Mantenimiento en el Hotel (I)
Después de salir mojadita de la ducha el técnico de mantenimiento del hotel me obligó a darle la propina.
Hace ya unos meses que, como todos los veranos, me fui de viaje de negocios a otra ciudad. Siempre me alojo en los mejores hoteles para darme un capricho, pues la estancia la paga mi empresa. Por lo tanto mis habitaciones siempre son lujosas suites con ducha hidromasaje, jacuzzi, tele de plasma y camas King size.
Llegué del viaje muy cansada y acalorada, me quite los tacones y las medias y los dejé tirados en medio de la habitación. Después bajé la cremallera de la falda de ejecutiva que llevaba y desabroché la blusa quedando en mi conjunto de encaje negro favorito. Un sujetador semitransparente y un tanguita a juego muy muy pequeño que dejaba ver el triangulito infinitesimal de vello de mi pubis.
Fui derechita al cuarto de baño dudando entre si me metería en la ducha o en la bañera de chorros. Al llegar vi que la ducha tenía cristales de espejo hacia la calle. Me puse muy cachonda solo de pensar en masturbarme en aquella ducha que creaba la ilusión de que podían verte desde el edificio de enfrente. Me quité el sujetador y liberé mis turgentes pechos que ya tenían los pezones duros por la idea, también había mojado el tanga hasta empaparlo.
Me metí en la ducha y empecé a tocarme el arito de plata que llevaba en el clítoris, acelerando cada vez más... fui a abrir el grifo para mejorar la sensación pero no salió agua. Me puse a darle a todos los botones y palancas de la ducha y según iba dándome cuenta de que no funcionaba más se me cortaba el rollo.
Reconozco que me enfadé bastante y lo pagué con la chica de recepción mientras le explicaba a gritos por teléfono mi problema. Me dijo que mandarían a un mozo en unos minutos para arreglarlo. Colgué bruscamente y revolví en mi maleta hasta encontrar un camisón muy cortito que usaba para dormir.
A los 10 minutos apareció un hombre en mi puerta, era joven, fuerte con la espalda muy ancha, llevaba un mono de trabajo abierto hasta el pecho dejándo ver un montón de pelo. Sudaba y parecía molesto con tener que venir a reparar mi ducha pero se le iluminó la cara cuando me miró al escote descaradamente. Le dije que de la ducha no salía agua y fuimos hacia el baño pasando por encima de mi ropa que seguía tirada en el suelo.
Al llegar al aseo me di cuenta de que mi ropa interior seguía a la vista, la recogí en seguida para deleite del mozo pues al agacharme con el camisón tuvo un primer plano de mi culo y parte de mi chochito depilado integramente. Lo sé porque se le notaba la picha dura debajo del mono al levantarme. Sali del baño y le dejé trabajando. Su mirada me había puesto muy caliente y tenía la entrepierna toda mojada otra vez.
A los 15 minutos ya había terminado, pase por su lado dándole las gracias y me encerré en el baño sin despedirle ni nada. Necesitaba un buen orgasmo después de todo lo que había pasado. Me senté en la ducha con las piernas abiertas y me empecé a masturbar con el chorro hasta que me corrí, después me enjabone todo el cuerpo tocandome bien los pezones y el coño pues los tenía supersensibles de tanta excitación. Tardé un buen rato en terminar, al salir me puse el camisón sin secarme por lo que se pegó a mi cuerpo marcandome bien las tetas.
Al salir del baño me encontré al mozo en la puerta, se había desabrochado toda la parte de arriba del mono y la llevaba colgando, me cerró el paso mientras sonreía y me decía:
-Hola, guapa. ¿Te lo has pasado bien? Ahora te lo vas a pasar aún mejor...
Me empujó de vuelta al baño y me sujetó por la espalda retorciendome el brazo. Gemí de dolor.
-Me vas a obedecer en todo lo que te diga o te haré mucho daño, preciosa... ¿Has entendido bien?
-Si... si.
Me soltó y empezó a sobarme las tetas y el coño frente al espejo, se entretuvo con mi piercing.
-¿Te gusta nena? Vas a ponerte ese conjuntito de encaje para mí con los tacones y me vas a comer todo el rabo ahora mismo.
Se sentó en el water con las piernas abiertas, yo me desnudé y me pusé el sujetador y el tanga. Fui al cuarto a por los tacones y pensé en salir corriendo al pasillo pero en el fondo deseaba tener la polla de ese hombre en la boca y tragarme su leche. Asi que volvi al baño y me arrodille delante de él. Se sacó un pollón inmenso del pantalón, era larga y ancha, sentí que volvía a lubricar.
Empecé a lamerle la polla con grandes lametazos, y luego jugué con su glande. Lo chupaba, lo mordisqueaba, me lo metía en la boca como si fuese un caramelo y él gemía.Después me cogio de la cabeza y me hizo comerle los huevos, casi no me cabian en la boca.
-Sí, nena, sigue así...
Me metió la polla entera hasta la garganta de un empujón mientras gemía, me costaba respirar. Estuvo follandome la boca un buen rato y de pronto la sacó para correrse en mis labios y en mi escote.
Pero la cosa no terminó ahí, me empujó sobre la encimera que había delante del espejo y me arrancó el tanga, se lo guardó en un bolsillo del pantalón y empezó a follarme. Me daba muy rapído y muy duro, me ardía todo. Me hizo correrme varias veces antes de que él volviese a acabar, esta vez sobre mi culo. Volvió a entrar en mi coñito mientras me extendía el semen por el culo y por las tetas.
Me dejó tirada en el baño y se fue diciendo:
-¡Ahora vas a tener que volver a darte una ducha, cariño!
Ese hombre no sabía con quién se las veía, en cuanto me recuperase me vengaría.
(Continuará)