Manoseando

No sé que opinan ustedes al respecto pero la ropa que se ponen hoy en día la mayoría de mujeres jóvenes hace que uno ceda a la tentación de acercarse a ellas para acariciarlas, especialmente las nalgas.

Manoseo

No sé que opinan ustedes al respecto pero la ropa que se ponen hoy en día la mayoría de mujeres jóvenes hace que uno ceda a la tentación de acercarse a ellas para acariciarlas, especialmente las nalgas. Los senos se ven igualmente apetecibles pero es más evidente el manoseo que si te decides mejor por acariciar un hermoso trasero.

Lo puedes hacer casi en cualquier lado si te acercas de la manera apropiada y dominas el nerviosismo.

Yo he tenido la fortuna de haber acariciado muchos de estos deliciosos traseros. Te cuento mi ultima aventura.

Llegué al centro comercial a realizar un pago. Primero tenía que llenar una formita para después dirigirme a la caja y realizar el pago. Ese día tenía tiempo y decidí recorrer el centro comercial para ver si me animaba a comprar algo. Entonces la vi: Una mujer de aproximadamente un metro con sesenta y cinco cms., delgada de cintura, senos prominentes, piernas torneadas y firmes y un par de nalgas enormes. Iba enfundada en un pantalón ajustado de likra brillante, una blusa corta del mismo material y sandalias con tacón alto, todo en color negro. Su cabello era largo y lacio, le llegaba un poco por debajo de los hombros.

Miraba unos anaqueles en los que se exhibían accesorios de cocina. En cuanto la vi se disparó una tremenda erección de mi pene. Comencé a ponerme un poco nervioso ya que mi primer pensamiento fue -‘tengo que acariciar ese par de nalgas enormes’-.

Conforme me fui acercando hacia donde estaba me dije -‘espera, con calma, estudia el terreno’-. Seguí caminando y al pasar a espaldas de ella alcancé a ver cómo se dibujaba el triangulito de una diminuta tanga. Eso disparó aún más mi erección y tuve que disimular volteando hacia otro anaquel para dejar de caminar y tratar de controlar mi excitación. -‘No puedes dejar pasar la oportunidad’- pensé. Ella comenzó a avanzar hacia otro pasillo y yo decidí buscar el momento adecuado para poder acercarme a ella.

La estuve siguiendo un buen rato hasta que el momento preciso se presentó. Un pasillo sólo, no había nadie, y había algunas cajas que obstaculizarían el libre andar a quien se animara entrar allí. Dejo su carrito en el pasillo frontal y se internó en el pasillo estrecho. Yo mostrando aplomo me dirigí hacia el mismo pasillo, iba decidido a todo. Ella se detuvo y comenzó a ver algunos artículos, yo continué avanzando y al estar casi a espaldas de ella propiné un ligero puntapié a una de las cajas ahí tiradas, claro que intencionalmente, dirigí el dorso de mi mano derecha hacia sus nalgas y pude recorrer una gran extensión de las mismas. Sentí una suavidad deliciosa, sus nalgas eran firmes y despedían un calorcito excitante.

-‘¡Discúlpeme por favor!’-Le dije mientras equilibraba de nuevo mi andar. –‘No se preocupe, la culpa la tienen los empleados por dejar las cajas así regadas’-Me dijo con una voz tierna y delicada. –Gracias, con permiso-Le dije alejándome sorprendido por su respuesta sin enojo. Decidí volver a intentarlo nuevamente -‘Tal vez pueda surgir algo’-Me animé.

Y ocurrió de nuevo. La zona de cajas estaba repleta de gente apresurada por hacer fila. La vi formándose en una de ellas y rápidamente me dirigí hacia donde estaba. Quedé exactamente detrás de ella, no perdí ni un solo minuto en deleitarme con la vista de su enorme y delicioso trasero. -¿Me permite?-Me dijo la voz de una persona que quería pasarse a la fila de al lado, alcancé a escuchar que alguien le decía lo mismo a esta linda nena, todo sucedió en el momento justo, yo me moví hacia delante y ella hacia atrás lo que permitió que el dorso de mis dos manos quedaran pegadas completamente a sus ricas nalgas, nadie vio mis manos en esa posición. Gracias a la confusión, ella no hizo por voltear o retirarse hacia delante, las personas que deseaban atravesar a fin de cuentas quedaron atoradas y eso permitió que mis manos continuaran en la misma posición. Estaba tan excitado que decidí no realizar ni un solo movimiento. Tal vez ella pensó que su trasero estaba recargado en cualquier lugar menos en un par de manos. Decidí atreverme a más. Moviendo mi pulgar derecho hacia arriba logré sentir la orilla de su tanga, moví un poco más mi pulgar y llegué al centro de sus nalgas. Sentí un ligero calorcito, ella se hizo un poco hacia atrás y mi dedo resbaló hacia abajo sobre la hendidura de sus nalgas. No podía más, me sentía tan excitado que retiré mis manos y las llevé hacia sus caderas, me empuje hacia delante y con esto mi pene quedo exactamente en medio de sus nalgas.

Siguió sin voltear, todo lo contrario, se empujo más hacia atrás y con esto quedamos completamente juntos, disfrutando el momento, yo subía y bajaba mis manos por sus caderas. Ella se empujaba hacia atrás de manera poco notoria para los que se encontraban cerca.

Así estuvimos algunos minutos que para mí fueron eternos y suficientes para descargar una gran cantidad de líquido seminal.

La fila comenzó a moverse y con esto el encanto terminó. No hice por tratar de hablarle y ella tampoco por voltear a verme. Entendí que ambos habíamos disfrutado esos momentos y eso era suficiente.

Esto que te he contado me ha sucedido infinidad de veces, en el transporte publico, en las tiendas de autoservicio, etc.

Espero la siguiente oportunidad de ver y sentir otro delicioso trasero como el de esa tarde.