Mañana será (5)

Entonces empezó a moverse muy lentamente, muy suave; empezó a masturbarme, muy, muy lento, más lento aún cuando la piel de su mano y mi pene pasaban sobre el nervio en la base del glande, hacía presión sobre el aquella parte.

Mañana Será V

(( Primera parte en http://todorelatos.com/relato/31259/ ))

(( Segunda parte en http://todorelatos.com/relato/31717/ ))

(( Tercera parte en http://todorelatos.com/relato/31906/ ))

(( Cuarta parte en http://todorelatos.com/relato/32478/ ))

Se levantó de la cama y se dirigió al servibar, tomo un refresco.

-¿Quieres un refresco?

-Bueno

-¿Cuál quieres?

-Dame del tuyo.

Bebió un sorbo y me entregó el resto sentándose a mi lado, mientras tomaba el refresco, me miraba, analizaba todo mi cuerpo, luego, se miraba a sí mismo.

En sus ojos se reflejaba su pensamiento, trataba de comprender lo que había hecho y con quien lo había hecho. Dejo de mirarme y salió a la terraza; hacía una fresca brisa que pronosticaba lluvia, agarrado del barandal, miraba hacía lo oscuro donde debía verse el mar y el cielo pero la tormenta ocultaba. Salí a la terraza y me puse junto a el.

-Oye

-¿Qué?

-Te arrepientes de lo que hicimos

-No se

-¿Por?

-Es que… es raro.

-¿Raro?

-Si, extraño. Es que… contigo. Pues eres… ya sabes

-¿Hombre?

-Si. Y pues, no sé, es algo diferente.

-¿Crees que estuvo mal lo que hicimos?

-No, yo creo que no, pero aún no lo puedo creer.

-Yo tampoco

-Hasta hace poco creía que eso del sexo entre hombres era raro, pervertido. Jamás creí que me pasaría. Jamás creí que pudiera obtener placer con hombres o que pudiera amar a

-¿A?

-A un hombre.

-¿Me amas?

-Creo que sí. Pero aun no lo creo. Aun me siento raro.

-No se si te pasa, pero con el sexo te pierdes, el tiempo se para, solo hay placer, pierdes la conciencia, dejas de razonar. Pero cuando todo acaba, la conciencia llega de golpe y ve lo que has hecho y a veces te sientes

-Culpable

-Exacto

-Aunque… creo que no me arrepiento.

-Es la culpa que aparece cuando traicionas los prejuicios que te han enseñado. Te imaginas el "que dirán" o el "que pensarían"

-Pero sólo son prejuicios, que puede haber de malo en esto, ¿no? Sólo somos dos seres humanos divirtiéndonos un rato, no hacemos daño a nadie y de hecho, nadie tiene por que saberlo.

-Ahora te tratas de convencer a ti mismo, ¿no?

-Y creo que lo he logrado. Jaja. Y por cierto te ves muy bien así eh.

-¿Tu crees?

-Si, la luz y la noche te hacen ver bien. Es el relieve que hacen tus músculos, la pequeña sombra debajo de cada músculo, no sé, como que me hipnotizan. Nunca me había pasado. ¿A ti t pasaba igual?

-Si, desde que te conozco. Tu, tu personalidad, tu cuerpo, tu cara, tu voz.

-Creo que me enamoraste. Me gustas.

Entonces, me abrazó, me abrazó con fuerza. Acariciaba mi espalda. Parecía querer memorizar cada parte de mi cuerpo. Yo también lo abrazaba, acariciaba su pelo.

Ambos nos sentimos tranquilos relajados; nada mas importaba, nada. Sin dejar de abrazarnos, caímos en el diván de aquel balcón. No nos preocupo ser vistos, después de todo era plena madrugada y el balcón apuntaba al mar.

Nuestras manos, frenéticas, frotaban nuestros cuerpos como queriendo tocarlo todo de una vez. Frente a frente, los genitales se rozaban con el cuerpo del otro, nos movíamos rítmicamente de arriba a abajo, con el movimiento mi pene tocaba el suyo y un cosquilleo invadía nuestro cuerpo.

Mientras tanto, nos besábamos, las leguas parecían danzar para cortejarse, los labios disfrutaban de la suavidad del otro. Mis manos apretaban sus glúteos, duros, redonditos, metía mis dedos en medio de ambos.

El sobre mi, se levanto con los brazos, sólo su pelvis hacía contacto con la mía, hacíamos movimientos rítmicos y frotando su pene con el mío. Me volvía loco su olor. Me miraba fijamente, sus ojos parecían acarician aun más fuerte que sus manos. Se movió un poco hacia abajo para que nuestros pezones coincidieran, el sólo tocar de la punta de las tetillas con las de el me erizaba la piel.

Empecé a meter un dedo en su ano, cada vez que lo hacía se estremecía del placer, hasta su respiración se detenía. Cada vez accedía mas su ano y él se acomodaba para que pudiera meter más mis dedos.

-Guey, ¿duele?

-Algo

-Vas, hazlo, pero despacio.

El se puso a mi lado, de lado, casi cara abajo. Tome mi glande y lo empecé a apretar contra su ano, el cooperaba abriendo las nalgas y las piernas.

-Guey, tengo miedo, despacito

-Tranquilo, si te duele mucho, no lo meto, no hay pex.

Apreté mas mi pene, que entraba poco a poco. Yo agarraba a genito de las manos, le hablaba al oído, percibía el aroma tan familiar de su pelo.

-¿Estás bien? ¿Duele mucho?

-Un poco

-Relájate te va a gustar, no pasa nada. Ya entro todo.

-Que bueno que no la tienes tan grande

-Jajaja. Cálmate, ahora si viene lo bueno

-Despacio porfa.

-Si genito, no te voy a lastimar, lo prometo. Disfruta

Lentísimo empecé el vaivén mientras se relajaba, pero cada vez más rápido. Cada vez mas fácil.

-No debiéramos usar aceite o algo

-Me puse saliva. ¿Por qué? ¿Te estoy lastimando?

-No es que… Puta Madre.

-¿Qué?

-Se siente chido. Vas, dale más

-Eso es mi Genito, así te quería ver.

-Ay guey

Genito empezó a disfrutar tanto que no podía contener uno que otros gemido, yo, aparte, pellizcaba sus pezones; el se aferraba a mis piernas y su pene pareció cobrar vida propia.

Se acercaba el momento, aumentamos el ritmo y la fuerza, golpeaba tan fuerte al entrar que ya se oía el choque de los cuerpos, el parecía rasgar la tela del diván y se mordía los labios para no gritar del placer, yo gemía como toro y apretaba mis manos contra el, quería arrancar sus pectorales y sus tetillas

-Ya guey…. Ya guey…. Ya… M voy a morir… ya guey.. ya.. Ay. Ay.Ay

Contuve lo que pude, no quería venirme luego luego, quería que durara. Di las últimas envestidas lo más fuerte que pude y sentí que el semen se revelaba a mi control mental y decidía salir y salió con el mas fuerte de mis embates lo que hizo a genito venirse también.

Sin siquiera tocar su pene, el chorro salió hasta su cabeza. Parecía ahogarse por la fuerza de su inhalación. Solté su mano aprisionada y se empezó a masturbar lentamente mientras yo bajaba el ritmo del mete saca.

-No mames guey.

-¿Qué?

-No usamos condón

-No hay pex, yo era virgen.

-¿Eras?

-Si, desde ahora ya no soy

-No te creo ¿y como sabes tanto?

-Pues ya vez, soy gay ya lo traigo, y bueno, el Internet y todo eso.

-Jaja, ya veo. Yo siempre he usado condón entonces no te preocupes.

-¿Te gusto?

-Si, me encantó. Oye

-Que

-¿Seré gay también yo?

-¿No lo sabes tú?

-Es que me gustó mas que con ninguna mujer y bueno, no sé, creo que te...

-Tal vez, pero no solo depende de eso. Tienes que pensarlo

-Oye, ¿Ahora puedo intentarlo yo?

-Que

-Te puedo yo… osea te la puedo….

-No

-Bueno… está bien

-Es broma, pero despacio, no te emociones.

-¿Si?

-Como podría negártelo, haré el sacrificio.

-Jajaja, pero me dices como, nunca he hecho esto.

-Si, si te digo, pero si quieres, tienes que alcanzarme.

Corría por la habitación como huyendo de él hasta que me alcanzó. Me tiró en la cama y forcejeábamos y luchábamos. Me abrazó fuertemente inmovilizándome y me dio un beso.

Sentía su cuerpo desnudo y sudoroso frotar y forcejear con el mío; con la lucha, se marcaban aún más nuestros músculos.

La pobre luz de la noche que entraba por la ventana marcaba el contorno de nuestros cuerpos, no se veían detalles, sólo las sombras y las luces producidas por la forma de su cuerpo, entre las clavículas y el cuello unos pequeños agujeritos, los pectorales marcaban su línea media que bajaba hasta el vello púbico, su abdomen tan duro, pero en textura tan suave, los fuertes brazos que al unirse al tronco ocultaban las axilas que despedían su olor a hombre. Su espalda parecía acanalada, sentía el mover de sus músculos y huesos a través de su piel; más abajo sus nalgas, perfectamente redondas, suaves y tersas.

Él empezó sus maniobras, entre el forcejeo, buscó ponerse a mis espaldas; frotaba su pene con mis nalgas, me agarraba del tronco, sentía su respiración en mi cabeza.

-Y ahora ¿Qué hago?

-Ponte algo de saliva y ya sabes que hacer

Así lo hizo, abrí mis piernas y con los dedos empezó a entrar, movía los dedos en círculo y estimulaba la próstata.

-¿Te gusta?

-Si

-Me dices si te lastimo

Sacó los dedos, agarró su pene y empezó a frotar el glande con mi ano, luego, dio en centro y entró.

-¿Duele?

-Un poco, sigue.

Entraba el resto de su pene, poco a poco, hasta que entró todo. Algo más grande que el mío, me dolía más de lo que esperaba. Empezó muy lentamente el vaivén, como yo lo había hecho y fue acelerando poco a poco metiendo y sacando, cada vez, un poco más.

-Que tal ¿eh?

-Chido, sigue.

Con la respiración entre cortada por el ritmo que habíamos alcanzado gemía y pronunciaba palabras inconexas:

Estás bien bueno.. están galán… te quiero un chingo… nunca dejes de ser mi amigo… estás bien rico.

Más y más rápido, más fuerte. Se acercaba el momento. –Sigue, más maaaás. Pero se detuvo, se detuvo el movimiento. Se aferró a mi, tomo con una mano mi pene y apretó la punto

-¿Qué haces, por que paras?

-Espera.

Entonces empezó a moverse muy lentamente, muy suave; empezó a masturbarme, muy, muy lento, más lento aún cuando la piel de su mano y mi pene pasaban sobre el nervio en la base del glande, hacía presión sobre el aquella parte.

-Aguanta, no quiero que acabe tan rápido.

-Ah, ya entiendo, pillín.

-El chiste es durar para disfrutar más, si nos venimos ahorita nos cansamos.

-Orgasmos múltiples

-Si, exacto, ¿lo intentamos?

-¡A huevo!.. ¡Ay no mames, tu si tienes experiencia!

Había agarrado con una mano la parte de debajo de mi pene y con la otra le daba vueltas con el dedo al glande, luego hacía como si pellizcara el nervio del glande. Mientras seguía el mete y saca lentamente con su pene

-A ver, ¿Qué se siente?. Tu me hiciste lo mismo con la lengua.

Con la mano de abajo empezó a acariciar los testículos y el tronco del pene, iba subiendo el ritmo de las envestidas y otra vez empezábamos a gemir. Se acercaba el orgasmo de nuevo, subió el ritmo de las caricias. Otra vez cuenta regresiva….

5…4…3…2…1… ¡ALTO!

-Ay guey, otra vez.

Ahorcó nuevamente a mi pene y con la mano que acariciaba mis huevos apretó fuertemente justo debajo de ellos, entre el ano y los testículos. Yo hacía esfuerzos por no eyacular, sentía los músculos internos acalambrarse, ya casi no movía el pene dentro de mi, pero lo más mínima vibración me hacía explotar.

-Aguanta, aguanta

Soltó mi pene y agarró mis pezones, nos volteamos de manera que yo quedé arriba viendo al techo. Con sus dedos, acariciaba, a penas rozando, mis pezones en espiral, hasta la puna.

-¿Te estás vengando de lo que hice verdad?

-Ahora tu vas a sufrir, jaja.

Envestía ahora furiosamente, tocaba la punta del pezón, apenas un milímetro el que tocaba, con movimientos tan rápidos y cortos que parecía un vibrador. Mi pecho se expandía ahogándose,

Quería eyacular ya, pero no dejaba tocarme el pene y justo cuando se acercaba el orgasmo, se detenía. Mi pene, ya con bastante semen, parecía haber eyaculado, pero sin orgasmo, cada vez más cerca del inevitable fin, cada vez más difícil de contener. Nos revolcábamos en la cama. Quedé otra vez boca abajo

-Ahora si guey, ya no aguanto

Aumento el ritmo definitivamente, embestía con una fuerza y rapidez impresionante, pasaba sus manos frenéticas por mi cuerpo, parecía querer arrancar mis músculos, me daba mordidas suaves en la oreja, yo me aferraba de las sábanas, eran incontenibles los gemidos, para no gritar, mordía la almohada que tenía cerca. Ahora comprendo lo de muerde almohadas y sopla nucas.

-Ahora si, Manuel, Manuel

-genito

10...9…8..7..6…. más fuerte

5…4…3..¡sigue!...¡SIGUE!

3…2…1….

CERO

  • Te amo - - Te amo -

¿Cual es el sentido de nuestra existencia?. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué soy así? ¿Por qué hago lo que hago?.

Ahora estoy aquí, muerto, no siento, frió ni calor, ni hambre ni sed, no siento dolor, angustia o preocupación, tampoco alegría, gozo o placer. Sólo paz. No tengo recuerdos ni aspiraciones. No se quien soy ni a donde voy.

Sólo veo blanco, no estoy seguro si es blanco o negro, me siento flotando, no siento mi cuerpo.

Sólo voy flotando, volando o navegando, veo objetos brillantes, como estrellas, son objetos, instantes y situaciones.

No hay tiempo, sólo un océano que parece, con sus olas, mover la bóveda celeste, siento en que recorro, en un instante, desde mi nacimiento a mi muerte, me veo siendo alumbrado y me veo en mi féretro, me parece tan claro todo, toda la historia de mi vida, la veo toda con precisión, todo lo que sentiré a lo largo de mi vida.

De pronto, regreso, empiezo a sentir mi corazón latir, siento mi pelo, mi cara, mi cuello, algo adolorido, mi cuerpo. Siento el aire entrar y siento la calidez de la cama. Ahora siento la calidez de alguien atrás de mi. Pegado a mi espalda, cálido, protector. Siento la humedad de nuestros cuerpos, auténticamente mojados del sudor. Siento el vaho cálido que mana de su nariz, aún agitado y su cuerpo con señales de movimiento, de un ritmo que fue cesando poco a poco.

Estoy aquí y ahora en este hotel, en estas playas con él. Todo está hecho, mi sueño último, mi deseo último se ha consumado. Estoy feliz.

Pero.

Una sombra atrapa la luz de luna, siento frió, helado, dos flechas me traspasan, nos traspasan. Siento miedo, terror. Tengo miedo de abrir los ojos, pero los abro.

Veo un ser, un fantasma, trasformaba la luz de noche, con sus ojos, en flamas inquisidoras, que, penetrante, nos juzgaban y criticaban. Palidecí, me paralicé.

Eugenio, dándose cuenta del intruso quedo petrificado. Habíamos sido descubiertos.

El visitante extendió la mano hacía el switch de la luz, la prendió. Brevemente cegados, reconocimos a aquel sujeto.