Manipulada por mi hijo adolescente (2)
Mi hijo me engañó, me manipuló y me tiene sometida a su voluntad, el amor a veces nos lastima, pero nos recompensa.
MANIPULADA POR MI HIJO ADOLESCENTE. 2
Los días pasaron y la calma volvió a mi casa, la plática de sexo con Lalito no se había realizado pues me daba mucha vergüenza platicar de eso con mi hijo, a mí nunca me habló nadie de sexo y la consecuencia de ello se llama Lalito. No sabia como hacerlo y de solo pensar en ello me ponía nerviosa y me hacia sudar frío. No le comenté nada a Mario pues le había prometido a mi hijo no hacerlo, y así que yo solo cumplía con mi palabra.
Las caricias que me hacia Lalito disminuyeron pero no desaparecieron totalmente, esto me mantenía inquieta y nerviosa, pensando en como hablar con él, y hacerle ver que debía buscar como distraerse y no estar tan apegado a mi.
De un tiempo para acá Lalito le dedicaba más tiempo a su computadora, lo que me permitió un respiro de tenerlo detrás de mí abrazándome y tocándome "accidentalmente". Pero al mismo tiempo sus caricias se volvieron mas atrevidas, ahora al abrazarme me tomaba los senos con sus manos descaradamente y llegó incluso a palmearme las nalgas, a lo que yo respondía enojada regañándolo, pero él parecía no entender que eso me molestaba, él no le daba importancia, y lo seguía haciendo.
Ya había yo accedido a dejarlo que me viera amamantar a su hermana, aunque no dejaba de sentirme incomoda pero pensaba que si accedía en eso tal vez se iba a tranquilizar al permitirle verme fugazmente los senos desnudos, mientras cambiaba a la bebé de un seno al otro. Noté con alivio que Lalito no había intentado nada mas al verme amamantar. Así que lo fui tomando con más naturalidad y con menos miedo. Hasta que una vez todo se volvió a complicar. Estaba yo dándole el pecho a la niña y Lalito estaba frente a mí observándome con atención.
¿Mamá me dejas ver como sale la lechita de tus chiches?... me dijo de repente, dejándome sin habla.
¿Qué? Claro que no... dije escandalizada... ¿Cómo te atreves a pedirme eso?
¿Pero que tiene de malo mamita?... alegó Lalito... solo quiero ver como sale la leche.
Mira Lalo... dije yo tratando de ser convincente... tal vez no tenga nada de malo, pero me da pena que tu me veas.
Pero no va a pasar nada si me enseñas... argumentó Lalito... no seas así, anda enséñame.
No hijo... dije terminante... eso no, mejor ve a hacer tu tarea.
Ya la hice... respondió rápido... pero no seas así mamá, déjame ver ¿Si?
No Lalito, para que quieres ver eso... dije con firmeza... ya lo veras si quieres cuando te cases y tu mujer amamante a tus hijos.
¿Entonces Mario si ha visto como te sale la leche?... me preguntó exaltado... tu me prometiste que no lo ibas a dejar hacerte nada y yo te creí, pero me dijiste mentiras.
No Lalito... respondí apenada... no te dije mentiras. Es que comprende entre los esposos hay ese tipo de cosas.
¿Y solo entre los esposos?... me preguntó de nuevo.
Si Lalito... dije yo nerviosa... así es como debe de ser.
¿Y entonces porque Juan José también te manoseaba y se acostaba contigo en tu cama?... indagó Lalito... y a mi que soy tu hijo no me dejas verte.
Ay mi amor dije espantada al saber que me había visto acostarme con Juan José, pero traté de cambiar el tema... no es malo, es que me da pena que tu me veas.
¿Pero si fuera Juan José quien quisiera verte, si lo dejarías verdad?... replicó Lalito... Hasta de seguro le darías de mamar a él también.
No digas eso mi amor, por favor... le supliqué sintiendo las lagrimas en mis ojos... no te portes así conmigo.
Entonces que te cuesta dejarme verte... alegó Lalito... lo que voy a hacer es irme de la casa pero antes le voy a contar a Mario todo lo que vi.
Esta bien... dije vencida y molesta con él... ven a ver.
Lalito de inmediato se acercó a mí arrodillándose en el piso, y me agarró por las piernas, mientras me descubría el otro seno, mi hijo acercó su carita a mi pezón mientras yo lo ordeñaba con mis dedos haciendo saltar múltiples chorritos de leche sobre su cara haciéndolo reír con un tono inocente y aniñado al ver su cara feliz me arrepentí de haberme negado tanto a darle ese placer a mi hijo. Pero me preocupaba la amenaza de contarle a Mario mi aventura. Pues eso seria tal vez el fin de mi matrimonio.
Ese día pasó sin más consecuencias, y sin que yo me decidiera aun a la famosa plática con mi hijo, pero a él parecía no importarle mucho que no lo hubiéramos hecho. Ya no me había vuelto a pedir nada mas, solo se contentaba con verme amamantar, pero ahora ya no lo hacia diario y cada vez lo espaciaba mas, se concentraba mas en su computadora haciendo tareas. O al menos eso creía yo.
Una tarde que llegó de la escuela se fue directamente a su cuarto y cerró su puerta, me extraño eso, pues siempre llega a la cocina mientras yo estoy preparando la comida, en busca algo de comer en el refrigerador, y se dedica a tocarme, según él sin intención pero como yo ya había notado que con eso se conformaba y ya no pedía mas, lo dejaba hacerlo y llegó el momento de que a veces yo deseaba que me hicieras sus caricias.
Pero ese día fue diferente, lo llamé para comer y me dijo que no tenía hambre, ya no pude resistir la curiosidad y llamé a su puerta.
¿Lalito, te pasa algo hijo?... dije preocupada... ¿Puedo pasar?
Estoy bien mamá... dijo con voz forzada... no te preocupes.
Déjame pasar hijo... dije alarmada por el tono de voz de mi hijo... quiero verte.
No mamá no pases... replicó Lalito... ya se ma va a pasar.
¿Qué se te va a pasar?... pregunté abriendo la puerta.
Lo que vi me dejó angustiada, ahí estaba mi hijo llorando, con claras muestras de dolor, tocándose el área de su pene, y retorciéndose en la cama.
¿Qué te pasa Lalito, te golpearon?... pregunté ansiosa.
No mamá... dijo casi sin voz por el dolor... al rato se ma va a pasar.
¿Pero como sabes que se te va a pasar?... pregunté mas preocupada al verlo... dime que te pasó, ¿Alguien te hizo daño?
No mamá nadie me lastimó... dijo apretando los dientes mientras se sobaba el bajo vientre. Yo por instinto traté de sobarlo pensando en una apendicitis.
Dime que sientes, ¿Qué te duele aquí?... dije apoyando mi mano en su vientre... Por favor Lalito no me tengas así, dime que tienes. Voy a llamar al doctor.
No mamita ya se me va a pasar... dijo pujando... no lo llames.
Entonces dime que tienes... exigí... pero mejor te llevo con el doctor ándale vamos.
No mamá... dijo Lalito... esto me pasa a veces pero se me quita, lo que pasa es que ahorita me dio en el día. Pero casi siempre me duele en la noche
¿Cómo que te duele?... pregunté intrigada... ¿donde te duele? enséñame.
Aquí mamá... dijo tocándose su sexo y el vientre... pero ya se me va a pasar, voy a hacer pipi.
Lo seguí al baño, y le exigí que me dejara verlo orinar, me sentía muy asustada por mi hijo, pues no sabia que le pasaba, sentía ganas de llorar de la impotencia, pero logré contenerme, el no quería dejarme verlo orinar pero yo insistí hasta que el obedeció, se bajó en cierre y hurgó entre su pantalón para sacarse el pene vi que batalló un poco para sacárselo pero cuando lo hizo me quedé sorprendida.
Lo tenía totalmente erecto, me sorprendió su tamaño para un niño de 16 años, lo tenía muy grande para su edad pero también pensé que debería ser por la erección, con esfuerzo de su parte para apuntar a la taza, se dobló casi todo sobre su cintura bajando con su mano el duro pene, sin poder bajarlo bien. Le propuse que orinara sentado, y así lo hizo mas fácil, oí el fuerte chorro de orina rebotar sobre la taza por largo rato, hasta que terminó, antes de jalar la palanca revisé la orina sin encontrar nada anormal. Pude evitar ver como Lalito guardaba su aun erecto pene dentro de su pantalón pero todavía se quejaba del dolor.
Dime que te pasó Lalo... dije preocupada en serio... ¿esto ya te ha pasado antes?
Si mamá... dijo con muecas de dolor todavía... pero no sé por que me pasa esto.
¿Pero que te pasa en las noches?... indagué mortificada... ¿Qué es lo que sientes?
Es que me da pena decírtelo... me explicó mi hijo... Me he dado cuenta de que me empieza a doler debajo de la panza, cuando se me para mi pito, y cuando se me pone mas duro, es cuando me duele.
¿Y que haces tu para que no te duela?... le pregunté dándome cuenta de su problema... ¿haces algo?
¿Algo de qué mamá?... me preguntó... de veras que no hago nada. Solito me empieza el dolor.
¿Y, cuándo se te para tu pito?... le pregunté con cierta morbosidad, pero al momento me arrepentí de haberlo hecho, sin embargo el no se dio cuenta o eso creí.
En las noches cuando estoy dormido... me dijo sonrojándose... a veces estoy soñando cosas y me despierta el dolor de la panza, y es cuando me lo siento muy duro y parado.
Bueno pues eso es normal en los muchachos, a todos les pasa lo mismo... le expliqué... por eso entran al baño muchas veces.
¿Y para que entran al baño muchas veces?... me preguntó... yo nada mas entro cuando tengo ganas de hacer.
¿Y ahorita por qué se te paró?... indagué... ¿También se te para en la escuela?
Casi no mamá... me dijo apenado... pero ahora la maestra de educación física me dijo que ayudara a Marcela con los balones para guardarlos y cuando estábamos en el depósito Marcela me abrazó, me besó en la boca y me dejó tocarla. Y ella me agarró mi pito, y desde esa hora se me paró y todavía no se me puede bajar.
Pero como se te ha bajado las otras veces... pregunté de nuevo.
Pues solito casi siempre me dijo... pero otras veces se me baja mas rápido cuando hago poquita pipi, nada mas que no me sale como agua, esas veces me sale como una babita, y así se me baja mas rápido, pero ahorita no me quiere salir la babita y ya me duele mas.
¿Y no te has masturbado Lalito?... le pregunté decidida a ayudarle.
No sé como hacerlo mamá... me dijo apenado... una vez me dijeron unos amigos como hacerlo pero no supe. Me dieron muchas ganas de hacer pipi y me asusté de hacerme en mi cama. Y ya no lo he vuelto a hacer.
¿Entonces no te sabes masturbar?... dije extrañada en serio... ¿Cómo te dijeron tus amigos que lo hicieras?
Que me lo agarrara con una mano y subiera y bajara la piel muchas veces hasta terminar... me dijo... pero no se cuando terminar
Yo no podía creer lo que oía, mi hijo con todo y su carácter, no sabia absolutamente nada de sexo, me sentí incomoda por todo lo que había pensado de él, y ni siquiera sabía masturbarse, me sentí mal y con una gran ternura por ese muchachote mas alto que yo, pero que era un niño inocente, y que necesitaba ser guiado con mucho cuidado y amor. Ahora lo importante era que mi hijo dejara de sentir esos dolores, y empezara a conocer su cuerpo.
Me reproché mi mojigatería al no hablar con él de lo que estaba siendo un problema de salud para él al sentir esos dolores y no saber cómo evitarlos. Pero aun sentía yo mucha vergüenza con él. Pero al verlo quejarse con paciencia, esperando que el dolor desapareciera por si solo, sentí una profunda lástima por mi hijito, necesitaba tanto de mí y yo solo había tratado de mantenerlo a distancia. En ese momento me propuse ayudarlo y a informarlo de todo lo que yo supiera del sexo. Me armé de valor y decidí dar el primer paso en ese mismo momento.
Mira Lalito, yo te voy a ayudar esta vez... dije sintiendo que me enrojecía el rostro por la vergüenza pero que quede bien claro que solo lo voy a hacer esta única vez, prométeme que nadie lo va a saber y que nunca me vas a pedir que lo repitamos ¿Si?
Si mamita te lo prometo... dijo Lalito... dime que hago.
Sácate el pene... dije con un hilo de voz casi arrepintiéndome y queriendo echar a correr, pero al ver la mueca de dolor en la cara de mi hijito tomé valor de la vergüenza y respirando hondo proseguí mientras el batallaba por sacar su pene... mira mejor bájate el pantalón y tu calzón.
Si mamita es mejor yo creo... me obedeció desabrochándose el pantalón y bajándoselo junto con la truza, pero quitándose las dos prendas por completo quedando solo con su camiseta y sus calcetines.
Mis ojos se abrieron al ver las dimensiones de pene que tiene Lalito, solo había visto un pene igual hacia mucho tiempo cuando quedé embarazada de él. Si, era igual a su padre hasta en eso. No era exageradamente grande pero su muy ancho y con un largo poco mas del promedio, pero cuando terminara su desarrollo probablemente lo iría a tener mas grande aun. Traté de no demostrar ninguna reacción ante su pene, pero de reojo alcancé a ver que parecía que sonreía extrañamente mientras yo le miraba.
Le pedí que hiciera lo que sus amigos le habían dicho, él tomó su pene con la mano derecha casi sin poder cerrar su puño por lo grueso del pene, empezó a mover su mano de arriba-abajo rápidamente pero se quejó mas de dolor.
No puedo mamita me duelen mas mis huevitos y aquí arriba... exclamó desesperado de dolor y jadeando me dijo... mejor dejamos que se me pase solo ¿Si?
A ver déjame intentar ayudarte... le ofrecí, y el soltando su pene subió sus brazos a su cara tapándosela para ocultar sus lagrimas, supuse yo, sintiéndome mas angustiada por mi niño... tal vez si lo hacemos mas despacito. Déjame intentarlo.
Yo tomé su gorda verga entre mis manos y a pesar de que son grandes y mis dedos largos no pude unir las puntas del medio y del pulgar, era mucho más ancho que el de Mario, eso me provocó una involuntaria lujuria. Al sentir en mi mano la verga de mi hijo erecta a mas no poder y dura como metal, sin poderlo evitar sentí que mi vagina segregaba mis excitados fluidos. Traté de no pensar en mi excitación pero esta podía mas que yo y mi respiración se comenzó a acelerar, sin darme cuenta ya había yo empezado a masajear la verga de Lalito, haciéndolo gemir todavía mas, mi mano se dejó llevar por mi instinto y empezó a acariciar esa dura barra a todo lo largo desde los testículos hasta la punta del glande. La voz de mi hijo me trajo de nuevo a la realidad al quejarse más lastimeramente.
Ay mamita me esta doliendo mas y lo siento mas hinchado... me dijo llorando y retorciéndose.
Es que ya casi te vas a venir y así se te va a pasar el dolor ya verás... le dije mortificada... mira te voy a hacer algo mas suave, pero si te lastima me lo dices.
No quise pensar en ello para no arrepentirme y dejar a mi hijo sufriendo. Así que sin pensarlo dos veces me agaché sobre el vientre de mi hijo tomando en mi mano firmemente el hinchadísimo pene, y abriendo mi boca lo mas posible metí en ella el poderoso glande duro y caliente, lo mamé con suavidad y delicadeza tal como le gusta a Mario que se lo haga cuando quiero que se venga rápido, mi hijo lanzó un profundo gemido y levantó su cadera hacia mi cara, tratando por instinto creo yo, de meter mas su pene en mi boca, yo se lo permití procurando meterme lo mas posible de su verga mientras con mi mano subía y bajaba la piel de la otra mitad del pene que no alcanzaba a entrar en mi boca, para ese momento yo ya estaba fuera de mis cabales y me dejaba llevar por mi cachondés dando a mi hijo una deliciosa mamada, entre ternura, amor y lujuria no quise pensar en lo que estaba haciendo, simplemente me dejé llevar por el deseo sexual, me vi a mi misma mamando con avidez a mi propio hijo, cometiendo el mas grave pecado, pero en ese momento no me importaba.
La lujuria se había apoderado de mi voluntad mientras mamaba, y sorbía los jugos que salían de esa deliciosa verga juvenil. No supe cuando apoyó sus manos en mi cabeza empujando su cadera con un ritmo acelerado, al darme cuenta de ello traté de sacarme la verga de la boca, pero me lo impidió mientras bombeaba en mi boca cada vez mas rápido, decidí no poner resistencia y gozar de ese inesperado placer, cuando lo oí gritar excitado, al tiempo que lanzaba en mi garganta todo un torrente de semen que me hizo casi ahogarme al tragar una parte de semen pero otra gran cantidad me cayó en la cara y el pelo, aun vi salir dos potentes chorros todavía, y el resto salió escurriendo por el meato, derramándose por todo el tronco, aun no sé porque en un arranque me puse a chupar y lamer todo el pene bañado de semen hasta sorberlo todo dejándolo limpio completamente ante la mirada de satisfacción de mi hijo que me sonreía con un gesto indescifrable, mientras yo lo veía directamente a los ojos, al chuparle los restos de sus testículos.
Cuando terminé mis ojos se llenaron de llanto, recuperando la conciencia y dándome cuenta de la magnitud del pecado que había cometido con mi hijito sometiéndolo a mis instintos degenerados, no sabía que había pasado conmigo, jamás me imaginé siquiera algo similar, no soy una santa pero mi sexualidad jamás había llegado ni de lejos a esos límites. Me levanté de la cama de Lalito y salí corriendo de su habitación.
Llegué a mi cuarto y me dejé caer en mi cama llorando llena de vergüenza y coraje contra mi misma arrepentida, queriendo desaparecer o borrar lo ocurrido, me insultaba yo misma, diciéndome mil maldiciones. Pensaba que era la peor de las madres y de las mujeres, nunca pensé caer tan bajo como mujer, sentí ganas de terminar con mi vida, no sabía como iba a mirar de nuevo a mi hijo ni a mi marido. Sabía que ya estaba en lo más bajo de lo que nadie podría estar jamás, pero lamentablemente para mí estaba muy equivocada, no me imaginaba todo lo que me esperaba todavía por hacer y por descubrir.
Lalito entró a mi recámara completamente vestido, se sentó a mi lado y me acarició la cabeza, yo no tenía ni fuerzas para pedirle que me dejara sola, no podía parar de llorar mientras sentía su mano acariciarme la cabeza y la espalda descendiendo cada vez mas. Oí su voz que me decía.
Gracias mamita, ya se me quitó el dolor me dijo con voz alegre... y eso de que no lo vamos a volver a hacer no me parece buena idea. Me gustó mucho y quiero que me lo hagas otras veces más.
¿Qué dices?... exclamé con la cara llena de llanto y de semen de mi hijo... esto no se va a volver a repetir jamás, perdóname por abusar de ti, no sé que me pasó pero te prometo que no te lo volveré a hacer.
No mamita. Yo quiero que lo vuelvas a hacer muchas veces mas... dijo con calma... así que va a ser nuestro secreto, por mi no se lo voy a decir a nadie. Puedes estar tranquila. Y déjame limpiarte la cara y el pelo lo tienes lleno de mi babita.
No déjame, te equivocas Lalo... dije sollozando... no va a volver a pasar. Y ahora déjame sola me voy a bañar, para después darte de comer, y por favor perdóname.
Esta bien mamita... sonrió extrañamente tranquilo... te dejo.
Todo ese día me sentí aturdida, Mario vio las huellas del llanto en mi rostro y me preguntó que había sucedido, yo le mentí y le dije que me dolía muy fuerte la cabeza y que me sentía mal por un resfriado, pero que no había llorado. El volvió a su trabajo después de comer y regresaría hasta avanzada la noche. El resto del día fue un tormento de reproches y dudas en mi mente, me sentía confundida y muy enojada. Al día siguiente me levanté como siempre para preparar el desayuno y esperar la salida de Mario y Lalito, me puse a limpiar y muy a mi pesar tuve que entrar a la recámara de Lalito, al ver la cama donde había abusado de mi hijo sentí nauseas, y dolor por él, había acudido a mi pidiendo mi consejo y yo en lugar de eso me aproveché para saciar mi enferma sexualidad.
Al estar limpiando su cuarto vi que había dejado encendida otra vez su computadora, siempre olvidaba apagarla y ya se me había hecho una costumbre apagar yo el aparato, y como de costumbre veía en la pantalla lo último que había estado haciendo. Pero esta vez al leer lo que estaba escrito en la pantalla me dejo sin respiración.
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Goliat "bye"
Rápidamente regresé hasta el inicio para leer bien todo el texto, pensando que me había equivocado y estaba interpretando mal lo que estaba escrito, pero al leerlo quedé fría por la impresión, no podía ser cierto eso, alguien había estado jugando seguramente.
CONTINUARÁ ..