas original y no digas eso que constantemente me repiten de que soy una especie de Naomí Campbell con rasgos europeos. Los hombres parece que sólo os fijais en las mujeres especialmente llamativas de las revistas de cotilleo y no deja de ser un coñazo sentirse siempre, a todas horas y en todo lugar centro de todas las miradas, aunque es verdad que me encanta sentirme admirada".
Para qué mentir, esta treintañera morena, más bien alta y ojos negros grandísimos es la mujer más guapa y atractiva que he conocido en toda mi vida. Verdaderamente impresionante, sobre todo porque es agradable, simpática, inteligente, culta ... Llama la atención en todos los sentidos (es verdad que se parece algo a esa famosa belleza) y desde luego, ¡qué buena está!. Van pasando las horas, ya hace mucho que nos pasamos a las copas largas y tras la anochecida el frío se nota más de la cuenta.
"Vámonos a casa, quiero encender la chimenea y tengo que dar de comer a mis perrillos".
Ir por la calle detrás de esta mujer fijándote en el movimiento continuo de sus caderas, culo y largas piernas es un ejercicio de masoquismo al tener que contener las ganas de agarrar, coger, besar, abrazar, morder, ... Maravillosa. Los perrillos son dos mastines más grandes que yo que se deshacen en gemidos y ladridos con los mimos y cariños de su ama. ¡Qué envidia!.
"Prepara unas copas, sobre el refrigerador están las botellas y dentro los refrescos. Voy a ducharme".
Todavía hoy recuerdo como con trece o catorce años intentaba ver a mis tias, hermanas de mi madre, cuando iban a la ducha. Subía a un altillo situado sobre el cuarto de baño grande y por un agujero de las tablas del suelo podía ver la imagen desnuda reflejada en los dos grandes espejos de las paredes. Después me masturbaba como un loco. ¡Qué ganas me daban de subir a la planta de arriba y asomarme al baño!.
¿Telepatía o intuición?: "Luis, sube, quiero que veas algo".
Algunas impresiones son peligrosas para el corazón, pero ver desnuda a Charo puede provocar infartos, derrames cerebrales, ceguera momentánea y, sobre todo, dolor de rabo y testículos por sobreexcitación. Indescriptible, un cuerpo perfecto propio de una estatua de medidas perfectas y morena piel caliente.
"En la carta me dice Consuelo que no te deje escapar, que eres un tipo excelente y que tus gustos sexuales coinciden con los míos: usar todo el cuerpo, un poquito de dureza, algún insulto, posturas variadas, quizás algo de cuero, ... Cuando te he visto esta mañana estabas empalmado y esa bata corta no lo disimulaba muy bien. Desde entonces he sentido ganas de que estemos juntos. Me gustas y la charla de esta tarde me ha dado más ganas aún. ¿Lo hacemos?".
Hay preguntas que no tienen contestación posible. Hemos hecho el amor (no he querido escribir follar, ¿por qué?) durante casi toda la noche, ahora estamos abrazados y tengo la misma sensación de urgencia y deseo que hace tres horas. Tengo ganas de Charo. Me gusta, me gusta, me gusta.
Me giro hacia ella y beso su boca de labios gruesos rojos. Subo sobre su cuerpo agarrando y apretando esas dos colinas morenas y perfectas de pezones grandes, tiesos y duros que apuntan hacia el cielo. Penetro de un golpe seco su mojado sexo: cremosamente suave, estrecho y ajustado como un guante, caliente como un gel de lava, mullido y acogedor como un cojín de plumas. Maravilloso. Desde el primer polvo hemos congeniado en el ritmo, la presión, la fuerza y el movimiento propios del folleteo. Vamos, que estoy echando un quiqui de puta madre mientras Charo jadea, gime y me urge a seguir bombeando ("no pares; sigue, sigue con fuerza"). Se corre dando un grito ronco y corto que me llega al cerebro, al corazón y a la base de la columna vertebral, pues desde allí me sale la mayor y más larga lechada de mi vida. ¡Joder que corrida más estupenda!.
Va a hacer cuatro meses que no aparezco por el trabajo. Mi jefe tiene ganas de que vuelva según los mensajes que deja en mi contestador y el jefe de personal me urge a que pida excedencia o me incorpore de manera regular o le deje en paz de una puñetera vez, según sus palabras.
Desde hace dos meses Charo y yo vivimos juntos es su casa. Creo que me he enamorado y vivo como en una nube de felicidad y satisfacción sexual como nunca antes había conocido. Estoy como niño con zapatos nuevos (según Charo, como "viejo verde con culito joven") y verdaderamente ilusionado. ¿Me acuerdo de Manuela?, sí, pero cada vez menos y apenas desde el punto de vista del sexo.
Hemos recibido carta de Consuelo dirigida a los dos ("estoy completamente segura de que estaís juntos") en la que nos invita a visitar Mauritania y pasar unas semanas con ella, Jericó y los dos niños.
Decidimos aceptar tras encontrar quien se cuide de los perros, llego a un acuerdo con mis jefes de incorporarme en no más de tres semanas y ni siquiera me acuerdo de preguntar por Manuela.