Manuel se va de pesca

Manuel se va unos días de pesca y pasa lo siguiente

Hace un par de años me pasaron el sitio de un lugar de pesca casi secreto, algo apartado, poco concurrido y con ejemplares muy grandes, hay que ser muy tranquilo y silencioso para que ese río te brinde un trofeo.

Un día, algo fuera de temporada pero a sabiendas que el lugar iba a estar solitario me instalé con mi carpa y mi equipo tomando la precaución de armar mi campamento detrás de los árboles para no perturbar el río.

Llevaba casi dos horas con mis señuelos y al apretar el sol de la mañana siento que el remanso se va despertando, saqué algunos peces de buen porte y con cuidado los medí, pesé, a dos los fotografié y los devolví al agua. Nunca me llevo un pez si no lo voy a comer y ese día no necesitaba, además de estar prohibido.

En eso estaba cuando se escuchó un motor y música muy alta, tal vez no demasiado para otro entorno pero ahí desentonaba.

Enseguida para  un coche al lado del río, se baja una pareja y él saca un equipo de pesca y le pide a ella que retire el coche y que baje la radio.  Con una velocidad digna de mejor causa, arma su caña y cuando lanza su línea al agua suena como una bomba anti-submarinos. Recoge y rápido lanza otra vez y otra más sacudiendo todo el remanso mientras la chica aparta el coche y baja la música pero no mucho.

Yo junté mis petates y sin hacerme mala sangre los guardé en mi campamento. Igual me quedaban dos días más para pescar así que como el calor ya apretaba me fui a dar un chapuzón aunque el agua estaba bastante fría todavía con el sol ya alto y muy fuerte era casi perfecto al pasar el primer escalofrío.

Al salir de una de mis zambullidas veo a la chica mirándome desde la orilla cerca de mi campamento, a unos veinte metros de dónde pararon ellos.

-Dice mi marido que no hay que nadar aquí porque se espantan los peces.

-Sí, tu marido tu marido tiene razón pero con el ruido que hicieron al llegar no va a haber pesca por un buen rato así que lo mejor es apaciguar el calor hasta que se olviden del ruido.

Mientras salgo del agua aprovecho que ella tiene el sol de frente y me detengo a estudiarla. Muy buena mujer, pelo oscuro, de un color indefinido porque lo llevaba con reflejos, largo y ondulado, ojos claros, no muy alta pero con las proporciones justas y las curvas en el lugar apropiado.

Llevaba una camiseta de tiritas corta que dejaba ver la parte de abajo de unas tetas duras y tiesas, sin ser grandes. Al no usar sujetador los pezones se marcaban en la tela fina cuando el viento la pegaba al cuerpo. Un pantaloncito de algodón igual a la blusa, no ajustado pero igual se notaba el tanga muy chica que tenía debajo. Las piernas haciendo juego con el resto… Una belleza de cojones, y me dijo.

-Yo no traje bikini, si él me dijo que nos podíamos meter.

-Este lugar es especial, para que te dé sus frutos tienes que respetar sus reglas… Me llamo Manuel

-Ay, perdón, soy Sofía y mi marido Esteban ¿Pero es cierto que se pescan algunos muy grandes aquí?

-Sí, es verdad. Yo creí que eso que tienes puesto era un traje de baño…

Comentario muy mal intencionado, era evidente que si se metía con esa ropa al agua iba a quedar casi desnuda al mojarse.

-Y la verdad es que es bastante más grande que el bikini.

-Estos los pesqué un rato antes que llegarais ustedes.

Le enseñe las fotos que había sacado un rato antes.

-Uh… ¡Qué grandes! ¿Dónde los tienes?

-Los devolví al río, los saco sólo cuando los voy a comer, vine por tres días, tal vez me lleve alguno el último día.

-¿Y si nos metemos al agua no se van los pescados?

-Los peces ya se escondieron, por los años que hace que vengo ahora hasta después del mediodía no hay más pesca.

-Entonces me baño con esta ropa, total, con el calor que hace en un rato se seca ¿Es muy hondo? .Metro y algo, se puede nadar muy bien. Hay que tener cuidado en el medio por la corriente.

-No te metes de nuevo, sola me da cosa. -Sí vamos

Eso era justo lo que quería que me pidiera.

Fuimos al agua y ni bien nos metimos se agarró de mi brazo

-¡Ay! ¡Está fría!

-Si entras despacio es peor, vamos, zambullirte.

Me tiro al agua y como está cogida de mi brazo viene conmigo al medio de la corriente, se asustó y se colgó de mi cuello, la agarré de la cintura y la enderecé para que vea que hacía pie, no es profundo.

Cuando sacaba el pecho del agua la blusa amarilla se le pegaba tanto que parecía de vidrio, con el frío del agua los pezones tiesos eran una tentación.

El marido seguía con la caña, desde donde estaba nos veía y no parecía importarle que su mujer estuviese medio desnuda jugando en el río con un desconocido.

Cuando a Sofía le dio frío salimos y ella fue a buscar una toalla a su coche y a decirle a su marido lo que yo le dije que hasta la tarde no iba a volver la pesca, que se una a nosotros.

-Déjalo Esteban, ven, después a la tarde vuelves a pescar. Así lo saludas a Manuel que ni siquiera te presentaste.

-No, anda sigue tú, yo voy seguir intentando. ¡HOLA MANUEL, ENCANTADO! ¡Gracias por ser tan paciente con mi mujer!

-Nada de paciencia… Es muy simpática, un placer entretenerla mientras tú pescas.

Ya después de lo que dijo mi conciencia había perdido el control, si el tipo no cuidaba a su mujer, con lo buena que estaba, y ella me daba lugar, lo iba a hacer cornudo en sus narices.

Sofía llegó y todavía tenía la ropa mojada y pegada al cuerpo, no me animaba a mirarla  mucho porque no iba a poder disimular lo empalmado que ya estaba.

La invité a sentarse y le pasé una lata de cerveza, se sentó en el suelo cerca mí.

-Sácate esa blusa y el short y lo colgamos de la cuerda de la carpa y en un rato están secos.

-No, que me quedo desnuda .

-Ahora no estás muy vestida que digamos…

Amagó a taparse con las manos…

-No por favor, no te tapes, me lo merezco por haberte salvado cuando te arrastraba la corriente… Por otro lado no puedo mirarte demasiado… No sería elegante de mi parte.

-Pero me miraste.

-Creo que salvo tu marido, todos los hombres te miramos, no me digas que no sabes lo que provocas en nosotros.

-Esteban no sé qué tiene, parece que no le importó.

-Bueno, si fuera celoso no podría salir contigo a la calle.

-Una cosa es que no sea celoso y otra es esto…

-Le gustará tener cuernos, a ti oportunidades no creo que te falten.

-No sé si le gusta pero no hace nada para evitarlo, sabe que conmigo no tiene que joder… Me parece que la cerveza me está haciendo hablar de más.

-¿Te pilló poniéndole los cuernos alguna vez?

-Sí, más o menos.

-Dame la camiseta, cuando baje el sol te va a dar frío.

Yo me hacía el loco con ella porque era evidente que estaba dispuesta pero no pensé que fuese a ser tan fácil. Se dio vuelta se sacó la camiseta, se tapó el pecho con el pelo y me la dio.

-¿En serio no te vas a pasar la tarde mirando mis tetas?

-Mirar voy a mirar, no me gusta mentir, pero tampoco soy un tío pervertido.

-¡Qué calor! Vamos al agua, él dice que como hicimos ruido aquí en el agua los peces, se van para allá.

-Bueno, pero pon a secar el short, igual tienes el  tanga y te tapa el agua. -Está bien

Se envolvió la toalla a la cintura, se sacó el short y lo colgó.

En el agua el pelo ya no tapaba tanto y sus tetas se veían magníficas. Jugamos un buen rato como niños, zambullidas, salpicadas, más de una vez aproveché a cogerla de la cintura y sentirla contra mi cuerpo y cada vez notaba menos resistencia pero enseguida miraba hacia dónde estaba el marido. Nos alejamos un poco y cuando miré me pareció ver que el tipo se estaba masturbando, poca atención le prestaba a la pesca, se había acomodado como para no perdernos de vista.

-Nadas muy bien, muy rápido. Te juego una carrera hasta el tronco.

-Vale. Un, dos, tres.

Desde dónde salimos se veía un tronco en medio del río pero como estábamos en una curva desde dónde estaba el marido.

Yo integré el equipo de natación de mi colegio y seguí practicando siempre así que podía regular la carrera, había elegido ir en contra de la corriente y eran unos setenta metros, buen desafío.

Me retrasé algo al arrancar y como me imaginaba en cuanto se metió de lleno en la corriente esta le sacó el tanga y yo la esperé unos metros atrás y la guardé, ahora sí podía nadar. Para mi sorpresa no se detuvo y siguió nadando a toda velocidad, aceleré mi ritmo como para que lleguemos juntos. Se quedó agachada con el agua hasta el cuello.

-Bueno ¿y por qué jugamos? ¿Echamos una carrera?

-No sé… Igual empatamos, no hay premio.

-O ponemos un premio que nos guste a los dos.

No seguí hablando… La agarré de la cintura y la besé de lleno en los labios, con la boca abierta, buscando abrir la suya. No se hizo esperar, le abrió los labios a mi lengua y se colgó de mi cuello. Ante esa respuesta no me contuve más y la senté en el tronco y después de recorrer el cuello me dediqué a besar y chupar los senos, los pezones… Los apreté entre mis labios, lengua, tiré de ellos con los dientes mientras mis manos fueron explorando todo su cuerpo, la espalda, caderas, nalgas, muslos… Hasta llegar al punto justo, ese que buscamos los hombres en nuestros primeros encuentros, el que nos abre las puertas del juego.

Lo que mojaba el clítoris y los labios de Sofía no era agua del río… Estaba muy cachonda, de más está decir que yo también, me costaba mantenerme dentro de mi short. Recorrí despacio el camino desde las tetas hasta los pelos de su chocho. Hice jugar a mi lengua con los pocos pelitos que lo coronaban. Ya ahí empezaron los jadeos y suspiros de Sofia, acompañaba mis lamidas y chupones con el movimiento de las caderas y las caricias y apretones a mi cabeza.

-¡Ay! Pará, para… Nos siguas, nos está mirando.-¿Y qué hace?-Hdp… Se pajea.

Me incorporo y mientras le como la boca se la meto. Cierra las piernas rodeando mi cintura…

-Paro si me regalas un orgasmo.

-Yo acabo pero tú también.

Después de decir esto su coño empezó a apretar y soltar flujos .Los dos nos olvidamos del mundo y las sacudidas hacían temblar el tronco dónde nos apoyábamos. Cuando llegaron los espasmos que anunciaban el final juntamos las bocas, cada uno se comió el grito del otro… Con los últimos jadeos aflojamos la presión de nuestros cuerpos y nos fuimos relajando.

-No, no me la saques, Está volviendo… Espera que se vaya…

Cumpliendo su pedido me quedé saboreando su boca hasta que la naturaleza nos separó… Con la respiración más serena nadamos despacio hasta el campamento. Sofía me dice que tiene hambre.

-¿Habéis traído algo para comer? Yo tengo fiambre, pan, frutas y cerveza helada. Andá a buscar lo tuyo, dile que venga a tú marido y comemos juntos.

-¿Qué lo traiga a comer? Debe estar enfadado.

-No pareció molestarse demasiado.

Se fue. La vi preparar sus cosas y hablar con Esteban pero no escuché. Mientras saqué mi provisión de queso y fiambre y preparé un poco para pizcar.

Sofía llegó antes que él y sin decir palabra acomodó la comida que traía. En cuanto llegó Esteban le pasé una lata bien fría. En silencio empezamos a comer hasta que Sofía así como si nada le dice

-¿Te gustó lo que viste? Me pareció que te excitó bastante…

Silencio. Seguimos comiendo varios minutos…

-No es la primera vez. Cuando te descubrí durmiendo en realidad estaba ahí desde antes que lleguen. Todo el tiempo… Desde ese día te espié muchas veces. -¿Entonces?

-Me casé sabiendo quien eras y lo que podía esperar. Esto tenía que pasar. Así como tú sabías que te iba a descubrir yo también era consciente de que te darías cuenta que te espiaba.

-¿Qué sigue ahora?

-¿Ahora? Bueno ya sabemos que soy infiel y que a mí me gusta verte con otros… Tendremos que hablar y establecer las reglas…

-¿Quieres que charlemos ahora?

-No, hoy yo vine a pescar y tú te estás divirtiendo… No lo arruinemos.

Se levantó y se fue con su caña. Sofía me mira

-¿Me quiso decir que sigamos follando?

- Al menos es lo que entendí y no me parece mala idea

Se le había secado el pelo con unas ondas que con la expresión de sorpresa que tenía la hacían más sexy que antes. Me acerqué y con una mano en la nuca la atraje y despacio fui separando sus labios con la lengua. Ni siquiera parpadeaba, los ojos como huevo frito. Me separé y la miré fijo.

-¿Estás cachondo? -Mucho ¿tú no estás caliente?

-Hiervo… Pero no caigo todavía… ¿Quiere ser cornudo?

-Y nosotros vamos a darle el gusto, te voy a estar echando leche en el coño hasta que me canse.

La agarré de la mano y la llevé para la carpa, demasiado calor así que tiré la colchoneta para afuera y mientras le besaba el cuello iba desatando la toalla que se había puesto como pareo. Empujo de los hombros y se arrodilla frente a mí. Mirándola a los ojos le paso un dedo por los labios, los abre y chupa mi dedo.

Hago caer mi short y le cojo las manos, quiero que sea la boca la que me de placer. Apoya los labios cerrados en mi capullo, no llega a ser un beso, es una caricia, la mejilla, los labios, la otra mejilla. Así a lo largo de toda la polla y los huevos. Saca la lengua y apenas roza con la punta todo el largo de mi polla, desde la base a la punta y ahí abre la boca y la come centímetro a centímetro. Por el único motivo que aguanto es por el polvo que nos echamos minutos antes, estoy en vilo… Me hace volar…

- Te voy a follar toda .Quiero sentir tu tetas

-¿Así? Suéltame la mano

-No, todavía no. Acaríciame con los pezones.

La hago girar sin soltar las manos, rodeándola como en un pase de baile y me apoyo contra su trasero, me filtro entre sus nalgas refregando mi miembro y la pongo en cuatro.

Me estiro sobre ella y paso la lengua desde la nuca hasta el fin de la columna, ahí paro en un beso que baja mojando todo hasta llegar al clítoris y entonces juego con la lengua entrando, lamiendo, mojando chupando todo su coño y culo.

Cuando ciento  lo mojada que está, se la meto para aprovechar las contracciones su coño en mi polla, no conozco muchas mujeres que lo hagan tan bien, apretones largos, casi como abrazos que mi polla festeja.

Sé que tuvo un orgasmo pero sigo mojando en saliva mi dedo gordo y su trasero lo meto despacio para sentir como entra y sale mi polla en el coño desde ahí. Dejo la polla quieta dentro de ella y lo acaricio con mi dedo desde su trasero. Da vuelta la cabeza y me mira interrogante

-Tócate la pipa-¿Qué vas a hacer?

-Gozar de todo lo que tienes. -No, todo no

Sigo entrando y saliendo y agrego otro dedo en el culo

-No, por favor que a él nunca se lo di

-Está bien, así debe ser, tal cual dice la canción

Saqué los dedos y apoyé la punta de mi polla en su culo.

-Empuja, Empuja

Me mira y contesto la mirada desafiándola, tiro algo de sus caderas

Mira a dónde está el marido que no nos quita los ojos de encima, sin dejar de mirarlo levanta el culo y empuja para atrás, voy entrando lento y ella no para hasta el final. Me quedo quieto un momento hasta que vuelve a acariciarse el clítoris.

Me aguanto hasta sentir que está llegando al orgasmo y se corrió, yo seguía con mi mete-saca disfrutando de su corrida que estaba brillante como el charol, y estando yo con la faena, Sofía me dice! Manolo me gustaría que me preñases, quiero tener un hijo contigo y no te preocupes que el cabrón de mi marido lo criaría, es flojo hasta para preñarme, y si me pide el divorcio saldría perdiendo ya que tiene de su familia mucho dinero.

Diciéndome esto yo empecé ya con mi corrida y ella decía  - Más, así por favor. Más, métemela más, échame toda tu leche hasta el fondo, esto es follar y no lo que hace el cabrón de mi marido.

Bueno el final de esta historia, es que después de estar follando ya en su casa con Sofía, cuando el marido no estaba es que ella se divorció del marido, sacándole dinero el suficiente para no tener que preocuparse en trabajar para criar al hijo que tuvo conmigo, en la actualidad vivimos casi juntos y seguimos dándonos alegrías en el cuerpo.