Manejando a dos gatas
Un poco de ayuda nunca viene mal cuando tienes dos mujeres ansiosas de "cariño"
Habíamos tenido un domingo muy movido. Nunca hubiese imaginado haber llegado a lo que tuvimos que llegar para darle un escarmiento al marido maltratador de nuestra amiga Regina. Por eso el lunes fui al gimnasio bastante preocupado.
En cuanto vi a Luisa le mandé que fuese a preguntar a Regina si había tenido algún problema con su marido, Luisa que no tenía ni idea de lo que había pasado pareció un poco extrañada cuando le dije eso, pero como también a ella le importaba como estuviese Regina fue a hablar con ella.
— Hola Regi ¿cómo estás?
— Estoy bien, mucho mejor.
— ¿Y el cafre de tu marido, te ha vuelto a molestar?
— Para nada pero ha sido muy raro, anoche llegó tarde a casa, estuvo una hora duchándose, apenas hablamos pero esta mañana estaba desconocido, me pidió perdón mil veces y me dijo que estaba siendo muy posesivo conmigo y que me iba a dar mucha más libertad. Insistió mucho en que tenía que venir al gimnasio y estar con mis amigos, pero ¿sabéis lo más raro de todo?
Me desperté de madrugada y estaba haciéndose una paja en el sofá mirando algo en el móvil.
Luisa alucinó con esa respuesta, cuando me contó lo que le había dicho Regina yo estaba con Alfonso, él y yo sabíamos perfectamente lo que había pasado la noche anterior, nos miramos sin saber ni que decir, pero más cortados todavía nos quedamos cuando vimos acercarse a Regina con un pequeño sobre en la mano.
— Hola, mi marido me dio esto para ti, me dijo que no eres el destinatario pero que sabías a quien dárselo — le dio el sobre a Alfonso y se quedó mirando como esperando a que lo abriese.
— Ok, luego lo miro.
Regina y Luisa se marcharon a seguir por su lado, Alfonso se quedó mirando el sobre.
— ¿Para Iván?
— No se me ocurre otro.
— ¿Qué crees que querrá?
— NI idea, pero nada bueno, si a ti te rompen el culo no creo que quisieras mandar saludos.
— Pero tampoco le iba a mandar una carta.
— Mejor vamos a saberlo de una vez, vamos a darle el sobrecito de las narices a Iván.
Nos fuimos a la otra esquina del gimnasio a buscar a Iván, cuando le contamos la historia no pareció demasiado sorprendido, abrió el sobre y miró el papel que contenía con toda tranquilidad.
— Me manda un número de móvil y una dirección de correo electrónico y me pide por favor que le contacte.
— Creo que lo mejor es que no le hagas ni caso.
— ¿Porque?
— A ver Iván, no creo que nos tenga cariño después de lo que paso y a ti menos que nadie.
— Nunca se sabe, ya pensaré que hago, no os preocupéis.
Lo de no preocuparnos era relativo, pero tampoco podíamos hacer nada, seguimos con nuestro entrenamiento normalmente y no volvimos a mencionar el tema.
Nos despedimos hasta la tarde, tocaba seguir trabajando en el sótano del pub y nos veríamos después.
Sobre las cinco de la tarde me llegó el mensaje de Mercedes, le había pedido que me enviase una foto con la ropa que se ponía para ir a trabajar para darle el visto bueno, pero la foto no era como yo esperaba, se veía un vestido de cuadros y al lado un conjunto de sujetador y bragas de color carne, pero todo colocado en la cama, yo esperaba haberlo visto puesto.
— El vestido está bien, la ropa interior no me gusta, a ver otro conjunto.
Mandó otra foto de un conjunto negro, este no me gustaba porque las braguitas eran demasiado grandes para mi gusto.
— Este tampoco me gusta, enséñame otro.
— Es que no se cuáles son tus gustos.
— Tendrás que aprender, envía foto de la camarera antes de vestirse.
Esa foto tardo un poco más en llegar, cuando llego la foto aparecía Mercedes desnuda y con las manos a la espalda.
— Perfecto, ese conjunto es el que mejor te queda, ya te puedes poner el vestido.
— ¿Sin nada debajo?
— Eso es, así pondrás más interés en aprender mis gustos.
La siguiente foto que envió ya tenía el vestido puesto, era un vestido sencillo a medio muslo, tampoco iba a estar apurada porque se le pudiera ver el culo, de todas maneras, ya tendría ocasión para ir mejorando su vestuario a mi gusto. El primer paso sería darle el regalo que le tenía preparado, el que había comprado en la tienda de lencería cuando fui con Luisa, viendo la ropa interior que me había enseñado Mercedes iba a ser un cambio radical.
Sobre las cinco y media salí de casa camino al pub, no es que me apeteciese demasiado pasarme la tarde trabajando, pero al fin y al cabo lo hacía porque quería, no podía quejarme.
Llegue al pub cuando Mercedes y Luisa estaban colocando las últimas cosas para abrir el pub al público, en ese mismo momento estaban llevando una caja de cervezas ya vacías, las salude con un beso a cada una.
— ¿Cómo están mis camareras favoritas?
— Estupendamente, preparadas para empezar la jornada.
— Y tú Merce ¿Estás cómoda con la ropa que te elegí?
— Sí.
— Hoy le he aconsejado a Mercedes como venir vestida a trabajar, ¿Qué te parece Luisa?
— Merce siempre está muy guapa y además ese vestido le queda muy bien.
— Pues debajo del vestido está todavía mejor ¿Quieres ver lo que lleva?
— Claro que sí.
— Súbete el vestido Mercedes.
Mercedes con la cara totalmente roja empezó a subirse el vestido, pero iba muy despacio, le faltaba confianza.
— Espera, yo te ayudaré, pon las manos encima de la cabeza.
Ella levantó las manos como si la estuviese apuntando con una pistola y se quedó quieta respirando rápidamente. Me puse a su espalda, cogí el dobladillo de su vestido y lo fui subiendo, los muslos, el triángulo del pubis, la tripa y finalmente las tetas, subí el vestido hasta que le tapó los ojos y lo sujeté allí.
— ¿Qué te parece Luisa?
— Uuuhmmm muy sexy, ¿Puedo tocar?
— Claro que puedes — Me dio la impresión de que Mercedes temblaba un poco pero no dijo nada.
Luisa se acercó y empezó a acariciar el cuerpo de Mercedes, recorría sus costados con suavidad, pasó las manos a su espalda y se recreó con el culo, apretaba y soltaba las nalgas, las separaba tirando de ellas hacia arriba, se veía que Luisa disfrutaba y más cuando apoyó la cara en la tripa de Mercedes y empezó a darle besitos, besos que fueron subiendo.
— Mira como tiene los pezones, no me digas que no dan ganas de comérselos.
Era verdad que los pezones de Mercedes con el jueguecito se habían hinchado y lucían francamente apetecibles. Luisa empezó a besarlos, a lamerlos y a chuparlos alternando entre los dos. Yo me estaba cansando de sujetar el vestido y se lo acabe de sacar por la cabeza, Merce tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta mientras Luisa seguía jugando con sus pezones, en el momento que le estiraba un pezón sujetándolo con sus dientes Mercedes gimió. Fue cuando decidí que Luisa necesitaba ayuda, empecé a lamer la oreja de Mercedes y empujé la cabeza de Luisa hacia abajo, ella entendió el mensaje a la primera, se agachó entre las piernas de Merce y acercó la caja de cervezas que había al lado obligando a su víctima a subir un pie encima.
— Uuuhhmmm que coño tan bonito.
Luisa empezó a acariciar el coño de Merce, mientras yo aprovechaba para comerle la boca y acallar así sus gemidos.
— Está empapada, nuestra zorrita, tiene que estar riquísima — le dio un lengüetazo en el coño de abajo arriba.
— Para comérsela está.
Luisa se esmeraba con el coño de Mercedes, empezó por los labios mayores y luego subió al clítoris, se puso a lamerlo con energía, Mercedes no aguantó más y le apretó la cara contra su coño, Luisa empezó a follarla con los dedos sin dejar de lamer, eso ya fue demasiado, Merce que se corrió como una fuente, la tuve que sujetar porque si no creo que se cae de lo flojita que se quedó.
Luisa se levantó con la cara empapada de sus flujos y la besó, Mercedes correspondió al beso y ver a las dos morreándose en mis narices me puso todavía más duro de lo que ya estaba, a esas alturas yo tenía un dolor de huevos bastante importante, pero creo que ese momento era de sólo suyo y no debía meterme.
Merce fue al baño a lavarse y yo me quedé unos minutos a solas con Luisa.
— Vaya, vaya no sabía yo que te gustaban las mujeres.
— Me gusta Merce, me da muchísimo morbo.
— Me ha calentado mucho veros a las dos, pero me he quedado con el calentón, esta noche duermes en mi casa.
— Uy pobre, que pena me das. — me dieron ganas de borrarle a pollazos la sonrisilla irónica que puso.
En ese momento Mercedes salió del baño y fue Luisa la que se marchó a lavarse.
— Así da gusto venir a trabajar ¿verdad Merce?
— Ainss, no sé como he podido hacer eso, ahora me da vergüenza.
— Lo has podido hacer porque te gusta mucho hacerlo. Porque eres una mujer ardiente y porque además te gusta obedecer y complacer.
Ahora tengo que bajar a echar una mano a estos con la instalación. Piensa en lo que ha pasado, como lo has disfrutado y piensa también en lo que te queda por probar.
Cuando bajé al sótano, Alfonso y Rafa habían avanzado muchísimo, habían recogido en sacos todos los escombros de picar las pareces y tenían todos los tubos colocados, ahora iban pasando los cables por cada tubo, una vez pasados Rafa los probaba, cuando todo estaba correcto Alfonso enyesaba la pared cubriéndolos y Rafa pasaba al siguiente juego de cables para repetir el proceso, como yo soy mayormente torpe me toco hacer de burro de carga y dedicarme a subir los sacos de escombros, menos mal que no eran muchos y con unos cuantos paseos y bastante sudor quedaron colocados en la parte trasera de la furgoneta de Rafa.
Baje a ayudarles con lo que estaban haciendo y Rafa me fue contando.
— Esta mañana empecé temprano, lo primero coloque cables desde la planta de arriba para los altavoces y que se pueda escuchar la música de arriba aquí abajo también, pero tengo que enterarme de un sistema para poder seleccionar de donde coger el sonido, desde el equipo de música de arriba o desde el que pongamos aquí abajo para el escenario.
El cuadro eléctrico nuevo ya está puesto y los cables antiguos conectados, ahora mismo estamos poniendo las nuevas conexiones, el cableado lo acabamos mañana, pasado instalaremos el sonido y pondremos las luces nuevas, y ya después colocaremos unas placas de espuma para aislar el sonido, una manita de pintura y como nuevo.
— Estáis trabajando un montón, sigo sin entender como os estáis tomando tantas molestias.
— Ya lo hablaré con Mercedes, tengo algunas ideas y espero que me dejé utilizar este local, yo creo que puede ser rentable para todos.
No sabía que ideas podría tener Rafa, pero tampoco lo veía tan fácil como ellos pensaban, pero por intentarlo no pasaba nada. Seguimos trabajando hasta bien entrada la tarde, fue bastante llevadero porque entre la conversación y los rápidos progresos que se iban viendo nos manteníamos animados y entretenidos.
Cuando al final paramos los avances eran notables, empezaba a compartir el optimismo de Rafa, cuando bajo Merce a ver los avances del día también pareció sorprendida además de encantada.
Alfonso y Rafa se marcharon, yo me lave lo que pude en el baño para no dar demasiado la nota en el pub y me quede a tomarme algo, el pub estaba un poco más animado de lo que solía, tampoco es que se pusiera a reventar, pero ya había algunos clientes que se estaban haciendo habituales y se notaba.
— Parece que hay un poco más de ambiente.
— Desde la fiesta que hicimos el fin de semana se ha animado un poco, algunos lo van conociendo.
— Va por el buen camino entonces, a ver que pasa cuando inaugures el sótano, Rafa está convencido de que va a ser un éxito.
— Rafa es muy optimista, a ver si tiene razón, porque aunque me regalen la mano de obra, al final entre unas cosas y otras me estoy gastando más de lo que esperaba.
— Se optimista, además con estas camareras tan guapas se hará famoso en la ciudad.
— Ya ya.
— Y si supieran la ropa interior que usáis más todavía — Mercedes que lo único que llevaba puesto era el vestido se puso colorada.
— Aunque no se que llevas tú Luisa.
— Un conjunto negro monísimo.
— Sabes, creo que debéis ir conjuntadas las dos, quítatelo y me lo das para que yo te lo guarde.
Luisa que llevaba un vestido de tirantes, protestó un poco.
— Oye que con este vestido se me va a notar mucho que no llevo sujetador, se me van a mover mucho las tetas.
— Tienes 2 minutos para que lo tenga en mis manos.
Luisa se fue al cuartito que tenían en una esquina y al poco volvió y disimuladamente me entregó las dos piezas.
— Muy bien, así estás más fresquita, Mercedes comprueba que no lleve nada debajo del vestido.
Mercedes no se hizó de rogar y acarició el culo y las tetas de Luisa, lo hizó con evidentes ganas.
— Oyeee, que para comprobar que no llevo sujetador no hace falta que me pellizques los pezones.
— Calla que tengo que asegurarme bien. — Lo dijo mientras metía una mano debajo del vestido para explorar los bajos de Luisa.
Comprobada ausencia de ropa interior, puedo añadir que tiene los pezones duritos y el coño bastante húmedo.
— Muy profesional su exploración señorita.
— Está me la pagas Merce, ya te pillaré.
Mercedes se rio y le sacó la lengua, el grado de complicidad que estaban cogiendo esas dos me encantaba, además se estaban cogiendo ganas la una a la otra y aunque Merce parecía más inocente parece que se quería poner al día rápidamente.
Me quedé hasta que cerraron, no era demasiado tarde, pero entre semana los clientes tampoco se quedaban hasta tarde, acompañamos a Merce a su casa y luego Luisa y yo nos marchamos hacia la mía.
De camino pasábamos al lado de un parque, tampoco era realmente un parque, entre unos edificios y la calle, había un trozo de césped unos columpios para los críos y unos cuantos bancos, sentados en un banco se veía a tres chicos jóvenes, sujeté a Luisa por la mano para que parase antes de que nos viesen.
Los examine detenidamente, debían estar alrededor de los veinte años, no parecían peligrosos, solamente unos chavales tomándose unas cervezas y fumando en el parque, eso me dio una idea.
— Luisa, ve donde están esos chavales y pídeles un cigarro.
— Si yo no he fumado en mi vida.
— Vas a ir les pides un cigarrillo y si te dan conversación, habla un rato con ellos mientras te lo fumas, hay que ser educada.
— Pero ¿por qué me pides eso?
— Porque soy una persona generosa, les voy a alegrar la noche dejando que disfruten de la compañía de mi perrita.
— Uuuufffff
Luisa me hizó caso, aunque se la veía nerviosa, yo me retrase un poco para que no se me viese y me dispuse a disfrutar de la escena.
Esta parte me la contó ella más tarde, ya que yo evidentemente no pude escuchar la conversación.
— Hola, ¿Cómo estáis?
— Muy bien, aquí tomando el fresco.
Luisa se sintió observada, la mirada de los tres la repasaron de arriba abajo, eso la puso ya un poco nerviosa.
— ¿Me podéis dar un cigarrillo?
— Vaya es que tabaco casi no nos queda.
— Ooohh pues nada entonces, hasta luego.
— Espera, tabaco no tenemos, pero si que vamos a fumar, si quieres podemos compartir un porrito, tenemos una marihuana riquísima.
— Eso no lo he probado nunca, no sé si me gustará.
— Eso es fácil de saber, lo pruebas. Venga siéntate con nosotros.
Se apretaron a los lados dejando sitio a Luisa en el centro. El que estaba a su derecha sacó el porro, lo encendió y después de darle una profunda calada se lo dio a Luisa.
— Venga dale y lo vas pasando.
— No sabe mal.
— Ya te dijimos que estaba riquísima esta maria.
El porro fue circulando de unos a otros, Luisa que no tenía nada de costumbre se empezaba a reir por cualquier cosa, cuando quiso darse cuenta le habían dado una cerveza y el porro ya estaba en las últimas.
— Muchas gracias, ha sido muy divertido y sois muy majos.
— Tranquila guapa, ahora encendemos otro.
— Para mí va a ser mucho, ya estoy un poco ida.
— Si ves que te encuentras mal lo dejas y listo.
— Venga vale — Luisa le dio un trago a su cerveza porque sentía la boca seca.
Encendieron el segundo porro, se lo pasaron a ella la primera como era de esperar, cuando le dio la primera calada ya sintió una mano en cada muslo.
— Jijiji no seáis malos.
— No somos malos, somos muy buena gente — le pusieron la cerveza en la boca para que bebiese.
El que estaba más alejado viendo el panorama se puso de pie enfrente de Luisa y le sujeto el porro delante de los labios para que fumase, sus compañeros ya habían subido el vestido hasta la cintura y se afanaban en meterle mano.
— Mira la muy puta viene sin bragas.
— Tiene el coño empapado.
El más avispado le metió los dedos a Luisa y empezó a pajearla, ella ya completamente colocada se defendía con débiles manoteos, pero poco podía hacer frente al manoseo a seis manos que estaba recibiendo. El que estaba de pie le bajo los tirantes y le saco las tetas que rápidamente recibieron las atenciones de una boca que las chupaba con avidez.
Desde donde estaba no veía exactamente lo que estaba pasando, pero viendo la agitación me empezaba a hacer una idea, llamé al móvil de Luisa y me fui acercando. Afortunadamente el sonido del móvil pareció devolverla a la realidad. Se levantó como pudo y se separó de los chicos.
— Me tengo que ir esto ya es demasiado.
— Pero tía no nos puedes dejar así, quédate que lo vamos a pasar de puta madre.
— No puedo de verdad, mirad algunas noches trabajo en el pub Manhattan aquí cerca, si os pasáis os devuelvo la invitación.
Luisa se marchó poco menos que corriendo, la verdad había tenido suerte eran buenos chicos y no intentaron abusar de ella, no tuve que atizarle a ninguno, cosa que se me paso por la cabeza en algún momento.
Un poco más adelante alcancé a Luisa que todavía caminaba un poco alterada.
— ¿Qué tal te han tratado zorrita?
— Uuufff me han sobado entera, si no me voy me violan.
— Pues no te oí gritar, creo que estabas disfrutando.
— Ainssss fueron los porros, me sentía sin fuerzas.
— Claro, que tú seas una viciosa calentorra no tiene nada que ver.
Ya estábamos llegando a mi casa, saque las llaves y abrí la puerta del portal, nada más entrar abracé a Luisa y empezamos a comernos la boca, el ansia que demostraba me daba a entender que tenía tantas ganas o más que yo, la apreté contra la pared al lado del ascensor, tocándola sobre el vestido no tarde nada en meter las manos por debajo para acariciar su culo, en ese momento se apagaron las luces y nos quedamos a oscuras.
Aprovechar la oscuridad siempre ayuda, puse la mano directamente sobre su coño y empecé a masturbarla, Luisa jadeaba contra mi boca y apretaba el coño para incrementar el roce de mis dedos, le bajé los tirantes para sacar sus tetas y morder sus pezones que estaban duros como piedras, fui bajando por su cuerpo esquivando el vestido arrugado en su cintura y me puse a lamerle el clítoris, a esas alturas Luisa ya estaba como una moto y me agarraba el pelo gimiendo sin control, tardó segundos en correrse en mi boca.
— Si que estabas caliente, te habían hecho un buen trabajo.
— Uufff no podía más.
— Pues más te vale que puedas porque ahora subimos a casa y a mí no me vas a dejar con el calentón como a ellos.
ATLAS
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