Manoseada por un extraño en el camión (2)
Continuación de mi anterior relato donde cuento como fue el haber sido tocada por un completo desconocido en el camión de camino a mi trabajo.
Pasó una semana para que volviéramos a encontrarnos. De nuevo se sentó a mi lado, se acomodó inclinándose hacia adelante para cubrir su brazo y lo dirigió hacia mí. Pude sentir sus dedos acariciar mi muslo suavemente subiendo despacio hacia mi entrepierna. Trazó círculos en mi zona sur por encima de la tela de mi pantalón.
Mi respiración se aceleró ansiando el siguiente movimiento que haría. Su mano subió hasta la pretina de mi pantalón. De inmediato entendí el mensaje, estiré la pretina permitiendo que metiera su mano. Me estremecí cuando sus dedos tocaron mi piel deslizándose por mi monte de Venus hasta la hendidura de mi vagina.
Abrí mis piernas tanto como pude. Él separó los pliegues de mi sexo y con su dedo medio acaricio mi clítoris. Suspiré profundamente. Estaba empapada. Movió su dedo de arriba a abajo, de un lado a otro y en círculos. Yo me estremecía y jadeaba despacio procurando no hacer un ruido que me delatara. Lo peor fue cuando me masturbó más rápido. Todo mi cuerpo se estremeció. Quería gemir, quería que me cogiera en ese mismo momento, lo anhelaba demasiado, pero no sé podía.
Cerré mis ojos y mordí suavemente mi mano de manera disimulada intentando reprimir los gemidos. Temblé, jadee y cerré mis piernas en un año reflejo, estaba a punto de correrme. Respiraba más rápido y quise apartar su mano pero él no me lo permitió. Me masturbó hasta que me corrí. Me recargué en él mientras esperaba a que me calmara un poco. Él no sacó su mano, ahí la dejó hasta que notó que me había tranquilizado. Entonces rozó mi clítoris e inspiré profundamente.
Me dio un beso en la frente, sacó su mano, se levantó y se bajó.
Durante varias semanas (nos veíamos casi todos los sábados) se repitió la misma rutina, hasta que nuevamente me invitó a que nos bajaramos. Esa vez no lo dudé y bajé con él.
No era el mismo lugar, ahora era una construcción abandonada. Al parecer, él ya había ido en otras ocasiones, me dirigió a una especie de cuarto. Una vez ahí, me pegó contra la pared, empezó a besar mi cuello y yo coloqué mi mano sobre el bulto de su pantalón. Estaba duro.
Bajó mi pantalón y él sacó su pene, lo frotó contra mi vagina húmeda. Yo no podía dejar de gemir.
—Mojame el pene —decía sin dejar de frotarse contra mí.
De repente se puso en cuclillas y presionó que su nariz en mi monte, inspiré profundamente esperando a que hiciera lo que yole ya estaba imaginando... Y lo hizo. Pasó su lengua por mi clítoris, de arriba a abajo despacio.
Bajé el cierre de mi chamarra, y saqué mis pechos. Los apretaba y pellizcaba con suavidad mis pezones mientras él me daba mi primer oral.
—Que rico... Sigue —pedía yo entre gemidos.
No se detuvo hasta que me vine en su boca, había sido tan intenso que me temblaban las piernas, pero ahora era mi turno. Me hinqué, tomé su pene y lo lamí despacio saboreando mis fluidos en él. Lo metí a mi boca y lo chupé. Lo escuchaba jadear. Se inclinó para tocarme las tetas mientras yo continuaba mamando su pene.
—Me vengo —murmuró.
Intenté apartarme pero él colocó sus manos en mi cabeza y empezó a moverse contra mi boca. Lo salado de su semen me provocó arcadas. Saco su pene y me ayudó levantarme, las arcadas continuaban.
—¿Alguna vez se habían corrido en tu boca? —me preguntó.
—No —dije mientras reprimía las ganas de vomitar.
—¿Te gustó?
Negué con la cabeza.
La verdad es que había escuchado muchas cosas sobre el sabor(¿?) del semen pero nunca antes había experimentado algo así y supongo que al no estar "preparada" para algo así o que no fuera consentido pues no me pareció una experiencia excitante; sin embargo, yo quería más.
—Mmmm ¿traes condones? —pregunté después de haberme re compuesto un poco de lo sucedido.
—Sí, volteate.
Me puse contra la pared. Él acarició mi culo y lo apretó un poco.
—¿Te lo han metido por aquí? —me preguntó mientras pasaba su dedo por mi ano.
—¡No! —dije un poco alterada. Era mentira pero mi primer anal había sido con total preparación, higiene y utensilios necesarios.
No dijo nada, continuó masajeando mis nalgas hasta que sentí una pequeña mordida que
me hizo gemir. Lamió y mordisqueo mis nalgas a su antojo. Después de un rato —supongo que hasta que hasta que volvió a ponerse duro— escuché el ruido de una envoltura al rasgarse. Esperé hasta que se puso el condón.
Me tomó de las caderas y puso la punta de su pene en mi vagina.
—Hazlo despacio —pedí.
—No me digas que eres virgen.
Reí un poco.
—No, pero no lo he hecho muchas veces.
E hizo lo que le pedí.
Cerré los ojos y solté un jadeo cuando entró en mí. Me dolía, no mucho pero lo suficiente para hacer que me quejara. Una vez que hubo entrado completo esperó un poco e hizo movimientos lentos. El dolor cedió y comencé a disfrutarlo.
—Más —gemí.
Se movió más rápido y conforme yo le pedía él lo hacía más fuerte. Sus manos subieron hasta mis tetas mientras me penetraba.
En pocos minutos los dos nos venimos.
Salió de mí.
Permanecimos callados mientras nos acomodabamos la ropa.
Nos besamos una vez más antes de salir de ahí.
Me esperó hasta que tomé el camión. Ese día llegué tardísimo a mi trabajo, pero valió la pena.
Después de aquella vez lo repetimos unas dos veces más.
Esto tiene cerca de dos meses que pasó. No he vuelto a verlo ya que me cambié de casa pero fue una de mis mejores experiencias y estoy contenta de haber cumplido mi mayor fantasía.
Les juro que todo esto fue totalmente real.
Espero que les haya gustado :)
Pronto les contaré mis anteriores experiencias sexuales.
Mil besos.