Mansión de placer
Tenía una lengua en mi culo y otra en mis tetas y eso estaba haciendo que mi tanga empezase a mojarse y que yo empezara a sentirme muy a gusto con la nueva situación. Además el hecho de no ver absolutamente nada, hacía que el resto de mis sentidos se agudizasen y fuera todo aún más excitante.
Era un viernes por la noche. Salía de trabajar a las nueve y media, como de costumbre. Estaba cansada pero no me apetecía volver sola a casa… siempre más de lo mismo. Llegas a casa, preparas la cena, ves la televisión mientras cenas… siempre el mismo aburrimiento, y luego a dormir para empezar un nuevo día a la mañana siguiente.
En lugar de seguir la costumbre, me dirigí al bar que hay en frente de mi trabajo, y pedí una cerveza. Había mucha gente en el bar entretenida con sus conversaciones, riendo, bebiendo, charlando… sin embargo yo me encontraba sola en la barra, mirando fijamente la espuma de mi cerveza perdida en mis pensamientos. El camarero me hablaba de vez en cuando, buscando mi sonrisa ya que llevaba mucho tiempo conociéndome y sabía perfectamente lo sola que me encontraba.
Una vez que me tomé 3 cervezas esperando a ver si alguien se animaba a charlar conmigo y no habiendo sido así, pedí la cuenta y me dirigí a la salida. Cuando iba a abrir la puerta, alguien se acercó a mí por detrás y me rodeó de la cintura fuertemente, me pasó la lengua por la oreja y me susurró al oído: “Se te ve aburrida, preciosa. Si quieres que tu vida sea más divertida ven a verme a las 18:00 mañana. Te estaré esperando en ese banco.” Me apartó el pelo del cuello y lo besó suavemente, dejando que sintiera el calor de su respiración en mi nuca a la vez… de forma que un suave escalofrío recorrió mi cuerpo. Me soltó rápidamente y me giré para ver quién era, pero ya no estaba. Se había escondido entre el resto de la gente. Cogí un taxi y me fui a casa.
Esa noche no pude dormir apenas. Pasé toda la noche dando vueltas en la cama, soñando con ese hombre misterioso. Soñando con su dulce lengua, con su aliento, con sus labios, con la fuerza con que me sujetaba… Me desperté muy mojada por la mañana, pero no podía tomar una decisión basándome solo en que la idea era tentadora. Tenía que pensarlo bien, así que fui a darme una ducha, luego desayuné y leí el periódico. Una vez bien despierta empecé a sopesar los pros y los contras de ese encuentro. No sabía quién era esa persona, ni qué quería exactamente de mí; no obstante era justo lo que estaba buscando ¿no? Un cambio en mi vida. Aunque solo fuera por un rato, pero era una aventura… y por la forma en que me excitó anoche prometía mucho, la verdad.
A las 16:00 decidí comenzar a vestirme, pero no sabía que ponerme… ¿me vestía normal con unos vaqueros y una camiseta? ¿Algún vestidito que realzara mis curvas, en plan sexy? Sí, estaba decidido: me pondría un vestido que tenía, y que no había estrenado aun. Era por encima de las rodillas, con un poco de vuelo: blanco y con un escote cuadrado que dejaba asomar mi canalillo, liguero blanco a juego con el vestido, pantis y mis zapatos negros de tacón que dejan ver perfectamente el tatuaje de mi tobillo. Me pinté los labios, los ojos y me arreglé el pelo, me miré en el espejo y estaba perfecta para la cita; así que cogí mi bolso y salí en dirección al banco donde había quedado a las 18:00.
Son las 18:11 y llevo ya bastante rato en el banco esperando. Ya creo que no va a venir el chico que me habló la noche anterior. Me quedo mirando fijamente a una pareja que hay delante de mí besándose y acariciándose. Es una delicia ver como se desean el uno al otro. Noto como algo me tapa la boca y la nariz sorprendiéndome, sin esperarlo… me quiero girar para ver qué ocurre, y por qué no puedo respirar; para ver quién me fuerza con esa mano en mi boca, pero su fuerza es mucha más que la mía y no consigo girar mi cabeza. Me aferro a su brazo intentando quitármelo de encima, pero sólo consigo arañarle y ni aun así me suelta. Empiezo a ver borroso, a sentirme mareada… mis manos resbalan de su brazo, me quedo sin fuerzas… y de repente la oscuridad.
Me encuentro desorientada y con nauseas. Intento abrir los ojos pero no puedo, hay algo que me lo impide. Intento quitarme la venda de los ojos, pero es imposible; mis manos están atadas en mi espalda. Agudizo mis sentidos, escucho coches a mí alrededor, y siento como si me estuviera moviendo. Al parecer voy en un coche. Escucho risas: una, dos y hasta tres risas distintas; una se escucha delante, debe de ser el conductor… pero las otras dos se escuchan una a cada lado de mí.
Me doy cuenta de la situación e intento moverme, zafarme como sea de las ataduras. No debí haber acudido a la cita, a quien se le ocurre quedar con alguien a quien ni siquiera has visto la cara. Mis captores se dan cuenta de que ya me he despertado porque de repente se han callado. Noto un silencio sobrecogedor de repente. Estoy totalmente alerta, pendiente de lo que ocurre con todos mis sentidos. Me quedo quieta esperando a ver qué ocurre.
Al poco tiempo noto un dedo deslizándose por el filo de mi escote, hasta llegar al canalillo y ahí se detiene, haciéndose el remolón… buscando la forma de entrar un poco más adentro mientras a la vez siento dos manos que me acarician, una en cada pierna. Una sube hacia mis pechos mientras una lengua juega con mi cuello y mientras tanto la otra mano me va sobando la pierna… subiendo y subiendo cada vez más, hasta llegar a mi tanga. Estoy muerta de miedo, no sé quiénes son estos hombres pero creo que sí sé que es lo que quieren de mí; sin embargo… ¿A dónde me llevan? Quiero luchar contra ellos, quiero resistirme a sus caricias, pero por la forma en que me han atado no puedo moverme. Y poco a poco mi cuerpo comienza a ceder a sus caricias… mis pezones se endurecen, mi coñito empieza a deja r salir sus fluidos mojando mi tanga, mi respiración empieza a acelerarse.
Siento que la velocidad del coche va disminuyendo, parece que estamos llegando a nuestro destino. Escucho gravilla bajo las ruedas y por fin paramos. Me bajan del coche y me llevan entre los dos hombres dando tumbos. Deben de ser bastante fuertes, porque mis pies casi no tocan el suelo. Escucho un timbre y se abre una puerta. Entramos, cierran la puerta y me dejan allí de pie con las manos atadas a mi espalda. No consigo escuchar nada, ni siquiera una respiración. No sé si los hombres que me han traído se han marchado, siguen en la casa, si siguen en la misma habitación donde estoy yo o se han ido a otra parte de la casa… estoy cada vez más asustada.
Una vez más la misma mano que ayer me cogió de la cintura me vuelve a sujetar, sé que es la misma porque el dueño de esa mano huele exactamente igual, y me sujeta con la misma firmeza. Esta vez se ha puesto delante de mí y me sujeta la cintura por detrás, rodeándola con sus manos. Me aprieta muy fuerte contra él, de forma que noto su dureza apretándose contra mi vientre. Pone su boca al lado de mi oreja y me dice:
- Hola Marta, bienvenida a mi casa. A partir de hoy vas a disfrutar mucho más de tu vida. Este fin de semana vas a convertirte en una mujer completamente diferente de la que eras, y me estarás agradecida por ello.
- ¿Pero qué ocurre? ¿Por qué me habéis drogado para traerme aquí, por qué tanto secretismo y por qué no me habéis dejado elegir si quería venir o no?
- Sí que te hemos dejado elegir, Marta. Te dije que si querías que tu vida fuera menos aburrida vinieras a tu cita, y eso hiciste. Por lo tanto sí que lo elegiste, aunque no supieras la forma en que llegarías a ello.
Bajó las manos a mi culo y empezó a sobarlo por debajo del vestido, a apretarlo, amasarlo y trabajarlo de una forma que me excitaba mientras a su vez me susurraba al oído que no me preocupase que ese iba a ser el mejor fin de semana de mi vida.
Escuché cómo alguien decía: “Ya está todo listo, señor” y en seguida noté que alguien más se ponía detrás de mí; alguien que apartó el hilo del tanga a un lado y hundió su cara en mi culo. Sentí cómo lo olía y cómo empezó a saborearlo con su lengua. Era una lengua curiosa que no paraba de buscar dentro de mi culo, daba vueltas alrededor de mi agujero, entraba y salía en el… humedeciéndolo, llenándolo de saliva. Era persistente, no dejaba de lamerme una y otra vez consiguiendo que empezara a dejarme llevar.
Así estuvimos un buen rato, quien fuese que tenía detrás lamiendo y saboreando bien mi culo; y el hombre que tenía delante hacía rato que besaba también mi cuello y escote… sacaba su lengua y lamía desde mi cuello hasta donde empezaba el vestido, hasta donde más pronunciados eran mis pechos. Me tocaba las tetas con sus enormes y fuertes manos, las juntaba y pasaba su lengua entre ellas llenándolas de saliva y haciendo que al moverlas se esparciera por las dos tetas a la vez para luego soplarles y hacer que mis pezones se pusieran bien duros por la sensación de frío.
Yo aún seguía esposada con las manos en la espalda de manera que era totalmente vulnerable a sus antojos. No podía resistirme, pero tampoco quería… tenía una lengua en mi culo y otra en mis tetas y eso estaba haciendo que mi tanga empezase a mojarse y que yo empezara a sentirme muy a gusto con la nueva situación. Además el hecho de no ver absolutamente nada, hacía que el resto de mis sentidos se agudizasen y fuera todo aún más excitante.
En un momento ambos se separaron de mí y en seguida sentí una sensación tremenda de vértigo al cogerme alguien en brazos y ponerme sobre su hombro. No me lo esperaba, y ahora me sentía expuesta ya que la falda de mi vestido al estar en esa posición se había levantado dejando a la vista mis nalgas. Sentía cómo andaba esa persona pero no sabía a donde me llevaba. De repente me soltó en lo que parecía ser una cama. Escuché ruido como de más gente a mí alrededor. Estaba asustada con tanto misterio, pero a la vez me habían puesto muy cachonda.
Unas manos me sujetaron por los hombros y otras me quitaron el vestido y las esposas, dejándome sólo en ropa interior. Me tumbaron en lo que yo supuse que sería una cama… y empecé a sentir caricias por todo mi cuerpo. De repente no había un centímetro de piel que no estuviera siendo acariciado.
Una mano tiraba de mi tanga… y lo apartaba para poder acariciar a su antojo mi clítoris, otro metía sus dedos en mi vagina… en cada teta una lengua y una boca comiéndose mis pezones, succionándolos como si pudieran sacar leche de ellos. En mi boca una polla, que entraba y salía a su antojo y que parecía que me iba a ahogar. Llegaba hasta mi garganta hasta que no podía respirar, se quedaba allí y luego la sacaba… se aprovechaban de mí como querían, ni siquiera mis manos estaban libres. Tenía una polla en cada una, y bien fuerte que se movían dentro de ellas. Empujaban como si se las estuvieran follando. Y menudas eran… no conseguía cerrar mis manos entorno a ellas.
Mi boca al fin quedó libre, solté mis manos e intenté incorporarme pero me cogieron y me llevaron al borde de la cama, y dejaron caer mi cabeza colgando del borde de la cama. No tardé ni un segundo en volver a tener mi boquita llena de carne otra vez; solo que en esta ocasión sí que no podía poner resistencia alguna. Se estaba follando mi boca como quería, llegando hasta el final de mi garganta. Me lloraban los ojos y la saliva me chorreaba por la comisura de los labios. De mi garganta salían sonidos guturales. Alguien abrió mis piernas y metió su polla sin delicadeza, de un solo golpe hasta el fondo. Habría soltado un grito mezcla de dolor, placer y sorpresa pero con la boca llena de carne no pude más que arquear mi espalda, cosa que mi invasor aprovechó para sujetar en alto mis caderas y embestirme más fuerte y más profundo aun.
Una tercera persona se puso encima de mí, y empezó a golpear mis tetas con su verga. Parecía una fusta de dura que estaba. Se restregaba con mis tetas, las juntaba y las movía alrededor de su polla, arriba y abajo, haciendo círculos, haciéndolas palmear y de cualquier forma que se le antojara. Les escupía y más fuerte se movía entre ellas, como si se las estuviera follando salvajemente.
Así estuvieron largo rato, hasta que los tres se me quitaron de encima y en seguida me voltearon, me pusieron a cuatro patas como si de su perrita se tratase. Antes de que me hubiera podido colocar bien siquiera ya volvía a tener una buena verga entre mis piernas dándome placer, y en cuanto abrí la boca para gemir… me encontré con dos más buscando entrar en mi boca. Cuando una entraba, la otra salía. Mientras tanto el que tenía detrás no paraba de darme caña… me estaba dando una follada tremenda, no paraba de moverse dentro de mí; muy rápido y muy profundo. Una embestida tras otra, haciendo que sus huevos chocaran contra mi clítoris y dándome un placer bestial. Mis músculos se empezaban a contraer de placer y yo no podía hacer nada por evitarlo, pero a estas alturas ya tampoco quería. Intentaba contener el orgasmo que empezaba a sentir… pero no podía, sentir cómo me follaba esa bestia, mientras tenía otras 2 pollas jugando con mi boca y mi cara, mientras notaba cómo un dedo buscaba dentro de mi culo… no podía soportar más el placer y empecé a contraerme de placer, mis músculos se contraían; empecé a jadear e incluso me faltaba la respiración y ellos seguían y seguían. Parece que les animó ver tal estado de excitación en mí porque me embestían con mayor fuerza aún.
Aún me estaba corriendo cuando me sacó la polla del coño y sin pensárselo dos veces, y estando bien mojada por mi corrida invadió mi culo sin más… grité de dolor, se quedó ahí quieto, notando cómo aún tenía contracciones a causa del orgasmo pero dejando que mi ano se adaptara al tamaño de su enorme verga. Me ensañé más aún con las pollas que tenía delante, las cogí con mis manos dispuesta a hacer que se corrieran… las lamí con lujuria, con avidez… metí las 2 en mi boca como pude y empecé a jugar con mi lengua, la baba me corría por la barbilla y caía en mis tetas. El cabrón que tenía detrás empezó entonces a mover su polla en mi culo. Primero la sacó casi del todo, despacio… y luego la volvió a meter. Debía notar cómo me contraía aun por el dolor porque parece que lo hacía con cuidado, pero con firmeza. Empecé a disfrutarlo, su polla entraba cada vez más profundamente y el dolor se iba convirtiendo en placer… en más y más placer.
Cuando ya mi culo estaba totalmente abierto y entregado a que se lo follaran, no sé cómo lo hicieron, pero me vi totalmente ensartada en su polla y con las piernas levantadas hacia arriba. Mi espalda reposaba sobre su pecho y me tuve que agarrar a su nuca con mis manos para no caerme cuando noté que alguien me empezó a lamer las tetas y a la vez me metía 2 dedos por el coño. Me estaban follando por el culo, me estaban follando con las manos y me besaban y lamían a su antojo. Yo sólo notaba cómo entraban y salían de mí una y otra vez… haciendo que mis fluidos resbalaran ya por los huevos de quien me follaba el culo. El que me estaba comiendo las tetas se incorporó, me hizo abrir la boca sujetándome la mandíbula y me escupió en ella… y luego ensartó su polla dentro de mi ya chorreante coñito.
Empezaron a moverse las dos pollas dentro de mí, luchando entre sí por ver cuál de ellas conseguía llegar más hondo, como una lucha de pollas compitiendo por sacar a la zorrita que llevo dentro, para hacerme una perra que no pueda vivir sin una polla en mi interior. Cuando una entraba la otra salía, y cuando una salía la otra entraba… no podía soportar tanto placer… estaban consiguiendo que me estremeciera de nuevo. Me estaban penetrando vilmente, sin parar… yo no podía dejar de gemir, de gritar y ellos reaccionaban aumentando la intensidad con la que me embestían.
Me pusieron de rodillas y me dijeron que me preparara para bañarme de leche, que los había puesto tan cachondos que mi recompensa iba a ser un buen baño de lefa calentita. Sentí su esperma caer sobre mí: en mi pelo, en mi cara, en mis tetas… e incluso en mi espalda y mi culo. Me siento muy sucia con tanto semen sobre mi… pero disfruto porque me han hecho sentir como la puta que soy y me han dado justo lo que necesitaba pero no sabía ver.
Alguien me quita la venda de los ojos… me cuesta fijar la vista después de tanto tiempo en la oscuridad. Veo delante de mí a un hombre fuerte con su polla en la mano, que me dice: “Toma Marta, ya que soy tu anfitrión sería un desplante por mi parte no darte mi leche en tu boca, así que ábrela bien y trágate todo lo que salga”. Metió su verga en mi boca y me la empezó a follar sin contemplaciones hasta que se corrió en mi garganta. Estuve a punto de atragantarme con su semen, pero no lo hice.
-Muy bien Marta, mira ahora a tu alrededor.
Había al menos 10 hombres a parte de él a mi alrededor, y detrás de ellos había un par de jaulas, cada una con una mujer dentro. La primera estaba amordazada, y la segunda atada de tal forma que no se podía mover.
-¿Ves esas dos chicas de ahí, verdad? Pues es su castigo por no haber sabido apreciar mi recibimiento en esta casa. Sin embargo tú has superado la prueba y desde ahora en adelante estás invitada a quedarte el tiempo que te apetezca. Puedes jugar con mis amigos o con cualquiera de ellas. Sólo hay una condición, yo siempre tendré que estar presente y dirigiré lo que ocurra. ¿Estás de acuerdo?
-Sí, señor. Gracias por su hospitalidad.
- Pues en ese caso, vas a ser acompañada a tu habitación y allí podrás asearte y ponerte guapa para la cena de esta noche. En el armario encontrarás ropa que ponerte.
Y así fue, dos de los chicos que había a mi alrededor me ayudaron a levantarme y me acompañaron a una habitación. Allí me dejaron sola para que tuviera un rato de intimidad.
Continuará…